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Cinco mitos sobre el estudio de la Biblia
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Cinco mitos sobre el estudio de la Biblia


Este artículo es parte de la serie Cinco mitos publicada originalmente en Crossway.

Mito n.° 1: no necesitas estudiar la Biblia con otros

Cuando se trata de estudiar la Biblia, a menudo tendemos a pensar en hacerlo por nuestra cuenta. Con una oferta aparente interminable de recursos disponibles (tanto en papel como en línea), podríamos pensar que no necesitamos estudiar la Biblia con otras personas. Ahora, por supuesto, ¡el estudio personal de la Biblia tiene un gran valor! Pero cuando solo estudiamos la Biblia por nuestra cuenta, nos alejamos de una de las principales maneras en las que Dios usa la Biblia en nuestras vidas: la perspectiva y sabiduría de otros creyentes. La Escritura es tan rica y con tantos niveles que hay verdades que a menudo pasamos por alto en nuestro estudio individual. Cavar más profundo en la Palabra de Dios con otros abre nuestros ojos para ver más de la Biblia de lo que veríamos por nuestra propia cuenta. Uno de los grandes beneficios de reunirnos con el pueblo de Dios es estar en la Palabra juntos. Pablo hace énfasis en esto cuando le escribe a Timoteo: «Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza» (1Ti 4:13). Además de prestar cuidadosa atención a la predicación de la Palabra los domingos por la mañana, deberíamos buscar oportunidades de pasar tiempo con otros creyentes estudiando la Biblia, ya sea en un grupo pequeño, en una clase de educación para adultos o en cualquier otro contexto. 

Mito n.° 2: necesitas un título para estudiar la Biblia

La educación teológica es un gran regalo para la Iglesia. Invertir un tiempo extenso para recibir entrenamiento en teología, historia de la Iglesia y hermenéutica trae beneficios que duran una vida entera. Sin embargo, Dios no nos dio la Biblia solamente para el uso y beneficio de eruditos y pastores. Él se la dio a todo el pueblo de Dios, no solo a los líderes. Considera solo algunas de las cosas que dijo David sobre la Palabra de Dios en los Salmos:
La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma;  El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo (Salmo 19:7). ¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, Porque son míos para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros, Porque Tus testimonios son mi meditación. Entiendo más que los ancianos, Porque tus preceptos he guardado (Salmo 119:97-100).
Dios nos dio la Biblia porque quiere que todo su pueblo entienda quién es y de qué manera deberíamos vivir como pueblo suyo. Gregorio Magno tenía razón cuando famosamente escribió: «La Escritura es como un río ancho y profundo, lo suficientemente poco profundo como para que lo vadee un cordero, pero lo suficientemente profundo como para que lo nade un elefante»[1].

Mito n.° 3: necesitas saber griego y hebreo para estudiar la Biblia.

En cierto sentido, este es otra versión del mito anterior. Para muchos pastores y maestros, estudiar griego y hebreo en el seminario fue un arduo trabajo. Entonces, tiene sentido que quieran usar su conocimiento para ayudar a las personas a entender la Biblia. Sin embargo, a veces pueden hacerlo de manera que da la impresión de que si no sabes griego o hebreo, no puedes realmente estudiar la Biblia. Esto no podría estar más lejos de la verdad. Dirigiéndose a la iglesia en Roma, Pablo escribió: «Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza» (Ro 15:4). Por lo menos una gran porción de los creyentes en Roma eran gentiles que no sabían hebreo. Sin embargo, en sus congregaciones locales, escuchaban el Antiguo Testamento regularmente leído en hebreo y la explicación basada en las traducciones griegas del hebreo. De hecho, Pablo citó con frecuencia estas traducciones griegas cuando les escribió a los creyentes. Sin duda, los idiomas son una gran herramienta para estudiar la Biblia, pero no son esenciales. El idioma inglés tiene numerosas traducciones fieles a la Biblia que reflejan con exactitud el significado original en griego, hebreo y arameo. El estudio cuidadoso de estas traducciones al inglés nos otorga alimento espiritual que da vida.

Mito n.° 4: necesitas mucho tiempo para estudiar la Biblia

Nuestras vidas son ajetreadas. Regularmente sentimos las presiones de varias responsabilidades como familia, estudios, iglesia y relaciones (entre otras) que compiten por nuestro tiempo y energía. A veces, estudiar la Biblia puede sentirse como una cosa más para la que no tenemos lugar en nuestras agendas porque creemos que requiere mucho tiempo. En realidad, es probable que la mayoría de nosotros tengamos más tiempo disponible de lo que creemos. Considera, por ejemplo, cuánto tiempo pasamos en nuestros teléfonos móviles navegando por las redes sociales o mirando nuestros programas favoritos. Pero incluso si verdaderamente no tenemos un tiempo extenso para estudiar la Biblia, el Espíritu de Dios es capaz de usar incluso porciones más pequeñas de tiempo (tan pequeñas como diez a quince minutos) para profundizar nuestro entendimiento sobre quién es Dios, cuál es su plan para el mundo y quiénes somos como seres humanos.

Mito n.° 5: necesitas un método complicado

Algunos métodos para estudiar la Biblia son muy detallados y complicados, e involucran una gran cantidad de pasos. Cuando tienes tiempo, energía y paciencia, estos métodos pueden ser muy útiles para excavar en las profundidades de la Escritura. No obstante, cuanto más complicado el método, mayor es la posibilidad de que nos quedemos atascados o nos sintamos abrumados. Sin embargo, no tiene que ser así. Jesús nos dio una guía sobre cuál debe ser nuestro enfoque cuando estudiamos la Biblia. Cuando le preguntaron sobre cuál era el mandamiento más importante en la Escritura, Él respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22:37-39). Según Jesús, todo en la Escritura está relacionado de alguna manera con amar a Dios o amar al prójimo. Entonces, un método muy simple para estudiar la Biblia es hacer buenas preguntas que nos ayudan a ver estas mismas cosas que Dios quiere que veamos en la Escritura. Cuando se trata de estudiar la Biblia, el deleite es el combustible más fuerte. Si verdaderamente creemos que nuestra vida espiritual depende de cada palabra que sale de la boca de Dios (Dt 8:3; Mt 4:4), dedicaremos tiempo para estudiar la Palabra de Dios. Como David, antes que nosotros, oraremos para que Dios nos dé vida a través de su Palabra (Sal 119:25, 37, 50, 93, 107, 116, 144, 154, 156, 159). ¿Por qué no tomar un momento para pedirle a Dios que abra nuestros ojos para ver las maravillas de su Palabra (Sal 119:18)?

Matthew S. Harmon es autor de Asking the Right Questions: A Practical Guide to Understanding and Applying the Bible [Haciendo las preguntas correctas: una guía práctica para entender y aplicar la Biblia].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] Gregorio Magno, Comentario de Job (Moral. insc. 4 [CCL 143:6]), citado por Andy Naselli, «On Swimming Elephants» [Sobre elefantes que nadan].