Anteriormente, la autora ya había publicado un pequeño librito, autoeditado, con este mismo tema, titulado Historia de Jacob; quizás pensando en que fuera dirigido a un entorno más reducido. Ha sido muy acertada la idea de la publicación de este otro por Andamio, en el que desarrolla el material anterior de forma mucho más extensa, pero sin perder ese enfoque devocional que a la vez presenta con gran solidez las tremendas verdades bíblicas presentes en toda la Escritura que tanto bien hacen a nuestra alma.
Quizás seamos muchos los que ya nos habíamos identificado con el personaje de Jacob, una vida de luces y sombras, de carnalidad y espiritualidad, de deseos sinceros de apropiarse de las promesas de Dios pero enturbiados por el uso de estrategias humanas para conseguirlos.
Sin embargo, desde el primer capítulo, respiramos la gracia de Dios por encima de la torpeza del patriarca. Como bien dice la señora Burt en la conclusión de la primera parte del libro: «Somos un proyecto en marcha. Dios nos está refinando y, así como organizó las circunstancias de la vida de Jacob para producir al final una persona que bendeciría a Dios y a los hombres, hará lo mismo con nosotros. No se dará por vencido con nosotros hasta no tenernos para la alabanza de su gloria».
Posiblemente otros muchos hayan leído y releído la vida de Jacob en la Biblia sin reparar en lo cerca que se encuentran del personaje. A ellos, para dejar esta cercanía a la vista, les dejo la frase con que comienza la introducción: «La historia de Jacob es tu historia». No es una defensa ni una justificación de la mediocridad espiritual, sino justamente todo lo contrario: un canto a Aquel que comenzó en nosotros la buena obra y la va a perfeccionar hasta el día de Jesucristo.