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Cómo aplastar a tu pastor
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Cómo aplastar a tu pastor

Cómo nuestro comportamiento puede afectar negativamente a nuestros pastores

Quiero exponer los pasos que debes dar si quieres aplastar a tu pastor y acelerar su renuncia. Al tener en cuenta la manera en que funciona Internet hoy, ¡necesito intervenir y decir que este es un ejemplo descarado de ciberanzuelo! Por supuesto, no quiero que aplastes a tu pastor. No obstante, quiero llevar a cabo un experimento mental al considerar cómo algunos de nuestros comportamientos pueden afectar negativamente a nuestros pastores. Aunque lo describiré deliberadamente en términos extremos, tristemente, podrías reconocer (como yo lo hago en mí mismo) que algunas de nuestras actitudes y comportamientos hacia nuestros pastores no están demasiado lejos de estos ejemplos extremos.

1. Critícalo

Creo que una de las causas número uno del estrés pastoral es la crítica injusta. Un pastor a quien conozco pasó la mayoría del servicio en el estacionamiento de la iglesia aconsejando a una consternada esposa cuyo esposo la había abandonado a ella y a sus tres hijos. Entró a la iglesia para predicar, pero luego inmediatamente salió para continuar aconsejando a esta pobre señora. Después del servicio, alguien más se acercó a este pastor, extremadamente preocupado respecto a un asunto muy pequeño. Esta persona terminó gritándole al pastor y ¡acusándolo de no tener un corazón pastoral! Este pastor estaba a un paso de darse por vencido completamente. Intenta y haz cosas como esta tanto como puedas. Todo pastor tiene fallas. No dejes que tu pastor ignore las suyas. Muéstraselas constante y claramente tanto como puedas. Lo estás sirviendo espiritualmente al mantenerlo humilde. Si quieres asegurar que tu crítica se entienda, dísela a su esposa. Asegúrate de que la familia del pastor esté consciente de tu decepción con él.

2. Jamás le agradezcas

Si quieres aplastar a tu pastor, jamás le des las gracias. O sólo haz lo suficiente para mantener una apariencia educada: debería ser suficiente con murmurar un rápido «gracias» al salir de la iglesia y un apretón de manos. Sin embargo, asegúrate de no agradecerle por nada en específico. No le agradezcas por la manera en que te ha apoyado a ti y a tu familia en medio de esa enfermedad; no le agradezcas por la manera en que lideró la iglesia (aunque de manera imperfecta) durante la pandemia; no le agradezcas por la manera en que renunció a su día libre para apoyar a la viuda que se estaba cambiando de casa; no le agradezcas por renunciar constantemente a sus noches del viernes para conversar con los jóvenes. Ignora todo eso y concéntrate en lo que hace mal (ver el punto anterior).

3. No seas razonable

Sobre todo, no intentes entender las cosas desde la perspectiva de tu pastor. Sé exigente e insiste en que él haga las cosas sólo como tú crees que deben hacerse. No dejes que tenga una opinión o prioridades diferentes. Tú sabes mejor. Además, recuerda que la iglesia se trata de ti. No importa si tu pastor está sirviendo a otras personas, preocupándose de los enfermos, visitando personas en el hospital, discipulando jóvenes. Si él no te prioriza a ti, él tiene un problema y tú tienes que hacérselo saber.

4. Trata todo como un asunto del Evangelio

Recuerda que cada punto donde tu pastor no está de acuerdo con tu manera de pensar es un asunto del Evangelio y debes darle toda la importancia necesaria, ya sea la forma en que interpreta Apocalipsis, la extensión del sermón o el color de la alfombra del edificio. Asegúrate de no ceder en nada. Si piensas que la nueva alfombra de la iglesia debe ser azul, bajo ninguna circunstancia cedas ante su sugerencia de que debe ser roja. Si es reacio a predicar especialmente sobre a quién debe elegir la congregación, persíguelo hasta que cambie su opinión o se vaya. ¡El Evangelio está en riesgo y tú lo sabes mejor que nadie!

5. Compara sus sermones con los de los grandes predicadores de Internet

Esta es una forma muy poderosa que garantiza bajar el ánimo de tu pastor. Él dedicará mucho tiempo a la preparación de su sermón. Es importante que tú nunca le agradezcas por sus sermones; nunca le digas algo específico que te animó de su sermón. Al contrario, dile constantemente cuánto disfrutas a tu pastor favorito de Internet. Aún mejor, sugiérele cómo puede mejorar su predicación si lo hace más como las de tus predicadores favoritos.

6. Espera que haga todo

Él es el pastor; tú no. Él debe hacer todo el trabajo espiritual de tu iglesia. De hecho, su trabajo principal es asegurarse de que tú pases el mejor momento posible el domingo por la mañana. Su sermón debe ser entretenido, interesante, sentido e inspirador. Luego debes irte de inmediato y seguir con tu vida como quieras hasta el próximo domingo. Bajo ninguna circunstancia contribuyas con algo en la vida de la iglesia más allá de esencialmente lo mínimo. No ayudes a ordenar las sillas. No ayudes con la limpieza. No ofrezcas enseñar en la Escuela Dominical. No te unas al equipo de visita. No des la bienvenida. Se trata completamente de ti y de tus necesidades espirituales.

7. Págale lo menos que puedas

Si estás involucrado en establecer el sueldo de tu pastor, asegúrate de ser implacable. Participa de una reunión para evaluar el salario con una oferta baja y apégate lo más que puedas a esa cifra. Él es un pastor, no un director ejecutivo. En realidad, le estás ayudando a ser humilde y a descansar en el Señor. Una vez escuché de una reunión de evaluación donde después de la reunión uno de los diáconos le dijo al pastor que si él hubiera insistido más, le hubieran pagado más. ¡Ese es el tipo de actitud implacable a la que debes aspirar!

Conclusión

En un artículo que acompaña a este, analizamos cómo apoyar a tu pastor. Es importante que leas ese también para que accidentalmente no hagas algo que podría facilitar las cosas para tu pastor. Sigue los pasos que he expuesto en este artículo, evita los pasos del otro y ¡tu pastor no va a durar mucho! ¡Buena suerte! ¡Vales la pena! P. D.: ¡De nuevo, para estar claros, esta es (¡probablemente, una no muy buena!) sátira!

Peter Orr es autor de Fight for Your Pastor [Pelea por tu pastor].


Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Cuatro formas de salvar a tu pastor del agotamiento
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Cuatro formas de salvar a tu pastor del agotamiento

Cómo puedes ayudar

Quiero que pensemos en cómo podemos ayudar a nuestros pastores a evitar el síndrome del trabajador quemado. Esto no es exclusivo de los pastores, pero pareciera que en los últimos años (particularmente con la pandemia del COVID-19) más pastores que nunca están dejando el ministerio porque están agotados. Otros que continúan están cansados y apenas aguantan. Un amigo pastor hace poco me escribió esto: Siempre pensé que la energía y el optimismo eran mi poder secreto, aquello que me mantendría lejos del agotamiento. Sin embargo, aquí estoy, luchando para funcionar y con cuatro semanas de licencia médica para recuperarme de todo. No estoy completamente consciente de qué fue lo que lo provocó. Creo que es sólo el peaje colectivo de mil dificultades y desilusiones.  Existen varias causas del síndrome del trabajador quemado en la vida pastoral. Los factores son más profundos, más amplios y más complejos que sólo la forma en que nosotros como miembros de la congregación nos relacionamos con nuestros pastores. No obstante, sí creo que tener una congregación que es intencionada en apoyar a sus pastores puede ayudar a aliviar algunas de las principales causas del agotamiento pastoral.  Quiero ofrecerte cuatro simples sugerencias que, como miembros de una congregación, podemos implementar para ayudar a nuestros pastores a evitar el síndrome del trabajador quemado.

1. Ora por él

Encuentro sorprendente que el apóstol Pablo —un aspirante al título de «el cristiano menos propenso al agotamiento»— continuamente rogaba por las oraciones de sus congregaciones. Él, más que ninguno, conocía el poder de Dios y, por lo tanto, les dijo a los corintios que ellos «nos ayudan orando» (2Co 1:11, NVI). Orar por aquellos en el liderazgo cristiano no es algo opcional. A menudo, Pablo pide oración en relación a su proclamación del Evangelio; esto es, para que pueda proclamar el Evangelio con audacia (Ef 6:18-20), claridad (Col 4:4) efectividad (2Ts 3:2). Este es un recordatorio de que podemos orar positivamente por nuestro pastor: no sólo para que puedan soportar las presiones y las tensiones que enfrentan, sino que para que puedan ejecutar diligente, audaz y fielmente sus ministerios. Sin embargo, Pablo también hizo una petición general a la iglesia tesalonicense para que simplemente «oren por nosotros» (1Ts 5:25). Estos ejemplos deben empujarnos a orar por nuestros pastores. No requiere mucho imaginar por qué podemos orar por ellos. En muchas formas, las oraciones que hacemos por ellos son las mismas que hacemos por nosotros. Creo que también deberíamos decirles que estamos orando por él. Pablo frecuentemente comenzaba sus cartas con reportes de sus oraciones por la iglesia a la cual le escribía. Puedes imaginar el maravilloso ánimo que habría sido saber que él estaba orando por ellos. Lo mismo es cierto en cuanto a nuestro pastor. Decirle que estás orando por él puede ser maravillosamente motivador y animante. Uno de los beneficios de orar ferviente y regularmente por tu pastor es que será mucho menos probable que te quejes de él y con él. Será más probable que lo animes.

2. Anímalo

Podemos ayudar a nuestro pastor al animarlo, y podemos pensar positiva y negativamente sobre el ánimo. Demasiado a menudo reducimos el ánimo a un rápido «gracias por el sermón, pastor» en la puerta. Pablo les recuerda a los gálatas que quienes han sido enseñados deben «compart[ir] toda cosa buena con el que le enseña» (Gá 6:6). En este contexto, el mandamiento incluye apoyo material, pero también establece un principio más amplio de suplir todo lo que el pastor necesite para poder continuar, lo que incluye el ánimo. El ánimo considerado e intencional hacia tu pastor es una manera poderosa de amarlo y ayudarlo a perseverar en su rol. Debe ser el desbordamiento de un corazón agradecido que le dice al pastor que hemos estado orando por él. Tristemente, en lugar de ánimo, nuestros corazones tienden demasiado rápido a la crítica. Existe un lugar para que el pastor rinda cuentas. El Nuevo Testamento deja eso claro (1Ti 5:19-22) y, tristemente, a muchísimos pastores se les ha permitido continuar por demasiado tiempo sin ser desafiados. No obstante, ellos son (afortunadamente) excepciones más que la regla. Estoy hablando aquí sobre las cosas más comunes que hacen nuestros pastores que nos molestan. La Escritura prohíbe quejarse contra nuestro pastor o incluso quejarse con nuestro pastor. Santiago le recuerda a sus lectores que «no se quejen unos contra otros, para que no sean juzgados. Ya el Juez está a las puertas» (Stg 5:9). Pablo le dice a los filipenses que deben «ha[cer] todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo» (Fil 2:14-15). Los cristianos bíblicamente obedientes no deben reclamar ni quejarse contra sus líderes. Recuerda que tú no eres único y que el pastor cuida de toda una congregación y busca alcanzar a los perdidos. A menudo nos frustramos porque no nos «apoyan» o no nos «cuidan», como si fuéramos las únicas personas en la iglesia.

3. Perdónalo

En esta publicación, no voy a considerar lo que ocurre cuando las cosas realmente van mal (cuando un pastor —como, tristemente, sí ocurre— es realmente culpable de un pecado «mayor» que debe ser denunciado a la policía y/o a las autoridades de la denominación). Sin embargo, hay momentos cuando un pastor se equivoca (quizás te regaña porque está cansado u olvida visitarte aun cuando había prometido hacerlo). ¿Cómo reaccionamos ante esa situación? Proverbios nos recuerda que «la discreción del hombre le hace lento para la ira, y su gloria es pasar por alto una ofensa» (Pr 19:11). Las presiones del trabajo significan que el comportamiento de los pastores (que son humanos) es todo menos perfecto. Probablemente has conversado con tu pastor cuando está distraído o cansado. A veces los pastores no son buenos administradores y puede ser frustrante cuando no responden un correo o un mensaje de texto. La elección que tenemos es chismear o quejarnos (que están descartados en la Escritura) o hablar amorosamente con nuestro pastor (lo que puede ayudar en algunas circunstancias) o pasar amorosamente por alto la ofensa (lo que a menudo es lo mejor).

4. Ámalo

Lo cuarto que puedes hacer (en un sentido, esto es lo más básico y fundamental) es amarlo. El amor es uno de los mandamientos más básicos del Nuevo Testamento y, sin embargo, es tan fácil pasarlo por alto. El mandamiento de amar se expresa en los términos más fuertes posibles. Pablo establece que si yo «no tengo amor, nada soy» (1Co 13:2). Pedro les dice a sus lectores: «ámense unos a otros entrañablemente» (1P 1:22). Amarnos unos a otros es un mandamiento que se aplica a toda nuestra congregación e incluye a nuestro pastor. Debemos amarlo. ¿Qué significa para nosotros amarlo? Muy simple, significa que debemos poner sus necesidades por sobre las nuestras. Esto puede variar según las circunstancias. Debemos ayudarlo a amar a su familia (si es que tiene una). Debemos ser lo más generoso que podamos con su sueldo (y confiar que él dará aquello que no necesita). No debemos ser exigentes. Existen muchas cosas que tu pastor puede hacer mejor. Su predicación podría ser más inspiradora. Su visitación pastoral podría ser más enfocada. Pero un corazón agradecido que se concentra en lo que es bueno y en cómo el Señor lo está usando te detendrá de ser tan exigente. Ayúdalo a encontrar descanso. En particular, ya que pensamos sobre el síndrome del trabajador quemado, es importante que tu pastor descanse. Muchos pastores son muy diligentes y se exigen tanto que están en peligro de dañar su salud. Animarlo a tomarse su día libre y a asegurarte de no exigirle durante ese día son maneras prácticas en que puedes apoyar a tu pastor. Anima a tu pastor a tomar tiempo para estudiar, para ir a conferencias y a retiros, a pasar tiempo con otros pastores, etc. Muchos pastores se sienten sumamente solos. Acarrean varios asuntos pastorales significativos, pero sería inapropiado para ellos discutirlos con alguien de la iglesia. Necesitamos ser generosos en animarlos a buscar refrigerio en conferencias, retiros y reuniones con otros pastores. Esto no es indulgente. Es clave para que él siga adelante y pueda pensar en sí mismo al hacerlo. Te beneficiarás de ello.

Conclusión

Podríamos decir mucho más. Estas son cuatro posturas muy simples que podemos tomar hacia nuestro pastor para asegurarnos de que no estemos contribuyendo a que termine agotado.

Peter Orr es autor de Fight for Your Pastor [Pelea por tu pastor].


Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.