“Estos individuos son fuentes sin agua, niebla empujada por la tormenta, para quienes está reservada la más densa oscuridad.” 2 Pedro 2:17
Hace casi 20 años un hombre llamado Mauro Prosperi, de 39 años, vivió la peor experiencia de su vida al perderse en el desierto del Sahara mientras participaba de una maratón. Durante 10 días estuvo perdido, y a pesar de contar con toda la implementación básica, el agua fue su gran problema. Llegó a estar tan desesperado que bebió su propia orina y sangre de murciélago para sobrevivir. Fue tan terrible su experiencia que incluso, en un determinado momento, tomó la decisión de quitarse la vida. Escribió una carta para su esposa, y se cortó las muñecas, pero de milagro despertó a la mañana siguiente vivo. Al décimo día se encontró con un campamento de mujeres quienes salvaron su vida.[1]
¿Puedes imaginar la desesperante y terrible situación que experimentó? Ahora, imagina que en su peor momento este hombre hubiera visto a lo lejos una fuente de agua. Imagina la esperanza, alegría, y el placer de beber que debe estar experimentando este hombre, que incluso puede sentir el agua en su boca mientras corre con sus últimas fuerzas hacía ella. Piensa ahora, e intenta imaginar lo que hubiese sentido este hombre si al llegar a la fuente está se encontrara completamente seca. Esta es precisamente la imagen que nos presenta Pedro sobre los falsos maestros en este verso. Son una fuente sin agua. Dan esperanza y promesas de satisfacción a las personas que caminan sedientas y moribundas espiritualmente, quienes corren gozosas creyendo haber encontrado lo que siempre buscaron, pero al final solo encuentran vacío y sequedad.
En este mismo sentido Pedro también los compara con una niebla empujada por la tormenta, que al formarse da la esperanza de una lluvia refrescante, pero que es fácilmente dispersada por el viento no dando el agua prometida.
En ambos sentidos Pedro nos está diciendo que las enseñanzas de los falsos profetas nunca van a dar la satisfacción que prometen, sino que van a dejarnos desesperanzados, desilusionados y más sedientos que antes.
Tristemente vemos como muchos falsos maestros hacen llamados a beber de sus fuentes por medio de promesas de prosperidad o de experiencias espirituales donde la santidad no tiene ninguna importancia. Más triste aun es ver como muchos sedientos corren en masa buscando satisfacción para sus vidas, pero por más prometedoras que se vean a lo lejos, tarde o temprano terminaran dándose cuenta que no cumplen lo que prometen.
Por el contrario a esta triste realidad, la Palabra de Dios nos muestra que los verdaderos maestros del evangelio, te aman con la verdad, al llamarte a beber solamente de aquella única fuente que puede saciar tu sed de verdad para siempre, de aquella única fuente inagotable que siempre cumple lo que promete:
“Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed—respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” (Juan 4:13-14)
Jesús es el único que puede saciar de verdad nuestra sed.[2] Solo él hace promesas que puede cumplir a los sedientos espirituales.
El nombre de Jesús y algunas de sus palabras, fuera de contexto, van a ser mencionadas por estos falsos maestros en sus falsas promesas. Sin embargo no será presentado como la verdadera fuente en si misma, sino solo como un medio para alcanzar las falsas fuentes sin agua, que prometen saciar nuestra sed, pero sin éxito. La imagen que se presenta de Jesús es tan diluida, que solo termina siendo un espejismo atrayente solamente para buscar la satisfacción de nuestros propios deseos, lo que hará que, tarde o temprano, terminemos golpeándonos la cara con tierra seca.
¿Cuál es el llamado que estás recibiendo de tus líderes espirituales? ¿Cuál es la fuente a la que realmente estas siendo invitado a beber?
Si no es a la fuente verdadera, busca a Jesús, conócelo y cree en sus palabras, pues solo bebiendo de Él no volverás a tener sed, pues cualquier otra cosa que te ofrezcan, por más esperanzadora que se vea, será solo una fuente sin agua.
[1] http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/11/141127_deportes_mauro_prosperi_desierto_finde
[2] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (vol 18, p 137). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.