Los devocionales privados no son mágicos; lo sabemos (en su mayoría).
Sin embargo, todavía podemos vernos tentados a pensar que si descubrimos la fórmula secreta (la mezcla correcta de meditación bíblica y oración) experimentaremos momentos eufóricos de entusiasta comunión con el Señor. Si eso no ocurre, nuestra fórmula debe estar mal.
El peligro de este concepto erróneo es que puede producir desilusión y desánimo crónicos. El cinismo se instala y nos rendimos o leemos rápidamente para aliviar la culpa porque los devocionales parecen no funcionar para nosotros.
Nuestro anhelo por tener comunión íntima con Dios es dada por Dios. Es bueno desearla, pedirla y buscarla. El Espíritu sí nos da pruebas maravillosas y ocasionales. Y este anhelo será satisfecho desbordantemente algún día (Sal 16:11).
Sin embargo, Dios tiene otros propósitos en la disciplina de la diaria meditación bíblica y oración. Estos son un par de ellos:
- Ejercicio del alma (1Co 9:24; Ro 15:4): ejercitamos nuestros cuerpos para aumentar nuestra fuerza y resistencia, para promover la salud general y para evitar el peso innecesario. Los devocionales son como el ejercicio para nuestras almas. Quitan nuestra atención de las distracciones y búsquedas autoindulgentes y la llevan a los propósitos y promesas de Dios. Si descuidamos este ejercicio, nuestras almas se vienen abajo.
- Forma el alma (Ro 12:2): generalmente, el cuerpo tomará la forma de acuerdo a la manera en que lo ejercitemos. Correr pone en forma de una manera; entrenar con pesas, de otra. Lo mismo es cierto para el alma. Se amoldará a cómo la ejercitemos (o no la ejercitemos). Es por eso que cambiar tu rutina de ejercicios puede ser útil. Lee la Biblia en un año, estudia un solo libro y memorízalo en un año, toma un par de meses para meditar y orar desde los textos relacionados a un área de especial interés, etc.
- Abundante Biblia (Sal 119:11; Sal 119:97; Pr 23:12): empaparse rigurosa y repetidamente de la Biblia a lo largo de los años aumenta nuestro conocimiento bíblico general, proveyendo combustible para el fuego de la adoración y aumentando nuestra capacidad de tomar la sabiduría de Dios de todas partes de la Biblia para aplicarla a la vida.
- Entrenamiento de batalla (Ef 6:10-17): los marinos reciben un entrenamiento riguroso a fin de arraigar de tal manera su conocimiento sobre armas que cuando repentinamente se vean enfrentados al caos del combate, instintivamente sepan cómo manejar sus armas. De igual manera, manejar y usar diariamente la espada del Espíritu (Ef 6:17) nos hace guerreros espirituales más hábiles.
- Entrenamiento visual (2Co 5:7; 2Co 4:18): Jesús realmente quiere que lo veamos y lo saboreemos. Sin embargo, solo los ojos de fe lo ven. «La fe ciega» es una contradicción, al menos, bíblicamente. La fe no es ciega; la incredulidad lo es (Jn 9:38-41). La fe es ver la realidad que los ojos físicos no pueden ver y creer (1P 1:8). «Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo» (Ro 10:17). Por tanto, si vamos a saborear a Jesús, debemos verlo en la Palabra que Él habla. La fe es un don (Ef 2:8), y como la mayoría de los dones de Dios, deben ser cultivados. Los devocionales diarios son una manera importante de entrenar nuestros ojos de fe para ver la gloria de Jesús en su Palabra y para entrenar nuestras emociones a fin de responder a lo que nuestros ojos de fe ven. Sigue buscando la gloria y Jesús te dará momentos como en Emaús (Lc 24:31-32).
- Cultivo del deleite (Sal 37:3-4; Stg 4:8; Sal 130:5): cuando una pareja se enamora, hay fuegos artificiales hormonales. Sin embargo, cuando se casan, deben cultivar el deleite el uno en el otro. Es la búsqueda mutua consistente, persistente, fiel, intencional y cariñosa, sea mejor o peor la situación del otro, en pobreza o en riqueza, en salud y enfermedad lo que cultiva la capacidad para deleitarse mutuamente de manera mucho más profunda que en la fase de los fuegos artificiales. De igual manera, los devocionales son una de las maneras en las que cultivamos deleite en Dios. Muchos días podrían parecer rutinarios, pero nos sorprenderemos ante el poder acumulativo que tienen para profundizar nuestro amor y nuestra consciencia de Él.
Existen muchos beneficios más. Sin duda podría agregar más a esta lista, pero lo fundamental es esto: no te rindas en tus devocionales diarios. No los leas rápidamente. No permitas que sean desplazados por otras exigencias.
Ladrillo sobre ladrillo se construye un edificio. Lección tras lección se obtiene un grado. Pincelada tras pincelada se crea un cuadro. Tus devocionales podrían parecer comunes y corrientes hoy, pero Dios está haciendo algo extraordinario por medio de ellos. Sigue adelante. No des menos en el proceso.