…recuerden las palabras que los santos profetas pronunciaron en el pasado, y el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles. (2 Pedro 3:2)
En el país en que vivo, se acaba de destapar una masiva estafa de una empresa de inversiones. Ofrecían intereses realmente absurdos a quienes invirtieran su dinero con ellos. Pero, pese a lo ilógico del ofrecimiento, muchas personas, de diverso nivel social y cultural, cayeron en la estafa. No verificaron la veracidad de lo ofrecido, y de alguna manera, su deseo de obtener la máxima utilidad hizo que su mente justificara y creyera algo que claramente era ilusorio y falso. Hoy, Pedro nos dirá cómo evitar este tipo de ofrecimientos en la fe. En el versículo anterior destacó la importancia de recordar. Ahora especifica qué es lo que quiere que sus destinatarios recuerden: las palabras de los profetas y el mandamiento que Jesús nos dejó por medio de sus apóstoles.
Este llamado surge ante la posibilidad de que sus destinatarios comenzaran a seguir las nuevas enseñanzas introducidas por los falsos maestros. Éstas eran un gran peligro, y sobre todo cuando les daban licencia para despreocuparse de su moral. Por ello, Pedro los llama a recordar las palabras de los apóstoles y de los profetas del Antiguo Testamento. Así, expresa con claridad la autoridad de sus palabras como provenientes del Señor mismo.
¿A qué se refiere específicamente Pedro con el mandato de los apóstoles y las palabras de los profetas? Según el contexto de la carta, vemos que se refiere al llamado de no descuidar la santidad a la luz del futuro juicio en la venida del Señor. Recordemos que los falsos profetas estaban diciendo que no había que preocuparse de la vida moral de las personas porque Cristo no volvería a juzgar. Pero Pedro llama a que, en medio de las tentadoras falsas enseñanzas, ellos recordaran las palabras del Señor mismo dadas por medio de sus fieles mensajeros.
El acceso a la gran variedad de información que hoy nos da Internet es infinito. Pero con ello, los cristianos pueden igualmente acceder a una gran variedad de enseñanzas provenientes de personas que dicen ser cristianas y se autodenominan pastores. Existe una gran variedad de enseñanzas e interpretaciones sorprendentes. Sin embargo, es quizás mucho más sorprendente la cantidad de cristianos que prestan oído a estas enseñanzas sin siquiera darse la molestia de verificarlo en sus Biblias. La razón de su popularidad es que muchas de las variadas, originales, pero al fin y al cabo falsas enseñanzas que circulan son tremendamente llamativas y tentadoras pues ofrecen satisfacer nuestras luchas y tentaciones más profundas. Hay una frase que dice “lo que el corazón quiere, la mente lo justifica”, por lo que, por más absurda que pueda sonar una enseñanza, si es algo que nuestro corazón anhela, de alguna u otra forma, y algunas veces de forma muy creativa, nuestra mente encontrará algún argumento para creerlo.
Hace unos años escuché un sermón en que el pastor citaba el Salmo 86 diciendo que todos nosotros somos dioses, y como tales, merecemos lo mejor de esta tierra. Merecemos los mejores automóviles, relojes, bolsos de diseñador, etc. Por más absurda que pueda sonar esta enseñanza, es sorprendente la popularidad que alcanzan pastores como estos. Por eso es tan importante que escuchemos la amonestación de Pedro y recordemos las palabras que Dios nos ha dado por medio de los profetas y de los apóstoles. Debemos ir a su palabra para recordar cuál es su enseñanza dada por medio de sus fieles mensajeros. Su palabra debe ser nuestra fuente de autoridad para todas las áreas de nuestra vida; no solamente cuando algo nos “gusta”. Por ello, el llamado es claro: Abre tu Biblia cada día para recordar las enseñanzas del Señor.
¿Quién es la verdadera fuente de autoridad en tu vida? ¿La palabra de Dios, o los anhelos de tu corazón?
Que día a día puedas ir a tu Biblia, y por medio de ella, el Espíritu Santo te recuerde las fundamentales y únicas enseñanzas de Dios para tu vida y no caigas en ofrecimientos absurdos.