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¿La modestia femenina tiene que ver con el sexo y la lujuria?
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¿La modestia femenina tiene que ver con el sexo y la lujuria?

Durante el verano, el tema de la modestia sale de su hibernación; sin embargo, con las renovadas conversaciones vienen muchas suposiciones sobre este asunto, suposiciones que siempre vale la pena revisar.

Dentro de todas ellas, esta es la principal: la modestia femenina tiene que ver con la provocación sexual. Si la falda de una mujer es muy corta o el escote de la blusa es muy pronunciado, provocará que su hermano en la fe la desee sexualmente.

Los dos pasajes importantes al respecto

Esta suposición levanta dos desafíos: el primero tiene que ver con que si, en primer lugar, la modestia femenina está relacionada con el sexo o no. Si fuese así, los dos pasajes principales respecto a esto no son claros en este punto. 1 Pedro 3:3-4:
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.
1 Timoteo 2:9–10:
En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
En estos pasajes no vemos nada sobre sexo, lujuria o de llevar a hombres a la tentación. Entonces, ¿qué está en discusión respecto a la modestia femenina en estos pasajes? ¿Quizás estamos hablando sobre la humildad en la sumisión? Ambos pasajes están dentro de una discusión sobre la sumisión de la mujer en el hogar y en la iglesia. Por lo tanto, sí, parece que el tema de la sumisión está, al menos, parcialmente en juego. ¿Tal vez estamos hablando sobre la modestia ante las riquezas? Quizás toda esta discusión sobre la modestia tiene que ver con no usar oro ni «vestidos costosos». Sabemos que el simple hecho de vestir ropa costosa no es el problema, pues la mujer de Proverbios 31 vestía de púrpura (Pr 31:22). Sin embargo, una mujer cristiana no debe usar vestimenta ni joyas para presumir su riqueza, tampoco un hombre (Sal 49:6). En este sentido, la modestia femenina parece coincidir en parte con no hacer alarde de su riqueza.

¿La modestia femenina tiene realmente que ver con sexo?

Volvamos a la pregunta original: ¿los pasajes bíblicos sobre la modestia tienen algo que ver con mujeres vistiéndose de forma sexualmente provocativa? La respuesta parece venir en un audaz pasaje escrito por el apóstol Juan. A menudo este pasaje no se menciona en las discusiones sobre este tema (y pronto verás por qué). Esto es lo que escribe Juan en Apocalipsis 17:1-6:
Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas se acercó y me dijo: “Ven, y te mostraré el castigo de la gran prostituta que está sentada sobre muchas aguas. Con ella cometieron adulterio los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su inmoralidad.” Luego el ángel me llevó en el Espíritu a un desierto. Allí vi a una mujer montada en una bestia escarlata. La bestia estaba cubierta de nombres blasfemos contra Dios, y tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de la inmundicia de sus adulterios. En la frente llevaba escrito un nombre misterioso: LA GRAN BABILONIA MADRE DE LAS PROSTITUTAS Y DE LAS ABOMINABLES IDOLATRÍAS DE LA TIERRA. Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los santos y de los mártires de Jesús.
¡Qué valiente pasaje para el debate sobre la modestia! Apocalipsis 17 es una clave valiosa para ayudarnos a interpretar los otros dos pasajes. El conjunto de vestimenta costosa y los adornos externos eran una forma de seducción del primer siglo, personificada, en estos versículos, en la «madre de las prostitutas». Ella encarna el adulterio espiritual (la idolatría). Dudo que, en la actualidad, una prostituta de Las Vegas elija usar un vestido púrpura, trenzarse el pelo y usar perlas para obtener clientes. Como la profesión más antigua del mundo, la prostitución, a través de los siglos, indudablemente se ha manifestado de muchas formas externas, una de las cuales es la que se registra en Apocalipsis 17. La imaginería de Juan es poderosa, pero no es única. En el mundo antiguo, «las cortesanas eran usadas, sobre todo por los escritores moralistas, como personificaciones de los vicios, entre los que se incluye la incontinencia, el despilfarro, la codicia y la adulación. Las prostitutas tenían una forma de vestir reconocible y a menudo eran representadas como elegantemente vestidas. Las cortesanas exitosas podían ser muy adineradas y llevar joyas llamativas obtenidas de sus amantes» (D. Aune, 935). Apocalipsis 17 parece resolverlo: 1 Pedro 3:3 y 1 Timoteo 2:9 tienen relación con el mal uso de la ropa para presumir sexualidad en público. El lenguaje de la Escritura conecta los dos pasajes de la modestia con la promiscuidad sexual. Es más, basándonos en la evidencia de Apocalipsis 17, parece razonable relacionar la desvergüenza del primer siglo (en su exceso) con la desvergüenza de nuestra cultura (en su escasez). Para nosotros, esto significa discutir recurrentemente sobre los detalles particulares de lo que constituye una vestimenta femenina recatada (lo cual no es mi especialidad). Además, también significa ver las discusiones no como los restos de un discurso de una tradición antigua, sino que como reflexiones valiosas enraizadas en la relevancia continua de la Escritura eterna.

¿Están los hombres exentos de esto?

Clarifiquemos el vínculo. Los pasajes sobre la modestia femenina tratan sobre la tentación sexual. Sin embargo, ¿están los hombres exentos de esto? ¿O este vínculo presenta otro supuesto: si las mujeres se visten con modestia, entonces los hombres no las desearán sexualmente? Este supuesto puede sonar válido, pero sigue siendo un supuesto (y falso). En verdad, todas las mujeres de nuestra sociedad podrían usar un hiyab (un velo que cubre la cabeza y el pecho de las mujeres) y esto no detendrá las insinuaciones sexuales de los hombres —de hecho, podría intensificar el acoso (como ha sucedido en Egipto)—. El recato de la mujer por sí solo no podrá romper el poder del deseo del hombre. Los hombres en este mundo siempre necesitarán guardar sus propios corazones, tanto de aquellas mujeres que sin intención atraen sus ojos, como de aquellas que se visten y hablan intencionalmente para atraer sus corazones lujuriosos (Pr 5:3-14). En esta área, hombres y mujeres deben ayudarse mutuamente. Un hombre piadoso se rehúsa a tratar a las mujeres como objetos de deseo, las humaniza y muestra respeto a sus hermanas en Cristo como coherederas (Ro 8:17). Una mujer cristiana, vestida modestamente, sirve a sus hermanos en Cristo, honra a su esposo (1P 3:1-6) y quita toda obstrucción innecesaria de su testimonio de piedad personal en la sociedad y la iglesia (1Ti 2:8-15). Si los hombres son también llamados o no a un estándar de modestia en cuanto a la forma de vestir, esa es una conversación relativamente nueva en la iglesia y que juntos debemos analizar detalladamente en el futuro. Sin embargo, lo que sí sabemos es esto: la ropa fue idea de Dios (Gn 3:21) y la modestia también. La modestia le parece preciosa, porque lo honra a Él. Honra los límites de la pureza sexual; honra al matrimonio; honra a las iglesias; honra el diseño de Dios para la masculinidad y la feminidad bíblicas.

¿Obligados por Cristo?

Mientras exista la moda, las mujeres cristianas están llamadas a ser modestamente conscientes de cómo evolucionan las vestimentas sexualmente promiscuas. La ropa debe ser elegida, no simplemente con base en si otras mujeres van a encontrar un atuendo «lindo», sino en si la forma de vestir envía a los hombres un mensaje lleno de seducción sexual o no. Nada de esto es fácil o conveniente, pero la obediencia a Dios nunca es fácil o conveniente. Para que los hombres muestren un dominio propio que glorifique a Dios y para que las mujeres muestren un dominio propio que glorifique a Dios con sus armarios, ambos necesitan obedecer a Dios con motivaciones mayores. Corazones puros están detrás de ojos puros (Mt 5:28) tal como la modestia interna está detrás de la modestia externa (1P 3:1-6). Finalmente, la pregunta definitiva es esta: ¿qué atesoramos? Como dijo hace poco el pastor John Piper:
Hasta que Dios no se haya convertido en tu tesoro; hasta que tu propio pecado no se convierta en lo que más odias; hasta que la Palabra de Dios no sea la autoridad suprema y no sientas que es más preciosa que el oro, más dulce que la miel; hasta que el evangelio de la muerte de Cristo en tu lugar no sea la noticia más preciada en el mundo para ti; hasta que no hayas aprendido a negarte a ti mismo los placeres temporales por el bien de un gozo y santidad eternos; hasta que no hayas madurado para amar al Espíritu Santo y anhelar su fruto más que el halago del hombre; hasta que no consideres todo como pérdida comparado con el valor supremo de conocer a Cristo, tu actitud frente a tu forma de vestir y tu apariencia será controlada por fuerzas que no honran a Cristo. (Ask Pastor John, Episodio 342).
Ese es el objetivo tanto para mujeres como para hombres: juntos deseamos no ser controlados por las apariencias externas, sino que obligados por el amor invisible de Cristo (2Co 5:12-15).
Tony Reinke © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Estás persiguiendo la felicidad o la santidad?
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¿Estás persiguiendo la felicidad o la santidad?

Tal pregunta en realidad revela el error común de enfrentar la santidad y la felicidad entre sí. «Dios está más interesado en que seas santo que en que seas feliz», dicen. Algunos de mis teólogos favoritos fueron presa de esta sutil dicotomía. Entre ellos se encuentra uno de los mejores pensadores que me encanta, David Wells. En caridad, y en mucha gratitud por todo lo que he aprendido de sus escritos, publicaré un par de párrafos de su libro del 2014 donde surge esta tensión y más tarde haré una amistosa corrección. Al intentar criticar la definición terapéutica de la fe en muchos púlpitos, él escribe:

En este mundo psicológico, el Dios de amor es un Dios de amor única y precisamente porque Él nos proporciona un bálsamo interno. Vacíos, distraídos, errantes e insatisfechos, acudimos a Él en busca de ayuda. ¡Llénanos —pedimos— de un sentido de plenitud! ¡Llena nuestro vacío! ¡Danos un sentido de dirección en medio de la ingente masa de itinerarios en liza y voces de nuestro mundo hipermoderno! ¡Colma este doloroso vacío interno!

Así es como, en la iglesia de hoy, especialmente en la iglesia evangélica, muchos están pensando. Esta es la manera en la que están orando. Anhelan algo más real dentro de sí mismos de lo que tienen ahora. Esto es cierto en adultos y también en los adolescentes. ¡Sí —decimos con todo denuedo, con todo anhelo, quizás incluso un poco melancólicamente— sé con nosotros el Dios de amor!

Quienes viven en este mundo psicológico piensan de manera diferente de los que habitan un mundo moral. En un mundo psicológico, lo que necesitamos es terapia; en un mundo moral, un mundo de lo que está bien y lo que está mal; lo que precisamos es redención. En un mundo psicológico, queremos estar felices. En un mundo moral, queremos ser santos. En uno, queremos sentirnos bien, pero en el otro queremos ser buenos [...].

Dios, por tanto, está ante nosotros no como nuestro Terapeuta o nuestro botones o chico de los recados, sino como el Dios de absoluta pureza ante quien somos responsables moralmente. Él es objetivo con respecto a nosotros y no está difuminado entre las nebulosidades de nuestros sentidos de nuestro mundo interno. Su Palabra viene a nosotros desde fuera de nuestro yo porque Él es la Palabra de su verdad. Nos convoca a estar ante el Dios del universo, a escuchar su orden de que debemos amarle y amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. No está ante nosotros para ser utilizado. No está ahí suplicándonos poder entrar en nuestro mundo interno y satisfacer nuestras necesidades terapéuticas. Estamos ante Él para oír su mandato. Su mandamiento es que seamos santos, lo cual es algo mucho más grande que ser felices [...].

Es cierto que hay beneficios psicológicos de seguir a Cristo, y la felicidad puede ser un efecto complementario. Pero estas cosas no constituyen fundamentalmente aquello en que consiste la fe cristiana. Se trata del Dios quien es distinto de nosotros, quien es el Dios infinito y de gracia.

Ahora, sin duda, es apropiado rechazar la felicidad definida por la cultura (como el materialismo centrado en el consumidor, la liberación sexual y el egocentrismo en todas sus formas). Y, sin duda, es correcto rechazar la idea de que la santidad no es esencial en la vida cristiana. Sin duda es correcto atacar la idea de Dios como nada más que un Papá Noel para nuestras necesidades sentidas. Dios existe por sí mismo fuera de nosotros. Él es el Creador completamente puro a quien todas las criaturas rendirán cuentas. Sin embargo, al distanciar la santidad de la felicidad creamos una falsa dicotomía.

¿Feliz o santo?

En caso de duda, echa un vistazo a los grandes troncos de la iglesia: los puritanos. Dos de ellos en particular pueden ayudarnos a responder tan limpiamente al intento moderno de separar la felicidad de la santidad. Por ejemplo, Thomas Brooks (1608-1680) escribió un libro de 450 páginas bajo el apropiado título: The Crown and Glory of Christianity: Or, Holiness, The Only Way To Happiness [La corona y la gloria del cristianismo: o, santidad, el único camino a la felicidad] (1662). Es una gran defensa de la interconexión de la felicidad humana y la santidad que se prolonga por mucho, punto tras subpunto, para dejar el caso irrefutablemente claro desde la Escritura. «La santidad no difiere en nada de la felicidad, solo en el nombre», escribe audazmente Brooks cerca de la introducción del libro. «La santidad es felicidad en la raíz, y la felicidad es santidad en su plenitud. La felicidad no es más que pura esencia de la santidad»[1]. Cerca del final del libro, él reitera el punto: «una plenitud absoluta de santidad hará una plenitud absoluta de felicidad. Cuando nuestra santidad sea perfecta, nuestra felicidad será perfecta; y si esto fuera posible en la tierra, no habría muchas razones para que los hombres anhelen el cielo». O podemos citar al formidable Matthew Henry (1662-1714), un celebrado académico de la Biblia que vio lo mismo. «Solo son felices, realmente felices, los santos, los realmente santos —escribió sobre el Salmo 1:1-3, yendo tan lejos como para escribir— la bondad y la santidad no son solo el camino a la felicidad, sino que es la felicidad misma»[2]. Estos puritanos lo sabían bien. La verdadera felicidad del alma no es un resultado secundario de la santidad. La verdadera felicidad es la verdadera santidad. Más recientemente, John Piper marcó el punto haciendo un ajuste incluso más fino en un episodio de Ask Pastor John: «La felicidad es parte de la santidad», dijo. «Si intentas describir para mí lo que significa ser una persona santa y omites la felicidad en Dios, no puedes hacerlo. No existe la santidad sin la felicidad en Dios. La felicidad en Dios es —me arriesgaré— la esencia de la santidad». Sin embargo, ¿la Escritura apoya tales afirmaciones sobre cuán inextricablemente entrelazadas están la santidad con la felicidad?

La verdadera santidad-feliz

Los Salmos son increíblemente útiles aquí. Los salmistas a menudo se dirigen a quienes son bienaventurados, y por bienaventurados, quieren decir aquellos que son verdaderamente felices. Por lo tanto, ¿quiénes son los bienaventurados, los verdaderamente felices? Los verdaderamente felices, en cierta medida, son aquellos que son verdaderamente santos, y es un tema que se desarrolla a lo largo de los Salmos en partes como Salmos 1:1-2; 19:8; 32:8-11; 34:8-14; 40:4; 106:3; 112:1; 119:1-2, 22-4, 69-70, 143-144; 128:1-6. No obstante, no solo están la santidad y la felicidad (o la bienaventuranza) unidas en los Salmos, sino que también se conectan entre sí en los Proverbios, y Jesús lo hace muy estrechamente en sus Bienaventuranzas (Mt 5:2-12). Y anterior a cualquier posibilidad de encontrar verdadera santidad-feliz, está la profunda realidad de que nuestros pecados deben ser removidos permanente y eternamente ante un Dios santo. La hermosa realidad de la justificación en Cristo tiende un puente entre la santidad-feliz del salmista y nuestro perdón en Cristo, solo por fe (Sal 32:1-2; Ro 4:7-8). Por incompleto que sea, los cristianos saborean esta verdadera santidad-feliz mientras vivimos nuestra unión en Cristo. En Él, encontramos la conexión orgánica inseparable entre nuestra obediencia y nuestro gozo, entre nuestra búsqueda de verdadera santidad y nuestra experiencia de verdadera felicidad (Jn 15:1-17).

El Dios santo-feliz

Por lo tanto, en el centro de nuestro ser, no queremos ser felices o santos. Queremos ser santos-felices, como Dios. Dios es la fuente de gozo y deleite; Él es un Dios feliz, satisfecho en su eterno autodeleite y esta felicidad es parte de su gloria (1Ti 1:11). Nuestro glorioso Dios es, al mismo tiempo, una maravillosa llama de santidad no contaminada, asqueado por todas las depravaciones del hombre (1Ti 1:8-10). Por tanto, lo que Dios ha unido, que ningún teólogo lo separe.

La elección que enfrentamos hoy

En realidad, nuestra búsqueda de felicidad está guiada por un impulso principal, un impulso tan antiguo como el primer hombre y mujer, un impulso que precede al posmodernismo, al modernismo, a la Ilustración y a Freud. Como todas las generaciones previas, enfrentamos la misma antigua elección y no es una elección entre felicidad y santidad, sino que entre dos diferentes búsquedas de felicidad (una malvada; otra santa). Búsqueda #1: una búsqueda de la felicidad prometida por falsas seguridades, comodidades e ídolos de nuestro mundo, pero que resultan ser mentiras falsas que, al final, solo pueden afligirnos. Búsqueda #2: una verdadera felicidad que se encuentra en Dios, un deleite genuino en Él, un tesoro eterno e interminable de su gloria y santidad por sobre todas las cosas. Las personas evitan la santidad para buscar la felicidad sin saber que las dos son una. Por tanto, ahí está la clave. La batalla por esta verdadera santa-felicidad es una batalla espiritual diaria por la fe para escoger la correcta felicidad. En el episodio del pódcast que mencioné previamente, Piper resumió bien la batalla diaria de la fe de esta feliz-santidad: «cuando decimos que Dios se glorifica más en ti cuando estás más satisfecho en Él, decimos que la guerra esencial de la santidad, o santificación, es la guerra de estar satisfechos en Dios». Existe un peso de verdad en esa afirmación que merece una larga y profunda reflexión.
Tony Reinke © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] N. del T: todas las citas de este libro son traducción propia.

[2] N. del T: traducción propia.

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El Calvario conquista el miedo a la muerte
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El Calvario conquista el miedo a la muerte

Los pecadores retroceden corriendo en dirección a una tumba abierta, dijo Martín Lutero, incapaces de enfrentar la muerte; sin embargo, inevitablemente van directo hacia ella, tratando de quitarla de vista o de la mente con cualquier distracción, pero aún así caminan en sentido contrario arrastrando los pies hasta que ocurre el inevitable encuentro: caen en ella repentinamente. No obstante, aquí estamos en Viernes Santo, raros como somos los cristianos, para llevar a cabo la culturalmente extraña práctica de mirar a la muerte directo a la cara e incluso celebrar el tortuoso derramamiento de sangre. Es aquí, en la muerte, que no sólo nos encontramos con el sacrificio de Cristo, sino que también desenmascaramos el poder que Satanás tiene sobre el mundo.

Por lo tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene dominio de la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida (Heb 2:14-15).

Satanás no usa la espada de la muerte cuando quiere. El daño que provocan sus manos está siempre limitado por Dios (ver Job 1:12). El poder que Satanás ejerce más libremente es el miedo a la muerte. Satanás es un maestro-esclavo que hace uso de palabras, mentiras y amenazas de muerte para oprimir y manipular a sus súbditos. Él ejerce su poder con más libertad, no con la espada, sino con los recordatorios manipuladores que susurra en nuestros oídos. Satanás nos dice al oído las mentiras de la antítesis del Salmo 23: «Cuando andas por campos oscuros en el valle de la muerte, vives aterrado frente a la maldad, porque estás solo, nadie te guía y estás angustiado». Sin embargo, ¿es cierto?

¿Es bueno este viernes?

¿Cuántos de nosotros pensamos en la muerte en un día determinado? La realidad es que es muy extraño que pensemos sobre la muerte. Retrocedemos arrastrando los pies para evitar el tema por completo. No obstante, el temor a la muerte no es menos que nuestra esclavitud: una esclavitud de por vida; una esclavitud que impulsa todo en nuestras vidas, incluso nuestras adicciones. ¿Cuántas de nuestras obsesiones son intentos de reprimir el miedo a la muerte? «El punto no es que las personas estén esclavizadas a un miedo constante y consciente de morir», dice John Piper, «sino que están esclavizadas a las miles de formas de evitar este miedo. Están esclavizadas a “la negación de la muerte”. “… Comamos y bebamos que mañana moriremos” (1Co 15:32): esta oración no es una exultación de libertad verdadera, sino que otra forma de negación paralizante. La muerte se acerca como el gran enemigo. Nos convertimos en sus esclavos en el vuelo ilusorio de la negación» (Gracia venidera, John Piper). En nuestra negación de la muerte, Satanás guía nuestras vidas a consumir una existencia llena de distracciones y entretenciones vanas para silenciar nuestra mortalidad. No resuelve los problemas; fuerza en nosotros ansiedades y preocupaciones perturbadoras sobre nuestro futuro y nuestras inseguridades más profundas no son aliviadas. En otras palabras, en su esencia, el miedo a la muerte impulsa las maratones que tenemos de Netflix. También sofoca nuestro amor. El temor a la muerte esclaviza nuestras vidas y nos convierte en personas tímidas y sin ánimo (aburridas, engreídas y consumidas por nuestra autopreservación, escribe Piper). «Con el susurro del miedo a la muerte en nuestros oídos, subimos el volumen de nuestras diversiones y, mientras lo hacemos, nos encontramos a nosotros mismos incapaces de entregar nuestras vidas» (La pasión de Jesucristo, John Piper). Estas son las dos formas en las que el miedo a la muerte se convierte en el mayor arma de Satanás, su más grande poder, su más grande manipulación para controlar nuestras decisiones. Ninguna parte de nuestras vidas se escapa al alcance del miedo a la muerte. Para ser lo más claros posibles, «la muerte es —aparte de Dios— el poder moral más grande en este mundo, que perdura más y somete todos los otros poderes sin importar cuán maravillosos parezcan por el momento», declara un experto en ética. «Esto significa, en términos teológicos, que el objeto de lealtad y de esclavitud, el ídolo real oculto dentro de todas las idolatrías, el poder sobre todos los principados y poderes —el ídolo de todos los ídolos— es la muerte» (Ethics for Christians [Ética para cristianos…]). Vemos esto en Hebreos 2:14-18: nuestra triple esclavitud a Satanás, al pecado y a la muerte trabajan todos juntos, pero la muerte es el poder consumidor detrás de todo. Un miedo ejercido por Satanás, guiándonos y estimulando nuestras búsquedas de placer pecaminoso a medida que retrocedemos hacia la tumba tratando de acallar a nuestro enemigo invencible, la muerte, con un millón de diversiones en la dirección opuesta. Hasta ahora.

Un buen Hombre

Hoy nos detenemos y celebramos a un hombre que compartió nuestra carne y nuestra sangre, pero no compartió nuestra tiranía bajo el reino de la muerte. Puesto que él no temía a la muerte, no se distrajo en entretenciones vanas y no fue guiado por la autopreservación. La muerte fue su enemigo declarado, no su certeza. Sin lugar a dudas, había estrés —lágrimas de un rojo radiante eran exprimidas por el peso de su deber—; sin embargo, la muerte no lo desanimaba. La muerte no pudo manipularlo. Él no retrocedería; es más, él se enfrentaría a la muerte por nosotros. El Viernes Santo es un extraño y maravilloso día, pues celebramos lo único que nuestra cultura intenta desesperadamente reprimir. Aún así es nuestra principal oportunidad de ver su amor expuesto en la agonía de la cruz, y por ella podemos ver que el gran poder que Satanás ejercía sobre la humanidad ha sido destruido. Hoy celebramos la muerte, no como una preocupación morbosa, sino que como una prueba de que hemos sido liberados de ella, liberados de la esclavitud de por vida del mundo.
Tony Reinke © 2016 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Cómo compartir tu historia esta Navidad
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Cómo compartir tu historia esta Navidad

El potencial del Evangelio aumenta en las festividades. Entre las reuniones familiares y las celebraciones sociales, a menudo nos encontramos con más tiempo para pasar juntos sin prisas con familiares y amigos. ¿Cómo pasamos estos tiempos juntos, listos para compartir la esperanza que está en nosotros o listos para sacar de los bolsillos nuestros celulares? Mucho antes de la era digital, al preparar los corazones para este potencial misional, Charles Spurgeon predicó un sermón a fin de preparar a su creciente iglesia para la venida de la temporada navideña. La mañana del domingo 21 de diciembre de 1856 su mensaje, Yendo a casa, animó a cada miembro de su congregación a buscar humilde, sabia y apropiadamente oportunidades para compartir su testimonio personal con sus familias y amigos. 

Heraldos de Londres 

El sermón fue apremiante y oportuno.  Spurgeon tenía solo diecinueve años cuando se convirtió en el pastor principal de la iglesia New Park Street en abril de 1854. Entonces, el total de la membresía superaba por poco las doscientas treinta personas. Dos años y medio después, mientras se preparaba para entregar su sermón de Navidad, la membresía explotaba, pues en el año que se aproximaba alcanzaría los cuatro mil cuatrocientos miembros. En el centro de este crecimiento explosivo estaba el gran número de nuevos cristianos convertidos transformados bajo el ministerio de su púlpito y pocos de esos nuevos creyentes tenían alguna experiencia en organizar el tiempo de Navidad con propósitos del Evangelio.  Para la ocasión, Spurgeon escogió un texto inesperado: Marcos 5:1-20, el dramático registro de la sanación que Jesús hizo del endemoniado gadareno. 
Se procuró recogerle para sosegarle —dijo Spurgeon de la transformación demoníaca—, pero ningún hombre pudo hacerlo. Era peor que las bestias salvajes; nadie podría hacer nada para aplacarle. Su naturaleza brutal no se rendía ante ningún mortal. Era una miseria humana para sí mismo, pues de noche y de día corría por las montañas, gritando y aullando temerariamente, hiriéndose con afiladas piedras y torturando su pobre cuerpo de la manera más horrible. 
Spurgeon se limitó a la orden divina de Cristo: «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti» (Mr 5:19). El Evangelio de Jesucristo puede domesticar al pecador más feroz y luego envíarlo a esparcir la buena noticia con su familia, que podría ver su cambio radical. El mismo Evangelio dador de gozo estaba cambiando vidas en Londres y el tiempo había llegado para que esos nuevos cristianos volvieran a casa para testificar el poder del Evangelio en sus propias vidas. 

Vete a tu casa y cuenta

Este imperativo: «vete a tu casa» se convirtió en el llamado de Spurgeon a su abundante congregación de Londres. En el sermón, Spurgeon desarrolló quince puntos relevantes que cada cristiano debe abordar durante las festividades y que he resumido con subtítulos para que puedas echarle un vistazo (a continuación hay citas directas de Spurgeon).
1. Ve tu comisión del Evangelio a la luz de tu liberación personal

Agradecido por su libertador, le rogaba al Señor le dejase estar con Él.

«Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti».

2. Abraza la Navidad como la principal época para compartir el Evangelio

La verdadera religión no rompe los lazos de las relaciones familiares. Rara vez invade esta santa y divina institución llamada hogar. No separa a los hombres de sus familias ni les transforma en extraños entre los de su sangre…

El cristianismo hace de un marido, un mejor marido y de una esposa, una mejor esposa. No me libera de mis deberes como hijo, sino que me hace un mejor hijo y a mis padres, mejores padres. En lugar de debilitar mi amor, me da una buena razón para mi afecto, y aquel hombre que antes amé como mi padre, le amo ahora como mi hermano y compañero en el servicio de Cristo. A esa mujer que he reverenciado como mi madre, ahora la amo como mi hermana en el pacto de la gracia, para compartir la eternidad juntos… 

De mi parte desearía que hubieran veinte días de Navidad en el año. No es muy frecuente que los muchachos puedan reunirse como una familia feliz… lo aprecio como una institución familiar. Es uno de los días más brillantes de Inglaterra, el gran sabbat del año. El arado descansa entonces en el granero, en las oficinas se acalla el bullicio [de] los días de trabajo...

3. Apunta a compartir la historia de la gracia de Dios en tu vida

Esta es una historia sobre la experiencia personal. «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti».

No tienes que empezar a arreglar tu casa y dejar la predicación para lo último. Eso no es lo que el Señor te manda a hacer. No debes empezar a tocar temas doctrinales y extenderte sobre ellos. No trates de traer a las personas a tus puntos de vista y sentimientos particulares. No debes ir a tu casa con doctrinas domingueras que has aprendido recientemente y tratar de enseñarlas a tus amigos y la familia. Eso sí, has de ir a tu casa y decir, no lo que has creído, sino lo que has sentido, lo que sabes que realmente es tuyo. No se trata de las cosas que has leído ni de la conversión de los pecadores en la congregación, sino de lo que el Señor ha hecho por ti. Y recuerda bien esto: la historia que cuenta el hombre acerca de sí mismo resulta ser siempre la más interesante... 

Vete a tu casa, joven, y relata la historia del pobre pecador. Vete a tu casa, joven mujer, abre tu diario y cuenta a tus amigos la historia de la gracia. Háblales de las poderosas cosas que Dios ha hecho por mediación de su soberano e inmerecido amor. Alrededor de la chimenea de tu hogar, refiere la crónica de la gracia del Salvador. 

4. Usa tu historia para edificar a otros creyentes

Una joven fue a casa de sus padres. Cuando la madre vio el cambio que se había operado en ella, exclamó:

—¡Vaya!, si el ministro de Dios hubiera querido regalarme lo mejor de Londres, no lo hubiera apreciado tanto como este cambio en mi hija.

Es hermoso que te hayas convertido y vivas en el temor de Dios. ¡Ve y cuéntaselo a tu padre y a tu hermana, quien te ha estado enviando tantas cartas!

¿Puedes imaginar la escena, cuando el hombre que vivía entre las tumbas volvió a la casa de los suyos? Este individuo había estado sumamente trastornado. ¡Imagino lo que ocurrió cuando fue a su casa y tocó la puerta, diciendo quién era! Esa pobre familia exclamaría: 

—¡Oh, no, otra vez está aquí!

¡Me imagino a su madre corriendo por toda la casa y cerrando las puertas, porque su hijo loco había vuelto! ¡Y también a los pequeños llorando porque se acordaban de que se hería con piedras! ¿Podéis imaginar el gozo de esta gente cuando este hombre dijo:

—Mamá, Jesucristo me ha sanado, déjame entrar, ya no soy un lunático…?

5. Cuando compartas con los perdidos, espera tensión y ora por recepción

Oigo a algunos de vosotros decir: «¡ah, Señor, Dios quisiera que pudiera ir a mi casa! Pero cuando voy a mi hogar, me meto en el peor de los lugares, pues allí nadie conoce a Dios, y nunca me han enseñado nada que tenga que ver con el cielo».

Ve a tu casa, y cuéntales lo que ha pasado contigo; no tanto para alegrarles, pues estarán muy enojados, sino para la salvación de sus almas. Espero que cuando les comentes la historia de lo que Dios ha hecho por ti, ellos sean guiados por el Espíritu Santo para desear también la misma misericordia.

6. Mantente alerta a las oportunidades para compartir tu historia uno a uno

No digas esta historia de tu salvación a tus amigos cuando estén todos juntos, porque se reirán de ti. Háblales uno por uno, cuando estén solos, y te oirán con actitud respetuosa… Hay personas que no se conmueven ante un sermón y sin embargo, una charla personal con los versículos adecuados les llega al corazón. Tú puedes ser el medio que Dios utilice para traer una persona a Cristo. 

7. No esperes que compartir el Evangelio sea fácil, en especial con aquellos que te conocen por más tiempo

Soy consciente de que muchos miembros de mi congregación dirán: «podría relatar esa historia a cualquiera, mas no a mis amigos. Iría a su oficina y compartiría con usted algo que he leído en la Palabra de Dios, pero no podría decírselo a mi padre ni a mi madre ni a mis hermanos o hermanas».

8. Supera el miedo para honrar el amor de tu Salvador por ti

¡Oh!, yo sé que le amáis, si es que primero habéis sentido su amor. No podéis pensar en Getsemaní y en su sudor de sangre, en Gabata y su espalda destrozada por el látigo romano ni en el Calvario y sus manos y pies atravesados sin amarle. Este es un argumento poderoso, para ir a vuestras casas y contar esta historia… Si Cristo ha hecho mucho por ti, debes decirlo. 

9. Comparte tu historia con una gratitud hacia Dios

La historia de este pobre hombre que vivía entre las tumbas era una historia agradecida… Sé que lo era, porque el hombre se fue a Decápolis a contar y publicar cuán grandes cosas había hecho Dios con él… Ninguna historia es más digna de oír que una historia de gratitud.

10. Comparte tu historia con humildad; no con condescendencia

Debe ser un relato narrado por un pobre pecador, que siente que no se merece lo que ha recibido… ¡Oh!, cuando narramos la historia de nuestra propia conversión, hemos de hacerlo con profunda pena, recordando cómo éramos antes. Luego, con gran gozo y gratitud, pensemos en lo poco que merecíamos la gracia de Dios... Entonces, las lágrimas comenzaron a fluir de mis ojos y aquellos oyentes que antes sacudían sus cabezas, ahora estaban entusiasmados y escuchaban atentos. Estaban oyendo algo auténtico que el predicador sentía en sí mismo.

Contad vuestra historia como pecadores perdidos. No vayáis a vuestro hogar con un aire de superioridad diciendo: «aquí viene un santo a ver a estos pobres pecadores y a narrarles una bella historia»…

No cuentes tu historia como si estuvieras predicando ni como si fueras un catedrático. Habla como un hijo o como un amigo. 

11. Comparte tu historia con sinceridad; no la adornes

No digas más de lo que sabes; no cuentes la historia de John Bunyan cuando debes contar la tuya. No le digas a tu madre que has sentido lo que solamente Rutherford sintió. Solo dile la verdad. Recuerda que una sola mosca en la leche es suficiente para estropearla y, una declaración falsa que hagas, puede echarlo todo a perder. Incluye en tu historia solamente la verdad.

12. Comparte tu historia en serio; no la tornes frívola

Hazles ver que crees genuinamente en lo que dices. Nunca hables sobre temas espirituales de forma liviana. No hagas juegos de palabras con los textos ni cites la Escritura para hacer bromas. Si lo haces, se reirán de los temas santos y no harás ningún bien a nadie... 

Tal vez, cuando estés contando tu historia, uno de tus amigos dirá: 

—¿Y eso qué? 

Tu respuesta debe ser:

—Es posible que para ti no sea gran cosa, pero sí lo es para mí. Tú dices que arrepentirse no tiene mucha importancia, pero para mí sí la tiene. Es fundamental saber que somos pecadores y podemos confesarlo. ¿Dices que no es tan importante haber encontrado al Salvador?

—Si tú también lo hubieras encontrado no dirías que es cosa de poca importancia. Tú no das valor a estas cosas, pero yo me he quitado una gran carga de encima. Si tú hubieras sufrido y sentido la carga que yo sentí durante varios años, no pensarías que ser libre y emancipado por medio de Cristo es poca cosa.

13. No abandones tus devocionales personales durante Navidad

Cuando en el día de Navidad estés en casa, que nadie vea tu rostro sin que Dios lo haya visto primero. Levántate de mañana y conversa con Dios. Si tus amigos no son convertidos, intercede por ellos en oración… te gozarás de haber podido ser el instrumento utilizado por Dios para traerlos a la salvación.

14. Descansa en la ayuda del Espíritu Santo para compartir

No tengas miedo; solamente piensa en el bien que les puedes hacer. En Santiago 5:20, se nos dice: «sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados»… No tengas confianza en ti mismo, sino cree y descansa en la labor del Espíritu. Él te dará las palabras eficaces para testificar y las aplicará al corazón de los oyentes de forma que puedas ser un «ministro de la gracia de Dios» para cuantos te escuchan.

15. Recuerda, tu testimonio de Navidad es un anticipo de tu autobiografía eterna

Y cuando vayamos al cielo con ellos, ¿qué haremos? En primer lugar, nos dirigiremos al trono donde se sienta el Señor Jesús. Nos quitaremos nuestras coronas y las pondremos a sus pies, coronándole Señor de todo. Una vez hayamos hecho esto, ¿cuál será nuestra próxima ocupación? Les diremos a los benditos en los cielos lo que el Señor ha hecho por nosotros y cómo ha tenido compasión y misericordia. ¿Será narrada en el cielo una historia así? ¿Ha de ser la inspiración para el villancico de Navidad de los ángeles? Sin duda que lo será. Habrá sido previamente ensayado en la tierra. No os sonrojéis de decirlo de nuevo, pues el Señor Jesús lo dijo antes: «...y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido» (Lc 15:6). Así, pobre oveja, cuando estés en el redil, ¿no dirás de qué forma el gran Pastor te buscó y te encontró? ¿No te sentarás en los prados verdes de los cielos y contarás la historia de tu propia redención? ¿No hablarás con los demás redimidos, tus hermanos y hermanas en el Señor, para decirles cómo Dios te ha amado y cómo te ha llevado a ese lugar? Me dirás que la tuya sería una historia muy cortita. ¡Ah!, lo sería si la pudieras escribir ahora. Un pequeño librito puede contener toda tu biografía, pero allá arriba, cuando tu memoria sea ampliada, tus pasiones purificadas y tu entendimiento esclarecido, verás que aun un tratado en la tierra, será un enorme tomo en el cielo. Allí podrás contar una larga historia acerca de la gracia sustentadora de Dios. Creo que, por fin, después de estar mil años en el cielo, alguien elevará su voz para decir: «¡oh santos!, tengo algo más que compartir». Nuevamente, cada uno narrará su historia y les interrumpirás para decir: «¡oh, amados!, me he acordado de otro caso de la misericordia liberadora de Dios». Y así continuarán, dando temas para las canciones y sonetos celestiales. 

Tony Reinke © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Tres preguntas que debes hacerte antes de escuchar cualquier sermón
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Tres preguntas que debes hacerte antes de escuchar cualquier sermón

Es fácil convertirse en un consumidor pasivo de sermones. Como cristiano joven, comencé a sentir esta tendencia en la forma en la que yo escuchaba, así que un domingo llevé mi computador portátil a la iglesia y creé una pequeña simple práctica para que el discernimiento fluyera antes de escuchar los sermones. Fue tan sencillo como hacerme tres pequeñas preguntas que luego se insertaron en mí. Con el paso del tiempo, comencé a usar esta misma técnica cuando escuchaba sermones en pódcasts, cuando leía artículos y libros cristianos y, por último, cuando escuchaba música cristiana. El proceso apunta a un factor que todos conocemos: todos nosotros necesitamos ser salvados de alguien o de algo. Pero, como un oyente activo verá rápidamente, el mundo está lleno de evangelios alternativos y cada predicador, escritor y artista tiene un mensaje de salvación. Debemos examinar la veracidad del evangelio que comparten y estas tres preguntas han simplificado el proceso para mí.

Las tres preguntas

Entonces, antes de escuchar un sermón, escuchar un álbum de música cristiana o abrir un libro cristiano, me hago estas tres preguntas:
  • ¿Cómo soy salvado?
  • ¿De qué soy salvado?
  • ¿Para qué soy salvado?
Las preguntas son cortas, fáciles de recordar y no podrían ser más largas. Al principio, las escribí en papel y las contestaba a mano; más adelante, se transformó en un ejercicio mental intuitivo. Además, a lo largo del tiempo, fue evidente que estas mismas preguntas eran útiles para muchos otros contextos. Son preguntas del Evangelio, útiles dentro de la iglesia. Sin embargo, también ayudan a poner a prueba cualquier cosmovisión y a llegar a su esencia central. Funcionan para la publicidad y para los mensajes de los candidatos presidenciales (sí, incluso con Donald Trump, inténtalo).

Cuatro respuestas comunes

Por el bien de este artículo, me centraré en los sermones. Hazte las tres preguntas que mencioné anteriormente y las respuestas que comúnmente escuches caerán en estas cuatro categorías:
1. Escucharás un evangelio terapéutico:
  • Somos salvados al autojustificarnos y al afirmarnos.
  • Somos salvados de la negatividad autodestructiva.
  • Somos salvados para tener confianza en nosotros mismos.
2. Escucharás un evangelio de la prosperidad:
  • Somos salvados por medio de la fe que produce salud y riqueza.
  • Somos salvados de la pobreza y de los problemas financieros.
  • Somos salvados para disfrutar abundancia económica.
3. Escucharás un evangelio del quebrantamiento:
  • Somos salvados al liberarnos del recuerdo de pecados pasados.
  • Somos salvados de sentirnos mal con nosotros mismos.
  • Somos salvados para vivir completos nuevamente.
4. Escucharás un evangelio de atención:
  • Somos salvados al recordar a Dios más conscientemente.
  • Somos salvados de ignorar que Dios existe.
  • Somos salvados para vivir más conscientes de Dios.
Ya sea que estos mensajes contengan indicios del Evangelio, fragmentos de una verdad fundamental o mentiras completas de un no evangelio, todos esos mensajes implícita o explícitamente se las arreglan para meterse en libros, en música y en sermones cristianos como mensajes fundamentales y a menudo pasan como presentaciones suficientes del Evangelio. No obstante, no lo son; es más, están lejos de serlo. Cada uno de ellos, en su propia forma, deja a Cristo en segundo lugar o como una opción.

Las respuestas bíblicas

La verdadera obra del ministerio se trata de permitirle a la Escritura responder cada una de estas tres preguntas una y otra vez hasta que la verdad del Evangelio fluya en nuestro torrente sanguíneo. Si esbozamos algunos de los contornos del Evangelio bíblico, las respuestas a nuestras preguntas son bastante claras:
  • Somos salvados por gracia por medio de la fe en la muerte de Jesucristo en la cruz que absorbió la ira de Dios y somos justificados en su resurrección al ser Él un sustituto de nosotros, los rebeldes quebrantadores de la ley.
  • Somos salvados de un Dios santo, de su justa ira vertida eternamente sobre cada pecador que ha deshonrado su gloria.
  • Somos salvados para tener paz con Dios, para ser santos, para estar reunidos junto al pueblo de Dios que vive, ama y magnífica a Dios al atesorar a Cristo y al disfrutarlo sobre todo en este mundo y en el venidero.
El Evangelio es profundamente hermoso y digno de eterno estudio y celebración (pero no es complicado tampoco). El desafío que siempre enfrentamos es el cambio de evangelio, un evangelio que fluye imperceptiblemente hacia un lenguaje que oscurece y enturbia las respuestas de estas tres vitales preguntas. Requiere atención para no ser arrastrados hacia un «evangelio torcido» que usa un montón de jerga cristiana, todo con el propósito de hacer realidad por uno mismo ciertos objetivos o de satisfacer ciertas necesidades que sentimos; sin embargo, al mismo tiempo fallan en explicar los temas centrales de la ira de Dios o el propósito esencial de la sangre sustitutoria de Cristo. En otras palabras, el rumbo natural de nuestros pensamientos siempre es «desvia[rse] de la sencillez y de la pureza de la devoción a Cristo» (2Co 11:3).

Adquiere la norma

Cualquier predicador, artista o escritor a menudo necesita volver a estas tres simples pruebas de fuego para el ministerio con el fin de autoevaluar nuestro mensaje y la esperanza que estamos ofreciendo. Sin embargo, es igualmente importante que cada cristiano sienta la necesidad de volver a estas preguntas una y otra vez hasta que nos las hagamos instintivamente.
  • ¿Cómo soy salvado?
  • ¿De qué soy salvado?
  • ¿Para qué soy salvado?
No estoy sugiriendo que cada canción, cada sermón y cada libro vaya a responder cada pregunta en la misma medida. Pero pon atención. Mientras escuchas y lees, adquirirás lo que el apóstol Pablo llamó «la norma de las sanas palabras» (2Ti 1:13). Cada cosmovisión cohesiva tiene una norma para ello, una norma que verás en lo general y en los pequeños detalles. Para los cristianos, hay una consistencia y una norma de sanas palabras del Evangelio que deben afinar nuestros oídos para escuchar y notar cuando estén ausentes.

Discierne para valorar

Lo que estoy fomentando es el discernimiento. La capacidad de discernimiento es aprender a rechazar lo que es falso o ligero, pero más importante aún, es abrazar con entusiasmo lo que es preciado (Hch 17:11; Ro 12:9; 1Ts 5:21). El discernimiento del Evangelio nos ayuda a conocer las diferencias para mantener la verdad pura y así podamos abrazarla y celebrarla con entusiasmo. Esto significa, implícitamente, que atesoramos a los hombres y a las mujeres que responden con claridad las preguntas primordiales, porque probablemente son ellos los que sean el mejor camino para ayudarnos a que todas las otras preguntas tengan sentido. Si te haces estas tres preguntas lo suficiente, surgirá una norma. Este discernimiento te servirá para bien cuando la vida te fuerce a recortar tus suscripciones a los pódcasts de sermones, a tus blogs, a tu librería de música o a tu lista de lectura. Estoy convencido de que la iglesia será más saludable y más feliz a medida que se capacita más y más en el discernimiento, en sintonizarse con el Evangelio y en ser hábiles para saber qué valorar. El discernimiento es un llamado para todos nosotros. Al hacernos estas tres preguntas, estamos reafirmando la importancia de las respuestas. Sin embargo, no estamos solo escuchando las respuestas correctas, queremos las respuestas correctas para que de nuevo podamos alimentar nuestros afectos con la belleza de Jesucristo. Y así es cómo sucede: tres grandes preguntas, las tres más grandes preguntas que podemos hacernos en esta vida, nos recuerdan la preciosa verdad del Evangelio de Jesucristo. Inténtalo. La próxima vez que escuches un sermón, hazte estas tres simples preguntas y escucha (con entusiasmo) las preciosas respuestas conocidas que ayudan a sustentar tu gozo diario en Cristo.
Tony Reinke © 2016 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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El santo niño de la pequeña ciudad de Belén
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El santo niño de la pequeña ciudad de Belén

Belén fue, es y probablemente siempre será tan solo una pequeña ciudad (una pequeña ciudad llena de historia antigua). En el primer siglo, la placa histórica del centro de la ciudad (si es que hubiesen tenido tales placas) la habría conmemorado como el lugar de nacimiento del poderoso asesino de gigantes, el rey David. El preciado hijo de Belén puso al pueblo en el mapa 1000 años antes, y quizás, tal vez, un día el pueblo que se encuentra en la cima de un silencioso cerro consiga nuevamente una hazaña. Los polvorientos rollos que los antiguos profetas dejaron dicen que eso sucedería (Mi 5:2).

Sin embargo, hoy, hay silencio.

Las profecías son recuerdos distantes. Ahora todo está callado y en silencio, la esperanza de un rey es solo un recuerdo que ha sido apagado por las apremiantes prioridades de la vida: cultivar granos, criar ovejas, criar hijos y pagar impuestos. Pero esta noche, la ciudad finalmente duerme, aunque llena de gente. El ajetreo y el bullicio de los viajeros que retornan a su hogar debido al censo con el fin de ser contados, ahora se han disipado.

Oh, pequeña ciudad de Belén, cuán tranquila te vemos descansar.

Tan silenciosa, tranquila y pacífica es la ciudad. Es difícil capturar la imagen en un artículo, puesto que la mayoría de nosotros lo leemos tan rápidamente. Imagínense por un momento un lugar más silencioso y donde el ritmo de vida es más lento. No existen los iPods, ni los audífonos, ni el ruido que nos rodea. No hay aviones, ni tráfico, ni trenes, ni ambulancias corriendo en las calles. En perfecta calma, somos testigos de una invasión silenciosa, como una tormenta de copos de nieve que parecen plumas cayendo en círculos y en silencio sobre el suelo, alfombrando el sucio mundo con radiante santidad. Es así que, durante Adviento, bajamos nuestro ritmo a su ritmo y leemos la santa historia más lentamente. No leemos por encima. Vemos al nuevo Rey de Belén entrar a una cueva que era como un establo para descansar tranquilamente en un áspero surco en donde se alimentan a los animales. En la quietud de la noche, el nuevo Rey entra en el forraje y el estiércol de un mundo roto que tiene la desesperada necesidad de ser arreglado. Este niño es el Cristo, que un día morirá en un amanecer que se convertirá en oscuridad. Pero ahora él descansa en los brazos de María en una oscura noche que se iluminará. Las estrellas y los ángeles perforan el silencio de la noche. Este mismo Cristo entra en las vidas de personas tal como entró en el establo. Él entra en el desorden del pecado y nos encuentra desprevenidos. ¿Están sorprendidos? ¿Acaso no están listos para él? Todo parece tan repentino. Este es el mejor lugar en el que podemos estar (ser sorprendidos, como la pequeña ciudad de Belén). Adviento significa que Cristo invade lugares donde las preparaciones no están completas. Primero, serán tentados a calentar el establo con calentadores ambientales. No lo hagan. Querrán barrer el suelo lleno de forraje y de desechos de ratón. No lo hagan. No estiren una cómoda cama o un par de almohadas de plumas acolchadas. No desinfecten las paredes ni el piso con Lysol. No pongan una cuna con muñecos suaves, pijamas de algodón enteros ni talco para bebés. No llenen la tina con agua tibia ni espuma suave de jabón. Cuando el Salvador se acerque, no hay tiempo para ordenar el desorden del pecado. Él viene, no para poner cajas envueltas con esmero alrededor de un árbol decorado con destreza. No, el Santo llega de manera inesperada en medio del hedor de nuestras vidas. Es con este pensamiento que nos preparamos para cantar el verso final del famoso himno inglés. Temblamos un poco. Quizás las líneas son muy personalizadas y muy cursis.

Oh santo niño de Belén, Es nuestra oración que desciendas en nosotros; Expulsa nuestro pecado y entra en nosotros, Nace en nosotros hoy. Podemos escuchar a los ángeles en Navidad Contar las buenas nuevas; Oh ven a nosotros, mora con nosotros, Nuestro Señor Emmanuel.

Sin embargo, este es el mensaje de Navidad. Aquí en el segundo domingo de Adviento, alabamos a Cristo que entró en la quietud de una pequeña ciudad para descender en la humanidad pecadora. Le imploramos a Cristo que entre en nuestras vidas y que expulse el pecado que no puede ser blanqueado por medio de la propia limpieza.
Tony Reinke © 2013 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección. | Traducción: María José Ojeda
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Seis formas en las que tu celular te está cambiando
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Seis formas en las que tu celular te está cambiando

Steve Jobs presentó el iPhone en la Macworld Conference & Expo en el 2007. Yo obtuve mi primer iPhone un año después. No puedo recordar cómo era la vida sin él. Por siete años, el iPhone siempre ha estado a mi alcance: ha estado ahí para despertarme en las mañanas, para poner música, para organizar mi agenda, para registrar mi vida en fotos y videos, para disfrutar lanzar aves sin alas con una honda contra los cerdos enemigos, para usarlo como un portal eterno a Instagram, Twitter y Facebook. Mi iPhone es una parte muy importante de mi vida diaria, rara vez pienso autorreflexivamente sobre esto. Es precisamente esta situación lo que le preocupa a David Wells, de 75 años, un pensador minucioso que ha visto esta tendencia en la iglesia por muchas décadas. Wells le pide a los cristianos que consideren las consecuencias que un teléfono inteligente puede tener en ellos. “¿Qué está provocando en nuestras mentes vivir con esta constante distracción?” dijo recientemente en una entrevista. “Ahora estamos, de hecho, viviendo en un universo paralelo; uno virtual que puede robarnos todo el tiempo que tenemos. Entonces, ¿qué nos pasa cuando estamos en constante movimiento? ¿Qué pasa cuando somos adictos al estímulo visual constante? ¿Qué nos pasa? Esa es la gran pregunta”. Es una pregunta tremenda en realidad. ¿Cómo es la vida ahora gracias a los teléfonos inteligentes? ¿Cómo nos ha cambiado el iPhone? Estas preguntas autorreflexivas pueden parecer abrumadoras, pero debemos hacérnoslas.

La era de Internet

Wells nos recuerda rápidamente que llevamos tan sólo 20 años en el experimento llamado “la era de Internet” (o “la era de la información”). Toda la tecnología de comunicación digital que tenemos hoy es relativamente nueva. Un día miraremos desde lejos con más precisión lo que estos teléfonos están provocando en nuestros cerebros, en nuestros corazones y en nuestras almas; no obstante, no podemos dejar la autorreflexión para el futuro. Necesitamos hacernos preguntas ahora. Si es que estás dispuesto a escuchar, tenemos padres en la fe, cristianos sabios que están haciendo preguntas importantes. Uno de ellos es el Dr. Douglas Groothuis, profesor de Filosofía en el Seminario de Denver. Groothuis ha estado siguiendo el impacto de Internet en la vida espiritual desde que publicó su libro The Soul in Cyberspace (El alma en el ciberespacio) en 1997. Hablé hace poco con él sobre cómo nuestros iPhones nos han estado cambiando. Él sugirió que pensáramos al respecto en las siguientes seis áreas:
1. Nos estamos convirtiendo en lo que contemplamos
Al principio esta afirmación suena abstracta, pero es una de las realidades psicológicas más simples (y profundas) que podemos aprender en la Escritura: nos convertimos en lo que contemplamos. Adorar un ídolo es volverse como ese ídolo; adorar a Cristo es ser como Cristo. Abundan los pasajes en la Escritura respecto a este tema (Sal 115:4-8; Ro 1:18-27, 12:1-2; Col 3:10 y 2Co 3:18). Lo que nos encanta mirar es lo que adoramos. Aquello que pasamos tiempo contemplando forma nuestro corazón y nos convierte en las personas que somos. Esta verdad espiritual es aterradora y útil, pero levanta la siguiente pregunta: ¿qué le pasa a nuestra alma cuando pasamos tanto tiempo mirando las pantallas brillantes de nuestros teléfonos? ¿Cómo nos cambia? ¿Cómo nos amoldamos? Groothuis advierte que esta situación se muestra relacionalmente. Las interacciones digitales entre nosotros, que por lo general son inevitablemente breves y superficiales, comienzan a modelar todas nuestras relaciones. “Cuando comienzas a ser superficial en tu interacción con personas, puedes acostumbrarte a eso”. Todas nuestras interacciones con personas toman la misma forma. El barista en el mesón de la cafetería obtiene una respuesta que parece diálogo de red social. Cuando salimos con nuestros amigos, ofrecemos una serie de respuestas tipo Twitter en conversaciones superficiales con poco significado espiritual. “La forma en que interactuamos en línea se convierte en la norma para la forma en la que vamos a interactuar cuando no estamos conectados. Las comunicaciones en Facebook y Twitter son más o menos breves, entrecortadas y muy rápidas; esa no es la forma de tener una buena conversación con alguien. Además, una buena conversación implica escuchar e invertir tiempo. Eso es más o menos algo que se pierde con las comunicaciones en Internet, porque no estás presencialmente con la persona. Así que alguien puede enviarte un mensaje y tú puedes ignorarlo o alguien puede enviarte un mensaje y puede que te llegue horas más tarde. Al contrario, si estás con alguien en tiempo real, en un lugar real con cuerpos y voces reales, esa es una dinámica muy diferente. No deberías tratar a otra persona como interactuarías a través de Twitter”. Sin embargo, es algo que hacemos, si es que no somos cuidadosos.
2. Ignoramos que somos finitos
Básicamente, yo soy un hombre finito, profundamente limitado en lo que puedo saber, en lo que puedo leer, en lo que puedo comprometerme y (quizás lo más importante) muy limitado en lo que puedo preocuparme. No obstante, mi teléfono me ofrece todo —nuevas noticias, nuevos escándalos, nuevos videos, nueva música, nuevas fotos y nuevas actualizaciones de todos mis amigos de Facebook—. Una de las razones por las que tenemos teléfonos inteligentes es para evitar quedarnos atrás. No queremos perdernos nada que se haya hecho viral. Seguimos las tendencias de los hashtags en su mayoría debido al miedo de ser excluidos. Poco a poco ignoramos que somos finitos, perdemos el sentido de nuestras limitaciones y comenzamos a desear el fruto prohibido del conocimiento sin límite en un anhelo subconsciente de convertirnos en alguien infinito como Dios. “Un smartphone absorbe nuestro interés porque es muy atractivo. Puede hacer muchas cosas y, en un sentido, nos pide hacer muchas cosas con él”, dice Groothuis. “Sin embargo, los seres humanos somos limitados. Sólo podemos analizar una cosa a la vez con detalle; sólo podemos sentir un número limitado de cosas apropiadamente. Estas tecnologías quieren proporcionarnos la capacidad de estar en todo el mundo al mismo tiempo a través del Timeline de Twitter, de los mensajes de Facebook y de las fotos compartidas en Instagram. En lugar de eso, necesitamos aceptar nuestra finitud. Si realmente reconocemos esto en nosotros y el hecho de que la vida bien vivida es una que se vive con cuidado, como dice Pablo (Ef 5:15; Col 4:5), simplemente tenemos que decir “no” a algunas de estas cosas”.
3. Hacemos muchas cosas al mismo tiempo cuando debiésemos hacer una a la vez
Acostumbrados a tener amistades poco profundas; a distraernos en nuestra limitada concentración; y a ignorar nuestra finitud como seres humanos, creemos y hacemos realidad el mito de que podemos llevar a cabo muchas cosas al mismo tiempo. Todo lo hacemos así, tratamos de pensar en dos direcciones simultáneamente, tratamos de estar en dos lugares al mismo tiempo, tratamos de vivir en el espacio físico y virtual de forma simultánea. Esta tentación moderna explica por qué Groothuis prohíbe que sus estudiantes usen celulares y computadores portátiles en sus clases. “Creo que estamos en una cultura que se distrae mucho. Estamos tratando de hacer muchas cosas al mismo tiempo y que no deberían hacerse así —sino que una a la vez—. Eso es lo que les digo a mis estudiantes: ‘no puedes hacer eso con la filosofía’”. El estudio de la filosofía no puede desviarse con tuits. Si no puede ser así con la filosofía, ¿cuánto más debemos buscar ser intencionados en estudiar a Dios y en tener una vida de oración dedicándonos a hacer una cosa a la vez? En la realidad, la Escritura nos llama a una vida de autorreflexión enfocada, que a menudo se ve frustrada por la tentación de hacer todo al mismo tiempo. Si es algo importante, vale la pena hacer sólo una cosa a la vez. Esto quiere decir que debe haber prioridades que superan las notificaciones de nuestro iPhone.
4. Nos estamos olvidando del gozo que traen las relaciones corpóreas
El apóstol Juan concluye una de sus antiguas cartas manuscritas con una frase que tiene una relevancia perdurable para aquellos de nosotros que ahora escribimos con nuestros pulgares: “Aunque tengo muchas cosas que escribirles, no he querido hacerlo con papel y tinta [tecnología moderna para Juan], sino que espero ir a verlos y hablar con ustedes cara a cara, para que su gozo sea completo” (2Jn 12). Como sugirió Neil Postman, la tecnología de las comunicaciones, como el correo electrónico, es más una interacción de “sombra a sombra” que de persona a persona. Hay algo de nosotros en un correo electrónico, pero hay mucho más de nuestra persona que no se puede enviar. En un correo, enviamos una sombra de nosotros. Lo mismo se aplica para esta publicación. Estas limitaciones inevitables de la comunicación digital están arraigadas al diseño de Dios en la creación, comentó Groothuis. “El cristianismo se diferencia de cualquier otra religión excepto del judaísmo al afirmar que el universo fue creado bueno. Dios lo bendice y quiere tener comunión con los seres humanos por medio de la materia. Adicionalmente, tenemos la doctrina de la encarnación. Digamos que es como cuando Jesús transformó el agua en vino —y el mejor vino— en Juan 2:1-12. Eso es físico, eso es comunión, eso es disfrutar del fruto de la vid y Jesús lo bendice”. Sin embargo, insisto, ¿por qué el gozo del apóstol está tan ligado a la comunión corpórea? “Creo que tiene que ver con la conexión de las personalidades”, responde Groothuis. “Nuestra personalidad se mostrará en cierta medida en un mensaje de correo electrónico o en un tuit. No obstante, somos seres holísticos: tenemos sentimientos, tenemos pensamientos, tenemos imaginación, tenemos cuerpos; nos vemos diferentes, nos expresamos de diversas formas —por ejemplo, en nuestro tono de voz—. ¿Cuántas veces nos hemos comunicado mal con alguien en línea porque no hay un tono de voz? Estábamos bromeando y alguien se lo tomó en serio y se ofendió. Por otro lado, podemos decir algo muy serio, pero las personas piensan que estamos bromeando. Por lo tanto, pienso que la plenitud del gozo viene cuando una personalidad interactúa con otras en términos de voz, de piel, de apariencia y de tiempo. A veces es momento sólo de guardar silencio o de llorar con las personas o de reír con ellas”. Por lo tanto, los medios de comunicación y el correo electrónico (comunicación incorpórea) pueden ser una extensión muy útil para nuestras relaciones corpóreas; sin embargo, no son un reemplazo de ellas. A partir de esto es que me pregunto a mi yo introvertido: ¿debilitan las ventajas de la comunicación incorpórea el gozo de la comunicación corpórea? ¿Valoro verdaderamente las relaciones cara a cara y corpóreas en mi vida por sobre las relaciones incorpóreas que mantengo en línea? ¿Se ven afectadas mis relaciones cara a cara —con mi vecino, mi esposa y mis hijos— porque he sido negligente con mis prioridades y con el gozo de lo corpóreo?
5. Estamos perdiendo interés en congregarnos
Inevitablemente, esta pérdida del gozo de lo corpóreo se manifiesta en asientos vacíos el domingo en la mañana. El cristianismo está arraigado en la encarnación de Cristo y esta realidad personal profunda da forma a nuestra comunidad (2Jn 12; 3Jn 14), a nuestras esperanzas definitivas (1 Jn 3:2) y a nuestras vidas frente al rostro de Dios, en su presencia. El iPhone ofrece pocos beneficios respecto a esto. “Tenemos una dinámica completa de adoración colectiva, que es muy importante bíblicamente porque Dios habita en la alabanza de su pueblo (Sal 22:3). Cuando las personas vienen y adoran en espíritu y en verdad, la presencia y la dinámica del Espíritu Santo está ahí y no es algo que pueda reproducirse en una videoconferencia de Skype. Desde luego, esa sería la segunda mejor opción. La iglesia, el cuerpo de Cristo, existe para reunirse. Existimos para compartir los unos con los otros y debemos alabar juntos, confesar nuestros pecados, tener comunión, acoger a personas y mostrar nuestro amor por la gente, llorar con aquellos que lloran y reír con los que ríen”. Si priorizamos las relaciones incorpóreas pasamos por alto las realidades corpóreas profundas que tienen lugar en el bautismo, en la Cena del Señor, en la alabanza musical comunitaria, en la imposición de manos e incluso en los sermones. Como nos explicó el pastor John Piper hace un tiempo, escuchar un sermón con auriculares no reemplaza el sermón que puedes escuchar sentado en la iglesia porque la predicación es una “exaltación expositiva”, una parte fundamental de la experiencia de adoración comunitaria inherente a la iglesia que se reúne. En medio del pueblo de Dios que se junta, “la predicación muestra su valor como un encuentro con el Dios viviente” (Ask Pastor John [Pregúntale al pastor John], 297). Por tanto, ¿realmente valoramos la realidad corpórea de la iglesia local? Y aun si aparecemos un domingo en la iglesia, ¿salimos de ella jugando con nuestros teléfonos y buscando algo más prometedor, más entretenido y más incorpóreo que el gozo que ofrece Dios en la comunión corpórea?
6. Estamos descuidando nuestras palabras
Junto con todas estas problemáticas de estar en línea, también descuidamos las palabras. ¿Por qué somos tan rápidos para juzgar los motivaciones de las personas en Internet? ¿Por qué somos tan osados para criticar a otros? ¿Por qué decimos cosas por medio de Internet que nunca diríamos en persona? ¿Por qué la comunicación digital nos lleva tan rápido a despreciar a otros? Estaba ansioso por hacerle a Groothuis esas preguntas, y él me respondió volviendo nuevamente al tema de la incorporeidad. En un nivel profundo, cuando interactuamos con personas en línea, nos olvidamos rápidamente de que son almas, olvidamos rápido que “estamos interactuando con seres eternos”, dijo. La incorporeidad —mentes distraídas tratando de realizar muchas tareas al mismo tiempo— hace nuestro lenguaje especialmente ligero y potencialmente crítico en exceso. “Necesitamos ser íntegros cuando estamos en línea: debemos hacerlo en oración; necesitamos resistir los impulsos. No siempre tengo éxito en esto. He borrado bastantes publicaciones de Facebook”, dijo. “Sin embargo, recuerda que, cuando hacemos esto, lo hacemos frente a Dios y que estamos interactuando con seres eternos. Estamos teniendo un efecto en los destinos de las personas, aun por medio de un mensaje de Twitter. Creo que si adoptamos ese acercamiento, nos da una sensación de seriedad y tenemos menos probabilidades de ser superficiales. La superficialidad y la falta de sinceridad son vicios terribles en nuestra era. La Escritura nos dice muchas veces que seamos cuidadosos con nuestras palabras. Proverbios dice esto una y otra vez: que tengamos cuidado con la forma en la que hablamos y que refrenemos nuestras palabras (Pr 10:19-21; 17:27). Estas tecnologías nos permiten hablar sin límite. Quizás no sea una voz física, pero es un tipo de mensaje”. “Creo que necesitamos editarnos más a nosotros mismos”, dijo, “y darnos cuenta de que la comunicación mediada tiene beneficios tremendos, pero también perjuicios”.
Tony Reinke. — ©2014 Desiring God Foundation. Website: desiringGod.org. Usado con permiso | Traducción: María José Ojeda
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Hellen Stirke
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Hellen Stirke

El drama de la Reforma protestante moldeó a grandes personalidades y a personajes importantes, al tipo de hombres ahora transformados en mitos, leyendas y enormes estatuas de piedra. Sin embargo, la Reforma es también la historia de seguidores de Cristo comunes y corrientes, en su mayoría olvidados, que vivieron la teología de la Reforma en terreno (y que pagaron el precio de ello con sus vidas). Mártires como Hellen Stirke.

Igual a María

Hellen era una cristiana escocesa bastante promedio que vivía en la ciudad de Perth, dedicada al trabajo doméstico diario como esposa y madre. Su vida pasó desapercibida para la historia hasta el nacimiento de su último hijo en 1544. Cuando llegó el momento del trabajo de parto y de dar a luz, la tradición católica llamaba a rezar fervientemente a la Virgen María. Al tener una buena comprensión de la Escritura, Hellen repudiaba esas peticiones. Era una tradición que ella no seguiría. Sus desconcertadas parteras la presionaban para hacer tal rezo, pero ella se rehusó al ritual. El riesgo físico era real, pero los rezos no eran nada más que una seguridad supersticiosa. «Si hubiera vivido en los días de la Virgen», dijo Hellen con serenidad, «Dios podría haber mirado de igual manera mi humildad y miseria, como la de la Virgen, y podría haberme hecho la madre de Cristo». Su pequeño sermón de parto debió haber gatillado controversia. No obstante, Hellen estaba cimentada en su teología y fue confortada por ella, pues sabía que sus oraciones iban directamente a Dios por medio de su Salvador Jesucristo.

«No te daré las buenas noches»

La noticia de la negativa de Hellen a rezar a María, y de su audaz afirmación de que estaba en la misma posición que ella ante de Dios, muy pronto llegó a los oídos del clero católico local y rápidamente hasta los del cardenal que presidía allí, quien respondió rápidamente para apagar esta chispa de teología protestante. Muy pronto, Hellen fue arrestada y encarcelada, junto a su esposo y otros cuatro protestantes declarados en la ciudad. El pequeño grupo fue condenado culpable de «herejía» raudamente y sentenciado a muerte. Al día siguiente, los soldados llevaron a Hellen, a su esposo y a los protestantes condenados a la horca. Hellen pidió morir junto a su esposo, James Finlason, pero le negaron su petición. Los hombres eran ahorcados y las mujeres, ahogadas, y James iría primero. Con su pequeño hijo en brazos, Hellen se acercó a su esposo, lo besó y le dijo estas palabras de despedida:
Esposo, alégrate, puesto que hemos vivido juntos muchos días llenos de gozo, y hoy, en el que hemos de morir, hemos de considerarlo el más gozoso de todos, porque tendremos gozo eterno. Por tanto, no te daré las buenas noches, porque dentro de poco nos reuniremos en el Reino de los cielos.
James fue ahorcado frente a sus ojos. Una vez que su vida en la tierra había acabado, los ojos se posaron sobre Hellen, quien se vio obligada a entregarle su recién nacido a una nodriza a quien se le confió el cuidado del niño a partir de ese momento. Las autoridades llevaron a Hellen a un estanque que se encontraba cerca, ataron sus manos y pies, la pusieron dentro de un largo saco de arpillera junto con piedras o peso y la lanzaron al agua como un saco de basura. Todo esto debido al crimen de «blasfemar contra la Virgen María».

Una nube de testigos comunes y corrientes

El cielo tiene todos los detalles, pero esto es todo lo que conocemos de la vida de Hellen. Ella fue una mujer valiente fortalecida por la Escritura. Su declaración de parto, en la que dijo que ella estaba igualmente calificada para ser la madre de Jesús, fue una insubordinación ceremonial radical, pero en el centro había un acto de fe, haciendo que los estratos de toda superioridad humana fueran  irrelevantes en la presencia de la supremacía de Cristo. Profundiza en la Reforma y verás que es más que imprenta, que tesis clavadas en puertas y que debates teológicos. Es la historia de creyentes comunes y corrientes, esposos y esposas, padres y madres, equilibrados en las Palabras de la Escritura, reclamando la primacía de Jesucristo en sus vidas, sus matrimonios, sus familias y sus esperanzas eternas. Ellos están como una nube de testigos llamándonos a hacer lo mismo, a mantener nuestras convicciones bíblicas sin temor, a disfrutar de las bendiciones terrenales de Dios y a soportar todas las aflicciones temporales por el gran gozo eterno puesto ante nosotros.
Tony Reinke © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Por qué deberíamos huir de las redes sociales
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Por qué deberíamos huir de las redes sociales

Otro exejecutivo de Facebook nos advirtió cómo su exempleador nos ha condicionado para adquirir malos hábitos, ha envenenado nuestras vidas cívicas, ha robado nuestra cordura y ha saboteado nuestras relaciones. Hablamos de Chamath Palihapitiya de 41 años[1], actualmente un capitalista de riesgo y copropietario del equipo Golden State Warriors de la NBA.

Falsa y frágil

Palihapitiya les explicó a estudiantes de la Escuela de Postgrado de Negocios de Stanford cómo Facebook corroe el discurso social. «Hemos creado circuitos de retroalimentación de corto plazo impulsados por la dopamina que están destruyendo el funcionamiento de la sociedad» —advirtió.
Organizamos nuestras vidas alrededor de este sentido percibido de perfección porque somos recompensados a corto plazo —con signos, corazones, me gusta o aprobación con pulgares arriba— y mezclamos eso con valor y verdad. En cambio, esto es en realidad una falsa y frágil popularidad, que nos deja incluso más vacíos que antes.
Pero, luego, apuntamos a un nuevo golpe. Palihapitiya también dijo que esta adicción afecta a toda la base de dos mil millones de usuarios de Facebook. Todo por diseño: «Tú no te das cuenta, pero te están programando» —advirtió Palihapitiya, rechazando la idea de que la inteligencia y la educación superiores puedan proteger a los estudiantes de esta plaga. No lo hacen. Entonces, ¿cuál es la solución? «Tú debes decidir cuánta de tu independencia intelectual estás dispuesto a entregar» —continuó diciendo. «No tengo una buena solución. Mi solución es no usar más estas herramientas. No lo he hecho en años».

Adictos a las redes sociales

Suena bien. Suena simple. Solo desactiva tus redes sociales. Pero por supuesto que así no es como funciona. Los cristianos saben que hay deseos más profundos detrás de las adicciones digitales. A pesar de todos los hábitos relacionados a las redes sociales que plagan nuestras vidas, a pesar de toda la falta de atención que le damos a los que nos rodean, la mayoría de nosotros nunca consideraría seriamente desactivar nuestras plataformas sociales (¡incluso Palihapitiya mantiene una cuenta de Facebook activa!). Cada uno de nosotros es adicto a las redes sociales. Nos encanta comparar nuestro ingenio con el de los demás en los comentarios de Facebook, insertar nuestro GIF perfecto en Twitter o difundir otra selfie desechable en Snapchat. El atractivo de las redes sociales es el deseo de que nos vean, ser omniscientemente vistos, que siempre nos afirmen o, al menos, que siempre nos estén viendo.. Los celulares prometen protegernos de la atazagorafobia, el temor a ser olvidado. Por eso nos conectamos impulsivamente desde el momento en que nos despertamos hasta que nos dormimos. Todo esto condiciona nuestro comportamiento digital para beneficio de las plataformas sociales que alcanzan miles de millones de dólares en ganancias. Nuestras emociones están condicionadas, autocondicionadas. Lo hacemos nosotros mismos. Tal como lo expresa un escritor: «Cada plataforma de las redes sociales es una droga que nos autorecetamos y que consumimos para regular nuestra vida emocional y constantemente experimentamos con este cóctel»[2].

Enfrentemos el silencio

Las redes sociales son una infusión de drogas emocionalmente estimulantes que nos preparamos a nosotros mismos. Y dejar las redes sociales, aun por unos pocos días o solo por un par de semanas, significa encontrarse con la dura realidad de que nadie nos ha extrañado en nuestra ausencia, nadie se ha percatado de nuestro silencio e incluso nadie espera nuestro regreso. Escapar de las redes sociales es probar el amargo trago del olvido, un pequeño indicio de la soledad en la vejez o de la crisis de identidad de la mediana edad que ahora afecta a todas las edades. Deja de intentar que te vean en las redes sociales y desaparecerás por completo. No nos atrevemos a parar. Es por eso que el primer paso para dejar las redes sociales, ese primer día de desconexión, tiene un gusto amargo. Sabe amargo porque usamos el ruido de las redes en nuestras vidas para ahogar dos cosas que preferimos no enfrentar.

El silencio y el yo

En su sermón del Salmo 62:1: «En Dios solamente espera en silencio mi alma [...]», Dietrich Bonhoeffer se tomó el tiempo para explicar el temor moderno al silencio y para mostrar cómo el hombre moderno lo ha evitado a través de los medios de comunicación, un fenómeno que operó al final de la década de los veinte en Alemania. Bonhoeffer dijo que primero buscamos nuevos ruidos para evitarnos a nosotros mismos.
Huimos del silencio. Corremos de una actividad a otra para evitar estar solos con nosotros mismos incluso por un instante; para evitar tener que mirarnos a nosotros mismos al espejo. Estamos aburridos de nosotros y, a menudo, las horas de mayor desesperación y de desperdicio son las que estamos obligados a pasarlas con nosotros mismos» (Works [Obras] 10:503)[3].
Aborrecemos el silencio. Inevitablemente hace que verdades incómodas reaparezcan delante de nosotros. Quiénes somos, en qué nos hemos convertido, lo bueno y lo malo, lo repugnante y lo aburrido; vale decir, todas las cosas sobre nuestras vidas, lo que nos encantaría cambiar, los recuerdos, los acontecimientos y las cicatrices que jamás dejaríamos al descubierto en las redes sociales. En el silencio, nada acerca de nosotros queda escondido; todo sale a la luz. Tomarse nuevas selfies y compartirlas es siempre mucho más fácil que enfrentarse a lo desconocido que surge cuando todo queda en silencio. Pero nuestro temor a la soledad silenciosa expone algo aún más profundo.

El silencio y el Cordero

En repetidas ocasiones en la Escritura, el silencio es una demostración de nuestra fe firme, de una confianza resuelta en el Redentor al saber que se moverá, actuará y librará. Cuando aumentan las tentaciones y los peligros, los piadosos pueden acallar a los ruidosos alarmistas a su alrededor y reclamar silencio.
  • «[...] En quietud y confianza está su poder [...]» (Isaías 30:15).
  • «Confía callado en el Señor y espera en Él con paciencia [...]» (Salmo 37:7).
  • «En Dios solamente espera en silencio mi alma; de Él viene mi salvación. Solo Él es mi roca y mi salvación, mi baluarte, nunca seré sacudido» (Salmo 62:1-2).
  • «Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, pues de Él viene mi esperanza» (Salmo 62:5).
El silencio es confianza en Dios. El silencio es también una invitación divina. Y ese es el temor moderno más profundo. Bonhoeffer escribe:
No solo tenemos miedo de nosotros mismos, de descubrirnos y de desenmascararnos, sino que tememos aun más a Dios, a que Él pueda perturbar nuestra quietud, descubrirnos y desenmascararnos, que pueda atraernos para entrar en una relación con Él y hacer lo que quiera con nosotros. Puesto que tememos un encuentro privado y perturbador con Dios, lo evitamos; evitamos incluso pensar en Él, en caso de que se nos acerque demasiado. Tener que mirar tan repentinamente a Dios a los ojos, tener que rendirle cuentas, es una noción demasiado terrible. Puede que nuestra perpetua sonrisa se desvanezca, puede que todo se vuelva demasiado serio de una manera en que no estamos acostumbrados.
¿Qué sería más atractivo en la era digital? ¿Una frágil y falsa popularidad o la seria presencia de Dios más cerca de nosotros? Apenas despertamos y, aún estando en la cama, revisamos nuestros celulares.
Esta ansiedad caracteriza a toda nuestra época. Vivimos con el perpetuo temor de que el Infinito nos aprese y nos llame a la tarea cuando preferiríamos pasar nuestro tiempo socializando y yendo al cine o al teatro hasta que seamos finalmente llevados a nuestra tumba, cualquier cosa antes de tener que soportar un solo minuto ante Dios (Works [Obras] 10:503).
Cada momento silencioso de 1928 podía interrumpirse por la vida social o por los medios de comunicación. Noventa años después, podemos mantener el ruido distractor en los medios + sociales simultáneamente. Las redes sociales no son el problema; las redes sociales son la máscara delante de nuestros temores subyacentes. Todos queremos recibir nuevas alertas con las noticias de último minuto, tuits virales o un nuevo mensaje de texto, porque significa que, al menos por un momento, evadimos tener contacto visual con el Salvador, evadimos la seriedad de lo que significaría encontrarnos con Él, escucharlo y enfrentarnos con su llamado que podría perturbar nuestras cómodas vidas.

El silencio y la comunidad

Bonhoeffer no celebra el aislamiento social ni la soledad. Hay una soledad que surge del quebrantamiento. Bonhoeffer aplaude el silencio intencional que deberíamos aprender a abrazar, lo que ahora llamamos soledad, la decisión de elegir quietud cuando tenemos la opción de rodearnos de ruido. El silencio libremente elegido es la nueva expresión de poder social en la era digital. El silencio es libertad. Y el silencio es una forma de proteger la salud de la iglesia local. A medida que el ministerio de Bonhoeffer se desarrollaba, él tomó las dos verdades de este primer sermón (que el silencio nos obliga a enfrentarnos a nosotros mismos y que el silencio nos abre a la voz y al llamado de Dios) y las aplicó a la vida en comunidad. En su libro Vida en comunidad, Bonhoeffer señala que, en comunidad, aprendemos la paciencia y la honestidad necesarias para estar solos. Cuando estamos solos, nos encontramos con Dios y desarrollamos la autenticidad necesaria para florecer en comunidad. «Quien no pueda estar solo debe tener cuidado con estar en comunidad. Quien no soporta estar en comunidad que tenga cuidado con estar solo» (Works [Obras] 5:83). En un mundo saturado de medios de comunicación y en la omnipresencia del yo en las redes sociales, perdemos la disciplina de la soledad. Perdemos el sentido de escuchar a Dios. Dios nos parece distante. Nos vaciamos de la substancia de la verdad divina que debemos tener antes de que podamos ofrecer gracia a nuestros amigos. Bonhoeffer le pregunta a su época (y ahora a la nuestra):
¿Es la Palabra de Dios mi bienestar y fortaleza? ¿O estoy usando mal mi soledad en perjuicio de la comunidad, de la Palabra y de la oración? Toda persona debe estar consciente de que aun sus horas a solas repercuten en la comunidad. En su soledad, pueden destrozar y empañar a la comunidad o pueden fortalecerla y santificarla. Todo acto de autodisciplina del cristiano es también un servicio a la comunidad (Works [Obras] 5:92).
El compañerismo saludable en nuestras iglesias nunca prosperará si cada miembro abusa de las redes sociales y priva a su propia soledad de su seria atención.

Seria soledad

Una seria soledad en la era de los medios de comunicación puede parecer antinatural. Es extraña. Es incómoda. Demasiado seria. Bonhoeffer admite que «[...] parecerá un tanto extraña, quizás incluso bastante vacía las primeras veces. Sin embargo, muy pronto el alma se llena y comienzas a sentir que estás vivo y tienes más fortaleza» (Works [Obras] 10:504). Perfectamente, podría haber estado hablando de los primeros días lejos de las redes sociales. Bonhoeffer creía que la obra especial del Espíritu Santo es conducir a cada creyente a esta seria soledad, a este lugar tranquilo donde nuestras necesidades más profundas quedan expuestas y las más grandes verdades eternas pueden volver a lavar nuestras almas. Porque ¿quién podría desear por sí solo, sin el poder de Dios, la quietud silenciosa en una época de incesante autoproyección y autoafirmación? Por el poder del Espíritu, aprendemos a abrazar la inusual seriedad de la soledad cuando oramos el Salmo 139 con el corazón:
Señor, escudríñame, conóceme y líbrame de cualquier hábito relacionado a las redes sociales que use las redes digitales como un cóctel de drogas emocionalmente estimulante para mí. Sáname de este apetito de querer ser visto por los demás. Mata en mí este deseo de tener un interminable reconocimiento digital. Acércate a mí. Confróntame. Reconfórtame. Equípame para volver a amar. Dame a conocer tu presencia de nuevo a medida que aprendo lo que significa que este mundo me olvide completamente, pero que soy conocido y amado totalmente en Cristo ante tus ojos.
Tony Reinke © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto.

[1] N. del T.: actualmente, tiene 44 años.

[2] N. del T: traducción propia.

[3] N. del T: todas las citas tomadas del libro Works de Dietrich Bonhoffer son traducción propia.

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Doce consejos de crianza en la era digital
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Doce consejos de crianza en la era digital

¿Quiénes son los iGen? Los chicos entre los 6 y los 23 años son parte de una generación que ahora recibe la etiqueta de posmilenial, generación Z o iGen. Quiero presentarles la investigación sobre esta generación; y posteriormente, procesar implicaciones para los pastores, líderes y padres: ¿cómo guiamos a los adolescentes en la era digital? Si soy honesto, no sé qué pecado es peor: la arrogancia de hablar en términos generales sobre una generación completa o el pecado de ignorar las tendencias de datos. Con la ayuda de Dios, podemos evitar ambos. iGen es una denominación que se les ha dado a aquellos que nacieron entre 1995 y 2012. Comprende a 74 000 000 de estadounidenses (o al 24 % de la población) y es la generación más diversa de la historia de los Estados Unidos. También es la generación más conectada a nivel digital y la más adicta al teléfono. Nacieron después de que se comercializara el Internet en 1995; no tienen recuerdos de la vida sin ella. Cada uno entró (o entrará) a la adolescencia en la era del teléfono inteligente. Como padres, enfrentamos muchos desafíos para pastorear a estos adolescentes en la era digital.

Tendencias entre los adolescentes

Jean Twenge, una psicóloga de la Universidad Estatal de San Diego, escribió el estudio más sistemático sobre los iGen. Realizó el conjunto de datos, condujo las entrevistas y ahora expresó sus preocupaciones: publicadas primeramente en un artículo para The Atlantic, bajo el título bomba «Have Smartphones Destroyed a Generation? [¿Los teléfonos inteligentes han destruido a una generación?]». El artículo era un extracto del libro que pronto le siguió: iGen: Why Today’s Super-Connected Kids Are Growing Up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy — and Completely Unprepared for Adulthood [iGen: por qué los niños superconectados de hoy están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente no preparados para la adultez]. Si Tom Hanks representó a una generación en la película Quisiera ser grande (niños impacientes por ser adultos), los iGen son exactamente lo opuesto: niños con la habilidad de posponer toda transición a la adultez. El extensivo estudio de Twenge resume las observaciones: los iGen están seguros. Son la primera generación que crece con simulacros de tiroteos activos en la escuela desde el kindergarten. Son la generación más protegida por sus padres. Por preferencia, son la generación de adolescentes más enclaustrada. Al reunir toda la evidencia, los adolescentes iGen tienden a ser más caseros. En comparación con las generaciones previas, estadísticamente, es menos probable que los adolescentes iGen vayan a fiestas, tengan citas, obtengan sus licencias de conducir, beban alcohol, fumen tabaco, conduzcan un auto sin el cinturón de seguridad o experimenten en la sexualidad. Ahora muchas de esas tendencias son buenas y debemos celebrar que se aparten del comportamiento necio. Sin embargo, como dice Twenge, juntas, estas tendencias ofrecen un retrato de comportamientos que marcan a una generación de adultez atrasada y adolescencia prolongada.

Cinco marcas de los iGen

Junto con esta adultez retrasada y adolescencia prolongada, hay un par de otras cosas más que marcan a los iGen:
1. Son nativos en teléfonos inteligentes
Según un estudio, la edad promedio en que los niños obtienen su primer teléfono inteligente en los Estados Unidos es actualmente a los 10,3 años. Muchos de estos teléfonos son los usados antiguos de mamá y papá, pero entre los 12 y los 17 años, casi el 80 % se identifica como un usuario de teléfono inteligente.
2. Siempre están conectados
Los iGen pasan menos tiempo trabajando, haciendo voluntariados, involucrándose en actividades estudiantiles y haciendo tareas. El resultado: pasan una inmensa cantidad de tiempo en casa y conectados. Prácticamente, nunca están desconectados, impulsados a acudir a sus dispositivos por promesas sociales, amistad y relaciones.
3. Se están secularizando
Entre los iGen, uno de cuatro no asisten a servicios religiosos ni practican alguna forma de espiritualidad privada. «Es más probable que los iGen sean criados por padres sin afiliación religiosa que cualquier otra generación previa a ellos» (Twenge, 121)[1]. Obviamente, hay muchos creyentes en esta generación, pero uno de cuatro está totalmente secularizado.
4. Se perciben mutuamente a través de fragmentos fracturados
Al usar una habilidad que Clive Thompson llama «conciencia ambiental», resulta que los adolescentes son buenos para tomar fragmentos pequeños de las redes sociales (imágenes, mensajes de texto y tuits discretos) y encajar esos trozos en una mejor comprensión los unos de los otros (Smarter Than You Think [Más listo de lo que piensas], 209-244). Para mí, se siente extraño conectar la vida digital de alguien con su vida real cuando las conozco en persona. Los adolescentes son más naturales en esto. Aunque están separados, por medio de las pantallas se conectan a través de esta conciencia ambiental. Aprenden los unos de los otros, de manera digital, en fragmentos.
5. Son conscientes
Twenge argumenta que los mileniales son, por naturaleza, optimistas. Los iGen, que crecieron durante la Gran Recesión, son más pesimistas, más sensibles a la tensión social y se ven más obligados a proteger a cualquiera que ellos crean que es vulnerable. Como hemos visto, pueden actuar de acuerdo con esta consciencia, también, evidenciada en la manifestación de Parkland, la Marcha por nuestras vidas, el National School Walkout Day [el día de la protesta de las escuelas nacionales] y el movimiento #NeverAgain [#NuncaMás]. Los iGen podrían ser personas caseras, pero realmente pueden manifestarse. (Por supuesto, esto no ocurre sin problemas, ya que los adolescentes pueden acostumbrarse a empujar las agendas políticas de los adultos, como se señala en el reciente artículo de Alan Jacob, «Contemporary Children’s Crusades» [Las cruzadas modernas de los niños]). Sin embargo, los iGen tienen una conciencia social y esto jugará un rol mayor en las elecciones de 2020[2], mientras da forma a cómo los pastores y los padres interactúan con esta generación.

¿Qué desafíos enfrentan los iGen?

Por lejos, la conclusión más preocupante de la investigación de Twenge, y confirmada por otros, es el alza en la depresión adolescente. Entre el 2012 y el 2015 (en solo tres años), la depresión entre los chicos aumentó en un 21 % y entre las chicas en un 50 %. Estos aumentos se reflejan en las tasas de suicidio. «Después de descender durante la década del 90 y estabilizarse en los 2000, la tasa de suicidio para los adolescentes ha vuelto a subir. Un 47 % más de jóvenes entre los 15 y los 19 años se suicidó en el 2015 en relación al 2007 y dos veces y media más de jóvenes entre los 12 y los 14 años se quitó la vida» (Twenge, 110). Es «la paradoja de los iGen: un optimismo y una autoconfianza en línea que cubre una profunda vulnerabilidad e incluso una depresión en la vida real», escribe Twenge (102). Esto va tan lejos como para decir que «no es una exageración describir a los iGen como una generación que está al borde de la peor crisis de salud mental en décadas. Mucho de este deterioro se puede encontrar en sus teléfonos» (Twenge, 2017) ¿Quiénes son los iGen? Ellos son conscientes; tienen una conciencia ambiental; parecen seguros de sí mismos en línea, y nunca están desconectados. La tecnología protege y negocia convenientemente sus relaciones, y alimenta su soledad y la comparación tóxica que vacía de significado sus vidas. Los padres saben gran parte de esto y vieron estos problemas mucho antes de que tuviéramos libros sobre los iGen.

Doce consejos para los padres de iGen

Cuando hablamos sobre adolescentes y pantallas —o «screenagers» [«pantalladolescentes»]— debemos ser concretos. Así que, permítanme ofrecerles doce sugerencias prácticas para añadir a las discusiones que ya están teniendo en sus iglesias y casas.
1. Retrasen las redes sociales tanto como les sea posible
Las redes sociales presumen un dilema. La periodista Nancy Jo Sales escribió un fascinante (y aterrador) libro titulado: American Girls: Social Media and the Secret Lives of Teenagers [Chicas estadounidenses: las redes sociales y la vida secreta de las adolescentes]. En él, ella relata una conversación en la que una adolescente le dijo: «las redes sociales están destruyendo nuestras vidas». Luego, Sales le preguntó: «entonces, ¿por qué no te desconectas?». A lo que la adolescente respondió: «porque entonces no tendríamos vida» (Sales, 18)[3]. Las redes sociales son el lugar donde los adolescentes buscan vida y es lo que les cuesta sus vidas. Tenemos que ayudar a nuestros hijos a ver esta paradoja. Las redes sociales, abusadas con necedad, les costarán algo valioso.
2. Retrasen los teléfonos inteligentes tanto como les sea posible
Una vez que les presenten a sus hijos un teléfono inteligente conectado, con mensajes de texto y aplicaciones como Instagram y Snapchat, los controles parentales son prácticamente inútiles. Les daré un ejemplo de cómo se desarrolla esto. Sus hijos pueden ser expuestos a conversaciones sexualizadas y a selfies desnudas, y ustedes nunca podrían enterarse. De nuevo, en su libro, Sales investiga el perturbador fenómeno de recibir selfies no solicitadas de chicos desnudos en mensajes de texto, a menudo como el primer paso de mostrar interés en las chicas. Frecuentemente, los chicos les piden a las chicas que les envíen desnudos de vuelta. Obviamente, debemos advertir a nuestros hijos de este fenómeno antes de que ocurra. Sin embargo, prácticamente, no existen filtros parentales para evitar que les llegue una selfie de un desnudo al teléfono de sus hijos por medio de mensajes de texto o Snapchat, incluso si sus hijos no las piden. El 47 % de los adolescentes usa Snapchat, una app de estreno para enviar y recibir imágenes que caducan y «desechan selfies». En la era de los teléfonos inteligentes, el sexting ha llegado a ser «normativo» para la adolescencia. Estos son dispositivos potentes. Resistan la presión de darles uno a sus hijos y no dejes por ahí teléfonos viejos.
3. Dentro de casa, tomen el control del wifi
En nuestra casa, por defecto, mantenemos el wifi apagado hasta que se necesite. Muchos routers permiten pausar el servicio en casa. Un dispositivo llamado «The Circle» me ha causado una buena impresión. Lo situamos junto al router de nuestra casa y me da el poder de cortar completamente el wifi o el acceso a él de un dispositivo en específico, basado en el filtro de contenidos, los índices, los límites de tiempo y las horas de dormir. Desactiva una conexión de wifi entre el router y el dispositivo o computador. En lugar de configurar controles parentales en cada dispositivo, ustedes pueden controlar el flujo de datos para cada uno de ellos. Es brillante. De hecho, puedo pausar el wifi en casa con mi teléfono: de nuestras dos Smart TV, de los tres computadores, de los iPods y iPads, todos desconectados del wifi con un botón desde aquí. Cuando uno de nuestros hijos quiere usar el computador en casa, hace una petición y explica por qué lo necesita. Puedo decir mucho más sobre esto, pero es una manera pequeña de ayudarlos a tener un propósito claro del uso de la tecnología. Todo se hace posible porque el wifi no siempre está encendido.
4. Fuera de casa, conéctense sin teléfonos inteligentes
Para los niños de 6 a 12 años, consideren algo como un Verizon GizmoWatch[4]. El GizmoWatch es un reloj inteligente que tiene un teléfono con altavoz que recibe y hace llamadas a una cantidad limitada de números telefónicos establecidos por los padres. Tiene un localizador de GPS incorporado para que los padres puedan verlo por medio de una aplicación en sus teléfonos. Los padres quieren que la tecnología telefónica entregue tres cosas: (1) poder llamar a sus hijos cuando sea; (2) que sus hijos puedan llamarlos cuando quieran, y (3) saber dónde están sus hijos por medio del GPS. No es necesario un teléfono inteligente, GizmoWatch ofrece cada una de estas cosas y no mucho más (lo que es bueno). Pregúntenles a sus compañías telefónicas por las últimas opciones que cumplan estos tres criterios. Para jóvenes de 13 años o más, consideren un teléfono tipo almeja. No son caros, y en muchos casos pierden el GPS, pero pregunta si hay un teléfono que solo tenga las características que ustedes quieren (y vayan preparados para que los vendedores los miren como si fueran alienígenas). Como dice mi esposa: anda a la tienda de tu compañía de teléfono y pregúntale al vendedor por «el celular más simple que tengan».
5. Escalones tecnológicos a lo largo de los años
Creo que el error más común que los padres cometen es asumir que el teléfono inteligente es un aparato aislado, mas no lo es. El celular es la culminación de toda la tecnología comunicacional a la cual un niño ha sido expuesto desde su nacimiento. Recibir un teléfono inteligente es una especie de graduación de los muchos escalones tecnológicos trazados de antemano. Así es como mi esposa y yo resumimos estos escalones: una vez que tomamos control del wifi de nuestras casas (esto es crucial), entonces podemos comenzar a introducir la tecnología que nuestros hijos pueden usar solo dentro de casa. Dibujen una gran caja en un papel. En el extremo superior izquierdo, escriban «0 años» y en el extremo superior derecho, escriban «18 años». De izquierda a derecha verán los primeros 18 años de sus hijos con la tecnología. Ahora dibujen escalones diagonalmente desde el extremo inferior izquierdo hacia el extremo superior derecho. En un punto inicial, podrían introducir una tablet con juegos educativos y para colorear, quizás a los 3, a los 5 o a los 8 años, cuando sea. Suban un escalón. Luego introduzcan un computador familiar en la sala de estar para escribir ensayos, quizás a los 10 años. Siguiente escalón. Posteriormente, introduzcan un teléfono como el GizmoWatch o un teléfono tipo almeja. Suban un escalón. Después, permitan búsquedas en Google desde el computador para hacer investigaciones, quizás a los 12 años. Seguidamente, tal vez, en cierto punto, agreguen Facebook o aplicaciones de mensajería para que se contacten con un par de amigos seleccionados, desde el computador. Suban un escalón. Y entonces llega la guinda de la torta, el teléfono inteligente, el último escalón, a los 15, 16, 17 o, yo sugeriría, a los 18 años. Pero ustedes deciden. Las ventajas de esto son dos:
  1. Pueden hacer un acordeón con los escalones necesarios mientras que también les muestran a sus hijos donde encaja el teléfono inteligente en una trayectoria digital que ustedes establecieron para ellos. A medida que demuestran ser responsables y sabios con el wifi de casa, avanzan hacia el Internet móvil. Esto les muestra que ser fiel en lo pequeño los lleva a la fidelidad en lo grande.
  2. También les recuerda a los padres que una vez que le den a un hijo un teléfono inteligente con un plan de Internet móvil, pasan de tener un control parental fuerte sobre la experiencia que el hijo tiene con el Internet a prácticamente ninguno. Pueden trazar una intensa línea negra entre todos los escalones de la izquierda (wifi en casa) y el teléfono inteligente a la derecha (Internet móvil en todas partes). Esa es una graduación: una transición mayor.
6. Una regla general para todas las edades y todos los dispositivos: mantengan las pantallas fuera de los dormitorios
O, al menos, por 12 horas, entre las 8:00 p. m. y las 8:00 a. m. Hagan que sea una regla establecida. Ni televisores ni consolas de videojuegos ni tablets ni computadoras ni teléfonos. Interrumpan las infinitas exigencias sociales. Terminen con las adicciones a los videojuegos. Perseveren en los patrones de sueño. Asegúrense de que todos los dispositivos se carguen durante la noche en un lugar, no en la habitación de un hijo. Una estación de carga simple en la habitación de papá y mamá es una buena solución.
7. Escriban un contrato para el uso del teléfono inteligente
Cuando pasen al teléfono inteligente, escriban un contrato con los comportamientos esperados, los horarios límite y las expectativas familiares que acompañan al teléfono. Hagan que sus hijos compartan su información de acceso. Conozcan los pasos necesarios para pausar o desactivar temporalmente el teléfono. La mayoría de las compañías hacen esto fácil. Para los padres que cometieron el error de introducir los teléfonos demasiado pronto, de igual manera, nunca es demasiado tarde para establecer un contrato.
8. Observen cómo cada hijo responde a la era digital
Esto ha sido muy fascinante para mí. Mi esposa y yo tenemos tres iGen, de los cuales dos son adolescentes, y cada uno de ellos usa los medios digitales de manera completamente diferente. Uno de ellos mira sin parar cada video de Dude Perfect 40 veces y desperdicia horas. Otra que compra un nuevo instrumento musical, mira 30 minutos de YouTube y domina los acordes básicos sin ninguna clase pagada. Ella lo ha hecho con el ukelele, con el piano y con el clarinete y esas introducciones llevaron a que pudiera tomar clases formales. Me fascina el poder que tiene YouTube para desbloquear nuevas habilidades táctiles en mis hijos (y si soy franco, quiero que mis hijos aprendan de tutoriales de YouTube lo más pronto posible, pero no hasta que estén listos). Cada hijo responde de manera diferente. Algunos adolescentes querrán redes sociales para que puedan seguir a 5 000 personas. Otros querrán redes sociales para seguir a 5 amigos cercanos. Esos son usos radicalmente diferentes. Críen a cada hijo de manera única en función de lo que ven en ellos. Y cuando sus hijos reclamen injusticia, vuelvan a remitirse a los escalones y explíquenles por qué cada hijo de la casa está en escalones diferentes del mismo progreso.
9. Vuelvan a centrar la crianza en los afectos
Los teléfonos inteligentes no inventan nuevos pecados; simplemente amplifican cada tentación existente de la vida y manifiestan esas tentaciones en pixeles en superficies de alta definición. Se les da nuevos niveles de atracción, adicción y accesibilidad a las viejas tentaciones. Esto quiere decir que la tensión y la ansiedad que sienten los padres en la boca del estómago en la era digital viene de darse cuenta que estamos librando una guerra total por los afectos de nuestros adolescentes. Esto es lo que es tan aterrador. La crianza siempre ha sido una guerra por los afectos de nuestros hijos, pero la era digital expone nuestra pereza parental más rápido. Si nuestros adolescentes no pueden encontrar su más alta satisfacción en Cristo, la buscarán en algo más. Ese mensaje siempre ha sido relevante, solo llega hoy como un martillo, porque «algo más» se manifiesta en las adicciones al teléfono. No solo estamos jugando juegos de palabras o solo diciendo que Cristo es superior los domingos. Rogamos diariamente con el Espíritu Santo que abra los corazones de nuestros adolescentes. Ellos tienen que atesorar a Cristo por sobre cada baratija de la era digital o esas insignificancias se apoderarán de ellos. Por esa razón es que la crianza parece tan urgente hoy.
10. Ocúpense del discipulado digital
No es suficiente aislar un puñado de Proverbios y esparcirlos como semillas generales de sabio consejo. Discipular a los adolescentes en la era digital requiere que se plante y cultive toda la Escritura en todo el corazón. Y eso es porque estamos lidiando con todas las facetas de lo que el corazón quiere. Esta guerra por los afectos en la era digital depara nuevas oportunidades sin precedentes para discipular adolescentes, si es que podemos ir de la tentación al texto bíblico a Cristo. Este es nuestro desafío. Nuestra pasividad parental ha sido expuesta en la era digital. No atacaré este punto, porque eso es lo que hago en mi libro Hechizo digital: 12 maneras en las que tu dispositivo te está cambiando (y deformando) y luego muestro cómo ser reformado por la Escritura. Una vez que como padres (y pastores) nos humillemos para autocriticar nuestro propio abuso de los teléfonos, entonces podremos voltearnos hacia nuestros hijos y ayudarlos también. La era digital es aterradora y agotadora, pero abre nuevas oportunidades fenomenales para discipular a los adolescentes.
11. Rediman las cenas, los paseos en auto y las vacaciones
Cenen y den paseos en auto juntos, y vayan de vacaciones familiares a lugares sin cobertura telefónica. A menudo, me sorprende cómo las presiones de la vida se expresan en la mesa de la cena. El tiempo tranquilo juntos, descomprimiéndonos del día, es muy fructífero. ¿Qué pasó en la escuela? Conocer a mis hijos ocurre muy a menudo en la cena. Esta comunidad se lleva a cabo en maneras más intensas en las vacaciones familiares.
12. Sigan edificando la iglesia
Las estadísticas dicen que los iGen son ahora la generación más solitaria en Estados Unidos, más solitaria que la demografía de los 72 años en adelante. Twenge cree que los teléfonos inteligentes provocan la soledad de los iGen. Sin embargo, quizás es más sabio mirar al fenómeno mayor previo al iPhone. Rodéense de la suficiente tecnología, de las suficientes máquinas y no necesitarán a nadie más. Obtengan el aparato adecuado y podrán hacer cualquier cosa. Docenas de novelas de ciencia ficción ya han recorrido un planeta lleno de robots con sus consecuencias más lejanas y su aislamiento social puro (p. ej.: El sol desnudo de Asimov). Sin embargo, una vez que la era tecnológica haya vuelto a todos los demás innecesarios para ti, pronto descubrirás que te has vuelto innecesario para todos los demás. Cuando nadie nos necesita, vemos púas catastróficas en la soledad social. Los adolescentes iGen sienten esto; los ancianos sienten esto; los hombres de cuarenta años sienten esto. Y en esta era de un aislamiento y soledad cada vez mayor, las redes sociales «ofrecen un remedio sin raíz para enfermedades en tiempos desarraigados» (Kass, 95). El teléfono inteligente se convierte en un «analgésico» que promete resolver nuestro problema de soledad, pero solo encubre el dolor por otro instante. La necesidad más grande de nuestros adolescentes hoy no son nuevas restricciones, nuevos teléfonos simples, contratos ni límites. Su necesidad más grande es una comunidad de fe donde puedan florecer en Cristo, servir y ser servidos. Necesitan encontrar un lugar necesario como una parte legítima de una iglesia saludable. Sigan construyendo familias e iglesias fieles. Escuchen a los adolescentes. No se burlen de ellos. No se rían de ellos. Imagínenselos para una misión arriesgada, en línea o fuera de línea.
Tony Reinke © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] N. del T.: todas las citas de este libro mencionadas en este artículo son traducción propia. [2] N. del T.: se refiere a las elecciones de Estados Unidos ya realizadas el 2020, pues este artículo fue escrito el 2018. [3] N. del T.: traducción propia. [4] N. del T.: reloj inteligente para niños. Cada país podría tener marcas diferentes.
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Las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia
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Las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia

No son captadas por los paparazis, son ignoradas por los periodistas, transitan sin que el mundo siquiera las note; las mujeres que se portan bien dejan casi nada con lo que los historiadores puedan trabajar. Sin embargo, estos desafíos no impidieron que la historiadora de Harvard, Laurel Thatcher Ulrich, hiciera intentos honorables para encontrar mujeres que se portaran bien y celebrar sus vidas. La historiadora, que tiene buen ojo para lo común y corriente, y que ganó un Pulitzer por darle vida al diario de una partera que vivió en las décadas que siguieron a la Independencia de los Estados Unidos, también expuso la recolección sistemática de las virtudes celebradas de las primeras mujeres estadounidenses. Esta vez, su investigación la llevó a unos manuscritos de un viejo sermón para un funeral, el único lugar donde las vidas de estas mujeres que, en otra instancia fueron pasadas por alto, se celebraron y recordaron.

Las secretas

Ella publicó sus descubrimientos en 1976, en un artículo titulado «Virtuous Women Found: New England Ministerial Literature, 1668-1735 [Mujeres virtuosas encontradas: literatura ministerial de Nueva Inglaterra, 1668-1735]». Ella comenzó su estudio con este párrafo resumen bastante directo:

Cotton Mather las llamaba «las secretas». Ellas nunca predicaron ni se sentaron en la banca de un diácono. Tampoco votaron ni asistieron a Harvard. Tampoco, por ser mujeres virtuosas, cuestionaron a Dios ni a los magistrados. Oraban en secreto, leían la Biblia completa al menos una vez al año e iban a escuchar al reverendo predicar incluso cuando nevaba. Con la esperanza de una corona eterna, nunca pidieron ser recordadas en la tierra. Y no lo han sido. Las mujeres que se portan bien no suelen hacer historia; contra los antinomianos y las brujas, estas devotas mujeres tenían pocas oportunidades en lo absoluto[1].

Debo omitir aquí el hecho de que las mujeres piadosas cristianas «que se portan bien» pueden educarse y corregir humildemente a líderes rebeldes de la iglesia. No hay contradicción. Sin embargo, eso no es lo que hizo famoso a este párrafo. «Las mujeres que se portan bien no suelen hacer historia» —frase que cambió ligeramente a lo largo del tiempo y que se convirtió en una oración completa por sí misma: «las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia»— dentro de veinte años se convertiría en un eslogan feminista popular. Apareció primero en una camiseta de manga corta en 1996; luego, en insignias; posteriormente, en adhesivos de parachoques; y después, se convirtió en la consigna de organizaciones de mujeres. Tomó vida propia: se le dio vida autónoma a una oración arrancada de un artículo académico. Más adelante, Ulrich admitiría con gracia: «nadie ha propuesto estampar camisetas de manga corta con cualquiera de los otros chistes breves de mi artículo sobre sermones de funerales. Es difícil imaginar a las mujeres de Amtrak[2] usar voluntariamente insignias que digan: “el drama real está en la rutina”» (Las mujeres que «se portan bien» no suelen hacer historia)[3]. Y eso es lo que hace que la línea extraída de su artículo de 1976 sea tan cómica. La intención de Ulrich no era llamar a las mujeres a levantarse, a contrarrestar el statu quo ni a instigar un jaleo para pasar a la historia, como las feministas intuitivamente supusieron. No, ella estaba haciendo un punto simple de una historiadora cuidadosa: las hermosas virtudes de las mujeres piadosas del primitivo Estados Unidos eran fácilmente olvidadas, porque dejan pocos restos noticiosos para los historiadores.

Captar los ojos de Dios

Por lo tanto, ¿qué personajes en la tierra captan la atención de Dios? ¿Quiénes encontrarán sus biografías registradas en el archivo del cielo, celebradas en el libro mayor de la historia humana en las enciclopedias de la eternidad? A diferencia del historiador limitado que debe trabajar con una fuente de material acotada en virtudes sutiles, los siete ojos de Dios recorren la tierra con una mirada omnisciente, buscando a los virtuosos. Específicamente, en 1 Pedro 3, encontramos las sutiles y dulces virtudes de la vida cristiana celebradas en las mujeres (y en los hombres). La consecuencia directa no es hacer que los cristianos parezcan obedientes, sino que exhiban cómo las sutiles virtudes de la ternura llevan a una confianza incuestionable en Cristo de cara a toda incertidumbre y peligro (1P 3:1-6). Aquellos que esperan en Dios a veces montarán una escena digna de los historiadores, pero normalmente, sus vidas diarias están marcadas por las sutiles virtudes celebradas en el Antiguo y Nuevo Testamentos cuando el apóstol en 1 Pedro 3:10-12 cita el Salmo 34:12-16:

«El que desea la vida, amar y ver días buenos, Refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien; Busque la paz y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal»

 ¿Qué cosa en este testimonio de gracia captaría la mirada de un historiador? Especialmente cuando Pedro sigue esta cita al animar a los fieles a estar «[…] preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia» (1P 3:15, [énfasis del autor]). La mansedumbre de la vida cristiana es un testimonio para el poder reforzador y la gracia continua que tenemos en nuestra unión con Cristo.

Una historia eterna

En la fantasía satírica de C. S. Lewis Las cartas del diablo a su sobrino, el hombre cristiano objeto central del ataque diabólico conoce a una mujer que potencialmente podría convertirse en su esposa. Una mujer virtuosa, diríamos. Para los ojos del mundo, ella se ve débil. Para los ojos demoníacos, ella es un enemigo repugnante, una amenaza del infierno, pues ella es No solo una cristiana, sino vaya cristiana: ¡una señorita vil, escurridiza, boba, recatada, lacónica, ratonil, acuosa, insignificante, virginal, prosaica! ¡El animalillo! Me hace vomitar. […] Una pequeña tramposa de dos caras […], que tiene el aire de ir a desmayarse a la vista de la sangre, y luego muere con una sonrisa. Estas tramposas de doble cara, mujeres de pureza y fe (mujeres fuertes de dignidad, que intimidan con la mirada a los demonios, que se ríen del futuro que no han visto y que sonríen de cara a la muerte) revuelven el estómago del diablo (1P 3:5-6; Pr 31:25). La piedad centrada en Dios demostrada en la tierra, a menudo, no logrará ser registrada por nuestros historiadores. Hay demasiados pocos datos sin procesar para hacerlo posible. Las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia. Está bien. No obstante, nuestros historiadores no tendrán la palabra final. Sospecho que la historia de cada creyente fiel, incluso el más común en esta vida, ha generado voluminosos registros para la eternidad y encontrará su historia registrada en la epopeya de esta era, una biblioteca llena con millones de volúmenes de un registro íntegro de cada acto y actitud que captó la atención de nuestro Creador y apuñaló a los demonios con pavor.
Tony Reinke © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] N. del T.: todas las citas del artículo «Virtuous Women Found: New England Ministerial Literature, 1668-1735 [Mujeres virtuosas encontradas: literatura ministerial de Nueva Inglaterra, 1668-1735]» son traducción propia.

[2] N. del T.: Amtrak es la red interurbana de trenes de pasajeros en Estados Unidos.

[3] N. del T.: traducción propia.

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¿Encontraste lo que has estado buscando?

Como niños que se dispersan en un jardín buscando huevos de Pascua, tú y yo estamos en una búsqueda. Todos buscamos. Nuestras almas sedientas hurgan hasta el último rincón de este mundo en búsqueda de placeres brillantes y deleites azucarados. Cada buscador de gozo, en búsqueda de tesoros que no desaparezcan ni se oxiden ni se rompan ni sean robados, debe prestar cuidadosa atención a la Pascua —no con una atención similar a quedarse dormido durante el sermón, sino con una atención real, ferviente fijada en Cristo—. Si perdemos la importancia de la resurrección, perdemos el gozo más grande del universo. 

El gozo de Jesús

Mientras las oscuras sombras acechaban al Cristo que pronto sería crucificado, Él puso su atención en el gozo. A lo largo de esta Santa Semana de su crucifixión, Jesús les había anunciado su muerte a sus discípulos quienes luchaban con darle sentido a todo esto. Él abordó sus preocupaciones directamente en Juan 16:19-24.

Jesús sabía que querían preguntarle, y les dijo: «¿Están discutiendo entre ustedes sobre esto, porque dije: “Un poco más, y no me verán, y de nuevo un poco, y me verán”? En verdad les digo, que llorarán y se lamentarán, pero el mundo se alegrará; ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. Cuando la mujer está para dar a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño haya nacido en el mundo.

»Por tanto, ahora ustedes tienen también aflicción; pero Yo los veré otra vez, y su corazón se alegrará, y nadie les quitará su gozo. En aquel día no me preguntarán nada. En verdad les digo, que si piden algo al Padre en mi nombre, Él se lo dará. Hasta ahora nada han pedido en mi nombre; pidan y recibirán, para que su gozo sea completo.

Rebobinamos la Semana Santa para escuchar a Jesús prever los cambios que vendrán en su resurrección. Él quería que sus discípulos esperaran el Domingo de Resurrección como el amanecer cataclísmico del verdadero gozo. Esto es lo que significa todo esto para los buscadores de gozo. 

Un gozo comprado con sangre

Jesús habló de este gozo mientras enfrentaba la tortura del Viernes Santo. Él enfrentó la negación, la traición, las palizas, las astillas, los clavos y las lanzas, ¡y Él no pudo dejar de hablar sobre el gozo! Solo el gozo podía mantenerlo. El gozo estaba en su mente, el gozo estaba en su lengua y el gozo no lo estaba alejando del sufrimiento, sino que lo acercaba a él (Heb 12:2). Jesús fue a la cruz por gozo: para comprar gozo, para crear gozo y para ofrecer gozo. A medida que el mundo celebraba el asesinato salvaje de Dios, desde este mar de espumosa hostilidad rebelde, emergió un inextinguible gozo comprado con sangre.

Un gozo inquebrantable

Si el asesinato del Autor de la vida no pudo extinguir este gozo del que Jesús hablaba, nada puede hacerlo y nada jamás podrá. Ninguna oposición del mundo ni oposición al Evangelio ni desprecio cultural a Cristo superará el gozo de la resurrección de Jesús. Como hemos visto esta semana, el gozo inextinguible de la Pascua nació en el trauma, la tragedia y la maldad más grandes que el mundo haya desatado jamás: el asesinato del Hijo de Dios. La muerte, el diablo, los demonios y la rebelión coordinada de la humanidad, todos aliados no pueden obstaculizar este gozo. Los perseguidores no pueden robar este gozo. No hay poder, evento ni enemigo que pueda secuestrar este gozo de la resurrección de Jesucristo que salió de la tumba junto con Él.  Si la comparamos, los gozos del mundo son frágiles. La enfermedad y la pobreza desmoronan al gozo, y el largo proceso del envejecimiento y de la muerte lenta despoja a la vida de todos sus placeres mundanos (Ec 12:1-8). La muerte desvanece todos nuestros gozos, salvo uno. Solo hay un gozo que no puede ser frustrado por la muerte, porque solo un gozo fue comprado con sangre.

Un gozo recién nacido

El gozo de la resurrección de Jesús escapa de las garras de la muerte porque es el gozo de la nueva creación, un gozo liberado de la maldad de este mundo caído. Y esto hace que la Pascua sea impresionante. Como valientemente dijo Jonathan Edwards: «la resurrección de Cristo es el evento más gozoso que jamás haya acontecido»[1]. Y con razón dijo Charles Spurgeon: «ningún hombre de este mundo me puede quitar el gozo de que Cristo resucitó de la muerte». La resurrección es el evento divino más lleno de gozo en la historia bíblica digna de nuestra adulación, asombro y maravilla. Por eso es más que un espectáculo histórico impresionante. Jesús usó la analogía común del nacimiento para presentar un nacimiento cósmico radical. Su muerte fueron los dolores de parto de una nueva creación; su resurrección, la llegada de una nueva creación a la historia. En su resurrección, Jesús pone en marcha una reacción en cadena imparable que un día culminará en la resurrección de los muertos y la renovación de toda la creación.  Ese es el punto. En la larga historia del gozo en este mundo caído, después de eras de apetitos insatisfechos y dolores de hambre en los corazones de los hombres, mujeres y niños, la resurrección de Cristo marca un crescendo. Nunca el gozo ha encontrado una expresión mayor en la tierra. En Juan 15:11, Jesús le ofreció a sus discípulos un «gozo completo», una invitación solo posible dentro de la etapa final en la historia cósmica. Esa etapa nació la mañana de la Pascua.  Jesús quiere que sus discípulos tengan sed de un gozo posterior a la resurrección como la llegada de un nuevo gozo amplificado, un gozo esperado y previsto por mucho tiempo, un gozo nunca antes visto o experimentado totalmente en la historia humana. La resurrección de Cristo traerá el evento más espectacular lleno de gozo porque enciende un gozo eternamente perdurable y para siempre invencible.  El Antiguo Testamento predijo este gozo, el nacimiento de Cristo anunció este gozo, la Semana Santa parecía extinguir este gozo, pero la resurrección de Cristo es el punto en la historia cuando la irrebatible antorcha del gozo de Dios emergió del mar de la espumosa hostilidad rebelde, se levantó e iluminó la cima de una antorcha olímpica de gozo que arderá por toda la eternidad.

Un gozo para quienes lo pidan

No obstante, por muy magnífica que haya sido la manera en que este gozo haya entrado al mundo en este momento definitorio en la historia cósmica, este gozo nos apremia de cerca. Por eso Jesús les enseñó a sus discípulos a pedir y a buscar más de este gozo. Esta es una invitación abierta de la era mesiánica.  Este gozo da sentido a la lógica del Evangelio de Juan. Jesús dijo que Él debía morir e ir al Padre y dejaría su gozo con los discípulos. Una vez que Él estuviera con el Padre, Jesús enviaría al Espíritu para que morara en ellos (otra señal inconfundible de la nueva creación). Unidos a Cristo, los discípulos ahora orarían por el Espíritu, al Padre, por medio del Hijo.  La Pascua vuelve a dar forma a la oración, a la espiritualidad y al gozo. Con esta inauguración de una nueva creación, los discípulos se convierten en hijos adoptados que pueden orar al Padre, quien está entusiasmado con verter un florecimiento espiritual sobre ellos en cualquier forma, llevándolos a un gozo completo y satisfactorio que nadie puede quitarles. Esto es una gran noticia para los discípulos.

Un gozo inexpresable para ti

No obstante, la resurrección valiente de Jesús prometida a los discípulos en Juan 16:19-24 ahora es ofrecida a ti y a mí. Se nos promete el mismo «gozo inefable y lleno de gloria» (1P 1:8). En Cristo, Dios se deleita en verter este gozo de la resurrección en tu vida, un gozo que llena y un gozo que no pueden robarte. ¿Qué hacemos? ¡Simplemente, le pedimos más a nuestro misericordioso Padre! El gozo de la Pascua que Jesús predijo ha llegado y es profundamente personal. La resurrección es tanto un evento cósmico como íntimamente cercano, recordándonos la obra de Dios en nuestras vidas. «El propósito de la Pascua es que Dios está en el proceso de despejar este mundo de todo sufrimiento» (John Piper). Por lo tanto, «la resurrección de Cristo no solo te da esperanza para el futuro; te da esperanza para lidiar con tus cicatrices ahora mismo» (Tim Keller). Un gozo tan restaurador y avivador fue comprado para ti y para mí en la resurrección de Cristo.

Date un banquete y celebra

La Pascua se presta para totales contradicciones. Si Cristo aún estuviera muerto, la muerte reinaría y todos nuestros gozos serían en vano. Entonces amontonaríamos cada huevo de Pascua plástico que encontráramos, porque, lo que sea que encuentres dentro, será todo el gozo que tendrás para aferrarte. O, como dice Pablo: «Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos» (1Co 15:32). Pero si la muerte está muerta y si los muertos resucitan —¡si Cristo resucitó de la muerte!— hermanos y hermanas, démonos un banquete y celebremos, ya que la luz naciente de nuestros placeres eternos inextinguibles e inagotables ha roto la oscuridad, ¡ofreciéndonos vida en Cristo que no se desvanece ni se oxida ni nos puede ser quitada! Hoy, deléitate en el gozo de la resurrección de Cristo, ora para que sea más grande en tu vida y atesóralo por la eternidad. 
Tony Reinke © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] N. del T.: todas las citas que no son tomadas de la Biblia son traducción propia.