Nuestra cultura nos dice que le saquemos partido a nuestras fortalezas. Nos encontramos en medio de una cierta «revolución de fortalezas» que anima a enmudecer cualquier debilidad; que exige que nos esforcemos por continuar. Sin embargo, bajo la superficie, la terca realidad de tu debilidad permanece. ¿Qué haremos con ella?
Para responder a esa pregunta, quiero animarte a predicar el libro completo de 2 Corintios. Así es como resumiría en una oración su punto principal: el poder de Dios es perfeccionado en tu debilidad. A continuación, detallo tres razones por las que debes predicar 2 Corintios.
1. El Evangelio es la buena noticia para los débiles
Pastores, nosotros podríamos necesitar este mensaje más que cualquiera. Haríamos bien en ver a Pablo como una ilustración viva y activa del poder de Dios manifestado a través de la debilidad. Pablo fue comisionado a ministrar por medio del poder de Dios. Él es un marcado contraste frente a los maestros corintios que habían llegado a la iglesia y que parecían tener todo bajo control. Ellos lo acusaron de ser un líder voluble (1:17), de no tener cartas de recomendación apropiadas (3:1-3), de no ser dinámico ni carismático en sus predicaciones (3:12), de ser un debilucho (10:10). Estos ataques empujaron a Pablo a escribir su cuarta carta a esta iglesia, que es nuestro canónico 2 Corintios.
Pablo advierte que esos nuevos maestros con sus tácticas autosuficientes y ostentosas en realidad estaban proclamando otro Jesús, por medio de un espíritu diferente, que resulta en un evangelio distinto (11:4). Como Satanás, se habían disfrazado como ángeles de luz (11:13-15). Pablo, en oposición, dice: «Pues no somos como muchos, que comercian la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como parte de Dios, hablamos en Cristo delante de Dios» (2 Co 2:17).
Pastores, qué buen recordatorio es saber que no somos comerciantes de la Palabra de Dios, sino que trabajadores diligentes, que buscamos ser fieles a la proclamación de Cristo y de Él crucificado, no a nosotros mismos ni a nuestras habilidades (4:5). Según Pablo, es por medio de esta fiel proclamación que Dios hace lo milagroso: Él remueve el velo de los ojos del no creyente (4:4); Él hace relucir la luz de su gloria en el rostro de Jesús sobre corazones muertos (4:6); Él crea una nueva creación, donde lo viejo ha pasado y todas las cosas son hechas nuevas (5:17). Solo Dios puede transformar un mensaje de muerte en un aroma de vida (2:15-16). Dios hace la obra, por medio de su Palabra, para que podamos decir con Pablo: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor» (10:17). ¿Cómo podría uno enorgullecerse estando a la sombra de esta buena noticia?
Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Pastores, esta es la buena noticia para los débiles.
2. La iglesia es un lugar para los débiles
Predicar 2 Corintios también resaltará la belleza, la importancia y el poder de la iglesia local para tu congregación. Mientras que los falsos maestros apuntaron a líderes de alto rango por sus cartas de recomendación, Pablo apuntó a la iglesia como evidencia de su apostolado: «Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres» (2Co 3:2).
Es en la iglesia que la obra gloriosa de Dios por medio de Cristo brilla con intensidad para que todos la vean. La debilidad de las vasijas de misericordia sirve para resaltar el tesoro que está dentro: «Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros» (2Co 4:7).
En 2 Corintios 5, Pablo explica en detalle cómo personas transformadas por el Evangelio deben llevar a cabo los propósitos de Dios en el mundo. El temor y el conocimiento de Dios lleva a que los creyentes persuadan a otros (5:11). El Evangelio libera a las personas de vivir para ellos mismos y los libera para vivir para Cristo (5:15). El amor de Cristo controla a su pueblo (5:14). La reconciliación que ha tomado lugar entre el hombre y Dios viene con el ministerio de la reconciliación incorporado, ya que Dios hace su llamado a la salvación por medio de su pueblo. En resumen, nosotros somos sus embajadores (5:20). En su primera carta a los corintios, Pablo expone esta visión para que Dios sea glorificado a través de la iglesia local de esta manera: «Sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte» (1Co 1:27).
De igual manera, 2 Corintios nos enseña que la iglesia es el medio de Dios para darse gloria a sí mismo.
3. El sufrimiento revela la fuerza de los débiles
Finalmente, 2 Corintios preparará a tu congregación para el sufrimiento.
Pablo comienza su carta al señalarnos al Dios de todo consuelo, «el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones» (1:4). Pablo habla desde la experiencia (4:7-12; 11:21-29). Él sabe que el sufrimiento trae el consuelo de la gracia de Dios; también sabe que nuestro sufrimiento puede actuar como un trampolín para ministrar a otros. Dios no solo se acerca a aquellos que están en aflicción, sino que aprendemos de 2 Corintios que la aflicción en sí misma sirve a los buenos propósitos de Dios en nuestras vidas. Pablo dice que el sufrimiento que él enfrentó en su propio ministerio sirvió para ayudarlo a no depender de sí mismo, sino que de Dios (1:9). Incluso en medio de nuestro sufrimiento, Dios está obrando, preparándonos para una eternidad con Él:
Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2Co 4:16-18).
Pastores, que nuestras iglesias sean como los macedonios en 2 Corintios 8. Probados severamente por la aflicción y la extrema pobreza, ellos respondieron con una abundancia de gozo que rebosó en un regalo económico generoso para los necesitados (8:1-7). Ver lo que no se ve no disminuye la aflicción que se encuentra justo frente a nosotros, tampoco podemos quitarle importancia al dolor que experimentan muchos en nuestra congregación.
No tenemos que fingir que no estamos dolidos. La iglesia es un lugar donde podemos estar «entristecidos, pero siempre gozosos» (6:10), porque Dios es soberano y bueno, y el sufrimiento solo revela y solidifica la fuente de nuestra esperanza y fuerza.
Conclusión
Pastores, espero que se entreguen a predicar esta maravillosa carta. Yo prediqué este libro en 20 sermones y Dios ha formado a nuestra iglesia por medio de ellos. Hemos visto cómo el poder de Dios es perfeccionado en nuestra debilidad y por medio de ella. Este es el patrón de Dios para glorificarse a sí mismo, como la obra de Jesús dejó en claro: «Porque ciertamente Él fue crucificado por debilidad, pero vive por el poder de Dios. Así también nosotros somos débiles en Él, sin embargo, viviremos con Él en el poder de Dios para con ustedes» (2Co 13:4).