Quizás has tenido la perturbadora experiencia de terminar una conversación, irte y preguntarte si es que lo que acabas de decir fue un chisme. A veces es difícil saberlo. El chisme es un pecado sombrío, borroso en sus bordes. ¿Cuándo callamos nuestras conversaciones por discreción y cuándo son simplemente susurros deliciosos del chismoso (Pr 18:8)?
Cuando nueva información sobre otra persona llega a nuestros oídos, tenemos muchas opciones. Podemos conversar con esa persona sobre lo que supimos, hablarle a otras personas de eso o guardárnoslo y contarle a Dios. El chisme es contar a espaldas de alguien lo que debes decirle a la cara o no decirle nada. Sin embargo, la vida es compleja. A veces debemos buscar oración y sabiduría de amigos piadosos cuando luchamos con relaciones difíciles con un hijo, un cónyuge, un vecino o un hermano de la iglesia. Son esas las situaciones en las que debemos ser particularmente cuidadosos de que nuestra búsqueda de consejo no se transforme en una simple excusa para el chisme.
A continuación, comparto ocho preguntas de diagnóstico que te ayudarán a discernir conmigo si, al hablar con otros sobre otra persona con las que estamos luchando, en realidad estamos chismeando.
- Si estás involucrado en un conflicto con otra persona, ¿estás hablando con otros solo de los pecados de la otra persona y nunca sobre los tuyos? Si es así, probablemente estás chismeando.
- ¿Tu conversación con amigos sobre esta otra persona tiene el propósito de prepararte para una conversación productiva con la persona? Si no es así, probablemente estás chismeando.
- Si estás buscando el consejo de otros para saber cómo lidiar de manera sabia con esta persona, ¿mantienes la identidad de la persona en secreto a no ser que sea necesario revelarla? Si no es así, probablemente estás chismeando.
- ¿Disfrutas compartir esta información con tus amigos? Si es así, probablemente estás chismeando. El chisme es delicioso (Pr 18:8). Buscar consejo debido a una situación quebrantada y difícil es bueno, pero es doloroso, no es agradable.
- ¿Cuál es el tono de tu voz y el tenor de tu corazón? ¿Eres sumiso, humilde y estás destrozado cuando compartes el pecado de esta otra persona, o te sientes enojado y justificado al comparar? Si es así, probablemente estás chismeando.
- ¿Estás conversando con Dios sobre esta persona tanto como con tus amigos? Si no es así, probablemente estás chismeando.
- ¿Estás limitando la cantidad de amigos con los que hablas? Si no es así, probablemente estás chismeando. El chisme busca esparcir el mensaje ampliamente, pero Jesús busca restringir ciertos mensajes delicados (Mt 18:15-17).
- ¿Consideras a aquellos con quienes compartes información delicada como receptores pasivos o participantes involucrados? El objetivo de Jesús para nosotros al hablar con otros nunca es mera ventilación. Aquellos que reciben información deben estar dispuestos a acompañarnos para ir a la persona con la que necesitamos conversar, con el fin de servir como testigos (Mt 18:16). Si no entiendes que quienes te escuchan tienen este rol activo y participativo, probablemente estás chismeando.
Lamentablemente, yo he cruzado la línea hacia el chisme demasiadas veces en mi vida. No obstante, han habido algunas victorias. Hace muchos años, escuché un chisme sabroso sobre otra persona. No puedo recordar ahora lo que era, pero sí recuerdo llegar a casa y querer compartirlo con mi esposa. Sin embargo, me detuve y me pregunté, ¿por qué quiero compartir esto? ¿Realmente es algo que me incumbe a mí o a mi esposa? No. ¿Ella podrá hacer algo respecto a eso? No. ¿Le voy a compartir esto para que me ayude a ayudar a la persona? No.
Me di cuenta de que era un chisme. Entonces, no dije nada. Dios fue honrado, y mi comunidad, mi matrimonio y mi propia alma fueron salvadas de los efectos corrosivos del pecado.
El chisme crea disensión y desconfianza, destruyendo comunidades (2Co 12:20) y amistades. «El hombre perverso provoca pleitos y el chismoso separa a los mejores amigos» (Pr 16:28).
Evitémoslo, y en lugar de ello oremos para que nuestras bocas sean fuentes de vida para quienes nos rodean (Pr 10:11).
Stephen Witmer © 2016 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
Stephen Witmer
Stephen Witmer es pastor de Pepperell Christian Fellowship en Pepperell, Massachusetts, y enseña Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Gordon-Conwell. Ayuda en el liderazgo de los grupos pequeños llamados Small Town Summits, que se asocian con The Gospel Coalition New England para servir a iglesias y pastores del área rural. Él y su esposa, Emma, tienen tres hijos.