La intimidad sexual dentro del matrimonio es un hermoso regalo de Dios. Es un medio para el juego y la pasión, y nutre la cercanía con tu cónyuge, proveyendo un contexto único para dar y recibir amor. No obstante, como todos los buenos regalos de Dios (1Ti 4:4), el diablo busca «robar, matar y destruir» (Jn 10:10). Sus perversiones son profundamente dolorosas y las cicatrices pueden ser duraderas.
Como padre, anhelo que mis hijos disfruten del vínculo del matrimonio sin la mochila de un pecado sexual pasado. Sin embargo, como líder de iglesia y profesor de seminario y de universidad, sé muy bien cuán extraño es que las personas mantengan la pureza.
Glorifica a Dios en tu cuerpo
Honrar a Dios con nuestros cuerpos debe ser la búsqueda de todo creyente. Como Pablo asevera en 1 Corintios 6:19-20: «¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo […]».
La masturbación implica la estimulación de los genitales (normalmente con la mano) para obtener placer sexual y de una manera que frecuentemente alcanza el orgasmo. Mi enfoque en este artículo es clarificar bíblicamente por qué involucrarse en esa actividad fuera del lecho matrimonial es pecaminoso y debe, por tanto, evitarse. Aun cuando podría haber un lugar para la masturbación al hacer el amor en el matrimonio, mi utilización del término aquí está restringido a actos independientes aparte del cónyuge.
Muchos profesionales médicos tratan la masturbación como una parte natural del desarrollo humano y algunos líderes de la iglesia han intentado dar razones prácticas y teológicas para masturbarse. Desde una perspectiva bíblica, sin embargo, no creo que este enfoque agrade a Dios, y he visto la devastación que esa práctica trae tanto a solteros como a casados por igual.
Cristo compró el poder para la pureza
No podemos vencer la tentación sexual en nuestras propias fuerzas. Sin embargo, ¡con la ayuda de Dios, todas las cosas son posibles (Mr 9:23; 10:27)! En el Antiguo Testamento, Dios prometió darle a su pueblo redimido un nuevo corazón (esto es, nuevos deseos, anhelos y pensamientos) y poner su «espíritu y haré que anden en [sus] estatutos, y que cumplan cuidadosamente [su] ordenanzas» (Ex 36:26-27).
Este es nuestro ruego y nuestra confianza a la luz del nuevo pacto de Cristo: ¡podemos vencer con la ayuda de Dios! En Cristo, somos nueva creación. «[…] Las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas» (2Co 5:17). Ahora, el que está en nosotros es «mayor […] que el que está en el mundo» (1Jn 4:4). Aquel que tiene «toda autoridad […] en el cielo y en la tierra» está para siempre con nosotros (Mt 28:18, 20). Estamos completamente perdonados para siempre (Heb 10:17-18), vestidos de la justicia de Cristo (2Co 5:21).
«Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús […]» (Ro 8:1) y con Dios obrando por nosotros, ahora podemos «manten[er] firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar» seguros de que «[…] fiel es Aquel que prometió» (Heb 10:23).
Cómo controlar nuestros cuerpos en santidad y honor
Teniendo en mente la obra capacitadora del nuevo pacto, comprada por sangre y empoderada por el Espíritu, ofrezco los siguientes pensamientos sobre la práctica de la masturbación en la vida de un creyente. Estas son para la búsqueda de la santidad, para que podamos saber cómo controlar nuestros cuerpos en santidad y honor (1Ts 4:3-4). Que Dios, quien nos ha llamado a santidad y nos ha dado su Espíritu, nos ayude (1Ts 4:7-8).
1. Criar una descendencia piadosa es una forma principal de hacer discípulos. La masturbación minimiza la pasión de Dios por la adoración global
Una de las maneras más grandes de cumplir la Gran Comisión de hacer discípulos de Cristo (Mt 28:18-20), de llenar, de multiplicar y de someter al mundo con imágenes de Dios (Gn 1:27-28; comparar Romanos 8:19; 2 Corintios 3:18) es que las parejas cristianas casadas tengan y entrenen a sus hijos en piedad (Sal 78:5-8; 127:3; Mal 2:15; Ef 6:4). En ciertas etapas del matrimonio podría ser recomendable usar ciertos métodos anticonceptivos. Sin embargo, para quienes la masturbación es la norma y ven a los hijos como cargas no deseadas, probablemente están minimizando la Gran Comisión y la pasión de Dios por la adoración global.
Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla […]» (Génesis 1:27-28).
¿Acaso no hizo Dios un solo ser que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios. Así que cuídense ustedes en su propio espíritu y no traicionen a la esposa de su juventud (Malaquías 2:15, NVI).
Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:19-20).
Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor. (Efesios 6:4).
2. Dios planeó que todas las formas justas de expresión sexual estén reservadas para el lecho matrimonial. La masturbación quita la expresión sexual de su único contexto diseñado por Dios
La expresión sexual manifestada en el orgasmo es un buen don de Dios (1Ti 4:2-5) que hombres y mujeres deben disfrutar sólo en el contexto de la intimidad sexual marital (Gn 2:23; Cnt 8:4-6; 1Co 7:2-3: Heb 13:4). Cuando las personas alcanzan el orgasmo fuera del acto de la relación sexual en el matrimonio, lo que confirma el pacto, el acto se convierte únicamente en una búsqueda personal, divorciada de su propósito de crear intimidad. La expresión sexual a través del orgasmo debe ser un rebose de deseo por el cónyuge, no un mero sentimiento o experiencia.
[… Los] mentirosos […] prohibirán casarse […] que Dios […] ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad. Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración (1 Timoteo 4:2-5).
[…] Por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. […] No se priven el uno del otro, […] a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio (1 Corintios 7:2-3, 5).
Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios (Hebreos 13:4).
3. Preservar la expresión sexual para el lecho matrimonial alimenta la intimidad y un corazón de servicio para nuestro cónyuge. La masturbación socava ambas cosas
Como les mencioné anteriormente, el orgasmo fuera del lecho matrimonial quita la naturaleza relacional e íntima de la expresión sexual, que está al centro de su propósito (1Co 7:2-3, 5). Abstenerse de la masturbación ayuda a purificar nuestros apetitos (1Co 9:27). Ayuda a asegurar que el deseo de una persona por hacer el amor con su cónyuge sea para nutrir la intimidad pactual por medio del servicio y el honor, y a través de recibir amor de él o ella (Mt 20:28; Jn 13:14-16). Le recuerda a las parejas que su cónyuge no les fue dado como un objeto para explotar; al contrario, como un compañero de pacto para quien hay que proveer, proteger y respetar (Ef 5:25; 28; 33; ver también Génesis 2:24).
Sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado (1 Corintios 9:27).
Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28).
Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella […]. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. […]. Cada uno de ustedes ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido (Efesios 5:25, 28, 33).
4. La intimidad sexual entre el esposo y la esposa apunta hacia el amor de Cristo y su iglesia. Quienes sustituyen la intimidad marital con la masturbación subestiman la gloria de Dios
La razón principal por la que la expresión sexual manifestada en el orgasmo debe disfrutarse sólo en el contexto del matrimonio es porque el impulso sexual que lleva a la expresión sexual se nos ha dado para representar la naturaleza íntima de «una sola carne» del amor pactual entre Cristo y su iglesia (Ef 5:31-32). Cuando la masturbación es un sustituto de la intimidad marital, minimiza la gloria de Dios expuesta en la expresión sexual al sacar el buen regalo de Dios del contexto ordenado por Dios del amor matrimonial (comparar Jeremías 31:31-32; Ezequiel 16:30-32; Oseas 2:13-14, 16, 20).
Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia (Efesios 5:31-32).
«Vienen días», declara el Señor, «en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto […] que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos», declara el Señor (Jeremías 31:31-32).
5. La masturbación fuera del lecho matrimonial no glorifica a Dios porque el deseo malvado siempre lo aviva
Cualquier cosa que hagamos (incluyendo todas las formas expresión sexual) debemos hacerla «todo para la gloria de Dios» (1Co 10:31). Ya sea que se etiqueten como codicia, lujuria o sensualidad, los deseos fuera de lugar y a destiempo no glorifican a Dios, y fallar en glorificar a Dios siempre es pecado (Ro 3:23; 14:23). De este modo, Pablo exhorta: «glorifiquen a Dios en su cuerpo» (1Co 6:20).
En el buen diseño de Dios, el amor marital es el único contexto justificado para que alguien disfrute el anhelo sexual del orgasmo, puesto que es en esta esfera que una persona glorifica a Dios al señalar la unión hermosa de Cristo y su iglesia (Ef 5:31-32). Desde esta perspectiva, el deseo malvado aviva toda la expresión sexual fuera del lecho matrimonial, incluida la masturbación, por lo que debemos tratar todos esos actos como pecaminosos y merecedores del infierno (Mt 5:29-30; Mr 7:20-23; 1Co 6:9-10; Gá 5:17, 19-21; Ef 5:5; Col 3:5-6).
¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo […] (1 Corintios 6:19-20).
Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).
Porque con certeza ustedes saben esto: que ningún inmoral, impuro o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios (Efesios 5:5).
Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas (Colosenses 3:5-6).
6. Jesús impulsó a sus seguidores a guardarse de la masturbación lujuriosa, y Pablo llamó a los cristianos a controlar sus partes sexuales en santidad y honor
Sólo «los de limpio corazón […] verán a Dios» (Mt 5:8). Jesús aparece para unir la masturbación con la lujuria cuando declara que mirar a una mujer con intenciones lujuriosas es pecado y luego les ordena a sus discípulos que tomen medidas extremas con sus ojos y manos, a fin de que se preserven para la vida (Mt 5:27-30). De igual manera, Pablo enfatizó que la santidad vista en la pureza sexual era la voluntad de Dios para cada persona y luego él animó a los creyentes a controlar sus partes sexuales en santidad y honor y no en lujuria (1Ts 4:3-5; ver también Romanos 6:19-22). «[…] Sin [tal santidad] […] nadie verá al Señor» (Heb 12:14).
Fíjense que «miembros» en la NBLA en Romanos 6:19 se refiere a «partes del cuerpo» y que «cuerpo» en la NVI en 1 Tesalonicenses 4:4 literalmente es «vaso» y podría referirse al pene de un hombre (comparar 1 Samuel 21:5 en la Septuaginta, donde se usa la misma palabra griega).
Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno (Mateo 5:27-30).
[…] Porque de la manera que ustedes presentaron sus miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presenten sus miembros como esclavos a la justicia, para santificación (Romanos 6:19)
Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios (1 Tesalonicenses 4:3-5).
7. Pablo declara que la respuesta al deseo sexual es el lecho matrimonial o el dominio propio, no la masturbación
El apóstol afirmó que para aquellos con el don del matrimonio, las relaciones sexuales regulares con su cónyuge ayudan a mantenerse fiel y protegidos contra las tentaciones demoníacas (1Co 7:1-3, 5). Para aquellos capaces de mantener el dominio propio, la soltería es una buena opción, pero donde aparece la pasión sexual, el matrimonio, y no la masturbación, es el antídoto de Pablo (1Co 7:8-9, 36-38).
[…] Bueno es para el hombre no tocar mujer. No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. […] Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio (1 Corintios 7:1-3, 5).
A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo. Pero si carecen de dominio propio, cásense. Que mejor es casarse que quemarse (1 Corintios 7:8-9).
Y si alguien cree que no está obrando correctamente con respecto a su hija virgen, si ella es de edad madura, y si es necesario que así se haga, que haga lo que quiera, no peca; que se case. Pero el que está firme en su corazón, y sin presión alguna, y tiene control sobre su propia voluntad, y ha decidido en su corazón conservar virgen a su hija, bien hará. Así los dos, el que da en matrimonio a su hija virgen, hace bien; y el que no la da en matrimonio, hace mejor (1 Corintios 7:36-38).
8. La masturbación fuera del lecho matrimonial da testimonio de la falta de dominio propio y, por lo tanto, es pecado
El dominio propio es un fruto del Espíritu del nuevo pacto (Ga 5:22-23), una disciplina que agrada al Señor, alimenta la esperanza de la vida eterna y te libera del temor al castigo futuro (Ro 8:6-9, 13; 2Ti 1:7). La falta de dominio propio es pecado y permite una influencia mayor del maligno (Pr 25:28; 1Co 7:5). El orgasmo intencional fuera del lecho matrimonial por medio de la masturbación da testimonio de una falta de dominio propio y, por lo tanto, es pecado.
[…] El fruto del Espíritu es […] dominio propio […] (Gálatas 5:22-23).
Los que están en la carne no pueden agradar a Dios […]. Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán (Romanos 8:8, 13).
No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio (1 Corintios 7:5)
Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios […]. Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a santificación (1 Tesalonicenses 4:3-5, 7).
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).
9. Renunciar al pecado de la masturbación puede nutrir una dependencia mayor en Dios
Toda forma de dominio propio puede funcionar como una disciplina espiritual: nutrir nuestra dependencia en Dios y ayudar a una persona a encontrar la satisfacción en Dios (1Co 9:26-27; 1Ti 4:7-8). Negar los deseos del cuerpo por masturbarse puede desarrollar una rendición mayor al control del Espíritu (Ro 8:13; Gá 5:16).
[…] Corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado (1 Corintios 9:26-27).
Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne (Gálatas 5:16).
[…] Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura (1 Timoteo 4:7-8).
10. Nuestros pensamientos y acciones exponen nuestros tesoros. Es imposible decir: «sean imitadores de mí en la masturbación como yo lo soy de Cristo»
Jesús dijo: «porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. […] Nadie puede servir a dos señores […]» (Mt 6:21, 24). Todo lo que una persona hace expresa quién es y qué aspira a ser. Por lo tanto, debemos preguntarnos: «¿Cristo es nuestro Señor y realmente deseamos ser conformados a su imagen?» (Ro 8:29; Col 3:10).
Además, puesto que tenemos que modelar incesablemente para nuestros hijos, y para otros, lo que significa ser un hombre o mujer a la imagen de Cristo, debemos considerar: «¿puedo declarar confiada y justificadamente: “sean imitadores de mí en la masturbación como yo lo soy de Cristo”? (1Co 11:1; ver también 1 Corintios 4:16; Filipenses 3:17). ¿Ese estilo de vida verdaderamente da «ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1Ti 4:12)?».
Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo […] (Romanos 8:29).
Sean imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo (1 Corintios 11:1; ver también 1 Corintios 4:16).
Hermanos, sean imitadores míos, y observen a los que andan según el ejemplo que tienen en nosotros (Filipenses 3:17).
No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza (1 Timoteo 4:12).
Acuérdense de sus guías que les hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imiten su fe (Hebreos 13:7; ver también Hebreos 6:12).
Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios. El que hace lo malo no ha visto a Dios (3 Juan 11; ver también 1 Juan 3:7-8, 10).
Fiel es Aquel que los llama
A la luz de estas realidades, creo que cualquiera que se masturbe fuera del lecho matrimonial peca e insulta la gloria de Dios en Cristo. Por lo tanto, como hombres y mujeres de Dios, no nos involucremos en ello. Al contrario, busquemos a nuestro Señor para pedir ayuda y busquemos honrarlo con nuestros cuerpos al permitir que el único medio de nuestro deseo sexual sea la intimidad que nutre el pacto de hacer el amor dentro del matrimonio (Job 31:1). Asimismo, guiemos intencionalmente a nuestros hijos en esos caminos de justicia por causa del nombre de Cristo.
«Y el Dios de paz […] los haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando Él en nosotros lo que es agradable delante de Él mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos […]» (Heb 13:20-21). Que «Él les conceda a ustedes […] el ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; de manera que Cristo habite por la fe en sus corazones […] (Ef 3:16-17). Y que Él «[…] los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Aquel que los llama, el cual también lo hará» (1Ts 5:23-24).
Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén (Judas 24-25).