Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará… (2 Pedro 3:3)
¿Se han burlado alguna vez de tu fe? ¿Cómo te sentiste?
Siempre recuerdo, con mucha tristeza, una época del colegio en que hice bromas muy pesadas a un compañero de curso. Lo molestaba por su forma de hablar, por las cosas que decía, y cuando volvíamos a casa, me divertía impidiéndole bajar en la estación del metro que le correspondía. Nunca pensé cómo esto le podía dañar, pues solo seguía mis propios instintos para hacer lo que me parecía divertido. El pecado en nosotros enceguece de tal forma que nos puede llevar muy lejos en el daño que podemos causar a otros.
Ahora que conozco a Cristo, miro hacia atrás, siento vergüenza y oro para que Dios pueda sanar cualquier herida que haya causado en ese compañero. Sin embargo, hoy también me ayuda a tener la perspectiva correcta frente a lo que Pedro nos presenta en este verso.
Pedro nos advierte que personas se burlarán de nuestra fe. Nos menciona dos cosas en relación con ellos: (1) que existirán y (2) que actuarán siguiendo sus malos deseos.
Primero, los burladores fueron, son y serán una realidad en nuestra vida cristiana. Esto no empezó a ocurrir recién en la iglesia primitiva, sino que estuvo presente desde tiempos antiguos en el pueblo de Israel. Por ejemplo, el Salmo 89:50 menciona: “Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.”
Estos personajes son una realidad desde tiempos antiguos y siguen siendo parte de nuestra vida cristiana. Si alguien se ha burlado de tu fe —o lo hiciera en el futuro—, debes recordar que Dios, por medio de Pedro, nos advirtió que esto ocurriría. Por tanto, lejos de sentirnos amedrentados e inseguros por personas que toman nuestra fe para la risa, debemos sentirnos más seguros y confiados de que Dios y su conocimiento de lo que sucederá en la historia es real.
Lo segundo que Pedro nos dice es que los burladores actuarán siguiendo sus malos deseos. En otras palabras, los que se burlan de nuestra fe lo hacen como consecuencia de su pecado. En este sentido, hay tres cosas importantes que debemos recordar. La primera es que, como dice Pablo: “En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios” (Efesios 2:3). Es decir, nosotros también actuábamos siguiendo nuestros deseos pecaminosos, por lo cual merecíamos la ira de Dios tal como estos burladores. No nos diferenciábamos en nada: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!” (Efesios 2:4-5)
Entonces, cuando enfrentemos estos difíciles momentos, tengamos la perspectiva correcta de ellos y de nosotros mismos, y recordemos que, si la misericordia de Dios no nos hubiera alcanzado, seríamos igual que ellos.
En segundo lugar, debemos confiar en que Dios es el único juez quien juzgará al mundo con justicia (Salmo 9:8), y por tanto, toda obra contra el pueblo de Dios no quedará impune. Por ello, no debemos tomar la justicia en nuestras manos sino dejar todo en las de Dios sabiendo que él es quien hará justicia un día.
Y finalmente, eso nos da la libertad y la seguridad para que, en vez de ponernos nerviosos, enojarnos, responder a la defensiva o de forma violenta, podamos orar por estas personas como Jesús lo ordenó para que, tal como sucedió con nosotros, Dios les conceda misericordia y los libre de obedecer sus malos deseos: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos” (Mateo 5:44).
Que cuando vengan los burladores a tu vida la próxima vez (porque van a venir), el Espíritu Santo nos pueda recordar estas importantes verdades para poder sentirnos seguros en él, humildes, y aprovechar la libertad que tenemos para amar y orar por todos aquellos que nos atacan con sus bromas pesadas.