Los no creyentes suelen afirmar que la Biblia está «llena de contradicciones». Sin embargo, con los años, he observado en muchos lugares que la mayoría de las contradicciones que la gente señala realmente no califican como tales: reflejan, simplemente, la diferencia de perspectiva que surge cuando varios testigos oculares describen el mismo evento dando diferentes detalles. En tales casos, los relatos no se contradicen; en lugar de eso, cada uno puede enfatizar distintos aspectos del mismo evento en forma tal que obtenemos una imagen más completa cuando vemos cómo los detalles pueden armonizarse. Aun en un texto inspirado por Dios, las diferencias de perspectiva son exactamente lo que cabría esperar pues el Espíritu Santo no anuló las personalidades ni los estilos de los autores individuales cuando escribieron. En vez de eso, el Espíritu trabajó usando los intereses de ellos para darnos un registro inerrante de lo que sucedió aun cuando cada escritor se concentró en algunos detalles y no en otros.
La inmensa mayoría de las supuestas «contradicciones» de la Escritura son relativamente fáciles de conciliar. Sin embargo, para ser honestos, debo reconocer que en la Escritura hay un grupo de problemas sumamente difíciles. Por ejemplo, a veces es difícil cuadrar 1 y 2 Crónicas con 1 y 2 Reyes, particularmente en lo que concierne a la época en que ciertos reyes reinaron, la duración de sus gobiernos y cuándo ascendieron al trono. Algunos se han dado valientemente a la ardua tarea de descifrar cómo calzan estos relatos, lo cual requiere un conocimiento detallado de cómo los antiguos pueblos del Cercano Oriente registraban las fechas, los períodos de cogobierno (cuando dos reyes gobernaban al mismo tiempo) y esa clase de cosas. No se ha encontrado aún una solución universalmente aceptada para cada problema, pero el trabajo continúa, y tenemos todas las razones para creer que obtendremos mejores respuestas a medida que aprendamos más de cómo los antiguos escritores del Cercano Oriente, incluyendo los autores de Reyes y Crónicas, hacían su trabajo.
Estoy seguro de que dichos problemas finalmente se resolverán porque servimos a un Dios que habla veraz y consecuentemente, y porque los descubrimientos arqueológicos siguen confirmando el relato bíblico. Por ejemplo, por muchos años, todo lo que sabíamos de Poncio Pilato se basaba en la Biblia y algunos otros documentos extrabíblicos, así que algunas personas se preguntaban si acaso Pilato había existido. Sin embargo, en 1961, se descubrió una antigua inscripción que mencionaba a Pilato en lo que una vez fuera la ciudad de Cesarea Marítima, junto al Mediterráneo, confirmando así que Pilato fue realmente procurador de Judea en los tiempos de Jesús. Otro supuesto «dato seguro de la alta crítica» que «desacreditaba» a la Biblia tiene relación con la historia de Abraham. Por mucho tiempo, no había evidencias arqueológicas de que los camellos hubieran sido domesticados en la época de los patriarcas, así que muchos dijeron que eso demostraba que el relato del Génesis era ficticio ya que la historia de Abraham incluye camellos domesticados. Sin embargo, finalmente, los descubrimientos arqueológicos hicieron retroceder varios siglos la domesticación de los camellos —coincidiendo claramente con la época patriarcal—.
Aún deben resolverse otras discrepancias del relato bíblico, pero eso no significa que deberíamos dudar de la veracidad de la Escritura. Aquí, simplemente estoy siguiendo la línea de la ciencia típica. De vez en cuando, presenciamos grandes cambios en la teoría científica, cambios de paradigma en que se modifica el modelo general usado para interpretar los datos. Los paradigmas científicos son teorías estructurales que explican la realidad, pero cada paradigma científico ha tenido que lidiar con anomalías porque siempre hay detalles que no pueden explicar con claridad. Se debe esperar, estudiar, recopilar más información, y así sucesivamente.
El paradigma no cambia mientras no haya suficientes anomalías que desafíen el sistema. No fueron solo unos pocos detalles inexplicables los que justificaron la sustitución de la astronomía de Ptolomeo por la de Copérnico. El sistema de Ptolomeo funcionó por muchos siglos hasta que se descubrieron demasiadas anomalías. El modelo de Copérnico se adoptó entonces porque explica mejor los datos y presenta menos anomalías.
Hablando en términos globales, la tendencia con respecto a las aparentes discrepancias bíblicas es que están siendo cada vez menos. Si quizás alguna vez hubo un centenar de dificultades de este tipo, la lista se ha reducido a un puñado. A estas alturas, no desechamos la Biblia basándonos en un puñado de dificultades sin resolver cuando todo nos lleva a confiar más que nunca en la veracidad de la Escritura.
Tenemos la tendencia a ser muy rápidos para señalar las contradicciones de la gente normal —y ni hablar de la Biblia—. Ahora bien, todos podemos caer en contradicciones e incoherencias. Sin embargo, la cortesía general exige que al menos concedamos a los demás el beneficio de una segunda mirada. Deberíamos esforzarnos por entender cómo alguien puede sostener coherentemente dos posturas aparentemente contradictorias. Al dar esa segunda mirada, con frecuencia descubrimos que lo que los demás están diciendo no es tan contradictorio como pareció al principio. Si extendemos esta cortesía a otros, ¿no tenemos muchas más razones para concedérsela a los Apóstoles? Antes de acusar a Pablo de contradecirse, deberíamos respetar su importancia lo suficiente como para analizar si lo que dice en Efesios realmente contradice lo que dice en Gálatas.
A lo largo de mi vida, uno de los ejercicios que más me han dado satisfacción y han fortalecido mi fe ha sido prestar cuidadosa atención a las supuestas dificultades bíblicas. Ha sido así porque, mientras más las estudio y veo la forma en que se resuelven, más puedo contemplar la Biblia asombrándome de su coherencia, su consecuencia y su unidad hasta el último nivel de los más pequeños detalles. Su simetría, complejidad y armonía son pasmosas.