Pero aquellos blasfeman en asuntos que no entienden. Como animales irracionales, se guían únicamente por el instinto, pues nacieron para ser atrapados y degollados. Lo mismo que esos animales, perecerán también en su corrupción y recibirán el justo pago por sus injusticias. (2 Pedro 2:12-13a)
Tenemos una perrita de raza maltés. Cada domingo, cuando vamos a la iglesia, debemos dejarla en la casa, pero como presiente cuando vamos a salir, espera en la puerta, y apenas la abrimos, trata de escaparse. Por eso, para lograr irnos, le servimos la comida, y como sus ganas de comer son más grandes, en ese momento aprovechamos de salir y dejarla encerrada en la casa.
En este versículo, Pedro nos dice que los falsos maestros y sus seguidores funcionan de la misma manera. Son como animales irracionales que, guiados por su instinto, toman decisiones por las cuales finalmente terminarán atrapados, recibiendo las consecuencias de sus actos.
Al igual que un perrito que va ciegamente tras su alimento, estas personas van tras sus pasiones desordenadas sin evaluar racionalmente las consecuencias e implicaciones de sus actos, y sin darse cuenta, quedarán atrapados, tal como ocurre con mi perrita.
Aquí vemos nuevamente algo que hemos estado viendo a lo largo de toda la carta: En el cristianismo sí importa la manera en la que te comportas, no para salvarte sino como consecuencia lógica de que has sido salvado por ese Dios misericordioso. No podemos afirmar que tenemos una relación con un Dios bueno sin convertirnos día a día en personas mejores.
¿Cómo tomas las decisiones en tu vida diaria? ¿Cómo decides qué ver en la televisión o en Internet? ¿Cómo tomas las decisiones sobre la manera en que gastas tu dinero? ¿Buscas honrar a Dios en todo lo que haces, o únicamente eres guiado por tus instintos?
Si reconocemos delante de Dios que, sinceramente, un instinto desordenado es lo que nos lleva a tomar la mayoría de las decisiones de nuestra vida —al igual que los animales—, Pedro dice que nuestro destino es ser atrapados y degollados, es decir, es una señal clara de la perdición que sufriremos cuando nuestro Señor Jesús vuelva para juzgar al mundo. Por ello es que debemos arrepentirnos ahora mismo delante del Señor, mirar a Jesús y cómo él pagó por nuestras pasiones desordenadas guiadas por un instinto “animal”, como Pedro lo describe, y confiando en la obra del Espíritu Santo, debemos cambiar urgentemente nuestra manera de vivir.
Pero además Pedro nos dice que estas personas que viven por sus instintos no sólo deberán esperar el juicio final para recibir su castigo, sino que comenzarán a sufrir las consecuencias de sus propias pasiones siendo destruidos por ellas.
El autor Barclay describe esto muy acertadamente: ”Durante un tiempo pueden disfrutar de lo que ellos llaman el placer, pero al final les arruina su salud, destruye su imagen, destruye su mente y el carácter y comienza su experiencia de infierno mientras ellos todavía están en la tierra” [1].
Barclay nos muestra en profundidad lo que Pedro nos dice. Ellos recibirán el justo pago por sus injusticias, en su corrupción, pero esto no sólo ocurrirá en el momento del juicio final sino que comenzarán a experimentar las consecuencias de su pecado acá en la tierra. Cada una de las cosas en que sus instintos les llevaron a poner su confianza, les terminarán abandonando y no cumplirán sus promesas eternas de placer, satisfacción y felicidad que les hicieron. Tarde o temprano terminarán atrapados en aquellas cosas que, irónicamente, ellos decidieron como argumento de su libertad.
Dios no sólo pide que lo obedezcamos porque “él es Dios, y punto”, sino porque además en su sabiduría él sabe que es lo mejor para nosotros y no hay nada mejor que él mismo. Muchas veces las personas caen presas de sus propios instintos, arruinan por completo sus vidas y las de sus familias y al final terminan echándole la culpa de su situación a Dios.
Tengamos cuidado de no ser presas de nuestros instintos y revisemos día a día nuestra manera de vivir. Frente al alcohol, el sexo, la comida, las redes sociales, la televisión, etc., etc., ¿actúas como alguien guiado por el Espíritu Santo, o como un animal de instinto?
[1] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18, p. 130). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.