Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día dos:
¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. (1 Co 6:9-11).
Como hombres, enfrentamos la tentación de obtener nuestra más profunda identidad en nuestra sexualidad. Para algunos, la identidad se encuentra en la capacidad sexual; mientras que para otros, se define por los fracasos sexuales. Los corintios, como nosotros, sufrieron una confusión de identidad. Ellos olvidaron en quiénes se habían convertido en Cristo y comenzaron a definirse a sí mismos por otras cosas en vez que por su Salvador. En 1 Corintios 6:9-11, Pablo les recuerda a los corintios (¡y a nosotros!) que la identidad de los cristianos se encuentra en un lugar diferente y mejor: en una persona. Ya no somos identificamos como «inmorales» ni «homosexuales». Pablo pone esa vieja identidad en el pasado al decir, «y esto eran algunos de ustedes». Nuestra nueva identidad es la de personas que han sido lavadas, santificadas y justificadas. Puesto que hemos sido salvados por Cristo, se nos ha dado su identidad. Abracemos esa nueva y mejor identidad y definámonos por quienes somos en Cristo.
Señor, gracias por establecer mi identidad en Cristo para que así el pecado y el fracaso ya no me definan más. Puesto que me has comprado y me has unido con Jesucristo, sé que todo lo que él tiene me es dado a mí. Ayúdame a creer que estoy escondido en Cristo para que ya no viva yo sino que Cristo viva en mí. Ayúdame a vivir como si eso fuera verdad. Cuando soy llevado a encontrar mi identidad en mi sexualidad, despierta mi corazón para vivir mi identidad en Cristo. En tiempos de victoria, ayúdame a recordar que es solo por medio del nombre de Cristo que vivo en libertad del cautiverio del pecado. Soy todo tuyo. Amén.