Queridos hermanos, esta es ya la segunda carta que les escribo. En las dos he procurado refrescarles la memoria para que, con una mente íntegra… (2 Pedro 3:1)
Cuando estaba escribiendo este devocional, busqué una situación que ilustrara el olvido que podemos sufrir los cristianos. Seleccioné una que funcionaba perfectamente, hasta que luego el editor se dio cuenta de que yo ya la había usado en uno de los primeros devocionales de esta serie.
Hay olvidos que no necesariamente conllevan grandes consecuencias, pero los cristianos a diario olvidamos cosas tremendamente fundamentales para nuestra vida. Por eso, el llamado que Pedro ahora hará al final de su carta es que los cristianos recuerden.
Pedro ahora cambia drásticamente el tono de su carta luego de la sección que dedicó a hablar de los falsos maestros. Habiendo usado palabras fuertes y hecho acusaciones serias, pasa a hablarles a los destinatarios de la carta como “Queridos hermanos”, aunque una traducción más apropiada sería “amados”. Pedro quiere que los cristianos que están leyendo sus palabras se sientan seguros, como hermanos en Cristo, y puedan percibir que todo lo que les ha estado diciendo surge de su preocupación y amor como pastor por sus ovejas, por más fuertes que estas palabras hayan sido. Entonces, a sus “amados”, vuelve a reafirmarles el propósito de su carta al decirles que les ha escrito para recordarles. La consecuencia de recordar producirá una mente íntegra en cada cristiano. Por otro lado, el aumento de los pensamientos pecaminosos en la vida de una persona será directamente proporcional al olvido de las cosas del Señor.
El olvido es algo espiritual, por lo que debemos estar atentos a sus síntomas y peligros. Por ello es tan importante lo que nos está exhortando Pedro. Esto no significa que las cosas del Señor necesariamente desaparezcan de nuestra mente, como por arte de magia, sino que comienzan a ser irrelevantes para nosotros. Y aun cuando las cosas puedan permanecer en nuestra mente, puede haber olvido si ya se han desvanecido en nuestro corazón y no dirigen nuestra vida.
Puedes conocer bien muchas “cosas” de la Biblia, puedes saber versículos de memoria y manejar conceptos teológicos apropiados, pero eso no necesariamente significa que éstos tengan autoridad real sobre nosotros.
Quizás lleves muchos años en la fe, pero ¿dirige la palabra del Señor cada área de tu vida? ¿Son las palabras de Dios las que vienen a tu corazón para darte paz en los momentos difíciles o mantenerte humilde y dependiente en los éxitos de tu vida? Si no es así, quiere decir que hay síntomas de olvido en tu vida.
A veces nos sentimos seguros en lo que conocemos del Señor y su palabra. Eso, en sí mismo, no está mal, pero si finalmente se traduce en dar por sentadas las cosas de Dios, o asumir que no hay nada nuevo en las lecturas del servicio, o bien en cada sermón, quiere decir que hay serios síntomas de olvido. Por eso es que, para hacer frente a esto, Pedro nos llama a recordar, y en forma concreta, debemos hacerlo aprovechando todos los medios que por su gracia el Señor nos ha dado.
En algunas iglesias los servicios se llevan a cabo haciendo uso de una liturgia escrita. Muchas personas critican esta modalidad pues la encuentran repetitiva, mecánica o fría, pero ese preciso estilo de culto, cuando está construido fielmente sobre la palabra, tiene el propósito de hacernos recordar cosas fundamentales. La lectura bíblica es el ejemplo más obvio. Muchas veces enfrentamos ciertos capítulos conocidos de la Biblia con un poquito de arrogancia pensando que los conocemos casi de memoria. Sin embargo, debemos volver a leerlos pues podemos olvidar. Si saltas algunos pasajes porque ya te los sabes de memoria y no hay nada nuevo en ellos, puede que haya síntomas de olvido en tu vida. La Santa Cena también tiene el propósito de hacernos recordar, específicamente la muerte de nuestro Señor Jesús, y mantenernos confiados en esta vida en la esperanza de su segunda venida.
Cada uno de nosotros debe asumir esta exhortación con humildad y aprovechar cada oportunidad para recordar. Nunca debemos dar por sentadas las cosas del Señor en nuestra vida. Debemos estar recordando constantemente, pues tenemos tendencia al olvido.
Sea que identifiques o no los síntomas del olvido en tu vida, debes escuchar las palabras de Pedro, ya que tanto los que están recordando como los que han olvidado, no deben olvidar recordar.