Este artículo forma parte de la serie Cartas abiertas publicada originalmente en Crossway.
Querido padre cansado:
Pocas cosas son más duras para un padre como el patrón de la creciente reticencia de un niño pequeño a cooperar contigo. Tal dolor puede reflejar una preocupación amorosa por el niño. Mi corazón está contigo en esta dificultad.
He escuchado a padres decir cosas como: «siento que he agotado todas mis opciones. Ningún enfoque parece funcionar. He intentado orar con él. He intentado apelar a su conciencia. He intentado “tiempos fuera”, y varias consecuencias… y parece que las cosas no mejoran, sino que empeoran. Estoy muy cansado y desanimado. ¿Dije cansado?».
Considera estas seis cosas:
Primero, Dios mismo enfrenta a hijos de voluntad firme todo el tiempo en su propia familia. Todos nosotros, como ovejas de carácter fuerte, nos hemos desviado.
Seamos cuidadosos respecto a señalar al niño de voluntad firme como si su voluntad fuera más corrupta que la nuestra. La voluntad es fuerte en todos, no sólo en los jóvenes de «voluntad firme». Todos queremos salirnos con la nuestra. Nuestros hijos están hechos del mismo material que nosotros. Todos nacemos pecadores, incluyendo nuestro pequeño hijo.
Seamos cuidadosos para discernir. Por un lado, la determinación terca puede ser buena y muy útil para sobrepasar obstáculos más adelante en la vida. Los niños de voluntad firme podrían tener un potencial de liderazgo. Por otro lado, la resistencia obstinada es mala. ¡Distingue! Hay una diferencia entre precoz y ofensivo. ¿El niño está asombrosamente perseverante o es dominante, desafiante, irrespetuoso, agresivo y hostilmente exigente?
Segundo, antes de abordar la persistencia del niño, es útil que nos demos cuenta de nuestra propia obstinación. Nuestra propia voluntad puede rehusarse a tomar medidas decisivas por el bien de nuestro hijo. Podemos poner excusas persistente y neciamente (p. ej. «sólo está cansado»; «sólo tiene hambre ahora»; «está pasando por una etapa». Todas esas cosas podrían ser ciertas sobre él, pero no es útil ocultar el hecho de que también está siendo desobediente). Algunos padres podrían justificar el statu quo (p. ej. llamando al niño de «voluntad fuerte» como si así fuera y no hubiera esperanza de cambiar su comportamiento, desviando así la atención de nuestro fracaso parental al no hacer cumplir las expectativas de manera decisiva cada vez que hay agresividad). Quizás, como padres, somos ciegamente tercos en nuestra negativa a mostrarnos firmes, negándonos a levantarnos de nuestras sillas y tomar medidas, rehusándonos a corregir a nuestro hijo en público por temor a hacer una escena (cuando nuestro hijo ya la está haciendo).
Aquí es donde nosotros, como padres, podemos marcar una diferencia estratégica, puesto que mientras antes Pedro descubra que sus decisiones rebeldes resultarán en consecuencias rápidas, desagradables y seguras para él, mejor estará. Es el rol amoroso del padre entregar esas consecuencias rápidas y seguras con consistencia. No es porque sea de voluntad firme y nosotros no lo seamos. Nosotros también somos de voluntad firme. Los padres sabios y amorosos afianzan su determinación en superar la voluntad de sus hijos pequeños. Con ternura, pero con firmeza, sé firme cuando él sea agresivo.
Tercero, pregúntate si quizás nuestro amor está un poco mal dirigido. Puede ser fácil preocuparse más por la comodidad física y emocional en el momento, que por el desarrollo de su carácter a largo plazo. El desarrollo del carácter casi siempre cuesta algo en términos de incomodidad emocional y/o física.
He observado que los padres consideran que su hijo es de «voluntad firme» principalmente porque al niño le importa más su deseo que lo que les importa a los padres el desarrollo del carácter de su hijo. Permiten que su deseo por su desarrollo tome el asiento trasero ante las exigencias del niño. Esto perjudica al niño, al padre y a la sociedad.
Cuarto, es esencial mirar hacia el futuro. El niño que se sale con la suya al rechazar las órdenes parentales a los seis años (p. ej.: cuelga tu chaqueta, ponte el pijama) hará caso omiso de órdenes parentales mucho más serias cuando tenga dieciséis (p. ej.: no tengas sexo con tu novia). La manera de disfrutar la cooperación más adelante es ganarla ahora.
Quinto, haz seguimiento de las instrucciones que le das. Sé que puede ser agotador, pero Dios tiene una gracia capacitadora hecha a medida para ti. Pídesela. Y persiste. Sí, estas situaciones ciertamente pueden sentirse abrumadoramente complejas y deseamos tan fervientemente un cambio en nuestros hijos. Porque los amamos, y porque no veremos los resultados de la corrección si no hacemos un seguimiento, es crucial que tu sí sea sí, tu no sea no, tu ven aquí sea ven aquí.
Es cierto que no es lo mismo eliminar un comportamiento rebelde que un corazón rebelde. Pero el corazón del niño no es servido si el padre se desanima. Persevera.
Sexto, ora. Agradécele a Dios por tu hijo, por darte la oportunidad de que su voluntad firme sea para tu propia santificación. Agradécele que Él te haya dado esta temporada durante la cual eres físicamente más grande que el niño. Pídele avances en su comportamiento y actitud. Dios puede traer avances que ninguna cantidad de ingeniería parental puede alcanzar. El corazón de un niño puede ser transformado por Dios de maneras en las que sólo podemos maravillarnos. Aunque podemos aplicar las «mejores prácticas», la buena crianza es fundamental y principalmente un asunto de la gracia capacitadora dada por Dios.
Permítanme orar por ustedes ahora mismo.
Padre nuestro, ¡Padre! Tus amados hijos, estos padres que luchan con un hijo de voluntad firme, se preocupan profundamente por él. Tú conoces mejor su deseo de servirlo a él y a su desarrollo. Ellos anhelan que contemple a Jesús y llegue a ser como Él, admirando y amando profundamente a Jesús. Así que, por favor, concédeles una suficiencia completa de gracia para hoy, capacitación para el próximo paso. Dales la determinación que necesitarán, la confianza que necesitarán, el amor por el futuro de su hijo que necesitarán. Dales tu Espíritu. Y obra maravillas en su pequeño niño. Amamos a ese niño. Rescátalo de sí mismo y de su terquedad, y captura su voluntad. Sí, ayúdanos a todos en las formas correctas. En el nombre de tu obediente Hijo, quien fue a la vez decidido y sumiso. Amén.
Tu amigo,
Sam
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.