Cuando me evaluaron por primera vez como plantador de iglesia, recuerdo que me preguntaron si me consideraba un plantador del tipo empresario. Y creo que fue una pregunta justa.
En parte, esta pregunta tenía sentido por mi trasfondo. Imagínense que me preguntaron esto con las cejas levantadas: ¿crees que eres un empresario? A esa altura, nunca había comenzado nada en mi vida aparte de una larga secuencia de estudios universitarios. Mi trabajo a tiempo completo había sido como un pequeño engranaje en una gran rueda llamada universidad que no me necesitaba para seguir rodando. Como gran parte de los estudiantes de posgrado, estaba demasiado contento con seguir leyendo, escribiendo y enseñando en el angosto camino de mi campo elegido, hablando solo con las pocas personas que ya estaban interesadas o con la multitud un poco más grande que debía prestar atención. Sea como sea el típico plantador de iglesia, yo no encajaba en el molde.
Sin embargo, esa pregunta normal tenía sentido, por causa de mi trasfondo, debido a una suposición común que se encuentra justo bajo su superficie. Creo que a menudo suponemos que la plantación de una iglesia requiere habilidades empresariales más que en cualquier otro contexto pastoral. ¿Es una suposición justa? ¿Los plantadores de iglesias deben ser empresarios?
Puede ser útil
Por supuesto, la respuesta a esa pregunta depende de lo que entendemos por «empresario». En el Oxford English Dictionary se define a un empresario como una «persona que inicia uno o varios negocios, tomando riesgos financieros con la esperanza de obtener ganancias». En la Escuela de Negocios de Harvard, se define a un empresario como alguien que busca «una oportunidad más allá de los recursos que están disponibles».
Estas definiciones vienen de un contexto de negocios que no exactamente se transfiere al contexto de una iglesia local, pero probablemente puedas ver por qué asociamos la plantación de iglesias con el espíritu empresarial. Los plantadores de iglesias comienzan a construir desde cero y lo hacen donde identificaron una importante oportunidad, algún tipo de vacío dentro de lo que ya está disponible. Muchas veces no deben incomodarse con compensar los recursos limitados con su propio tiempo, esfuerzo, creatividad y flexibilidad.
Como plantador de iglesia, tienes que estar dispuesto a hacer lo que haga falta. No puedes confiar en una máquina bien aceitada que tenga un rol a desempeñar demasiado limitado, haciendo solo lo que sabe hacer mientras otros especialistas se encargan de todo lo demás. Puesto que no hay otros sistemas, tienes que ser capaz de planear, de ver la perspectiva general y de reconocer qué pasos hay que tomar con el fin de alcanzar tus objetivos. Tienes que lidiar con constantes cambios de contexto y no puedes estar por encima de la variedad de deberes domésticos que cada día puede traer.
Sin embargo, no es necesario y no es suficiente
Dicho todo lo anterior, soy una prueba viviente de que las nuevas iglesias pueden crecer muy bien sin pastores con espíritu empresarial. Solo debes tener a los líderes correctos a tu alrededor. Una pluralidad de ancianos es algo hermoso. Ninguno de nosotros fue diseñado para ser autosuficiente y mis compañeros en el liderazgo han llenado muchos vacíos de mi experiencia e instintos.
No obstante, mi experiencia personal es casi irrelevante. Haber sido entrenado como un empresario no es ante todo necesario porque Dios no dice que lo sea. Un espíritu empresarial no está en ninguna lista de requisitos bíblicos. Sin duda, puede ser útil en el contexto de una plantación de iglesia, pero cualquier ventaja es prudencial, no bíblica.
Puedes liderar una plantación de iglesia y no ser un empresario. Pero no debes liderar la plantación de una iglesia si no eres pastor.
Después de todo, el término «plantación de iglesia» en sí mismo es un nombre poco apropiado. Es una afirmación sobre cronología, no ontología. Las plantaciones de iglesia son iglesias, y las iglesias no necesitan empresarios en última instancia; necesitan pastores. Necesitan a alguien que les enseñe la Biblia; que los aconseje para vivir vidas dignas del Evangelio; que los equipe para ministrarse unos a otros.
Por supuesto, en parámetros de fronteras, algunos necesitan ir de lugar en lugar plantando nuevas iglesias, como lo hizo Pablo. Quizás eso es a lo que Dios te ha llamado. Pero una de las principales prioridades de Pablo era asegurarse de que hubiera pastores para las iglesias que él plantaba (Hch 14:23; Tit 1:5). Y por mientras, tanto cara a cara como por medio de sus cartas, él mismo hizo la labor de un pastor.
Dos preguntas que debes hacerte si eres de aquellos que tiene espíritu empresarial
Si te atrae la plantación de iglesias debido a tu ansia empresarial, debido a que disfrutas el pensamiento de un nuevo comienzo con nuevos desafíos, serás vulnerable a un conjunto único de peligros. Aquí hay un par de preguntas que debes considerar antes de tomar este trabajo.
¿Por qué quieres plantar una iglesia?
Los empresarios ven oportunidades en los vacíos del mercado. Reconocen alguna necesidad insatisfecha, alguna exigencia sin explotar y resuelven cómo llenar ese vacío. Para algunos empresarios, lo que termina siendo el vacío es menos importante que el hecho de que exista uno. Un escritor de Forbes.com dijo que el empresario es motivado por «una urgencia primordial, independiente del producto, del servicio, de la industria o del mercado». No necesariamente son motivados por un producto más que otro. Solo aman la oportunidad de comenzar algo en un espacio inexplorado.
No obstante, ese motivo nunca será suficiente en una plantación de iglesia saludable. Al contrario, debes ser motivado por un amor por las iglesias locales y la obra específica de liderar una. Si tu principal motivo es la emoción de una nueva aventura, probablemente lucharás con el trabajo rutinario a largo plazo que tu iglesia necesita, el tipo de trabajo que es la esencia del ministerio pastoral.
Necesitarás prestarle profunda atención a los detalles de las vidas de las personas. Aquellas personas quizás no muestren mucho progreso por un largo tiempo. Puede ser que no se sometan rápida o fácilmente a tu consejo. Pero esta es la obra del ministerio pastoral en cualquier iglesia saludable. La perseverancia a largo plazo, si Dios lo permite, es el camino para el mayor fruto en las vidas de tu congregación. También lo es para tu más profundo gozo.
¿Qué hace que tu nueva iglesia sea necesaria?
Dije que los empresarios ven oportunidades en los vacíos del mercado. Ellos desarrollan productos que aún no están disponibles y luego los ofrecen. Eso también es verdad en la plantaciones de iglesias. Sin embargo, debemos tener cuidado con cómo identificamos el vacío y el producto que queremos ofrecer.
La única buena razón para plantar una iglesia es que un área geográfica específica necesita más iglesias saludables de las que ya tiene. A lo que me refiero con «iglesia saludable» es a una reunión semanal donde las personas escuchen y respondan a la Palabra de Dios en sus términos. Me refiero a una comunidad que le da la gloria a Dios por la calidad de su vida juntos. Una cultura en donde cada persona tome la responsabilidad del discipulado de los demás y donde ese discipulado equipe y movilice a las personas al ministerio donde Dios los ha puesto. Lo que las iglesias saludables comparten, en todo momento y lugar, es mucho más importante que cualquier característica contextual que no compartan.
Si el vacío que quieres llenar es más específico que una iglesia local saludable, si se trata de poner sobre la mesa un enfoque innovador para el ministerio, entonces probablemente estés enfatizando cosas que la Biblia no ha ordenado y que Dios no ha prometido bendecir. Y si tu objetivo es establecer tu nueva iglesia para diferenciarte de la iglesia que está al final de la calle, entonces vas a arriesgar una división.
Es probable que también enfrentes otra tentación en esto: podrías verte a ti mismo como el único producto que falta en el mercado, el objeto de esta demanda inexplorada. El Oxford English Dictionary en línea ofrece una subcategoría a su definición de empresario: «promotor de la industria de entretención». Cuando insistimos en que un plantador de iglesias también debe ser un empresario, mi sensación es que una sombra de esta definición podría estar ahí, al menos bajo la superficie. Podríamos creer que lo que necesita una plantación de iglesia para tener éxito es el líder correcto, con una personalidad encantadora como la cara de la iglesia.
No obstante, si eres el producto que decides promocionar, entonces estás entrando a un escenario donde tienes todo que perder. Si fracasas, no tendrás a nadie más a quien culpar (y si tu iglesia muere debido a ti, es porque no la construiste sobre la base de una comunidad bíblica). Habrás ganado gloria para ti mismo, no para Dios.
El crédito por el éxito de cualquier plantación de iglesia es un juego de suma cero. Después de todo, si es que vamos a ser plantadores de iglesias fieles, debemos estar de acuerdo con Juan el Bautista: «es necesario que él crezca, y que yo disminuya» (Jn 3:30).