El enrejado y la vid es una metáfora que Colin Marshall y Tony Payne utilizan para presentar un cambio de mentalidad en el ministerio que aseguran cambiará todo. Esta no es una declaración menor: el enrejado, por supuesto, es una estructura que se utiliza para sostener y resistir una vid. En esta metáfora, el enrejado se refiere al trabajo administrativo dentro de una iglesia, aquellas tareas que, aunque son importantes, en realidad no están directamente relacionadas con el discipulado de personas. Por otro lado, el trabajo en la vid tiene que ver con aquellas tareas que involucran trabajar con ella: traer personas al Reino por medio del evangelismo y, luego, entrenarlas para que crezcan en su conocimiento de Dios y en su obediencia a él. Como los mismos autores dicen, “la tarea fundamental de todo ministerio cristiano es la de predicar el evangelio de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo, cuidando que la gente se convierta, cambie y alcance una mayor madurez en ese evangelio”. Sin embargo, el problema es que encargarse del enrejado tiende a ser más importante que encargarse de la vid. Tal vez esto se debe a que el trabajo en el enrejado es más fácil y menos amenazante; tal vez parece ser más impresionante. Pero por una razón o la otra, muchos cristianos, y pastores en particular, se ven sobrepasados por el trabajo en el enrejado, lo que les deja poco tiempo y atención para dedicarse a la vid. “Cualquiera que sea la razón, no hay duda de que en muchas de nuestras iglesias solemos dar más importancia a mantener y mejorar el enrejado que a cuidar de la vid”.
Lo que Marshall y Payne sugieren en este libro es que la mayoría de las iglesias cristianas necesitan llevar a cabo una reevaluación radical de lo que realmente es el ministerio cristiano. Necesitan retroceder a las bases para entender los propósitos y metas del ministerio, para aprender cómo continuar y ver nuevamente el rol que desempeñamos en ella. En el libro se argumenta que “las estructuras no hacen crecer el ministerio, así como los enrejados no hacen crecer las vides, y que la mayoría de las iglesias necesitan hacer un cambio deliberado: dejar de erigir y mantener estructuras, y dedicarse a formar personas que sean discípulos de Cristo hacedores de discípulos“. Los autores ofrecen una lista de once cambios de mentalidad que podrían ser necesarios para las iglesias: “enfocarnos en las personas, en vez de llevar a cabo programas”; “preparar a las personas, en vez de llevar a cabo eventos”; “desarrollar a las personas, en vez de usarlas”; “capacitar a nuevos trabajadores, en vez de llenar vacantes”; “ayudar a las personas a avanzar, en vez de solucionar problemas”; “desarrollar liderazgo de equipo, en vez de aferrarse a los pastores ordenados”; “forjar sociedades pastorales, en vez de concentrarse en la estructura política de la iglesia”; “establecer sistemas locales de capacitación, en vez de depender de otras instituciones dedicadas a ello”; “apuntar a una expansión a largo plazo, en vez de concentrarnos en las presiones inmediatas”; “ocuparse del ministerio, en vez de la administración”; “buscar el crecimiento del evangelio, en vez del crecimiento de la iglesia”.
Una vez hecho eso, muestran que cada cristiano es llamado a ser un viñador, por lo que no es un dominio exclusivo de los pastores o de los ancianos, sino que es el llamado de Dios para todos los creyentes. “Para empezar,” dicen, “Jesús no tiene dos clases de discípulos: los que dejan atrás sus vidas para servirle, y los que no lo hacen. El llamamiento al discipulado es el mismo para todos”. La agenda fundamental para todos los discípulos es ser hacedores de discípulos. Esto no nos lleva únicamente al evangelismo, sino que también a ayudar a otros cristianos a crecer en santidad. Sea evangelizando o discipulando (o “capacitando”, si lo queremos), el llamado fundamental de los cristianos es evangelístico y cada cristiano es un ministro. Marshall y Payne apuntan hacia el concepto de “compañerismo en el evangelio”, que dicen es “la vida cristiana […] habitual. Esta frase significa permanecer juntos en el evangelio, o sea, decididos a vivir como ciudadanos del cielo en medio de nuestra generación corrupta, anhelando la defensa y proclamación del evangelio, luchando por ello y soportando con valentía los conflictos, luchas y persecuciones que inevitablemente sobrevendrán después”. Mientras tanto, el centro de la capacitación “no es ejercitar una habilidad, sino impartir la sana doctrina”. Debemos capacitarnos los unos a los otros para rechazar la falsa doctrina y amoldar corazones y vidas a la sana doctrina. “Un buen entrenamiento bíblico da por resultado una vida santa basada en una enseñanza sana y sanadora”.
Estos cambios de mentalidad impactarán necesariamente casi todos los aspectos de la vida de iglesia, llegando incluso a la predicación de la Palabra y al llamado de algunos cristianos al servicio del evangelio a tiempo completo. Dentro del libro se cubren estos temas, incluso yendo tan lejos como para titular un capítulo (peligrosa y tal vez un poco maliciosamente) “¿Por qué el sermón del domingo es necesario pero no suficiente?”.
El enrejado y la vid es un libro que con seguridad muy pronto leería nuevamente, pues me ayudó a ver, más claro que nunca —creo—, cuánto de lo que pasa por ministerio dentro de una iglesia en realidad es “mero” trabajo en el enrejado. Por supuesto que tal trabajo es importante, pero se le puede dar una importancia inapropiada tan fácilmente y puede convertirse en el centro del trabajo de la iglesia, mientras la vid, las personas, son descuidadas. En el pasado, he estado involucrado en iglesias de “enrejado” y puedo dar testimonio del grave peligro que corren. Este libro me ha hecho pensar y reflexionar bastante.
Mark Dever dijo sobre El enrejado y la vid, “entre los libros que he leído, éste es el que más nos dirige hacia la verdadera naturaleza del ministerio pastoral”. Este no es un elogio menor, pues viene de un hombre que ha dedicado gran parte del trabajo de su vida en el mismo ministerio. Estoy de acuerdo con Dever (que está mucho más calificado que yo para hacer esa evaluación); éste es un muy buen libro y ofrece una gran cantidad de sabiduría bíblica y piadosa. Considero que es un libro extremadamente recomendable y estaría muy contento de verlo en manos de todos los pastores y líderes de iglesia.