Mito nº. 1: el discipulado es la segunda etapa del cristianismo, después de la conversión. Se puede ser cristiano, pero no un discípulo
Muchas personas piensan que el discipulado es lo que ocurre después de la conversión. Piensan que es sólo después de que alguien se convierte al cristianismo que se le «discipula», al entrenarlo en las disciplinas de la vida cristiana. De manera similar, podrían pensar que es posible tener miembros de la iglesia que han sido cristianos por años, pero que nunca han sido «discipulados».
Sin embargo, la verdad es que todos los cristianos son discípulos: discípulos de Jesucristo. Por consiguiente, siempre estamos en terreno peligroso cuando insinuamos que existen dos clases de cristianos.
Mito nº. 2: el discipulado es sólo para los súper cristianos
Este es similar al primer mito. Dice que el discipulado es sólo para los cristianos súper comprometidos y no para el cristiano normal y corriente. De nuevo, supone que existen dos niveles de membresía en la iglesia: un pequeño grupo de dedicados seguidores de Jesús y la inmensa multitud de creyentes comunes. Otra versión de este mito podría insinuar que son los ministros y/o los misioneros quienes son los verdaderos «discípulos».
No obstante, la verdad es que todos somos llamados a ser discípulos, donde sea que estemos. Y con este mito se corre el riesgo de enseñar «gracia barata», una salvación que tiene poco impacto en nuestras vidas diarias.
Mito nº. 3: el discipulado es un método o programa ministerial
A menudo el discipulado se entiende como una estrategia ministerial, como el mentoreo uno a uno, un ministerio de grupos pequeños o el programa de discipulado de doce semanas. Muchos pastores y escritores conversan sobre «discipulado intencional» para referirse a este tipo de estrategias y programas, inspirándose en la manera en que Jesús discipuló una pequeña banda, entonces usamos su método.
Sin embargo, la verdad es que el discipulado genuino y la manera de hacer discípulos es el objetivo de todo ministerio a medida que proclamamos el Evangelio de Jesús. Si reducimos el hacer discípulos a un método particular, entonces asumiremos equivocadamente que las otras partes de nuestra vida cristiana no tienen nada que ver con hacer discípulos.
Mito nº. 4: el discipulado se trata de rendir cuentas personales al discipulador
Este mito dice que el discipulado se trata de una relación de confianza donde le rendimos cuentas a alguien sobre nuestros tiempos a solas, sobre la asistencia a la iglesia o sobre la evasión de un pecado en particular, como la pornografía. Aunque es una bendición poder ser abiertos con otros sobre nuestro pecado y luchas, está el peligro de complacer al «discipulador» en lugar de a Cristo.
La verdad es que ya tenemos que rendir cuentas de una vida de devoción, arrepentimiento y discipulado al Señor Jesucristo.
Mito nº. 5: predicar no es realmente discipular a las personas
La predicación a menudo se entiende como algo que tiene más que ver con enseñanza y doctrina que con discipulado. Este mito dice que la predicación no es discipulado, porque es pública y generalizada, en lugar de ser privada y uno a uno.
Sin embargo, la verdad es que hacer discípulos ocurre de muchas formas, así como Jesús hacía discípulos mientras predicaba a las multitudes que lo seguían. El discipulado es lo que proclamamos en cada escenario.
Mito nº. 6: hacer discípulos es sólo para aquellos con un cierto don, temperamento o ministerio
Muchos miembros de nuestra iglesia sienten que no son llamados personalmente a obedecer la Gran Comisión. Piensan que hacer discípulos es trabajo de los pastores y líderes de la iglesia y «los cristianos comunes» sólo apoyan el trabajo de otras maneras.
Sin embargo, la verdad es que el discipulado es la vida cristiana completa al servicio de nuestro Señor Jesús. Esto significa que todos están llamados a hacer discípulos al usar sus dones, contextos y oportunidades. Todos son llamados a responder a las palabras de Jesús en Mateo 28:19: «Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones […]».