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Matthew S. Harmon (PhD, Wheaton College) es profesor de Estudio del Nuevo Testamento en Grace College and Theological Seminary en Winona Lake, Indiana. Previamente, fue parte del staff de Cru por ocho años y es el autor de numerosos libros, incluyendo comentarios de Gálatas, Filipenses, 2 Pedro y Judas. También es co-anfitrión del pódcast Various and Sundry [Varios y diversos]. Matthew y su esposa, Kate, viven en Warsaw, Indiana, y tienen dos hijos.

Cinco mitos sobre el estudio de la Biblia

Cinco mitos sobre el estudio de la Biblia
Este artículo es parte de la serie Cinco mitos publicada originalmente en Crossway.
Mito n.° 1: no necesitas estudiar la Biblia con otros
Cuando se trata de estudiar la Biblia, a menudo tendemos a pensar en hacerlo por nuestra cuenta. Con una oferta aparente interminable de recursos disponibles (tanto en papel como en línea), podríamos pensar que no necesitamos estudiar la Biblia con otras personas. Ahora, por supuesto, ¡el estudio personal de la Biblia tiene un gran valor! Pero cuando solo estudiamos la Biblia por nuestra cuenta, nos alejamos de una de las principales maneras en las que Dios usa la Biblia en nuestras vidas: la perspectiva y sabiduría de otros creyentes. La Escritura es tan rica y con tantos niveles que hay verdades que a menudo pasamos por alto en nuestro estudio individual. Cavar más profundo en la Palabra de Dios con otros abre nuestros ojos para ver más de la Biblia de lo que veríamos por nuestra propia cuenta. Uno de los grandes beneficios de reunirnos con el pueblo de Dios es estar en la Palabra juntos. Pablo hace énfasis en esto cuando le escribe a Timoteo: «Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza» (1Ti 4:13). Además de prestar cuidadosa atención a la predicación de la Palabra los domingos por la mañana, deberíamos buscar oportunidades de pasar tiempo con otros creyentes estudiando la Biblia, ya sea en un grupo pequeño, en una clase de educación para adultos o en cualquier otro contexto.Mito n.° 2: necesitas un título para estudiar la Biblia
La educación teológica es un gran regalo para la Iglesia. Invertir un tiempo extenso para recibir entrenamiento en teología, historia de la Iglesia y hermenéutica trae beneficios que duran una vida entera. Sin embargo, Dios no nos dio la Biblia solamente para el uso y beneficio de eruditos y pastores. Él se la dio a todo el pueblo de Dios, no solo a los líderes. Considera solo algunas de las cosas que dijo David sobre la Palabra de Dios en los Salmos:La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo (Salmo 19:7). ¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, Porque son míos para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros, Porque Tus testimonios son mi meditación. Entiendo más que los ancianos, Porque tus preceptos he guardado (Salmo 119:97-100).Dios nos dio la Biblia porque quiere que todo su pueblo entienda quién es y de qué manera deberíamos vivir como pueblo suyo. Gregorio Magno tenía razón cuando famosamente escribió: «La Escritura es como un río ancho y profundo, lo suficientemente poco profundo como para que lo vadee un cordero, pero lo suficientemente profundo como para que lo nade un elefante»[1].