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Photo of Aprende a amar todo lo que es bueno
Aprende a amar todo lo que es bueno
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Aprende a amar todo lo que es bueno

Pídele a diez cristianos que definan el discernimiento y probablemente obtendrás diez respuestas diferentes. Para algunos, el discernimiento es la capacidad de descubrir un escándalo o de darse cuenta de un error doctrinal como el grupo de miembros de la iglesia que está listo para criticar el sermón del pastor. Para otros, el discernimiento es un tipo de sexto sentido, un instinto que se activa cuando necesitas tomar una decisión importante. Si eres una persona que discierne, «tan solo sabrás» qué hacer. No obstante, otros ven el discernimiento como la capacidad de decodificar la agenda escondida y el significado secreto tras cosas aparentemente inocentes; cosas como el diseño de una taza de café o unas vacaciones familiares. Fuera de la subcultura cristiana, sin embargo, el discernimiento tiene un significado mucho más simple y más positivo. Decimos que un conservador de un museo tiene un ojo experto o que un chef galardonado tiene un paladar muy fino. Lo que queremos decir es que una persona tiene una capacidad en cierta área o ha desarrollado un gusto refinado por medio de la educación y de la experiencia. Una persona que discierne es alguien que tiene una comprensión de lo que es bueno. De un modo bastante interesante, la Escritura afirma una comprensión similar del discernimiento en Filipenses 1:9-10, donde Pablo ora para que el amor de los creyentes «abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, a fin de que escojan lo mejor». Aunque una persona que discierne será capaz de identificar lo que es bueno, puede hacerlo solo si ha desarrollado el gusto por lo que es bueno. Puede darse cuenta de una obra de Renoir falsa porque sabe cómo es una real.

Cómo llegar a ser una persona que discierne

Por lo tanto, ¿cómo podemos crecer en nuestra comprensión de lo que es bueno? ¿Cómo podemos llegar a ser personas que disciernen? Si le preguntas a un conservador de un museo cómo desarrolló su ojo experto en la calidad de una obra, probablemente te contará sobre su educación. También te dirá cómo la experiencia y el contacto con obras maestras cultivó su sensibilidad. Un chef podría decirte que asistió a una universidad culinaria o que trabajó bajo un mentor galardonado. Sin embargo, también te contará sobre sus años trabajando en una cocina y los innumerables platos que degustó. Aunque el discernimiento finalmente se sienta como un sexto sentido, se desarrolla por medio de la educación, la experiencia y, simplemente, la exposición a la calidad de las cosas. Cuando consideramos cómo desarrollamos el discernimiento espiritual (del tipo del que habla Pablo en Filipenses 1) el proceso es similar. Con el fin de crecer en nuestra comprensión de calidad, debemos ser transformados «mediante la renovación de [nuestras] mente[s] para que verifique[mos] cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto» (Ro 12:2). Así como el paladar de un chef crece a través de la educación y de la experiencia, nosotros crecemos en discernimiento tanto al educarnos a nosotros mismos en lo que es bueno como al encontrarlo de primera fuente. Esta necesidad de experiencia de primera fuente es lo que Pablo está obteniendo en Filipenses 4:8:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten.
Después de haber comenzado su carta a los filipenses con una oración por discernimiento, Pablo ahora cierra con un consejo práctico. ¿Quieres ser capaz de aprobar lo que es excelente? Busca todo lo que es verdadero. ¿Quieres ser capaz de navegar el mundo con sabiduría? Busca todo lo que es digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable y todo lo honorable. ¿Quieres llegar a ser una persona que discierne? Busca todo lo bueno.

Buenos regalos de un buen Dios

Sin embargo, incluso mientras comenzamos a entender el discernimiento como una sed por lo que es bueno, incluso si comenzamos a desear el discernimiento por nosotros mismos, podríamos desconfiar de la instrucción de Pablo. Algunos de nosotros, podríamos sentir que es peligroso dedicarnos a buscar activamente las cosas buenas. Después de todo, aun las cosas buenas tienen el potencial de distraernos de lo que realmente importa. Si nos entregamos a todo lo que es bueno, ¿acaso nuestros ojos no se enfocarán en esta vida y perderán las prioridades del cielo? Aunque es verdad que nuestros corazones rápidamente se extravían, el problema no se encuentra en los buenos regalos de Dios, sino en nuestra propia falta de bondad. Aunque podría ser contraintuitivo, Dios en realidad tiene la intención de que sus buenos regalos sean un medio de cambiar nuestros corazones para amarlo como debemos. Después de orar para que los creyentes pudieran aprender a aprobar lo que es excelente, Pablo continúa explicando que este proceso llevará a que seamos hechos «puros e irreprensibles para el día de Cristo; llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo, para la gloria y la alabanza de Dios» (Fil 1:10-11). En otras palabras, algo sobre buscar todo lo verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo amable, todo lo puro y todo lo honorable lleva a nuestro bien y a la gloria de Dios. Para entender la lógica de Pablo, debemos recordar que Dios mismo define lo que es bueno. La calidad no es una categoría abstracta o culturalmente definida. No es simplemente lo que nos gusta o lo que nosotros consideramos que sea valioso. Al contrario, algo es bueno si se alinea con el carácter de Dios. Entonces, cuando buscamos todo lo verdadero, lo digno, lo justo, lo puro, lo amable y lo honorable, no estamos buscando cualquier cosa que queramos; estamos buscando cosas, personas o experiencias que reflejen su gloria y nos muestren cómo es Él. Y al buscarlo, seremos transformados.

Conformarse con menos

La genial instrucción de Pablo en Filipenses 4:8 es que al enfocar nuestros corazones y mentes en lo que es bueno enfoca nuestros corazones y mentes en Dios. De igual manera que encontrarse con una obra maestra da forma y cultiva el ojo de un conservador, encontrarse con la naturaleza de Dios puede dar forma y cultivar nuestro propio gusto por lo que es bueno. No obstante, buscar la virtud provoca algo más: confronta nuestra falta de lo que es bueno. Comúnmente leemos Filipenses 4:8 como un filtro para escoger qué tomar para nuestras vidas. Aprender a buscar todo lo verdadero significa evaluar mensajes para determinar si es que son objetiva y éticamente fieles. Si me aparece un artículo en el inicio de mis redes sociales, por ejemplo, buscar todo lo verdadero me fuerza a evaluarlo antes de aceptarlo. ¿Es fiel? ¿Enmarca los hechos honestamente, o tuerce la verdad para encajar un cierto prejuicio o narrativa? No obstante, buscar todo lo verdadero también significa poner a prueba mi propia honestidad como lector. ¿Estoy leyendo este artículo con integridad? ¿Cómo mis predisposiciones o lealtades de grupo me ciegan a lo que el autor dice? De pronto, mis propios motivos, predisposiciones y respuestas emocionales son puestas al descubierto, medidas en comparación al estándar de la propia verdad de Dios. En ese momento, tengo la oportunidad de alinear mi corazón con el carácter de Dios o conformarme con menos que la verdad. El problema, por supuesto, es que demasiado a menudo nos conformamos. Nos convencemos a nosotros mismos de que estamos buscando la verdad cuando en realidad solo queremos usar los hechos como armas en contra de nuestros oponentes ideológicos. En lugar de buscar la verdad, nos conformamos con ganar discusiones. En lugar de buscar lo digno, nos conformamos con la fama. En lugar de buscar lo justo, nos conformamos con estar en lo correcto. En lugar de buscar lo puro, nos conformamos con límites legalistas. En lugar de buscar lo bello, nos conformamos con sentimentalismo. En lugar de buscar lo que es honorable, nos conformamos con escándalos. Como C.S. Lewis notó en El peso de la gloria, somos criaturas tímidas cuyos deseos por lo que es bueno no es tan fuerte ni tampoco demasiado débil. En lugar de llegar a ser personas que disciernen, seguimos siendo niños ignorantes, contentos con «seguir jugando con el barro en los suburbios porque no [nos podemos] imaginar lo que significa el ofrecimiento de unas vacaciones junto al mar. Nos quedamos contentos con demasiada facilidad» (26). Y al perder el mar, perdemos al Dios que lo hizo.

El Dios que nos hace buenos

No obstante, aun aquí, un buen Dios se ha abierto un camino. La buena noticia del Evangelio es que incluso los niños pobres e ignorantes pueden ser hechos sabios. La buena noticia del Evangelio es que un buen Dios envió a su buen Hijo a hacernos buenos una vez más. Cuando la Escritura nos invita a buscar todo lo verdadero, lo digno, lo justo, lo puro, lo amable y lo honorable, nos invita a descubrir a Dios que en sí mismo es verdadero, digno, justo, puro, amable y honorable. Y cuando encontramos a este Dios, seremos cambiados. Como un fuego refinador que consume la escoria, Él nos purificará para hacernos más como Él. Y desde su bondad abundante, Él nos enseñará a amar todo lo que es bueno.
Hannah Anderson © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.