Este artículo es parte de la serie Cinco mitos publicada originalmente en Crossway.
Mito n.º1: es mejor dejarlo en manos de los profesionales
Los padres cristianos a veces se ven tentados a pensar que Dios no puede usarlos para alcanzar a sus hijos. En cambio, piensan que necesitan líderes de niños y jóvenes entrenados profesionalmente que estén mejor equipados para evangelizar y discipular a la próxima generación. El resultado es una mentalidad desprendida. Así es como Timothy Paul Jones lo describe: «los maestros de escuela son percibidos como las personas responsables de hacer madurar las mentes de los niños; los entrenadores son contratados para entrenar los cuerpos de los niños y los ministros especializados en la iglesia deben desarrollar sus almas»[1].
La verdad es que esta tentación no es nueva. Durante la Reforma, Martín Lutero confrontó una división similar entre el clero y los laicos dentro de la Iglesia Católica Romana. Sin embargo, Dios les ha dado a los padres la principal responsabilidad de entrenar a sus hijos en la fe (Dt 6:1-12; Sal 78:1-8) y la buena noticia es que Él también les ha dado su Palabra y su Espíritu a las mamás y a los papás. Como padres, siempre podemos afinar nuestras habilidades, pero también podemos enseñar con seguridad la buena noticia a nuestros hijos, confiando en que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos (2P 1:3).
Mito n.º2: no lo necesitamos
En años recientes, algunos líderes de iglesia han decidido que el programa del ministerio de niños dividido en edades ya no es necesario. Su deseo es empoderar a los padres como hacedores de discípulos y también ayudar a los niños a construir relaciones con personas de todas las edades en la iglesia. Estos son deseos buenos y bíblicos, pero hay desventajas en eliminar el ministerio de niños del calendario de la iglesia. Los niños entrenados desde una edad temprana podrían quedarse sentados durante un largo sermón sin hacer rodar autitos Matchbox por las bancas de madera, pero ¿tendrán el mismo éxito las visitas que no asisten a alguna iglesia y los nuevos creyentes?
Piénsalo. ¿Por qué debemos hacer que los niños pequeños se sienten a lo largo de un sermón que no entienden? A medida que buscamos maneras de ayudar a los niños para que experimenten la vida de la iglesia intergeneracional, también necesitamos enfoques de ministerio que se acuerden de los niños que vienen de hogares no creyentes y que aprovechen las ventajas pedagógicas de las lecciones dirigidas por edad. Incluso dentro de la Biblia, parece haber algunas partes —Cantar de los Cantares, por ejemplo— que deben enseñarse públicamente (2Ti 3:16-17), pero que parecen estar reservadas para los adultos y para los adolescentes mayores, no para los niños pequeños (Cnt 8:4). Otras partes de la Biblia, como Proverbios, están dirigidas a los jóvenes (Pr 1:8, cf. Sal 119:9-16).
Tenemos que mantener nuestras prioridades en orden. El objetivo de la iglesia al discipular a la siguiente generación no es entrenar niños para que puedan sentarse tranquilos en los servicios de la iglesia. Nuestro objetivo es que ellos escuchen sobre el Salvador y, por la gracia de Dios, sean transformados por Él.
Mito n.º3: se trata de mantener a los niños entretenidos
El ministerio de niños es uno de los desafíos más grandes que una iglesia puede enfrentar. Hay mucho en lo que pensar: instalaciones, currículum, registros, seguridad, reclutamiento y entrenamiento de un equipo de calidad y, por supuesto, ¡dónde comprar galletitas al por mayor! He conversado con pastores que tienen una visión clara respecto a la predicación y a la adoración, pero el ministerio de niños los confunde. Es difícil saber por dónde comenzar.
Para Jesús, dar la bienvenida y cuidar a los niños no comenzó con tener un gimnasio de juegos de varios pisos en la entrada principal o en una entrada familiar designada. Ni siquiera empezó con tener buenos letreros, con sonrisas o con saludar a los niños por su nombre. Para el Salvador, acoger a los niños comenzó con tomar la postura de un niño. En Mateo 18:3-5, Jesús llamó a un niño y lo situó en medio de sus discípulos. Entonces, dijo: «En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como este en mi nombre, me recibe a mí».
¿Qué involucra esto? En mi trabajo con ministros de niños, los he animado a comenzar por bajar la velocidad y darles a los niños y a sus familias el regalo de su presencia llena de gracia. Tal hospitalidad sazonada del Evangelio involucra tres cosas: un corazón humilde, una recepción amable y valorar lo suficiente a los niños como para construir una relación con ellos. Esas simples prácticas serán recordadas por mucho más tiempo que un patio de recreo de lujo, sketch divertidos o juegos locos.
Mito n.º4: los ambientes del ministerio de niños siempre tienen que ser cómodos
Los niños pequeños necesitan padres y cuidadores que los críen y estén disponibles, y un ambiente tranquilo y consistente es igualmente importante en nuestros ambientes de guardería. Las salas para los pequeños deben estar dirigidas por personas que sean equilibradas, alegres y amables. Además, pequeñas adiciones como música suave e iluminación puede hacer que la guardería de la iglesia sea un lugar más cálido.
Sin embargo, a medida que los niños crecen, los ambientes del ministerio de niños deben crecer con ellos. Una manera de hacer esto es al desafiar a los niños a salir de su zona de comodidad, salir en fe y unirse a Dios en misión. Me encanta como Michelle Anthony y Megan Marshman lo describen: «cuando los niños y los estudiantes son desafiados a salir de sus zonas de comodidad desde temprana edad, experimentan una dependencia en el Espíritu para equiparlos y fortalecerlos más allá de su naturaleza y deseos».
¿Necesitas algunas ideas para saber cómo ayudar a los niños a crecer en practicar la fe incómoda? Estas son un par: reúne a los niños para servir a una guardería local. Lleva a los adolescentes para que sirvan contigo en un albergue o en un centro de crisis de embarazo. Ayuda a los niños a memorizar pasajes de la Escritura y resúmenes del Evangelio en un folleto evangelístico y luego anímalos a compartir su fe con un amigo.
Mito n.º5: las lecciones del ministerio de niños son moralistas
Cuando les enseñamos historias bíblicas a los niños, lo más natural para muchos maestros es ayudar a que los niños vean qué ejemplos del pasaje deben seguir (o evitar). Con este tipo de lección, los niños se identifican con el héroe o con el villano y, cuando contamos historias bíblicas de esta manera, los niños recuerdan personajes clave y pocos detalles, como cuán pequeño era David para usar la armadura de Saúl (1S 17:38-39), cómo él tomó cinco piedras lisas y una honda (1S 17:40) y que él le cortó la cabeza a Goliat (1S 17:51). Los niños también recuerdan ser valientes como David, porque David es el ejemplo a seguir.
No obstante, el ministerio de niños no debe tratarse meramente de enseñar carácter y moralidad cristianos a una generación más joven. ¡No, es una oportunidad increíble para ayudar a los niños a ver a Cristo! Una manera de hacer esto es animar a los niños a identificarse con las personas más necesitadas en cada pasaje de la Biblia, aquellos en la historia que están desesperados por salvación. En la historia de David y Goliat, esos son los israelitas. Ellos tienen un enemigo fuerte, Goliat, y un líder débil, el rey Saúl. Cuando Goliat se acerca a desafiar al ejército israelita, el pueblo necesitaba un héroe valiente para salvarlos.
¿Cómo respondió Dios a la gran necesidad de Israel? Dios envió a David, el muchacho pastor de Belén que peleó contra el gigante como el representante de Israel. ¿Ves cómo David apunta más allá de sí mismo? El muchacho salvador les da a los niños un adelanto de una manera específica en que Dios rescata a su pueblo: Dios salva a su pueblo al enviarles un rey representante, un niño de Belén que aplasta la cabeza de su enemigo. ¿Les suena familiar? Muchas historias bíblicas tienen héroes, pero son más que ejemplos morales. ¡Los héroes nos apuntan a Jesús! Y cuando estás enseñándole a los niños sobre esos héroes, puedes apuntarlos a Jesús también.
Jared Kennedy es el autor de Keeping Your Children’s Ministry on Mission: Practical Strategies for Discipling the Next Generation [Mantengan su ministerio de niños en misión: estrategias practicas para discipular a la próxima generación].
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] N. del T.: todas las citas de en este artículo que no sean citas bíblicas son traducción propia.