Este artículo forma parte de la serie Querido pastor publicada originalmente en Crossway.
Queridos pastores:
Sólo en los últimos cinco años, ¿cuántos de ustedes, que están leyendo este artículo, han cuestionado su llamado, han perdido amigos o colegas del ministerio o se han sentido cansados en general? Quizás hay una consciencia cada vez mayor de descontento dentro de tu iglesia, y estás tentado a ignorar el problema o tirar la toalla todo al mismo tiempo. Si aún estás aguantando, podrías ser tentado a encontrar alivio temporal en hábitos no saludables o en distracciones sin sentido. Los periodos de descanso y ocio son fundamentales para un liderazgo pastoral saludable; es más, podría ser el caso de que en el día a día, simplemente necesitamos disminuir la velocidad y dedicar momentos más extensos de oración y contemplación de las cosas del Señor por el bien de nuestra alma.
En numerosos estudios, conversaciones e historias de nuestras propias experiencias pastorales se indica que el ministerio y el cuidado pastoral están en peligro de fallar bajo las presiones actuales. No existe un «arreglo rápido» para estos temas. Con la oración y la meditación bíblica en mente, consideremos una lectura espiritual del Salmo 23, guiada por el padre de la iglesia del siglo vi Gregorio Magno (c. 540-604) y apliquemos algunas lecciones del autor Eugene Peterson. La intimidad con Dios, la quietud del alma y la búsqueda de la contemplación impactará significativamente nuestra salud espiritual y las vidas espirituales de aquellos a quienes somos llamados a servir.
Eugene Peterson y el pastor contemplativo
Yo (Shawn) recuerdo dónde estaba, quién estaba conmigo y la estación que era (primavera porque recién había comenzado la temporada de béisbol cuando terminé de leer La regla pastoral de Gregorio Magno y The Contemplative Pastor [El pastor contemplativo] de Eugene Peterson). Fueron lecturas simples y recuerdo terminarlas en un sólo día. La visión de Peterson sobre el oficio pastoral lentamente se mimetizó con la de Gregorio. Esta parte del libro no era nueva para mí, pero se sintió diferente ese día:
Era un tema favorito de C. S. Lewis: sólo los perezosos trabajan duro. Al abdicar perezosamente el trabajo esencial de decidir y dirigir, estableciendo valores y poniendo objetivos, otras personas lo hacen por nosotros; luego, nos encontramos a nosotros mismos frenéticamente, a última hora, intentando satisfacer una media docena de exigencias diferentes en nuestro tiempo, ninguno de los cuales es esencial para nuestra vocación, para evitar el desastre de desilusionar a alguien.
Pero si en vano atesto mi día con actividades ostentosas o dejo que otros llenen mi día con exigencias imperiosas, no tendré tiempo para hacer mi trabajo adecuado, el trabajo al que he sido llamado. ¿Cómo puedo guiar a la congregación a un lugar tranquilo junto a aguas de reposo si yo estoy en perpetuo movimiento? ¿Cómo puedo persuadir a una persona a vivir por fe y no por obras si tengo que hacer malabares con mi horario constantemente para hacer que todo encaje?1.
Mientras leía esto, mi alma se intranquilizaba y sabía que algo estaba ocurriendo. Por supuesto, necesitamos planificar nuestro día. Por supuesto, tenemos suficientes reuniones de planificación ministerial. Por supuesto, tenemos proyectos que finalizar, personas que visitar y llamadas telefónicas que hacer. Pero ¿cómo creo un espacio en mi horario para mi piedad y evitar las exigencias de las cosas?
El Salmo 23, la quietud y el florecimiento espiritual
Durante los días siguientes, la frase de Peterson reverberó a lo largo de mi alma: «¿cómo puedo guiar a la congregación a un lugar tranquilo junto a aguas de reposo si yo estoy en perpetuo movimiento?». El Salmo 23 describe a Dios como un pastor para David. Él nos nutre. Él nos lidera. Nos guía. Dios es Aquel que nos guía hacia aguas de reposo para beber profundamente de la presencia de Dios, de la bondad del Hijo y de la paz del Espíritu.
Todos conocemos a una persona frenética persiguiendo algo que nunca puede alcanzar completamente. Vemos su alma cansada, la fatiga en sus ojos y (si miramos cuidadosamente) su vida interna desordenada. Exudamos un sentido de inquietud. Quizás así es cómo algunos de nosotros nos vemos cada mañana en el espejo. ¿Tu vida se siente caótica, corriendo de una cosa a la otra? ¿Estás guiando a personas a la bondad de Cristo mientras tú mismo dudas de su bondad? ¿Sientes tu alma fatigada mientras haces buenas obras? ¿Olvidas detener tu trabajo y tu agitación interna para descansar en Dios? En el ministerio, hacemos muchas cosas buenas en un sólo día o semana —oramos, enseñamos, aconsejamos, asistimos las necesidades de todos y cuidamos de las viudas—. Podríamos sentirnos desesperados porque hemos dicho que sí a demasiadas cosas buenas, pero quizás sean tareas ministeriales innecesarias.
Trabajar para la iglesia puede ser bueno y noble; debemos trabajar para las almas de las personas. No obstante, trabajar sin descanso puede ser idolatría. También podría ser un ministerio carente de profundidad espiritual, puesto que podemos cuidar de otros estando vacíos mientras buscamos la realización. La apariencia de estar ocupado y el impulso por ser aceptado pueden gobernar nuestra identidad, nublando nuestro bienestar, nuestra búsqueda de espiritualidad y nuestros momentos de reflexión.
La tradición contemplativa (que comenzó con los padres y continúa hoy) nos muestra que el deseo por aceptación a cualquier costo y el compromiso con estar ocupado sin límites son vicios espirituales. Disminuir la velocidad, al parecer, es lo mejor para una agenda completa en el ministerio. Agustín comparó la vida humana con la peregrinación que une el alma de una persona con Dios: somos constantemente «llamados a casa desde el ruido que nos rodea para ir a los gozos que están en silencio. ¿Por qué nos apuramos… buscando al Dios que está aquí en casa con nosotros, si todo lo que queremos es estar con Él?2». Al reducir la velocidad, nos acercamos a Dios.
De hecho, al disminuir la velocidad, también somos más efectivos en el ministerio. Al reflexionar en las lecciones de Gregorio Magno para los educadores cristianos, Kyle Hughes dice: «al cuidar de nuestra propia salud espiritual y emocional, seremos más capaces de lidiar con lo inevitable como conflictos y tensiones tanto dentro como fuera de la sala de clases, gradualmente siendo transformados en el tipo de personas que queremos que nuestros estudiantes emulen3». Ya sea un estudiante en la sala de clases o alguien de la congregación en el santuario, nuestras vidas espirituales importan para aquellos a los que servimos. El punto no es dejar todas las tareas ministeriales, sino poner límites en nuestro trabajo ministerial porque somos humanos. Kelly Kapic clarifica: «negar nuestra finitud nos paraliza de maneras que no nos damos cuenta. También distorsiona nuestra visión de Dios y la forma en que debe verse la espiritualidad cristiana4». Debemos encontrar tiempo a fin de descansar en Dios para ministrar con más efectividad.
Gregorio Magno, la contemplación y el cuidado de las almas
La vida contemplativa es […] descansar de la acción exterior y aferrarse sólo al deseo del Hacedor, para que la mente ya no encuentre placer en hacer cualquier cosa, sino que, habiendo desdeñado todas las preocupaciones, pueda estar ardiente de ver el rostro del Creador (Gregorio Magno)5.
Uno de los tratados más significativos de Gregorio fue su libro La regla pastoral. George Demacopoulos señala que este libro «es el tratado pastoral más completo de la era patrística6». La regla pastoral incluye instrucciones del rol pastoral y de una vida ascética disciplinada, desde un obispo maduro a un obispo más joven. Tiene cuatro partes, donde las primeras dos se enfocan en la atención espiritual que un pastor debe prestarse a sí mismo y a la iglesia; donde la tercera describe cómo un director espiritual debe pastorear y donde la cuarta muestra cómo el pastor debe volver a la humildad después del ministerio público.
Gregorio estuvo entre dos mundos: la contemplación ascética de Dios y el ministerio público de la iglesia; el doble amor era importante en esta visión para un obispo. Por un lado, un pastor debe amar a Dios y parte de amar a Dios es contemplar a Dios. Por otro lado, los cristianos deben amar a sus prójimos, así que, no pueden seguir en una vida ascética. George Demacopoulos explica que Gregorio «creía que el liderazgo pastoral exitoso requería un balance entre la contemplación de la ascética aislada y la acción del administrador bien entrenado. El “contemplativo-activo” no era sólo un líder más efectivo, también era un mejor cristiano que el recluso o el administrador7».
Gregorio previó dos formas de vida: la contemplativa y la activa. Contemplar a Dios era reflexionar en los misterios de Dios y participar en la vida divina de Dios. Estas actividades tranquilizan el alma y capacitan al ministro para beber profundamente del pozo de la presencia de Dios. No obstante, también se debe involucrar en el ministerio. Las dos formas siempre van juntas: nadie puede ministrar adecuadamente a otros si la vida tranquila lo consume todo y nadie puede contemplar completamente si el ministerio lo consume todo. Por eso, Gregorio llamó a aquellos que entraban al rol pastoral a reducir la velocidad y a buscar una vida balanceada de contemplar a Dios y el ministerio a otros. Él escribió:
El director espiritual debe ser un prójimo compasivo para todos y superior a todos en la contemplación a fin de que Él pueda transferir las debilidades de otros a sí mismo por medio de su piedad intensa y trascender incluso en sus propias aspiraciones por las cosas invisibles por medio de lo elevado de su meditación. De otro modo, en la búsqueda de las cosas de arriba él despreciará las flaquezas de sus prójimos o, al adaptarse a ellas, él abandonará la búsqueda de las cosas de arriba8.
Gregorio enseñó que, aun cuando contemplen a Dios, los pastores deben actuar compasivamente con sus prójimos. Vivir una vida superior de contemplación es una manera de soportar las enfermedades de la iglesia. Retirarse a la vida interior no debe ser un retiro del ministerio; al contrario, uno debe retirarse a la vida interior sólo para regresar y ministrar a su prójimo. Como Gregorio aconsejó: «es necesario que la atención que se le da a las preocupaciones externas de los laicos se mantenga dentro de un cierto límite9».
Al prestar atención a la vida interior por medio de la oración y de la contemplación, los pastores están más equipados para lidiar con sus ocupadas agendas. Reducir la velocidad es esencial para la efectividad pastoral. Escuchar la sabiduría de Gregorio nos ayuda a entender que la vida activa del ministerio se alimenta, no se agota, al cultivar la vida interior de contemplación.
Coleman M. Ford y Shawn J. Wilhite son coautores de Ancient Wisdom for the Care of Souls: Learning the Art of Pastoral Ministry from the Church Fathers [Sabiduría antigua para el cuidado de las almas: aprendamos el arte del ministerio pastoral de los padres de la iglesia].
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
- Peterson, Eugene H. (1989). The Contemplative Pastor: Returning to the Art of Spiritual Direction [El pastor contemplativo: volvamos al arte de la dirección espiritual] (Grand Rapids: Eerdmans). p. 19. N. del T.: traducción propia.
- Rotelle, John E. (2017), ed., Saint Augustine: The Trinity (De Trinitate), The Works of Saint Augustine: A Translation for the 21st Century [San Agustín: la Trinidad, Las obras de San Agustín una traducción para el siglo XXI] (Hyde Park, NY: New City). 8.7.11. N. del T.: traducción propia.
- Hughes, Kyle R. (2022), Teaching for Spiritual Formation: A Patristic Approach to Christian Education in a Convulsed Age [Enseñando para la formación espiritual: un enfoque patrístico de la educación cristiana en una era convulsionada] (Eugene, OR: Cascade Book). p. 21 N. del T.: traducción propia.
- Kapic. Kelly M. (2022)., You’re Only Human: How Your Limits Reflect God’s Design and Why That’s Good News [Sólo somos humanos: cómo tus límites reflejan el diseño de Dios y por qué esas son buenas noticias]. (Grand Rapids: Brazos Press), p. 6. N. del T.: traducción propia.
- Gregorio Magno. Homilies of Ezekiel [Homilías de Ezequiel], II, ii, 7-8. N. del T.: traducción propia.
- Demacopoulos, George E. (2007). «An Introduction for the Reader», in St Gregory the Great: The Book of Pastoral Rule [«Una introducción para el lector» en San Gregorio Magno: reglas pastorales], Popular Patristics Series 34 (Crestwood, NY: St. Vladimir’s Seminary Press). p. 13. N. del T.: traducción propia.
- Demacopoulos. «An Introduction for the Reader». p. 16. N. del T.: traducción propia.
- Gregory. Pastoral Rule, 2.5. N. del T.: traducción propia.
- Gregory, Pastoral Rule, 2.5. N. del T.: traducción propia.


Coleman M. Ford

