2 Pedro 2:14b-16 “…son expertos en la avaricia, ¡hijos de maldición! Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir la senda de Balán, hijo de Bosor, a quien le encantaba el salario de la injusticia. Pero fue reprendido por su maldad: su burra—una muda bestia de carga—habló con voz humana y refrenó la locura del profeta.”
Pedro ahora se refiere a los falsos maestros como expertos en avaricia. En el idioma original, la palabra que usa es un derivado de “gimnasio”.[1] Es decir, mientras Pablo llama a los cristianos a entrenarse en la piedad, estos hombres están entrenados para la búsqueda de más dinero. En este mismo sentido, Pablo afirmó que los falsos maestros usan la piedad para enriquecerse (1 Timoteo 6:3-10).
Como están especialmente “entrenados”, los falsos maestros usarán estratégicas enseñanzas para obtener el dinero de sus seguidores. Tergiversan textos bíblicos, usan versos fuera de contexto, juegan con las propias pasiones y preocupaciones de sus audiencias, se jactan de su propia prosperidad, hacen promesas, provocan culpabilidad, etc., es decir usan la piedad para obtener sus ganancias sin temor de Dios.
Además Pedro los compara con Balán, un profeta del Antiguo Testamento (Números 22-24), quien fue movido por su avaricia, a tal punto, que pensó que podía oponerse a la voluntad de Dios para obtener sus deseos. Intentó desviar a la gente del camino de la verdad para obtener ganancias económicas. Y no solo eso, sino que además influyó negativamente en la moral de Israel (Números 25). Intentó derechamente buscar ganancias y popularidad tergiversando la Palabra de Dios. ¿Entendemos ahora por qué Pedro uso este ejemplo?
Irónicamente su burra, un animal irracional, mostró tener mejor discernimiento espiritual y devoción que el propio profeta. Generalmente usamos a los burros para compararlos con aquellas personas que son tercas o bien, tienen serias dificultades para entender cosas básicas, pero este profeta muestra ser más burro que su propia burra en su actitud de buscar ganancias financieras a costa del pueblo de Dios y falta de temor de Dios. Así mismo, muchas personas que aparentemente conocen sus Biblias y llevan años en la fe, enseñanzas como estas, parecen no hacerles ningún ruido. Incluso muchos no creyentes a veces muestran tener mayor discernimiento espiritual que muchos cristianos, frente a los pastores de la prosperidad.
Sin embargo, a pesar de este avaro profeta, Dios en su soberanía decide hablar por medio de él para bendecir a su pueblo. Actualmente muchas personas cuando escuchan a ciertos pastores de la prosperidad dicen: “pero mira esto otro que dijo” “Mira este otro sermón” “Dios me habló sinceramente en este área”. Pero este tan buen ejemplo que nos da Pedro nos muestra que Dios en su soberanía puede bendecir a su pueblo y hablar por medio de estos personajes aun cuando sean como Balán, buscando solo su propio beneficio económico, pues su ministerio profético era solo movido por su amor al dinero.
Balán estaba tan ciego por su avaricia que creía tontamente que podía oponerse a Dios en sus propósitos para ese fin.[2] De esta misma forma, muchos falsos profetas llevan a cabo sus prácticas sin cuestionarse de que serán juzgados, solo porque sus iglesias están llenas, porque han alcanzado prosperidad económica o porque incluso Dios los usa a veces como lo hizo con Balán. Las Escrituras nos muestran que ninguna de estas cosas es sinónimo de que eres un siervo aprobado de Dios. Es más, la propia actitud y corazón desviado de este profeta lo lleva a morir enfrentándose en contra de Israel. Convirtiéndose así en un claro ejemplo, de cual será finalmente el destino de estos personajes por actuar en contra el pueblo de Dios, a pesar de que en sus sermones afirman desear lo contrario.
De la misma manera que Balán mal influenció al pueblo de Dios, los falsos maestros de nuestra época han influenciado la iglesia moderna proveyendo enseñanzas materialistas, donde el dinero siempre es un sinónimo de la bendición de Dios y con ello han borrado de los corazones de muchos cristianos las palabras de Jesús, de que el amor al dinero es el principio de todos los males y las tan claras y explícitas advertencias de Pedro y Pablo.
Dios no envió a su único Hijo para que seas rico y exitoso, Dios envío a su Hijo para un problema mucho más grande que es tu pecado, Dios envío a su hijo para que todo el que crea en él no se pierda, sino tenga vida eterna.
Revisemos nuestro corazón diariamente si es que acaso hemos absorbido las enseñanzas de estos modernos Balán y no lleguemos a ser más burros que una burra.