Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan. (2 Pedro 3:17)
El hundimiento del Titanic, el 14 de abril de 1912, es uno de los accidentes masivos más recordados de la historia, donde fallecieron más de 1500 personas. Pero este terrible accidente se pudo haber evitado si la tripulación hubiera puesto más atención a las advertencias que se le comunicaron previamente. Se tiene registro de que, ese mismo día, el Titanic recibió al menos 10 mensajes desde 5 diferentes barcos, advirtiéndole que había presencia de icebergs en la zona, sin embargo, cada uno de ellos fueron ignorados y los tripulantes se mantuvieron navegando a la misma velocidad como si nada ocurriera. Pese a esa vital información que tuvieron de antemano, no se mantuvieron alertas, y producto de su fatal error, numerosas personas fallecieron en esta histórica catástrofe [1].
Esto es precisamente lo que Pedro hace en este verso. Está concluyendo su carta y, frente a la importante información que nos ha dado a lo largo de ella, nos da dos importantes consejos, en este verso y en el siguiente. Aquí nos dice que frente a todas las importantes advertencias que nos ha dado, debemos mantenernos alertas, es decir, no desecharlo como lo hicieron los tripulantes del Titanic, pues las consecuencias pueden ser fatales. Si desechamos sus advertencias y no estamos alertas, podemos ser arrastrados por las falsas enseñanzas de los falsos maestros.
Este mandato de Pedro a mantenernos alertas es un mandato para nosotros también hoy como iglesia, pues su advertencia es relevante también para nuestros tiempos. Las personas muchas veces piensan que los falsos profetas son personajes extraños con túnicas raras que tratan de arrastrar a la gente. Pero aun cuando este tipo de casos ocurre, hemos visto a lo largo de la carta de Pedro que es algo mucho más sutil que esto. Por tanto, no debemos cometer la locura de descuidarnos, pues como vemos, esto puede tener consecuencias desastrosas para nuestra vida espiritual. Aun cuando las falsas enseñanzas sean un gran iceberg delante de nosotros, podemos chocar con ellas si es que no estamos alertas y aun cuando a veces pueda parecernos algo imposible de ocurrir. Los verdaderos creyentes se mantienen alertas, mientras que aquellos que no lo están, tarde o temprano se verán arrastrados por falsas enseñanzas.
Quizá en este momento ves que tu vida cristiana esta firme y fuerte, sin embargo, eso nunca debe ser sinónimo de dejar de estar alertas. Una señal de la fortaleza espiritual del verdadero creyente es precisamente estar alerta para no ser arrastrado.
Jesús constantemente nos advirtió que debíamos estar en guardia para no ser engañados. Con esto, tanto Jesús como Pedro no buscan hacernos sentir inseguros de la gracia y de nuestra salvación. Sin embargo, la confianza en su gracia y amor salvador no es lo mismo que presumir de su gracia, ni menos “experimentar” con enseñanzas que sutilmente nos apartan del Señor para poner nuestra confianza en lo material o en cosas secundarias. Como hemos dicho, aquel que confía y está verdaderamente seguro en la gracia de Dios es alguien que se mantiene alerta y vigilante.
Frente a esta importante advertencia, no desechemos la palabra que Dios nos ha dado por medio de su apóstol Pedro creyendo que en estos tiempos estas cosas ya no ocurren. Frente a la realidad de los falsos maestros que Pedro nos ha presentado, debemos estar constantemente revisando nuestras vidas frente al Señor, orando en todo momento y creciendo día a día en nuestro conocimiento de la palabra de Dios; así, el Espíritu Santo nos mostrará con toda claridad los icebergs que puedan aparecer delante de nuestra vida, para no cometer la locura de confiarnos y simplemente desechar el vital llamado que se nos ha hecho, sino por el contrario, mantenernos alertas.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Hundimiento_del_RMS_Titanic