Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor. (2 Pedro 1:2)
Pedro nos muestra su deseo de que la gracia y la paz abunden en la vida de los creyentes, y el medio para ello es el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.
En la iglesia primitiva los falsos maestros se jactaban de tener un “verdadero conocimiento”, el que incluso presentaban como algo más valioso que la “fe”, sin embargo esto era algo meramente intelectual, sin ningún reflejo en su relación íntima con Jesús, ni menos en su carácter. Sin embargo, Pedro rechaza este falso concepto utilizando la palabra “epignosis” que, en el lenguaje original, significa pleno conocimiento. Por tanto, el pleno conocimiento es el que produce abundancia de gracia y paz en nuestras vidas.
Es tan importante este concepto que Pedro lo resalta tanto al principio como al final de su carta (3:18) por lo que debemos tenerlo en mente a lo largo de ella. Este será el medio para crecer espiritualmente y no ser arrastrados al error por los falsos maestros.
Ahora la gran pregunta que tenemos es ¿qué significa este “pleno conocimiento”?
Claramente no significa simplemente conocer a Dios por medio de la Biblia solo con “la cabeza”, como se dice popularmente, pues es lo que se evidencia de los falsos profetas. Sin embargo, tampoco significa experimentar a Dios solo con el “corazón” sin buscar el conocer cosas concretas de él que claramente nos enseñan las escrituras.
Hace unos años atrás tuvimos que trasladarnos de iglesia a una que tenía fama de enfatizar mucho el estudio de la Biblia. Cuando quedaba poco tiempo para el cambio, dos personas del liderazgo de nuestra iglesia antigua nos comentaron lo siguiente: “Ojalá no se les apague el Espíritu”.
Vivimos constantemente bajo este tipo de discusiones en las iglesias. Tenemos acusaciones de un frente de que algunas de ellas son “pura cabeza”, es decir, persiguen el conocimiento de la Biblia, pero sin experiencia y relación, e incluso llegando a extremos más graves, como acusarlas de no tener “Espíritu”. Por otro lado tenemos acusaciones de que son “puro corazón”, es decir, no conocen a Dios de verdad, no saben lo que creen, solo se dejan llevar por la experiencia y la emoción. Pero Pedro nos muestra que el tipo de conocimiento que nos lleva a la abundancia de gracia y paz en nuestras vidas es un conocimiento pleno, es decir que involucra tanto la cabeza como el corazón.
Por un lado esta forma de conocimiento es algo muy íntimo y personal. Los autores del Antiguo Testamento usan esta palabra para describir las relaciones íntimas entre personas. Por tanto este tipo de conocimiento involucra una relación íntima entre nosotros y nuestro Señor Jesús. Una intimidad que involucra pasar tiempo con él en oración, alabarle de forma constante, pasar tiempo con él cuanto sea posible y buscar su guía en cada área de nuestra vida. Implica usar todo nuestro ser para relacionarnos con él, incluyendo todas nuestras emociones.
Pero también debemos buscar conocer quién es él, cómo piensa, cómo actúa, lo que hizo, lo que promete y lo que espera de nosotros y tenemos el privilegio de poder contar con una fuente fidedigna para conocer estas cosas y esta es la Biblia.
Por tanto el pleno conocimiento involucra ambos aspectos, sin descuidar ninguno de ellos y solo éste nos llevará de verdad a una abundancia de gracia y paz.
Por tanto si hay falta de paz en nuestras vidas, hay temores, inseguridades o culpa, debemos buscar el pleno conocimiento, estudiando las escrituras con dedicación, pero también buscar una relación íntima con él en oración. Debemos involucrar todo nuestro ser, donde nuestras emociones exploten frente al ser más majestuoso del universo que hizo la más espectacular demostración de amor por cada uno de nosotros, quien podemos conocer profundamente por medio de las escrituras y con quien podemos relacionarnos íntimamente, día a día.
En un documental cristiano llamado “The Finger of God” había una frase que llamó mucho mi atención: “la verdad no es una enseñanza, la verdad es una persona”. Usemos todos los medios que Dios nos ha dado para conocer y relacionarnos íntimamente con esa persona: Jesús de Nazaret.