En la iglesia cristiana, existe un poco de ambivalencia respecto a Halloween. Algunos cristianos lo ven como una festividad inofensiva en la que hay disfraces y dulce diversión; otros, creen que en ese día se trivializa (o peor aún, se celebra) una festividad satánica. Probablemente, les interesaría saber que algunos de los paganos modernos más fundamentalistas (los Wicca) también se rehúsan a celebrar Halloween porque trivializa sus creencias.
Sin embargo, Halloween, que más tarde también se convirtió en el Día de la Reforma, es un momento para celebrar y apuntar hacia la Luz que brilla en la oscuridad del mundo (Jn 1:4).
Un resumen sobre la historia de Halloween
El origen de Halloween no es muy claro, pero es probable que tenga sus primeras raíces en el antiguo festival pagano celta de Samhain (cuya pronunciación es «sou-en»), en el que los celtas de Irlanda, de Gran Bretaña y del norte de Francia celebraban el fin de la cosecha y el comienzo de su nuevo año el 1 de noviembre. Ellos creían que en la última noche del año (el 31 de octubre), los espíritus de los muertos salían a perseguir a los vivos, por lo cual los vivos dejarían comida y vino en las puertas de sus casas para apaciguar a esos espíritus y así protegerse de ellos. Si tenían que salir de la casa, usaban máscaras para engañar a los espíritus malignos.
En el siglo IX, el Papa Gregorio IV cambió la fiesta del «Día de Todos los Santos» del 13 de mayo al 1 de noviembre. Si su propósito fue incluir el festival celta de Samhain, sin duda lo logró. En la Edad Media, comúnmente, las vigilias se realizaban la noche anterior a los días de festividad de la iglesia anglocatólica[1], por lo que era normal que se hiciera una en la noche del Día de Todos los Santos. Con el tiempo, se comenzó a conocer como All Hallows’ Eve [La víspera del Día de Todos los Santos] (puesto que hallows es una palabra en inglés antiguo que significa «santos») o como los escoceses lo pronunciaban, Hallowe’en.
La tradición en la que los jóvenes que se disfrazan para divertirse en Halloween nació en el siglo XVI en Gran Bretaña. Se le llamaba guising [disfraz]. Estos amantes de la entretención iban de casa en casa cantando, recitando poemas o contando chistes a cambio de «dulces». La tradición de «dulce o travesura» como la conocemos hoy comenzó esencialmente como un avivamiento del guising entre los inmigrantes irlandeses y los escoceses a fines del siglo XIX en Norteamérica y fue completamente aceptada por la cultura popular al final de la década de los cuarenta.
La oscuridad espiritual y el miedo a la muerte
Si aún hay una conexión entre las tradiciones de «dulce o travesura» que existen en la actualidad y las supersticiones de la antigua festividad pagana de Samhain, es muy débil. Sin embargo, lo que no es débil es el miedo humano a la muerte, pues es más fuerte que nunca. Los antiguos celtas buscaban esconderse de los muertos el 31 de octubre al usar máscaras y los occidentales modernos y progresistas de hoy se esconden de ella al usar el entretenimiento, todo el tiempo.
A las personas siempre les ha aterrado la muerte, y por una buena razón, puesto que es el precio de nuestro pecado impuro demandado por un Dios santo (Ro 3:23). Y aunque por nuestra propia insensatez pecaminosa (Ro 1:21) y ceguera satánica (1Co 4:4) fallamos en ver y en honrar a Dios, nosotros, humanos caídos, tenemos una consciencia programada y tememos a lo numinoso. Sabemos instintivamente que existen realidades espirituales y tenemos un miedo fatal a lo oscuro y a lo malvado.
En realidad, esto hace de Halloween un momento maravilloso para la misión que los cristianos debemos aprovechar. Todas las raíces históricas de Halloween, paganas y religiosas, son recordatorios de que los pecadores necesitamos la salvación de la condenación y la vida eterna que Cristo ofrece. ¡Él es la luz que brilla en esta oscuridad en la que vivimos y las tinieblas no han podido extinguirla (Jn 1:4-5)! ¿Qué esfuerzo para escapar de la muerte y la maldad espiritual puede comprarse con el Evangelio que declara que Cristo vino «para anular mediante la muerte el poder de aquél que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida» (Heb 2:14-15)?
Después de la oscuridad, la luz
De hecho, creo que transformar Halloween de un recordatorio de la oscuridad de la muerte a una celebración de la luz del Evangelio es exactamente la razón por la que Dios escogió el 31 de octubre (del año 1517) como el día en el que el martillo de Martín Lutero desencadenara la renovación del Evangelio y su proclamación global que se conoció como la Reforma.
En los siglos anteriores, Satanás había estado obstruyendo lentamente el Evangelio y, por lo tanto, a la iglesia, con el tóxico humo de la falsa enseñanza. No obstante, con el golpe del martillo de Lutero se lanzó un viento poderoso del Espíritu Santo que comenzó a limpiar el aire espiritual. La iglesia no solo volvió a respirar el oxígeno del Evangelio, sino que también se multiplicó y se expandió por el mundo, lo que continúa sucediendo a una velocidad sin precedentes en la actualidad.
Halloween ahora es santo con aún más razón, puesto que también es el Día de la Reforma. Es un día de profundo agradecimiento para los cristianos, un día para «[acordarse] de sus guías que les hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imiten su fe» (Heb 13:7). El 31 de octubre no es solo un día para recolectar dulces en la noche disfrazados para que los niños se diviertan; es un día para que nosotros les compartamos el dulce Evangelio de la Luz del mundo y los ayudemos a recordar que la razón por la que nosotros ahora conocemos el Evangelio se debe a que nuestros antepasados del Evangelio permanecieron valientes en la verdad bíblica.
Los reformadores adoptaron como su consigna la frase en latín post tenebras lux (después de la oscuridad, la luz). Es una consigna perfecta para el Día de la Reforma/Halloween, puesto que «El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz…» (Is 9:2), «la luz del mundo» (Jn 9:5), y quien la siga «no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida» (Jn 8:18). Aquellos que se refugian en Jesús ya no deben temer a la muerte o a los demonios.
No hay nada más dulce que nosotros podamos darles a nuestros hijos y a nuestros vecinos el 31 de octubre que esta noticia.
Jon Bloom © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
[1] N. del E.: iglesias anglicanas que enfatizan los rituales tradicionales, la formalidad y el uso estricto de liturgia en base a las prácticas de la iglesia en Inglaterra antes de la Reforma.