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¡Ayuda! Estoy luchando con la doctrina de la predestinación
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¡Ayuda! Estoy luchando con la doctrina de la predestinación


Este artículo es parte de la serie ¡Ayuda! publicada originalmente en Crossway.

¿Qué es la predestinación?

La doctrina de la predestinación es la enseñanza acerca de que, antes de la creación del mundo, Dios decidió el destino eterno de todas las criaturas racionales; esto es, todos los ángeles y los seres humanos. «[...] Algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y otros preordenados a muerte eterna»[1]. La decisión de Dios de salvar a algunos pecadores por gracia se llama elección y la decisión de Dios de dejar a ciertos pecadores en la condenación que merecen se llama reprobación. La predestinación es parte del decreto de Dios, su propósito eterno en el cual Él ha decidido todo lo que sucederá, al ordenar todo para la manifestación de su gloria. Si has tenido problemas con esta doctrina, no estás solo. Un jovencito brillante llamado Jonathan Edwards una vez luchó con lo que entonces consideraba como «una horrible doctrina», aunque más adelante llegó a estar completamente satisfecho con ella y se vio abrumado por la dulce belleza del «Rey eterno» (1Ti 1:17). Hay varias razones por las cuales las personas encuentran difícil de aceptar la idea de que Dios predestine a algunos para el cielo y a otros para el infierno. Como veremos, cada una de estas razones comienza con una verdad bíblica sobre la predestinación y extrae de ella una inferencia falsa que conduce a luchas de fe experienciales.

¿Especulación divisiva y no bíblica?

La doctrina de la predestinación no es el tema central de la Biblia; el centro es Cristo y la salvación por medio del arrepentimiento y la fe en Él (Lc 24:44-47; 2Ti 3:15). Además, los debates sobre la predestinación a veces han dividido a los cristianos e incluso han dividido iglesias. Por lo tanto, las personas podrían concluir que es una doctrina que es mejor evitar. Los cristianos podrían razonar: «no podemos entender cuestiones tan profundamente teológicas. Simplemente apeguémonos a lo que la Biblia dice. Los cristianos necesitan dejar de discutir sobre teología y comenzar a contarle al mundo sobre Jesús». Tal razonamiento lleva a que las personas le teman a la predestinación y eviten estudiar lo que la Palabra de Dios dice al respecto.

¿El Rey al que no le importa?

La doctrina de la predestinación retrata a Dios como un monarca absoluto que hace lo que le place en toda la creación (Sal 135:6) y determina el destino eterno de cada persona (Ro 9:22-23). En particular, la elección de Dios para salvar de ninguna manera depende de lo que los elegidos hagan o decidan (Ro 9:11). Algunas personas podrían pensar que esta doctrina implica que a Dios no le importan las personas o la justicia. Dios, se dice, condena al infierno a un sin fin de personas sin importar si vivieron de manera justa o malvada. Por consiguiente, alguien podría preguntar si es que el Dios de la predestinación es un Señor bueno y amoroso. ¿Por qué Él no escogería salvar a todos si Él tiene el poder para hacerlo? Tales dudas podrían provocar que una persona tenga dificultad para orar a Dios o regocijarse en su amor. Aún peor, alguien podría considerar que el Dios de la predestinación sea más un demonio que un Salvador divino, de modo que podría rechazarlo.

¿Fatalismo sin lugar para la elección y el esfuerzo humano?

Según la doctrina de la predestinación, es la voluntad de Dios, no la del hombre, la que controla todas las cosas en el tiempo y el espacio (Dt 4:35; Ef 1:11), eso incluye la historia personal de cada uno (Hch 13:48; Ro 8:30). Las personas a veces infieren que la predestinación absoluta implica fatalismo: nuestras decisiones son una ilusión y nuestros esfuerzos para cambiarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo son inútiles. El fatalismo destruye la motivación. Alguien podría decir: «no tengo necesidad de arrepentirme de mis pecados y confiar en Cristo. Si Dios me ha predestinado para salvación, entonces seré salvo a pesar de lo que haga». De igual manera, ¿por qué un creyente debiera luchar contra el pecado y esforzarse por crecer en santidad cuando todo está predestinado? Otra persona podría argumentar: «no debemos esforzarnos por llamar a los pecadores a Cristo. Dios sin duda salvará a sus elegidos». El fruto venenoso del fatalismo es muerte espiritual y reincidencia en el pecado, mucho para deshonrar el Evangelio.

¿Incertidumbre que socava la seguridad de salvación?

La doctrina de la predestinación nos enseña que todo el que es salvo fue escogido por Dios antes de la fundación del mundo (Ef 1:4; 2Ts 2:13). Las personas podrían concluir que nadie puede saber con certeza si es que es salvo e irá al cielo. Podrían pensar lo siguiente: «sólo los escogidos de Dios serán salvos. El decreto de la elección de Dios está escondido en su voluntad secreta o plan eterno. Por lo tanto, es imposible saber si eres salvo, a menos que recibas una señal especial de Dios». Por consiguiente, algunos cristianos que creen en la predestinación podrían sufrir grandemente de ansiedad por su destino eterno. Podrían buscar seguridad en experiencias místicas o búsquedas legalistas de perfección o podrían ahogarse en su desesperación. ¡Qué luchas más horribles pueden experimentar las personas por la doctrina de la predestinación! Sin embargo, cada una de estas luchas se basa en una comprensión errónea de lo que la Biblia enseña sobre la predestinación de Dios de sus santos. La doctrina bíblica nutre la humildad, la paz, la certeza y la esperanza en Cristo. Volvamos a cada uno de estos puntos y veamos cómo esto es así.

La predestinación: una enseñanza bíblica fundamental acerca de la salvación sólo por gracia

Aun cuando es verdad que la predestinación no es el tema central de las Santas Escrituras, es una doctrina bíblica fundamental, no una especulación humana. Encontramos referencias de la predestinación y la elección para la salvación a lo largo del Nuevo Testamento (Mt 22:14; 24:22, 24, 31; Mr 4:11-12; Lc 10:21-22; 18:7; Jn 15:16, 19; Hch 4:28; 13:48; Ro 8:29-30, 33; 9:6-23; 11:5, 7, 28; 16:13; 1Co 1:27-28; Gá 1:15; Ef. 1:4-5; Col 3:12; 1Ts 1:4; 2Ts 2:13; 2Ti 2:10; Tit 1:1; Stg 2:5; 1P. 1:2; 2:9; 2P. 1:10; 2Jn 1, 13; Ap. 17:14). El Espíritu Santo no se avergonzó de esta doctrina cuando inspiró la escritura de la Palabra de Dios, tampoco nosotros debemos avergonzarnos de ella. La predestinación es una característica importante de la doctrina más amplia de la salvación sólo por gracia (Ro 11:5-6). Deja en claro que Dios salva sólo por su poder, sabiduría y justicia, no por las del hombre. Si la enseñanza amorosa y fiel de la gracia sola ofende a personas —y debemos ser misericordiosos en cómo presentamos las doctrinas de gracia— entonces no debemos retroceder en esta doctrina para complacer al hombre, porque es esencial para mostrar que la salvación es para la gloria de Dios solamente.

La predestinación realizada por el Padre de nuestro Señor Jesucristo

El Dios de la predestinación es verdaderamente el Rey todopoderoso, pero también es el Padre amoroso y justo que «nos predestinó para adopción como hijos [...]» (Ef 1:5). La predestinación es un acto de infinito amor paternal, recibiendo a extraños dentro de su familia para siempre. La elección de los pecadores por parte de Dios, aparte de cualquier mérito propio, orienta la salvación «para alabanza de la gloria de su gracia [...]» (Ef 1:6). No obstante, Dios no es indiferente a la justicia. ¡Todo lo contrario! Porque Él predestinó a sus elegidos para salvación «[...] mediante Jesucristo [...]» (Ef 1:5), exigió que Cristo satisficiera su justicia por la «[...] redención mediante su sangre [...]» (Ef 1:7). No entendemos por qué Dios ha escogido a algunos y no a otros. No obstante, «¿por qué Dios no escogió salvarlos a todos?» es la pregunta incorrecta. A la luz de la atroz rebelión del hombre contra su Hacedor, deberíamos preguntarnos: «¿por qué Dios no condenó a todos al infierno?». El asombroso hecho no es que Dios condene a pecadores al infierno, si no que Él salva y reconcilia a pecadores consigo mismo. La elección incondicional es la amiga —no la enemiga— de pecadores, puesto que sin ella nadie sería salvo. Al final, sin embargo, debemos ceder ante los derechos de Dios como nuestro Hacedor. Cuando las personas acusan a Dios de injusticia por la predestinación, Pablo responde: «¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro [...]?» (Ro 9:21). El Creador tiene el derecho de hacer lo que le plazca con sus criaturas.

La predestinación ejecutada mediante decisiones y esfuerzos humanos

Para aquellos que luchan con la predestinación porque piensan que implica fatalismo, reconocemos que la voluntad de Dios controla a todas sus criaturas y a sus actos, pero también afirma que Dios decreta no sólo el fin, sino que también el medio por el cual ese fin se logra. Pablo dice: «[...] porque Dios los ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. Fue para esto que Él los llamó mediante nuestro evangelio [...] (2Ts 2:13-14). El medio por el cual Dios salva a sus elegidos incluye el trabajo externo de la predicación del Evangelio y el trabajo interior del Espíritu en la mente, corazón y voluntad de aquellos que escuchan el Evangelio predicado. Lejos de privar las decisiones y acciones humanas de toda significancia, la predestinación las infunde con significado eterno. Pablo llama a los creyentes a «[...] oc[uparse] en su salvación con temor y temblor. Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para su buena intención» (Fil 2:12-13). Podemos regocijarnos cuando las personas se vuelven al Señor, puesto que el poder del Evangelio para producir fe, amor y esperanza perdurables demuestra «[...] que Él los ha escogido [...]» (1Ts 1:4, NVI). Cada paso de obediencia cristiana es apoyado por el propósito soberano de Dios, puesto que «[...] Dios nos escogió [...] para que fuéramos santos [...]» (Ef 1:4). El ejército del Cordero supera a este mundo, ya que son «[...] llamados, escogidos y fieles» (Ap 17:14).

La predestinación garantiza seguridad ahora y para siempre

La doctrina de la predestinación sí enseña que sólo los elegidos de Dios serán salvos. Eso no implica que no podamos saber con seguridad si es que somos salvos. Al contrario, el regalo gratuito de Dios de que «[...] todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel [es decir, Jesucristo] que nos llamó por su gloria y excelencia» capacita a los creyentes para «[...] hacer firme su llamado y elección [...]» al crecer en conocimiento, fe y santidad práctica (2P 1:3, 10). Pablo explica que la predestinación inicia una cadena dorada de actos divinos unidos en el propósito de Dios: «a los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó» (Ro 8:30). Si Dios ha «llamado» eficazmente a una persona por medio del Evangelio y la ha «justificado» por medio de la fe, entonces puede estar segura de que será «glorificada» con Cristo. Por lo tanto, aunque entendemos la razón por la que las personas tienen problemas con la doctrina de la predestinación, una fe iluminada por el Espíritu en esta doctrina lleva a hijos de Dios a que abracen las promesas de Dios, obedezcan la voluntad de Dios y se regocijen en la esperanza de la gloria de Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor. Por esta razón, debemos luchar para saber con exactitud y claridad todo lo que Dios ha revelado sobre esta preciosa verdad y enseñarla a otros.

Joel R. Beeke y Paul M. Smalley son autores de Teología Sistemática Reformada. Tomo I. Revelación.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] Confesión de fe de Westminster, 3.3.