Podemos ser un poco perezosos cuando leemos la Biblia. La abrimos en pasajes al azar; nos aferramos a nuestros libros favoritos; dejamos de leer una vez que encontramos el versículo perfecto para el día. Si nos detenemos a pensarlo, es más bien espantoso: tenemos las mismísimas palabras de Dios; sin embargo, a veces las tratamos como una colección de pensamientos inspiradores o como una bola mágica.
Tal vez lo que necesitamos son respuestas prácticas a preguntas como éstas: «cuando abro mi Biblia en la mañana, ¿qué puedo hacer para entender mejor la Palabra de Dios? Cuando preparo una clase para la Escuela Dominical o para un estudio bíblico, ¿cómo puedo entender el sentido del pasaje para poder enseñarlo a otros? Si estoy entrenando a alguien en la lectura y en la enseñanza de la Palabra de Dios, ¿qué herramientas puedo darles?».
El otro día iba sentada en el avión y saqué de mi bolsa el libro de Jen Wilkin, Mujer de la Palabra: cómo estudiar la Biblia tanto con el corazón, como con la mente. Se veía como una lectura corta y fácil. Efectivamente, al llegar a destino en mi vuelo de Melbourne a Sydney ya había leído la primera mitad. Terminé el resto del libro al día siguiente y me di cuenta de que en mis manos tenía un diamante, y no sólo para mujeres: éste también es un excelente libro para ayudar a los hombres a explorar y a entender la Palabra de Dios. Lo recomiendo encarecidamente, tanto para el ánimo personal como para el entrenamiento ministerial.
Mujer de la Palabra nos invita a leer la Biblia con nuestras mentes y también con nuestros corazones: para dejar que la Biblia nos cuente sobre Dios más que sobre nosotros mismos; para llevar a cabo el trabajo duro de excavar en el texto y tomarnos el tiempo de entender lo que estamos leyendo. Si esto suena abrumador, Wilkin no lo deja así: ella nos da cinco herramientas que podemos usar para aprender a conectarnos con las buenas palabras de Dios.
Al igual que muchos maestros y predicadores, a Wilkin le encanta usar el recurso de la aliteración, y por alguna razón siempre utiliza la letra Pe para resumir el mensaje. Cada una de sus cinco pes para resumir la Biblia recibe un capítulo:
Estudia con propósito. Wilkin nos enseña a poner el pasaje en el contexto de la «metanarrativa» de la Escritura. Ésta palabra es sólo una forma sotisficada de decir que ella nos anima a descubrir el lugar del pasaje en la gran historia de la salvación de Dios.
Estudia con perspectiva. Aquí es donde nos preguntamos «¿quién? ¿Cuándo? ¿A quién? ¿Cómo? ¿Por qué?». Es fantástico tener un kit de herramientas simples y usables para entender al autor, al contexto cultural y el estilo de escritura, y así poder entender de dónde viene el pasaje y (¡igualmente importante!) no malinterpretarlo mientras lo leemos con nuestra mente moderna.
Estudia con paciencia. Considero que éste es el mejor capítulo del libro. Wilkin nos anima a vivir conflictuados a medida que estudiamos un pasaje —es decir, esa sensación de molestia, esa sensación cuando no entendemos o nos incomoda lo que leemos— en vez de ignorar las partes que no nos gustan o buscar apresuradamente una solución. Ella nos anima a tomarnos el tiempo para que nosotros mismos entendamos el pasaje antes de buscar un comentario o un sermón sobre él. ¡Excelente!
Estudia mediante un proceso. Éste es un método fantástico que podemos usar para poder entender un pasaje, ya sea durante la lectura bíblica personal o mientras preparamos un estudio bíblico: impriman el texto, léanlo repetidamente, anoten y subrayen, y así sucesivamente. Yo ya uso un método similar, pero es genial tener los pasos explicados con lujo de detalle tan claramente. ¡Saquen sus lápices de colores!
Estudia con oración [plegaria]. Esto es tan obvio; sin embargo, a menudo lo olvidamos: necesitamos la ayuda de Dios antes, durante y después de buscar entender su Palabra.
Wilkin concluye con un capítulo dedicado a mujeres que enseñan la Biblia, en el cual explica por qué necesitamos mujeres que enseñan (esta sección es oro). Aborda las dificultades comunes al enseñar a mujeres —como por ejemplo, feminizar el texto— y da consejos prácticos para escribir un plan de estudio.
Tengo muy pocas críticas respecto a este libro. El contexto de los capítulos sobre enseñar a mujeres podría sentirse un poco lejano para algunos lectores. (¿Cuántas iglesias contratan una mujer para enseñar la Biblia a mujeres dos horas a la semana? Aunque tal vez podemos aprender de esta práctica). También, me hubiese gustado ver los cinco pasos escritos en un resumen al final del libro para usarlos en la lectura de la Biblia y en el entrenamiento ministerial (nota para la editorial: sería maravilloso ver esto en las futuras ediciones). Pero eso es todo.
Jen Wilkin titula su libro Mujer de la Palabra, pero, como ya he dicho, no es un libro sólo para mujeres. Hombres y pastores, los animo a leerlo también. No importa si son cristianos que quieren aprender cómo leer la Biblia solos, maestros de la Escuela Dominical o maestros de Biblia que quieren preparar y enseñar la Palabra de Dios con más fidelidad, o un entrenador del ministerio que quiere equipar a otros para entender y enseñar la Palabra de Dios, este libro es para ustedes.