Padres, no críen niños buenos. Soy un buen niño en recuperación y estoy aquí para decirte que el Evangelio no es para los niños buenos.
Fue bastante fácil para mis padres criar. Yo era generalmente sumiso, tenía una personalidad optimista y cálida, no me metía en problemas graves, en su mayoría mis profesores me querían, normalmente tuve un desempeño aceptable en la escuela, era líder en los grupos de mi iglesia y tuve bastantes amigos. Ser mujeriego en mi adolescencia solo habría generado risas y exasperación.
Mis amigos y la mayoría de los adultos en mi vida afirmaban que era un buen chico, y lo creí. Esto representó un problema para mí: luchaba con comprender el Evangelio.
¿Yo? ¿Infierno?
Aunque creo que mi conversión preadolescente fue real (Dios es misericordioso para producir y honrar una pequeña semilla de fe real), fue difícil procesar que yo era así de malo. El hecho de que Dios me mostrara su favor en la redención tuvo sentido porque otros me habían mostrado su favor. Sin embargo, fue difícil para mí ver que este favor no era la aprobación por ser un buen chico, sino el perdón de un pecador condenado. ¿De verdad? ¿Merezco el infierno?
Tomó bastante tiempo (de hecho, aún me estoy recuperando) ver que en realidad era (soy) una persona profundamente depravada. Mucho de mi buen comportamiento externo era avivado por motivaciones egoístas y malvadas. Debajo de mi apariencia de buen chico yo era una persona que robaba gloria, envidiosa, codiciosa, idólatra y lujuriosa.
Lo que realmente es la depravación total
Es por eso que pienso que una de las mejores cosas que nosotros como padres podemos hacer por nuestros hijos es enseñarles la doctrina de la depravación total. Así es como John Piper lo describe en su libro Cinco puntos: hacia una experiencia más profunda de la gracia de Dios:
Queda claro que la totalidad de esa depravación no se refiere a que el hombre haga todo el mal que es capaz de hacer. No hay duda de que el hombre podría cometer más actos pecaminosos contra su prójimo de los que comete. Pero si el hombre es refrenado de hacer más actos de iniquidad por motivos que no sean una gozosa sumisión a Dios, entonces incluso su «virtud» es maldad a la vista de Dios.
Romanos 14:23 declara: «Y todo lo que no se hace por convicción es pecado». Esta es una acusación contundente contra cualquier virtud «natural» que no fluya de un corazón que con humildad confía en la gracia de Dios. (Cinco puntos, p. 19).
Vándalos en un disfraz de obediencia
Esta es la clave: «Y todo lo que no se hace por convicción es pecado». La bondad no es un comportamiento que esté por sobre la línea media relativa a otras personas pecadoras. La bondad es un fruto de fe (Ga 5:22). Cuando el buen comportamiento de los niños no fluye de una profunda confianza en Dios, se están comportando bien por razones incorrectas.
Son solo vándalos en un disfraz de obediencia.
¡La buena noticia es que Jesús vino a salvar vándalos! No obstante, es crucial que los vándalos sepan que son vándalos, porque «los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mr 2:17).
Por lo tanto, padres, asegúrense de que tengan una firme comprensión de la verdadera doctrina de la depravación total para que no animen la bondad malvada en sus hijos. Lejos de Jesús, nada bueno mora en ellos (Ro 7:18).