¿Recuerdas cuando discutimos que las mujeres deben ser influyentes? No existe un lugar más fácil para ver esto que en el matrimonio. Esposas, ya sea que se den cuenta o no, probablemente se han convertido en una especializada mujer influyente de sus maridos. La segunda naturaleza de las mujeres es usar la sutileza, los matices y el tiempo para animar los cambios que queremos ver en nuestros hombres. Dios es consciente de esta facilidad dentro de nosotras (¡es más, Él la diseñó!) y su propósito fue que nosotras la usáramos para el Reino de Dios y para el bien de nuestros esposos, incluso si nos es costoso. Para ayudarnos a redefinir nuestra capacidad de influenciar, Dios nos ha dado a las esposas tres mandamientos muy claros y específicos: ayudar, someterse y respetar.
No es la respuesta que normalmente quisiéramos, eso es seguro. Por lo general, estas son las tres últimas cosas que quisiéramos hacer respecto a nuestros esposos, pero sin ellas, nunca los veremos florecer por medio de nuestra influencia. Amo la manera en que Elisabeth Elliot pone este concepto:
El poder de un hombre sobre una mujer está restringido por el amor; el poder de una mujer sobre un hombre está restringido por la sumisión. Toda mujer sabe que tiene maneras de obtener lo que quiere. Esto debe ser restringido. El tipo de restricción que Dios pide de ella es la sumisión.
Por lo tanto, descubramos estos mandamientos de ayudar, someterse y respetar, uno a la vez.
Ayuda
Entonces el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada.… De la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre…. Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Gn 2:18, 22, 24).
La ayuda definida
Lamentablemente, la mayoría de las personas piensan que ser una ayuda es un poco más que ser una secretaria. Sin embargo, como verás, esta no es una interpretación adecuada. Esta frase, «una ayuda adecuada» es ezer neged en hebreo: ezer (ayuda) y neged (a tu lado, junto a, cerca de, correspondiente a). Esta palabra hebrea ezer es usada para referirse a Eva dos veces en este capítulo. De vez en cuando se usa para describir a Dios y cómo Él vino en ayuda de su pueblo:
Nuestra alma espera al Señor; Él es nuestra ayuda y nuestro escudo (Sal 33:20).
Pero yo estoy afligido y necesitado; oh Dios, ven pronto a mí. Tú eres mi ayuda y mi libertador; Señor, no te tardes (Sal 70:5).
Oh Israel, confía en el Señor; Él es tu ayuda y tu escudo (Sal 115:9)
Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra (Sal 121:1-2).
¡Qué tipo de ayuda más increíble es esta! Una ayuda que escuda, que se necesita desesperadamente en tiempos de necesidad y aflicción. Esta ayuda va más allá de la de una secretaria o la de una asistente. ¡Esta ayuda es una ayuda invaluable! ¡Esposas, este es el tipo de ayuda que debemos darle a nuestros esposos!
La ayuda en contexto
Nota el final del verso 24 de Génesis: «serán una sola carne». Parte de la razón por la que este mandamiento de ser una ayuda rara vez es bien recibida en el mundo es que no entendemos que somos una unidad con nuestro esposo. Nuestra cultura, por medio de la frecuencia del divorcio y de los derechos de la mujer, promueve una visión muy individualista del matrimonio. Es como si dos personas estuvieran haciendo sus propias cosas unidos solo por cuentas corrientes, hijos y una cama compartida. No obstante, Dios nos da una imagen mayor del matrimonio: ¡una carne!
Si se lastima tu pierna derecha y necesitas usar la izquierda para soportar más tu peso durante un tiempo, ¿dudarías? ¿Pensarías: «¡no es justo que mi pierna izquierda haga todo ese trabajo!»? ¡No! Ustedes son una sola unidad, una persona. Sus cuerpos funcionan juntos para el beneficio del todo. O después de ganar una competencia de arte, dirías, ¡todos los créditos van para mi mano derecha! No, tu capacidad de dibujar no es solo de tu mano izquierda, sino de tu mente, de los músculos de tu brazo, etc.
El matrimonio son dos personas transformándose en una carne. Sin este contexto, el deseo de ser una ayuda para nuestros maridos nunca tendrá sentido. Siempre sentiremos que «no es justo» o tendremos un sinnúmero de pensamientos de «¿y yo?». Olvidamos que una vez que decimos «SÍ, ACEPTO», su llamado es mi llamado, su ministerio es mi ministerio, su éxito es mi éxito y su debilidad es mi debilidad. Escogemos ayudarlo voluntariamente ante todo porque Dios lo ordena y confiamos en Él, pero también porque a medida que nuestro esposo se beneficia, nosotras lo haremos.
Ayuda en acción
Por lo tanto, ¿cómo se ve la ayuda? Puesto que esta es una ayuda mayor que solo ser una secretaria o una criada, se vería inmensamente diferente para cada esposa, dependiendo de las necesidades de su hombre. ¿Recuerdas los ejemplos de cómo Dios vino en ayuda de su pueblo? A menudo, era en tiempos de gran debilidad y dolor. Por lo tanto, un buen lugar para comenzar es hacer la pregunta: «¿cuáles son las más grandes necesidades de mi esposo o sus más grandes debilidades?».
- ¿Lucha con la depresión? La ayuda podría verse como notas de ánimo llenas de verdad, noches de cita estratégicamente planificadas, llenas de diversión, y oración constante.
- ¿Se abruma fácilmente? La ayuda podría verse como organizar su escritorio, decir que no a más compromisos sociales para permitirle tener una agenda más simple y escoger manejar ciertas crisis sin molestarlo con ello.
- ¿Renueva sus fuerzas al tener tiempo solo? Crea esos espacios para él, físicamente y en tu agenda. ¿Renueva sus fuerzas al tener tiempo con sus amigos? Dale la libertad de que pase tiempo con ellos u organízalo como una sorpresa.
- Cuando reciba críticas en el trabajo, sé un lugar seguro donde él pueda compartir y escuda su corazón del desánimo al hablarle la verdad llena de Biblia.
Conviértete en una estudiante de tu esposo y pídele a Dios creatividad para brindarle ayuda vital para la gloria de Dios y el beneficio de tu matrimonio y hogar.
En la segunda parte, hablaremos de la sumisión y el respeto.
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