Este libro comenzó como una serie de conferencias en la Evangelical Ministry Assembly el 2008 en Londres. Está escrito para el ministro «común y corriente» que predica regularmente a personas comunes y corrientes en lugares comunes y corrientes (¡cualquier otro ministro debe dejar de leer en este punto!).
El autor propone «persuadir —o al menos invitar a la reflexión— a quienes experimentan dudas con respecto a la predicación, e intensificar la convicción de aquellos que ya están abonados a la predicación como algo prioritario». Con un saludo cordial al comentario de Gordon McConville, Ash aborda la cuestión de la predicación como prioridad desde Deuteronomio. Esta tremenda audacia debe captar inmediatamente nuestra atención.
La autoridad del predicador (expositivo)
En el capítulo uno, se considera la autoridad del predicador expositivo mientras habla las mismísimas palabras de Dios. Comenzando por Moisés, Ash establece razones bíblicas y teológicas para afirmar la predicación como una prioridad. Por ejemplo, Ash escribe que «Dios no se limitó a darles el libro: les entregó predicadores de este para que se les pudiera enseñar, desafiar, reprender y exhortar al arrepentimiento y la fe, cara a cara».
En este contexto, Ash tiene un par de cosas provocativas que decir con relación al lugar de los grupos de estudio bíblico. Él también argumenta que los predicadores deben continuar «la obra de proclamación de los profetas». Es «la predicación» —dice Ash— la que «fomenta una actitud adecuada de sumisión a la Palabra de Dios». En una época en el que las personas están mucho más interesadas en discutir la Biblia que someterse a ella, la necesidad de la predicación se torna mucho más urgente.
Moisés: un modelo de predicación transformadora
En el capítulo dos, Ash presenta a Moisés como un modelo de predicación transformadora al considerar cuatro temas extraídos de Deuteronomio.
El primero es la realidad de Dios. El impacto de la predicación de Moisés está directamente relacionado con el hecho de que el Dios que predica es «el Creador del mundo y no alguna clase de diosecillo de barrio».
En el segundo, la proclamación de Moisés toma en cuenta la contumacia del pueblo. Un sentido de la realidad de Dios les da a los predicadores la autoridad con la cual hablar y un sentido de la terquedad del corazón humano envía a los predicadores de vuelta a sus rodillas en dependencia a Dios.
El tercer aspecto de la predicación de Moisés es el apremio de la fe. Ash escribe:
Está muy bien que se nos expliquen las cosas pacientemente para que las entendamos, pero si alguien nos ama nos impulsará con todas sus fuerzas a actuar sobre la base de lo que hemos comprendido, y a hacerlo hoy mismo.
Fue el fallecido profesor John Murray quien explicó la predicación en términos de un ruego apasionado y personal: «te suplico en nombre de Cristo que te reconcilies con Dios».
El segundo capítulo termina con un cuarto tema: el prodigio de la gracia. Moisés llamó al pueblo a creer en las promesas de gracia de Dios y así escoger la vida. El capítulo no termina con un llamado a trabajar duro en la tarea de la exposición, sino a depender completamente de la obra del Espíritu Santo.
La predicación y la congregación
En el tercer capítulo, Ash vuelca su atención a la congregación o asamblea. Este podría resultar ser el capítulo más desafiante de todos, puesto que Ash plantea que la predicación y la asamblea son inseparables. La asamblea —dice él— «no es un conjunto de individuos que se reúne en ocasiones, sino una asamblea cuyos miembros a veces están dispersos». Al citar Deuteronomio 4, Ash apunta a que Moisés advirtió al pueblo que, si no se reunían bajo la Palabra de Dios, sino que, al contrario, escogían su propia adoración, entonces el Señor los dispersaría.
A medida que Ash rastrea el tema de la asamblea a lo largo del Antiguo y el Nuevo Testamentos, Él nos ayuda a entender que «Jesús es “el lugar” donde “todo Israel” se reúne en la asamblea de la iglesia local». Al señalar que Jesús está «en los asuntos de la asamblea», él muestra cómo la iglesia cristiana debe sobresalir en un mundo que está marcado por la desintegración y la fragmentación.
Ash subraya la necesidad de esto de una manera que algunos lectores podrían encontrar inquietante. Él dice, primero que todo, que no nos reunimos solamente para escuchar; al contrario, toda reunión de la iglesia local apunta hacia el tiempo cuando toda la humanidad redimida se reunirá en torno al trono de Dios. Ash escribe sugerentemente: «Podríamos prescindir de los estudios bíblicos y seguir siendo una iglesia (puede que una iglesia empobrecida, pero iglesia al fin y al cabo). Sin embargo, si dejamos de congregarnos en nuestras reuniones principales bajo la palabra predicada de Dios, dejamos de ser una iglesia».
Ash señala que las reuniones semanales de la iglesia local para escuchar la Palabra predicada deben entenderse como la fuerza primordial que conduce la vida de la iglesia. De nuevo, de una manera que desafiará muchas visiones contemporáneas, él sugiere que todos los otros contextos en los cuales la Biblia se lee y se discute tienen un rol de apoyo en lugar de primordial en la vida de la iglesia local. Además, pienso que, al igual que a mí, te será de ayuda considerar la afirmación de Ash que dice que el objetivo de la Biblia es su cumplimiento y no su interpretación.
Finalmente, Ash observa que Dios alcanza el mundo conformando la iglesia por medio de la Palabra predicada. El mundo considera y aprende algo de la gracia de Dios en estas comunidades transformadas. Solo me hubiese gustado que él hubiese tenido el tiempo de desarrollar sus breves comentarios en relación al hecho de que «la iglesia es el contexto adecuado y habitual para la evangelización».
Asimismo, hay un apéndice útil en el cual Ash hace una lista de siete bendiciones de la predicación expositiva consecutiva. Su deseo de exorcizar los demonios de la pertinencia, el entretenimiento y la inmediatez sin duda provocarán enérgicas conversaciones entre pastores mientras toman un café.
Recomendado sin reservas a todos
En general, encuentro que este corto libro es lo más útil que he leído por un largo tiempo sobre predicación expositiva. Se lo recomiendo a todos sin reservas.
La predicación como prioridad. Christopher Ash. Editorial Peregrino, 157 páginas.
Esta reseña fue publicada originalmente en 9Marks.


Alistair Begg
Alistair Begg es pastor titular de la iglesia Parkside en Cleveland, Ohio, y un maestro de la Biblia en Truth for Life, un programa que puede escucharse en la radio y en Internet alrededor del mundo. Está casado con Susan, tienen tres hijos adultos y cinco nietos. Recientemente, asumió como editor general de CSB Spurgeon Study Bible.