Explica este versículo en tus propias palabras: «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios». Si alguien se te acerca ahora mismo y te preguntara cómo funciona 1 Corintios 10:31 (en términos de comida, bebida y todo), ¿cómo responderías? ¿Sabes lo que Pablo quiso decir realmente?
Este versículo es tan conocido que podríamos asumir fácilmente que lo entendemos, incluso si no es así. Por sí mismo, el significado del versículo parece evidentemente obvio: glorifica a Dios en todo lo que haces. Bien, por supuesto, eso es cierto en un nivel macro. Sin embargo, ¿qué quiere decir Pablo específicamente con glorificar a Dios, y qué quiere decir con todo?
Si nuestra primera aplicación de este versículo es dar gracias a Dios por la deliciosa pizza que estamos comiendo, no hemos entendido a Pablo —aun cuando él sin duda habría querido que agradeciéramos a Dios por la deliciosa pizza que estamos comiendo (1Co 10:30)—. Pablo tiene algo bastante específico en mente, algo bastante relevante para nosotros. Cuando miramos el versículo en su contexto más amplio, vemos que el mandato de Pablo a hacer todo para la gloria de Dios se relaciona con los ídolos culturales, la conciencia cristiana y la manera en que vivimos ante un mundo incrédulo.
Una maravillosa y nueva libertad
Pablo comienza su punto en el capítulo 8. Ahí descubrimos que la comida era un asunto fundamental de la libertad cristiana en la iglesia de Corinto, específicamente: «lo sacrificado a los ídolos» (1Co 8:1). Todos los cristianos de Corinto (excepto quizás los judíos) tenían un trasfondo de adoración a ídolos paganos. Cuando se convirtieron en cristianos, renunciaron a esos ídolos y a toda expresión de adoración asociada a ellos.
El problema era que la adoración a los ídolos estaba entretejida en la estructura misma de la vida cívica, del comercio y de la vida social en Corinto, estaba culturalmente presente en todo. Los templos de los ídolos eran centros sociales y podrían haber funcionado de manera similar a los restaurantes públicos (1Co 8:10). Mucha de la carne vendida en los mercados y servida en las casas había sido ofrecida ritualmente a los ídolos (1Co 10:25, 27). Eso significaba que comer carne podría ser interpretado como un acto de idolatría, una traición a la creencia cristiana (1Co 8:10).
Sin embargo, maravillosamente, algunos cristianos corintios estaban descubriendo que: «un ídolo no es nada en el mundo, y que no hay sino un solo Dios» (1Co 8:4). Puesto que los ídolos no eran nada reales, se dieron cuenta de que la carne sacrificada a los ídolos era carne sacrificada a nada (1Co 10:19-20). Por tanto, comer carne sacrificada a los ídolos podría no ser idolatría si las personas que comían sabían que los ídolos no eran reales. ¡Ellos eran libres de comer esta carne con una conciencia limpia! Pablo estaba de acuerdo con ellos (1Co 10:26, 29).
El poder de la libertad para destruir
Pablo no estaba de acuerdo, sin embargo, con la manera en que algunos de ellos ejercían esta recién descubierta libertad. En efecto, algunos de los corintios habían valorado más disfrutar de esta libertad que buscar el bienestar espiritual de otras almas. En primer lugar, no todos los cristianos corintios «tienen este conocimiento» (1Co 8:7). Algunos de ellos, quizás nuevos convertidos o aquellos que, por cualquier razón, tenían consciencias sensibles, aún sentían que comer carne sacrificada a un ídolo era una forma de adoración idólatra. Para ellos, comer carne sacrificada era negar a Cristo.
En segundo lugar, otros, que incluso habían creído que los ídolos eran insignificantes, enfrentaron la tentación de un tipo diferente de idolatría al comer esa carne. Muchos corintios convertidos probablemente pagaron un alto precio para convertirse en cristianos. Renunciar a la(s) religión(es) pagana(s) significaba renunciar a costumbres sociales, tradiciones familiares y redes de amistad. Sin duda, algunos perdieron sus trabajos. Puedes imaginar la tentación que algunos experimentaron de parecer al menos rendir homenaje a la religión predominante con el fin de evitar perder el empleo, el estatus social y la desaprobación familiar.
En tercer lugar, vemos el asunto del testimonio del Evangelio entre quienes no eran cristianos que observaban a los cristianos. ¿Qué pensarían los paganos de los cristianos que, a sabiendas, comían carne sacrificada a los ídolos? Probablemente, asumirían que los cristianos veneraban a los ídolos al igual que ellos, y por tanto, no había una razón real para prestar atención a las extrañas afirmaciones de los cristianos. ¿Y que pensarían los judíos de este comportamiento? Que los cristianos eran paganos y que el cristianismo era demoníaco.
Por lo tanto, Pablo les recordó firmemente a los corintios que había mucho más en juego que disfrutar un filete sacrificado. Si los cristianos, cuyas consciencias estaban libres para comer carne sacrificada a los ídolos, no eran cuidadosos, el ejercicio de su libertad podría destruir la fe de otro cristiano (1Co 8:9-11) o arruinar la reputación de Jesús entre los no cristianos (1Co 10:27-29).
La verdadera libertad cristiana
Por esta razón Pablo dijo: «Por tanto, si la comida hace que mi hermano caiga en pecado, no comeré carne jamás, para no hacer pecar a mi hermano» (1Co 8:13). Luego, continuó describiendo a lo largo del capítulo 9 muchas formas en las que él se abstenía voluntariamente de las cosas que era libre de disfrutar como cristiano —sin mencionar que era un apóstol—, como varios tipos de comida y bebida, el matrimonio y un sueldo de ministro a tiempo completo (1Co 9:4-7).
La orientación completa en la vida de Pablo era ganar para el Evangelio tantas personas como pudiera (1Co 9:22-23), por lo que buscó quitar la mayor cantidad posible de obstáculos al Evangelio (1Co 9:12). Para Pablo, esta era la libertad cristiana: «Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible» (1Co 9:19). Por tanto, cuando Pablo escuchó que los cristianos corintios estaban discutiendo sobre si es que eran libres o no para comer carne sacrificada, esencialmente él les dijo que estaban perdiendo el centro:
«Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica. Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo» (1Co 10:23-24).
Para Pablo, esta era la verdadera libertad: hacer lo que se requiera para amar a nuestro prójimo por causa de Jesús.
Haz todo para la gloria de Dios
Esto es lo que Pablo tenía en mente cuando escribió: «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1Co 10:31). Glorificamos a Dios cuando, por amor a Él, sacrificamos nuestros derechos, nuestras libertades, cualquier cosa, con el fin de hacer lo que sea más amoroso para otros, ya sea por el «progreso y gozo en la fe [de ellos]» (Fil 1:25) o para que puedan ser salvos (1Co 9:22). La siguiente oración de Pablo dice: «No sean motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios» (1Co 10:32).
Ahora, volvamos a nuestra deliciosa pizza. Dios sin duda es glorificado cuando disfrutamos con entusiasmo la plenitud de la tierra que Él creó para nuestro disfrute (1Co 10:26). Pablo era un gran defensor de nuestra libertad de toda abstinencia falsa y legalista de la comida o cualquier otra cosa (1Ti 4:1-3). Él lo afirmó claramente: «La comida no nos recomendará a Dios» (1Co 8:8). Y «Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración» (1Ti 4:4-5). Por lo tanto, Pablo no se habría ofendido por aplicar 1 Corintios 10:31 al saboreo de nuestra pizza, con tal que no hayamos perdido la vista de una manera más excelente de glorificar a Dios: el amor sacrificial.
Y este tipo de amor sacrificial aún es necesario, quizás especialmente necesario, en relación a las libertades cristianas. Porque nosotros, también, tenemos nuestros ídolos culturales, los santos con consciencias sensibles y los no cristianos que nos observan. Por tanto, en «lo que sea que hagas», no uses tu libertad para simplemente perseguir lo que te sientes libre de disfrutar, más bien úsala para buscar el mayor bien espiritual para tu prójimo. Como cristiano, eres libre de toda restricción: las restricciones externas de la falsa religión y las restricciones internas de tu egoísmo. Eres libre para disfrutar todo lo que Dios ha provisto y libre para abstenerte por causa del amor. Haz todo para la gloria de Dios.