No esperaba disfrutar este libro tanto como lo hice. Disfruto leer una buena biografía tanto como cualquiera, pero quizás era un poco escéptico sobre un libro que, en lugar de centrarse en la vida y en los logros de una persona, describe su formación espiritual e intelectual. No obstante, lo que podría haber sido un tanto árido resultó ser realmente fascinante.
Podría ser un contexto útil establecer que no conocí a Tim Keller personalmente y tampoco me encontré con él ni intercambié correspondencia con él. Tampoco creo haberlo escuchado predicar más de una o dos veces. Mi experiencia con él realmente sólo fue la lectura de tres o cuatro de sus libros. Aunque conozco un buen número de personas que lo consideran una influencia significativa en su fe o ministerio, no estoy entre ellos. Digo todo esto porque significa que estaba leyendo sobre alguien que es, en su mayoría, un extraño, aunque uno al que en ocasiones admiré desde lejos y en otras, me preocupaba.
Collin Hansen conoció bien a Keller y llegó a conocerlo mucho mejor en la preparación de este libro. Él comparte el propósito del libro en las páginas introductorias.
A diferencia de una biografía tradicional, este libro relata la historia de Keller desde la perspectiva de quienes lo influenciaron más que de su propia influencia. Quien conoce de cerca a Keller, sabe que no le gusta hablar de él mismo, pero sí de lo que lee, lo que aprende, lo que ve.
La historia de Tim Keller es la historia de sus influencias espirituales e intelectuales, desde la mujer que le enseñó cómo leer la Biblia, hasta el profesor que le enseñó a predicar a Jesús a partir de cualquier texto y el sociólogo que le instruyó a ver más allá de la superficie de la sociedad. […] Esta es la historia de las personas, los libros, las conferencias y, en última instancia, del Dios que formó a Timothy James Keller.
Y así comienza con su infancia, con un padre que era bastante reservado y una madre que, aunque amaba a sus hijos, era extremadamente controladora. Ella llevó a su familia a una Iglesia Evangélica Congregacional que
se enfocaba en el esfuerzo humano para mantener la salvación y alcanzar la perfección sin pecado. Tanto en su casa como en la iglesia, Tim Keller aprendió esta segunda forma de legalismo, la de la variante fundamentalista. Cuando Tim dejó su hogar para ir a la universidad, no sólo conocía sobre Martín Lutero, sino que también se identificaba a nivel personal con él, a quien afligió una conciencia patológicamente exagerada que esperaba la perfección de sí mismo al tratar de vivir de acuerdo a sus normas y su potencial.
Keller se matriculó en la Universidad de Bucknell para especializarse en religión donde fue influenciado por InterVarsity Christian Fellowship y pronto profesó fe en Cristo. Su conexión con InterVarsity desarrollaría dentro de él un celo por el evangelismo y un método de lectura y comprensión de la Escritura. En este margen de tiempo, también sería expuesto a los ministerios de John Stott, Elisabeth Elliot, Martyn Lloyd-Jones y otros, todos los que lo formarían en diferentes formas. Aún más importante, llegaría a conocer a Kathy Kristy que no sólo se convertiría en su esposa, sino que también en su influencia espiritual e intelectual más formativa, por lo que «cuando se escribe sobre Tim Keller, en realidad se está escribiendo sobre Tim y Kathy, un matrimonio entre intelectuales en igualdad de condiciones que se conocieron en el seminario y que comparten el compromiso con el ministerio y el amor por la literatura, junto con una seria devoción por la teología».
El libro sigue contando las influencias de C. S. Lewis y J. R. R. Tolkien, de R. C. Sproul y su centro de estudios Ligonier Valley, y de Francis Schaeffer y L’Abri. Habla del tiempo que Keller pasó en el seminario teológico Gordon-Conwell y de los profesores ahí, y su descubrimiento de los escritos de Jonathan Edwards. Luego continúa con su primer pastorado en Hopewell, Virginia y su tiempo como profesor en Westminster Theological Seminary, haciendo una pausa para contar, detalladamente, el impacto de Edmund Clowney. Y, finalmente, llega a la ciudad de Nueva York a la iglesia Redeemer, Redeemer City-to-City y a los muchos libros de Keller, junto con las personas vivas y muertas que desempeñaron roles esenciales en ayudarlo a desarrollar su estrategia para alcanzar ciudades para Cristo.
A lo largo del libro, Hansen muestra a Keller como un hombre cuyo don principal no es ser un pensador original, sino un analista y sintetizador que lee de manera profunda y extensa, integrando pensamientos de muchos otros.
Tener un héroe sería poco original; tener cien héroes significa que uno ha bebido profundamente al rastrear el mundo en busca de los pozos más puros. Esta capacidad que Dios le dio para integrar fuentes dispares y compartir luego las perspectivas con los demás ha sido observada por casi todo aquel que haya conocido a Keller, desde sus tiempos universitarios. Es el guía de los gurús. Uno recibe las mejores ideas de ellos, con el toque único que les da Keller.
Y, por lo tanto, la gran conclusión al final de todo es que si aprecias a Tim Keller lo mejor que puedes hacer es enfocarte menos en él y más en las personas que le enseñaron y lo influenciaron.
Después de que terminé de leer el libro, revisé sus recomendaciones y pensé que la de Sinclair Ferguson era especialmente acertada:
Esta es la historia de un hombre con inusuales dotes innatos de análisis y síntesis, de la vida hogareña y familiar que lo ha moldeado, de las personas tanto fallecidas hace mucho tiempo como contemporáneas de cuyas percepciones se ha apoderado para comunicar el Evangelio y también de los giros y vueltas de la providencia de Dios en su vida. Estas páginas bien podrían haberse titulado Cómo llegó a ser Tim Keller. Ese «llegó a ser» no fue un camino rápido ni fácil. Sin embargo, el relato de Collin Hansen será tan desafiante como instructivo para los lectores.
Ferguson lo expresa de manera precisa. Ya sea que hayas sido influenciado por Keller o no, ya sea que lo admires o no, creo que disfrutarás este recuento de su vida enmarcada en su desarrollo intelectual y espiritual. Contada a través del lápiz de un escritor especialmente talentoso, es una narrativa fascinante y persuasiva. Podría dejarte pensando sobre quién te ha formado y podría llevarte a alabar a Dios por las personas, los predicadores, los libros y las organizaciones que te han hecho quién eres.