Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Nos escribe una esposa y mamá del sur de Inglaterra. Está confundida y frustrada, y la razón es obvia. «Queridos pastor John y Tony, gracias por este pódcast y por las maneras en que han abordado tantos temas con cuidado y sabiduría piadosa. El episodio 548 me ayudó tremendamente («How Do I Honor God in Chronic Pain?» [¿Cómo honro a Dios en el dolor crónico?]) al igual que el episodio 1243 («I Have Chronic Fatigue — How Do I Not Waste My Life?», [Tengo fatiga crónica, ¿cómo no desperdiciar mi vida?]). Estos episodios se aplican directamente a mí, pues soy una mamá con discapacidad que tiene un niño de dos años y un recién nacido. Mi discapacidad provoca dolor constante y limita significativamente mi actividad física. Estoy agradecida por mi esposo, quien haría cualquier cosa para reducir mis cargas, aun cuando él mismo tiene condiciones de salud que limitan sus capacidades de ayudar físicamente.
Proverbios 31 pinta la imagen de una esposa “vigorosa”, “valiente” y “fuerte”: se levanta temprano, se va a acostar tarde, está eternamente ocupada dentro y fuera de la casa. Cuando miro este ejemplo y a los padres de nuestra iglesia que no tienen mis limitaciones físicas, fácilmente me siento confundida sobre mi rol práctico como esposa y siento ansiedad de invertir positivamente en mis hijos. Muchos aspectos atractivos de la crianza de nuestros amigos, como la escuela en casa, son poco factibles para nosotros. ¿Cómo construyo una visión de la crianza fiel a través de mis limitaciones y cómo lidio con la culpa por las cosas que no puedo hacer?».
Recientemente, he estado pensando sobre la advertencia que C. S. Lewis le dio a la persona que estaba juzgando la paciencia o la bondad cristiana sin tomar en cuenta el temperamento natural con el que había nacido.
Comienzos escalonados
El problema surgió porque había un no creyente que parecía mucho más paciente y bondadoso que un creyente en particular. Por lo tanto, la crítica se preguntaba: «¿qué bien hay al decir que Dios salvó a esta persona y que está en el proceso de santificarla? No es mejor que un incrédulo».
Supón que tienes una escala del 1 al 10, donde el 1 representa a una persona que es totalmente impaciente y completamente sin bondad, un perfecto impulsivo, y el 10 representa a una persona que es perfectamente paciente y perfectamente bondadosa en todas las maneras que debemos serlo. Luego, encuentras a un cristiano que está en un 5 de la escala entre 1 y 10, y a un incrédulo que, a simple vista, está en un 7 en la escala de 1 a 10.
Y Lewis pregunta: «¿puedes decir que el Espíritu Santo es una influencia de santificación más débil en la vida del creyente de lo que son las influencias naturales en la vida de un incrédulo?». Y la respuesta es no, no puedes decir eso. Porque, por lo que sabes, el incrédulo nació con un temperamento de 7. Él es simplemente, por naturaleza, sereno en su personalidad, mientras que el creyente podría haber nacido en 1 y, por naturaleza, ser un volcán de mal genio, por lo que ser un 5 es un increíble milagro. Te digo que, cuando leí esto años atrás, quedé alucinado por la ayuda que fue. Me pregunto por qué. Sólo tenía que mirarme al espejo.
Ahora, creo que esa advertencia, esa sabiduría (el no juzgar sin conocer todos los factores que dan forma a la personalidad y a los logros de una persona) se aplica a muchas áreas diferentes de la vida, además de la paciencia y de la bondad. Y el principio es muy relevante cuando se trata de este caso en particular, de nuestra joven mamá con discapacidad. Y el principio es este: Dios no mide la forma de nuestra fidelidad por la forma de la fidelidad de alguien más que podría haber empezado desde un lugar muy diferente. La fidelidad siempre importa. La forma de la fidelidad difiere según cientos de circunstancias.
Fidelidad para todas
Proverbios 31 describe la forma de la fidelidad en la vida de una mujer antigua (esto es, una mujer de la antigüedad) y en la plena flor de su salud y fuerza. No describe la forma de fidelidad para una mujer que es sorda y ciega a sus 80 años ni para una mujer que está recién casada a los 16 años, recién comenzando a descubrir lo que es la sabiduría. Y no describe la forma de la fidelidad de una mujer con una discapacidad que podría impedirle plantar una viña, poner su mano al huso, levantarse cuando aún está oscuro o incluso vestirse.
Por lo tanto, una mujer con discapacidad debe buscar en la Escritura la forma de fidelidad que se aplique a ella. No tendrá que buscar lejos porque está ahí mismo en Proverbio 31, hay formas hermosas de fidelidad que puede buscar:
- confianza, no dañando la reputación de su esposo con una lengua indiscreta (v. 11);
- ser astuta financieramente (v. 16);
- ser generosa con los pobres tanto como sus recursos le permitan (v. 20);
- reír al tiempo venidero porque su fe es inquebrantable en la bondad y en la soberanía de Dios (v. 25);
- estar llena de enseñanza de bondad y sabiduría (v. 26);
- y, finalmente, la belleza que realmente cuenta: «engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada» (v. 30).
Contenta con tu medida
No menosprecio las dificultades y los desafíos que prueban la fe de esta mujer, al ser incapaz de hacer alguna de estas cosas que otras mamás hacen. Pero la animaría a no menospreciar la espina que Dios aparentemente le ha dado, al menos por ahora.
Él es el gran sanador, así que, ¿quién sabe? Pero por ahora, esta espina es como la de Pablo en la carne. Esa espina en 2 Corintios 12:7-10 limitaba lo que Pablo podía hacer. Cambió la forma de su fidelidad. A él no se le exigía ser productivo de las mismas maneras. La prueba ahora no es si es que será productivo, sino si estará contento. Así es como la suficiencia de Cristo será magnificada.
Dios no valora tanto la productividad como creemos que lo hace. Él valora mucho más las cualidades de carácter, los frutos del Espíritu, los que puedes ejercer acostado sobre tu espalda en la cama de un hospital. No digo que sea fácil; digo que es posible. La forma de fidelidad para un parapléjico, por ejemplo, es diferente a la forma de fidelidad de un atleta olímpico. A una persona se le dan diez talentos; a otra, cinco. La forma de su fidelidad no se mide por los mismos logros.
Aquello que deleita a Dios
Animaría a nuestra querida amiga a enfocarse en un texto como el Salmo 147:10-11:
[Dios] No se deleita en la fuerza del caballo,
Ni se complace en las piernas ágiles del hombre.
El Señor favorece a los que le temen,
A los que esperan en su misericordia.
La fuerza y la belleza son dones maravillosos, pero son como si nada —son como si nada— comparados al temor del Señor y al corazón que espera en el amor firme de Dios.
Por lo tanto, cuando esta joven madre se mira al espejo o se mide por el fuerza de un caballo o por las piernas de una supermamá saludable, recuerda las palabras de Samuel en 1 Samuel 16:7: «Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón». Hay un tipo de belleza, un tipo de fuerza y un tipo de maternidad que Dios ha diseñado para cada mamá con discapacidad que mirará a Cristo y confiará en Él.