Nunca antes en la historia habíamos tenido tantas facilidades tecnológicas para evitar el trabajo físico como ahora. Nunca antes habíamos tenido tanta entretención, tanta comodidad, tanta tecnología; sin embargo, nunca nos habíamos sentido tan cansados. Podemos percibir una sensación de insatisfacción, frustración y cansancio que ninguna maratón de Netflix puede saciar. Aun cuando todo es más fácil, pareciera ser que todo nos cuesta más que antes.
A pesar de que los expertos nos digan que existen variadas razones para esta situación, el problema persiste: ¿cómo podemos administrar nuestro tiempo para vivir vidas plenas? En un mundo lleno de distracciones, de tanta información y recursos, ¿cómo nuestra mente y corazón pueden descansar de modo que podamos vivir en un piadoso equilibrio?
Hay algunas cosas que debemos tener en consideración. Lo primero es que el descanso, más allá de la reparación física y emocional, es también un ejercicio espiritual. No podemos descansar plenamente si no descansamos totalmente y, como el ser humano es un ser espiritual, es necesario que entendamos la dimensión espiritual del descanso.
No es casualidad que dentro de los cinco primeros mandamientos que Dios entregó a su pueblo encontremos uno específicamente relacionado con el descanso. Dios dijo en el cuarto mandamiento:
Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo (Éxodo 20:8-11).
Básicamente, lo que este pasaje nos muestra es:
Dios es el Señor del tiempo
Es altamente relevante que exista un mandamiento que nos impulse a evaluar la manera en que estamos administrando nuestra agenda semanalmente. Dios nos está diciendo que a Él le importa cómo vivo y cómo manejo mi agenda. De hecho, cada uno de nosotros debe vivir a la luz del orden creado por Dios para vivir plenamente, y nuestras agendas deben reflejar esto. Dios debe ser el centro de nuestra agenda y todo lo que hagamos debe girar en torno a ese encuentro especial con Él. El hecho de que Dios haya descansado en el séptimo día no significaba que Él estuviera cansado, más bien era una señal del ritmo que Dios estableció para que su pueblo lo llevara a cabo. Él diseñó ese ritmo para nosotros y para nuestro beneficio.
Dios demanda tiempo de calidad
Dios nos da aquí un detalle muy importante sobre cómo Él desea ser adorado. En los mandamientos anteriores, Dios ya había dicho que solo Él debía ser adorado, que no se debía hacer ninguna imagen para adorarlo y que su nombre debía ser respetado. Ahora, Él le dice a su pueblo que desea ser adorado por medio de la dedicación de un tiempo exclusivo. Esto tiene mucho sentido. Dios es un ser personal y quiere una relación personal con su pueblo, y no hay nada más natural en una relación que dedicar tiempo exclusivo para estar con el otro. Por lo tanto, para simbolizar que Dios está al centro de nuestras vidas, Él quiere que entendamos que la adoración a su nombre debe ser el centro de nuestras vidas, de nuestras agendas, de nuestras semanas. Es imposible concebir cualquier idea sobre el descanso sin la adoración como el eje central de la vida humana. Esto es, básicamente, porque el descanso que anhelamos Dios lo ofrece cuando lo adoramos a Él.
Dios ordena parar las máquinas
En una sociedad de consumo, los corazones inquietos no pueden parar de consumir ni de producir. Queremos más y para tener más es necesario trabajar más. La idea de no perder el tiempo «al hacer nada» sigue moviendo nuestra sociedad. No obstante, Dios nos dice que durante el día que ha sido dedicado a Él todo trabajo debe ser interrumpido. Y esto no es solo una indicación para el líder de la familia o para el jefe de la empresa. Descansar —dejar de trabajar— incluye a todos los elementos de la sociedad: los hijos, los funcionarios, los animales, incluso a aquellos que están fuera del pacto, aquellos que supuestamente no sirven al mismo Dios. El concepto de Dios sobre el descanso es un concepto humanitario, diseñado para proteger la vida y la salud de las personas, independiente de si son parte del pueblo de Dios o no. Tampoco es únicamente para los que puedan pagar —como lo es en nuestros días—. Debemos saber que el descanso tiene un costo financiero e implica pérdidas económicas, debido a que la vida humana está por sobre las ganancias monetarias. Por otro lado, el concepto de Dios sobre el descanso preserva la creación, porque descansan los animales y la tierra. Entendiendo que Dios es el gran proveedor y sustentador, el ser humano es llamado a cuidar la creación y a preservarla como expresión de su adoración a Él. Así que el descanso es la obediencia a los mandatos de Dios dados al inicio de la historia humana. Es descansar y hacer descansar la declaración de que yo no necesito trabajar hasta la muerte para tener lo necesario, ya que Dios es quien me sustenta. También significa ser protector de los que están a mi servicio, permitiendo que ellos tengan también un tiempo de reposo en el cual podrán dedicarse a otras cosas que no sea el trabajo. En pocas palabras, significa cuidarse, cuidar al otro y al mundo en el que vivimos como un acto de adoración a Dios.
Para aplicar en nuestros días este mandamiento debemos entender que:
1. El domingo es el día del Señor y la adoración a Dios es prioridad en ese día por sobre cualquier cosa
El domingo no es un segundo sábado ni un día libre para hacer cualquier cosa o actividades religiosas. La adoración presencial y comunitaria en el día del Señor debe ser el compromiso semanal más inamovible, más intransable y más importante de tu semana. Es la declaración de que Dios es el Señor de tu agenda, el sustentador de tu familia, el descanso de tu corazón. Recuerda que Dios demanda tiempo de calidad y exclusividad como una expresión de adoración verdadera.
2. El domingo es un día para dejar a un lado el trabajo
No trabajar en ese día es reconocer que Dios me sostendrá mañana. No es un día para adelantar alguna tarea, adelantar la preocupación del lunes o hacer un dinero extra. Es un día para honrar al Señor, primeramente, al dedicar tiempo exclusivo a Él, y también para cuidar a tu familia, a tu cuerpo, y para disfrutar los hermosos regalos que Dios ha dispuesto en la creación: dar un paseo, preparar un almuerzo especial, compartir con amigos, entre otros. Dios sabe que necesitamos todas esas cosas.
3. No confundas descanso con distracción
El consumo excesivo de entretenimiento no es sinónimo de descanso verdadero. Hacer nada frente a una pantalla te distrae, pero no te provee el descanso que necesitas. El ídolo del consumo se manifiesta en la búsqueda constante de comodidad por sobre cualquier cosa. Sin embargo, adorar a Dios nos impulsa a salir de nuestra zona de comodidad: despertar temprano un domingo, salir cuando hace frío, servir, amar, dar, compartir, aprender y celebrar. Esto es lo que te hará descansar verdaderamente. Esto te hará crecer, te hará parte de lo que Dios está haciendo, te llevará a amarlo más a Él y a su misión.
No te rindas al ídolo de nuestra época que va tras la comodidad egoísta, individualista e improductiva, que celebra sus propios deseos y pasiones escondiéndose en casa o en cualquier distracción que le roba el primer lugar a Dios en tu agenda.
He escuchado a mucha gente decir superficialmente: «ah, hoy no fui a la iglesia porque estaba muy cansado, me quedé en casa descansando». Esto no debiera ser una normalidad, y siempre me pregunto: «¿De qué manera dejar de adorar a Dios me ayudará a descansar?».