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La plantación de iglesias rara vez es rápida
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La plantación de iglesias rara vez es rápida

Antes de que cayera la cortina de hierro de Europa y de que colapsara el brutal régimen comunista de Albania a principios de la década de los 90, Albania era la Corea del Norte de Europa. Mostró todos los efectos devastadores del reinado de un dictador malvado. Entre otras cosas, la iglesia había sido obligada a funcionar subterráneamente en esos años y la mayoría del clérigo fue encarcelado, exiliado o asesinado. Cuando Albania abrió, algunas de las primeras personas que entraron fueron misioneros que amaban a Jesús y se mudaron a esta oscura y atribulada tierra con un sentido de urgencia por el Evangelio. Lo que siguió fue una ola de actividades evangelísticas, conversiones y una rápida plantación de iglesias. No obstante, como tantas otras cosas en la Albania de hoy, la iglesia es un reflejo desilusionante de expectativas insatisfechas. ¿Por qué todavía hay tan pocas iglesias saludables en Albania? ¿Por qué es tan difícil encontrar pastores fieles que prediquen el Evangelio? ¿Cómo es que después de millones de dólares y decenas de misioneros, Albania sigue siendo un lugar espiritualmente oscuro con muy pocas iglesias florecientes y centradas en el Evangelio? Una de las razones por las que hoy existen tan pocas iglesias sanas en Albania es porque esos primeros evangelistas y rápidas actividades de plantación de iglesias no fueron respaldadas por una precisión teológica y una comprensión bíblica de la conversión y de la iglesia. El entusiasmo por la rápida multiplicación acabó matando el crecimiento.

El problema con la metodología de la multiplicación rápida

Al pensar en las metodologías de plantación de iglesias en general, todos hemos visto las llamativas páginas web de agencias misioneras y videoclips bien editados. Hemos leído tuits y nos hemos maravillado por las publicaciones de Facebook que celebran conversiones masivas, bautismos espontáneos y el rápido crecimiento de la plantación de iglesias. Podría sugerir que miremos más allá de los números y les hagamos algunas preguntas de sondeo. ¿Cómo estas personas definen «iglesia»? ¿Qué consideran como una conversión genuina? ¿Cómo están evaluando el carácter, las competencias y la convicción bíblica de los líderes que han identificado? ¿Cómo están proveyendo entrenamiento teológico para este número de líderes de iglesia que crece rápidamente? ¿Cómo están rastreando la salud (teológica y de otro tipo) de estas nuevas iglesias? Los movimientos de plantación de iglesias rápidos a menudo siguen lo que se percibe como momentos de conversiones masivas acompañadas de bautismos espontáneos. Los líderes se identifican rápidamente: hombres que muestran cierta personalidad, carisma y la capacidad de atraer a otros para que estén cerca de ellos. Se les da un entrenamiento básico en técnicas evangelísticas y se les otorga el título de plantador de iglesia. Algunos hombres entonces asumen la responsabilidad de un grupo de nuevos creyentes al que llaman iglesia. En gran parte del Sudeste Asiático, América Latina y partes de África Subsahariana, los movimientos de plantación de iglesia están agarrando velocidad y se están reproduciendo vertiginosamente. He escuchado de un líder de un movimiento de plantación de iglesias que usa este tipo de lenguaje: «si un nuevo creyente tiene una Biblia y el Espíritu Santo, entonces él tiene todo lo que necesita para plantar una iglesia».

El ejemplo de Pablo

El movimiento de plantación de iglesias comenzó en la Jerusalén del primer siglo y se esparció a lo largo de Judea hacia Europa. Sin embargo, cuando leemos el Nuevo Testamento, es claro que la precisión teológica y una eclesiología robusta sustentaban ese momento. El apóstol Pablo, un hombre culto y bien educado, estuvo en un periodo de entrenamiento y preparación antes de que comenzara su primer viaje misionero. Cuando fue de ciudad en ciudad, a menudo se quedaba un tiempo para evangelizar, discipular y entrenar líderes. No existe indicio de que las iglesias comenzaran espontáneamente o que se reprodujeran rápidamente. Al contrario, el ritmo general de la plantación de iglesias involucraba un periodo de entrenamiento y evaluación de un nuevo líder local. Pablo mismo les advirtió a las iglesias a no imponer manos demasiado rápido sobre los hombres y a no nombrar a un nuevo creyente como líder en la vida de una iglesia local. Más bien, los líderes debían ser evaluados en el tiempo. La estrategia de plantación de iglesias de Pablo tenía una alta visión de la eclesiología. Él se tomó el tiempo de asegurarse de que las iglesias estuvieran predicando la verdad, exponiendo las herejías, designando líderes calificados, supervisando a los miembros, cuidando a las viudas y a los huérfanos, y administrando las ordenanzas apropiadamente. Él hizo el trabajo duro de establecer líderes fuertes y centrados en el Evangelio en iglesias fuertes y centradas en el Evangelio.

Dos grandes amenazas

He llegado a la conclusión de que existen dos grandes amenazas para la obra del Evangelio en las comunidades pobres y desatendidas del mundo actual: el evangelio de la prosperidad y el ánimo hacia la multiplicación rápida. Estas dos amenazas a menudo aparecen juntas. Los predicadores de la prosperidad buscan señales espontáneas y rápidas del mover de Dios. No obstante, el evangelio de la prosperidad no tiene gracia, no tiene cruz y depende de la predicación y la metodología centrada en los hombres. Los lobos teológicos se alimentan de los pobres. Seducen a sus oyentes con el anzuelo de un evangelio que promete salud y riqueza en lugar de gracia y Cristo. De igual manera, los plantadores que buscan la multiplicación rápida por medio de conversiones masivas y bautismos espontáneos quieren ver señales inmediatas y espontáneas del mover de Dios. Sin embargo, sus métodos a menudo producen líderes mal entrenados e iglesias mal definidas. En otras palabras, dinámicas similares impulsan tanto la predicación de la prosperidad como la multiplicación rápida, y cuando las personas las mezclan, se produce una confusión total sobre lo que significa ser un cristiano y lo que significa ser una iglesia. En el Nuevo Testamento, una iglesia es una reunión públicamente identificable de creyentes que han hecho un pacto para adorar a Cristo como una muestra de su gloria a las naciones. Una asamblea adecuadamente ordenada observa correctamente las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor como marcas visibles de los redimidos. Es un grupo de creyentes que siguen el liderazgo de pastores probados, entrenados y afirmados que predican la Palabra y pastorean el rebaño. Establecer tales iglesias no puede hacerse rápida o fácilmente. Aun cuando quiero alegrarme por el aparente movimiento de Dios al leer esos brillantes panfletos misioneros celebrando conversiones masivas y rápida plantación de iglesias, también quiero hacer caso de las palabras de advertencia de Pablo a no imponer manos sobre los hombres demasiado rápido. He conocido muchas supuestas «iglesias» que fallan en ser disciplinadas o centradas en el Evangelio. He sido testigo de bautismos masivos espontáneos en lugares como Nepal y aun así vi poca evidencia de conversión en las vidas de esos hombres que estaban haciendo una profesión pública de su fe en Jesús. Nuestra tarea es urgente. Pero una tarea urgente completada sin cuidado rara vez produce buenos resultados. No debemos buscar la expansión a expensas de la fidelidad. Al contrario, debemos buscar la plantación de iglesias con el mismo sentido de urgencia y cuidado con el que los apóstoles dirigieron la iglesia primitiva.

Entrenamiento y evaluación

Un movimiento de plantación de iglesias que no está respaldado por el entrenamiento teológico, la evaluación y el apoyo continuo de un liderazgo local rara vez sobrevive la prueba del tiempo. En mi rol como director de iglesias en lugares difíciles, he tenido el privilegio de conocer cientos de pastores y plantadores de iglesias que sirven en algunos de los lugares más remotos, pobres e incomprendidos de la tierra. En los últimos años, hemos trabajado para desarrollar la formación de la iglesia en lugares difíciles. Hemos matriculado más de cien líderes de iglesias en un entrenamiento de dos años no residencial para algunos de los lugares más pobres, más remotos y menos comprendidos de la tierra. Este entrenamiento es seguido de un proceso de evaluación por los plantadores y los pastores de la iglesia local, que examinan las competencias y las convicciones bíblicas de un hombre a fin de discernir si está calificado y es competente para servir como pastor o plantador de una iglesia. La nuestra no es la única manera de entrenar y evaluar, pero es mi oración que en el largo plazo el resultado sea la reproducción de muchas iglesias sanas que resistan el paso del tiempo.

El entrenamiento toma tiempo, pero los líderes entrenados duran mucho tiempo

Plantar una iglesia toma tiempo. Siempre ha sido así. Es tan cierto en el Sudeste Asiático como en el Sudeste de Albania. Ahora estamos entrenando cerca de veinte hombres de Albania, Macedonia del Norte y Kosovo, quienes están buscando ser equipados y apoyados a medida que plantan iglesias saludables en el mundo de habla albanesa. El trabajo riguroso de ser equipado para predicar y enseñar la Biblia, evangelizar y hacer discípulos puede ser un desafío para algunos, pero aquellos que perseveran seguirán para plantar y liderar iglesias que se involucren de manera efectiva con sus comunidades. No es rápido, pero alabado sea Dios, ha sido fructífero. Una cosa que es consistentemente clara para mí es esto: las iglesias que prosperan y sobreviven en lugares difíciles son lideradas por líderes bien entrenados que han sido probados y afirmados como líderes calificados bíblicamente. Entrenar toma tiempo, pero los líderes entrenados duran mucho tiempo.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.