¿Cuál es el tema principal del libro de Rut? Es una pregunta importante, y debemos hacerla cada vez que queremos estudiar un pasaje, ya que la respuesta va a determinar la manera en que interpretamos, usamos y enseñamos el pasaje. Conocer el tema principal va a determinar la manera en que aplicamos el pasaje a nuestras vidas y a las vidas de nuestras congregaciones. Nos ayuda a hacer una aplicación correcta evitando las peligrosas aplicaciones moralistas o legalistas.
Entonces, en nuestro estudio del libro de Rut, ¿cuál es el tema principal?
Si nuestra respuesta es “la vida de Rut”, la mujer fiel y perseverante, nuestra aplicación será “debemos ser imitadores de Rut”.
O tal vez el tema principal sea “la vida de Noemí”, la mujer que, habiendo sufrido mucho, en la soberanía y gracia de Dios recibe sus bendiciones. Otra vez, debemos ser imitadores de Noemí.
O podemos considerar a Booz, un hombre generoso y compasivo que, en su obediencia a la ley, tiene la visión de salvar a la viuda y la extranjera. Por eso, concluimos, debemos tener una actitud de obediencia y generosidad hacia los pobres de nuestra comunidad.
Estas son buenas aplicaciones y nos animan en diversos aspectos a vivir una vida piadosa. Pero debemos preguntarnos: ¿Son aplicaciones que reflejan el mensaje principal del libro?
Si leemos el libro con “los lentes” de la teología bíblica, lentes que dicen que “la Biblia es una historia completa de la creación a la nueva creación, con un enfoque en la vida, muerte y resurrección de Cristo”, creo que veremos un tema y enfoque diferente, y por ende, una aplicación diferente.
Desde las primeras páginas de la Biblia hemos visto la necesidad de un redentor. Ante la creación del mundo y el huerto en que Adán y Eva disfrutan una comunión perfecta con Dios, los eventos de la caída son un fuerte y terrible contraste, con consecuencias muy graves. Muy pronto resulta evidente que la humanidad necesita un redentor, un salvador, porque la humanidad no tiene la capacidad ni la inclinación necesaria para revertir la situación.
En Génesis 12:1-3 Dios le hace promesas a Abram, promesas que nos dan la esperanza de una nueva creación en que todas las naciones podrán disfrutar las bendiciones de Dios.
Pero en la historia de Israel —la nación de Abram— vemos muchas veces el rechazo de estas promesas por medio de la infidelidad del pueblo.
Por ejemplo, en el libro de los Jueces, Dios envía libertadores para redimir al pueblo de su sufrimiento bajo las manos de sus enemigos, pero la etapa de salvación sólo dura una generación antes de que el caos regrese. En este contexto, leemos la terrible sentencia: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25).
En este contexto de caos, juicio y necesidad de un redentor, leemos la historia de Rut (Rut 1:1), la extranjera que sigue a su suegra, sin seguridad ni oportunidades, y lo hace con amor y confianza en el Dios de Noemí (Rut 1:16).
Ella es “el modelo” de una persona que necesita un redentor, y mediante la familia de Noemí, conoce a Booz, pariente de Elimelec, marido fallecido de Noemí. Bajo el consuelo de Noemí, y por medio de las leyes Israelitas que permiten a los necesitados recoger las espigas después de los segadores, Rut entra en la vida de Booz.
En el capítulo 3, es claro que Rut necesita un redentor y que Booz quiere cumplir esta obra, pero en el capítulo 4 los lectores aprenden que hay un redentor más cerca de la familia: un hombre “sin nombre” (Rut 4:1) que tiene el derecho de redimir la tierra de Elimelec, y al mismo tiempo, a la mujer Rut. En 4:6 vemos que este hombre no quiere aceptar esta responsabilidad, y así, Booz tiene la oportunidad de redimir a Rut.
La redención es completada. Rut ha recibido una vida nueva por medio de las acciones de Booz, y ahora puede disfrutar las bendiciones de su nueva vida. La historia de fidelidad y generosidad está completa.
Pero la historia de la redención no está terminada, y con el nacimiento del hijo de Booz y Rut vemos cómo el tema de redención continúa. Obed, el hijo de Booz y Rut (cuyo nombre significa “el sirviente”) lleva a las mujeres a decir a Noemí (en contraste con Rut 1:20-21): “Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz, y ella es de más valor para ti que siete hijos” (Rut 4:14-15).
¿Por qué este hijo provoca esta alegría y gozo? Porque tiene un futuro glorioso. No en su vida inmediata, sino en la vida de sus descendientes, tema que el autor sugiere en los últimos versículos, en la genealogía, trazando la línea de Rut y Booz hasta David (Rut 4:18-22).
La historia de redención y la necesidad de un redentor continúan en las páginas del Antiguo Testamento hasta las primeras palabras del Nuevo Testamento, donde Mateo extiende la genealogía de Rut desde Obed hasta David, y por todas las generaciones hasta Jesús, el hijo de otra mujer en circunstancias difíciles, que necesita demostrar una fe fuerte y que recibe palabras proféticas.
Este niño, el descendiente de David que provoca palabras de bendición y adoración, cumple la obra del redentor, por todas las naciones, eternamente.
¿Por qué debemos estudiar el libro de Rut esta Navidad? Porque nos ayuda a entender la historia de Jesús, nuestro Redentor. La aplicación del libro de Rut es más grande que una motivación para vivir una vida de generosidad o para perseverar en tiempos difíciles: es una invitación a entender, recibir y adorar al Redentor.