Jaquelle Crowe Ferris (BA, Thomas Edison State University) es una joven escritora del Este de Canadá. Es la escritora principal y jefa de redacción de TheRebelution.com y contribuye en The Gospel Coalition, DesiringGod.org y Unlocking the Bible. Su primer libro es Esto lo cambia todo: cómo el evangelio transforma tu juventud.
Avergonzada de mi cuerpo
Convertirse en una adolescente trae tremendas alegrías, pero también muchas dificultades nuevas. Una de las más dominantes y agobiantes es la vergüenza que sientes por tu propio cuerpo. En nuestra infancia, vivimos un tiempo valioso y precario en el que no sentíamos vergüenza por nuestros cuerpos. Los veíamos como máquinas, como herramientas para comunicarnos y para expresarnos, como el catalizador para nuestros juegos, en cuanto a su funcionalidad, eran perfectamente aceptables para nosotros. Teníamos conciencia de nosotros mismos, pero no nos acomplejábamos.
Luego crecemos y algo pasa (o quizás muchas cosas pasan). Los mensajes culturales comienzan a penetrar nuestras mentes y a contaminar nuestras percepciones. Un día nos damos cuenta de que la belleza es más importante que la funcionalidad, y que nuestro cuerpo no es hermoso. Comenzamos a preguntarnos a nosotras mismas, ¿cómo nunca me di cuenta de lo que fea soy, de lo gorda que estoy, de lo torpe que soy, de lo (completa con la palabra que describe tu vergüenza) que soy? Desde la caída de Adán y Eva, cada ser humano ha lidiado con cierta forma o grado de vergüenza respecto a su cuerpo, pero esto se siente particularmente nuevo, pesado y pandémico durante los años de adolescencia (especialmente en el cruce de una cultura hiperconectada e hipersexualizada). Los adolescentes son entrenados para obsesionarse con sus cuerpos y para ajustarse a un agotador estándar que perpetúa el fracaso y el desprecio. Constantemente, escuchan mensajes contradictorios: primero, «ama tu cuerpo» y luego, «necesitas un cuerpo para la playa». O más bien, escuchan y ven mensajes contradictorios: uno que se enseña, pero otro que se vive, se modela y se arregla en Instagram. Seguir a Cristo no exime a los adolescentes de la vergüenza del cuerpo. Desearía que fuera así, anhelo eso desesperadamente. Sin embargo, sí nos equipa con verdades del Evangelio para combatir las mentiras, la presión social y las tentaciones que enfrentamos. A continuación, les comparto seis verdades a las que yo me estoy aferrando.1. Nuestros cuerpos no son el problema
Dios creó nuestros cuerpos físicos y declaró que eran buenos (Gn 1:31). Sin embargo, en la frustración de la vergüenza, somos tentadas a odiar nuestros cuerpos (Gn 3:7) y se convierten en el problema y el enemigo. Actuamos como adolescentes gnósticos, creyendo que el cuerpo es arbitrariamente maligno y que necesitamos ser liberados de él. No obstante, el problema no está en nuestros cuerpos, está en nuestra perspectiva: una perspectiva dañada por el pecado. Aborrecemos nuestros cuerpos porque hemos confundido el don de Dios con una maldición. El egocentrismo y el orgullo nos engañan.2. Somos más que nuestros cuerpos
Como adolescentes, es difícil no equiparar nuestro cuerpo con nuestro valor. El atractivo se siente como una moneda con la que puedes comprar privilegios especiales. Cuando miramos a nuestro alrededor, pareciera que la aceptación, la alegría y la popularidad depende solamente de la apariencia. No somos nada más que nuestros cuerpos. Sin embargo, idolatrarlos es simplemente tan malo como odiarlo. Dios no nos ama por cómo nos vemos; él nos ama debido a su gracia gratuita (Ef 2:4-10). Él no nos valora por el cuerpo que tenemos; Él nos valora por quiénes somos en Cristo (Ti 3:4-7). Él nos hizo con mentes pensantes y corazones sensibles y tenemos una belleza que no es externa (1P 3:3-4).3. La comparación es tóxica
Nuestros cuerpos son únicos, formados por nuestro Creador para desplegar su gloria en las complejidades de nuestros rostros, de nuestros brazos, de nuestros estómagos, de nuestras piernas. Debido a eso, la comparación es inútil y fatal. Por lo tanto, ¿dónde deja esto a las redes sociales, el lugar que puede describirse con justa razón como una fábrica de comparación? En pocas palabras, tendrás que salir de ahí. Esa es la respuesta para algunos adolescentes (la llave para la sanidad, el contentamiento y la felicidad). Sin embargo, la respuesta está un cambio radical en el enfoque. En vez de ver las redes sociales como un lugar para hacer poses (filtrar y editar nuestras vidas, medir nuestro estatus y evaluar a otros) podemos usarlo como un lugar para celebrar auténticamente la vida. Podemos usarlo como un lugar para compartir, reír, aprender y ser amables. Es posible que tengamos que limpiar la lista de las cosas que seguimos, borrar publicaciones o incluso comenzar todo de nuevo; no obstante, con el correcto modo de pensar, es posible usar las redes sociales para celebrar, no para la vergüenza.4. Nuestro cuerpo se estropeará
Parece deprimente, pero la realidad es que este cuerpo terrenal nos fallará. Subiremos y bajaremos de peso, nos arrugaremos, nos debilitaremos, nos encogeremos y nos hincharemos. Luego, moriremos y nuestro cuerpo volverá a ser polvo. Por tanto, preocuparnos y estresarnos por nuestro cuerpo que se está desvaneciendo no tiene sentido.5. Somos llamadas a administrar nuestros cuerpos
Al mismo tiempo, aún somos llamadas a cuidar nuestros cuerpos. Es un recurso dado por Dios, lo que significa que no tenemos permiso para abusar de él (1Co 10:31). Tratemos nuestros cuerpos amorosamente; alimentémoslo bien; hagamos ejercicio; usémoslo para buenas obras; administrémoslo para propósitos santos y sanos, porque un día nuestros cuerpos (¡estos cuerpos!) serán gloriosamente redimidos y usados con el fin de servir perfectamente a Dios para siempre.6. Peleemos contra la inseguridad con verdad
Como un alambre de púas invisible, la inseguridad se ha entretejido dentro de mí a lo largo de mi adolescencia. Lo primero que recuerdo haber odiado de mí fueron mis cejas; luego, mis orejas; después, mi nariz; más tarde, todo mi cuerpo. Sabía que no debía hacerlo, pero la inseguridad parecía debilitarme, paralizarme y llevarme a una fragilidad abrumadora. La única manera en la que he sido capaz de luchar contra esto es con la verdad. Recogí mi autocompasión del piso del baño y me pregunté, «¿qué sé que es verdad?» y no «¿qué es lo que siento que es verdad?». Hago esto una y otra vez, porque soy insegura vez tras vez. Por lo tanto, tengo que predicarle la verdad a mi corazón: He sido asombrosa y maravillosamente hecha (Sal 139:14). Estoy en Cristo y nada puede cambiar eso (Col 3:1–3). El propósito de mi cuerpo no es atraer a otros, sino que alabar a Dios (1Co 6:20). Soy completamente amada (1Jn 4:9–11). Encuentro la plenitud cuando estoy satisfecha en Dios (Sal 90:14). No se trata de mí, se trata de él (Ga 2:20).Jaquelle Crowe © 2017 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
Conversaciones incómodas que cada adolescente debe tener con sus padres
1. Sexualidad
2. El pecado personal y la transformación
3. La entretención y las redes sociales
4. Los amigos (virtuales y personales)
5. Sueños y planes futuros
Incomodidad por el bien del crecimiento
Jaquelle Crowe © 2016 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. | Traducción: María José Ojeda
Los amigos de tu edad no son suficientes
El fruto de la comunidad
Mi amiga Lisa está en sus sesenta. Ella ha vivido una vida completa, ha viajado por el mundo, ha sobrevivido a un increíble sufrimiento y pena y es una de las mujeres más cultas y capaces que conozco. Rona es una amiga que está en la mitad de sus setenta. En su exterior es dura, incluso mal genio, endurecida por circunstancias y sufrimientos conflictivos, pero aun así con un corazón tan suave como un malvavisco. Mi amiga Christy tiene siete años, y cada vez que nos juntamos, ella exuda una emoción y un deleite respecto a la vida que son contagiosos. Puedo contar a su mamá Dana como otra amiga, una joven madre que tiene sus manos absolutamente llenas, y aun así sostiene una profunda pasión por su vida y ama profundamente a las personas. Estas cuatro mujeres son mis amigas, a pesar del hecho de que ninguna comparte mi generación. Sin embargo, todas ellas son parte de mi iglesia y nuestra relación como hermanas en Cristo ha dado el fruto de la amistad. Todas estas relaciones se ven diferentes, pero todas estas mujeres me han bendecido, amado y cambiado. Hay al menos tres cosas que he aprendido de las amistades multigeneracionales.1. Dios es más grande que mi generación
Amo ver lo que Dios está haciendo en mi generación, pero compartir la amistad con aquellas que son mayores y menores me recuerda que Dios no está obrando (ni está siendo adorado) exclusivamente por mi generación. Él es más grande que los mileniales. Este es un recordatorio humillante. Mientras nunca confesaría en voz alta que pienso que los jóvenes son favorecidos por Dios o en cierta forma son mejores, más genuinos y más compasivos que la gente mayor, algunos días soy tentada a creerlo. Entonces paso tiempo con una amiga que es mayor que yo y amorosamente me bajan los humos mentales. Las amistades intergeneracionales tienen una manera única de matar el prejuicio: con amabilidad. Al ser simplemente mi amiga, mis suposiciones imperfectas sobre otras generaciones han sido desafiadas, confrontadas y desvanecidas. El reino de Dios es diverso. Esta verdad destacó la misión de Jesús en la tierra. Él vino para salvar personas de todas las edades de todas las naciones, todas las lenguas y tribus (Ap 7:9). Él vino por los jóvenes y por los mayores de igual manera. Las amistades intergeneracionales me enseñan que el reino de Dios es una familia, y tengo la responsabilidad de amar y de aprender de la familia completa.2. Todos están siempre enseñando
Estas cuatro amigas en sus diferentes etapas de la vida me han enseñado mucho. Aprendí el gozo fuerte y persistente de Christy y las viejas lecciones de la vida de Rona. Ellas traen ideas, soluciones y actitudes únicas a nuestra relación, empujando los límites de mi marco mental y haciéndome más empática y generosa. Con su amistad, me recuerdan que todos somos maestros. Nuestras vidas están siempre predicando: gozo, dominio propio, humildad, gratitud, paz; u orgullo, egoísmo, calumnia, distracción o enojo. No necesitas ser pastor, un maestro «oficial» ni mentor para estar declarando algo. Tu vida lo hace con fuerza (1P 2:11-17) ¿Qué está diciendo?3. La experiencia produce sabiduría
Aunque sí aprendo de mis amigas más jóvenes, puedo decir con seguridad que aprendo más de cristianas mayores que han vivido más, han cometido más errores, han soportado más sufrimiento y han ganado más sabiduría que yo. Podemos aprender sobre la fe, el perdón, la valentía, el contentamiento y la oración (solo por nombrar un par de cosas) de personas mayores al meramente tomarnos el tiempo de escuchar y ser una amiga. Mark Twain dijo una vez: «Cuando era un niño de catorce años, mi padre era tan ignorante que apenas podría soportar estar a su lado. Pero cuando cumplí veintiuno, me asombré de lo mucho que él había aprendido en siete años». Tener amistades con personas mayores ha inculcado en mí un respeto profundo por la edad y ha renovado mi humildad. Cuando ellas comparten sus experiencias y su sabiduría conmigo, he podido reconocer que sin duda me beneficiaré al poner atención.Unidad y diversidad
Hace un par de semanas, fue la noche de pasteles. Las señoras de nuestra iglesia se juntaron en una casa, comieron el pastel y tomaron el helado más delicioso que existe y compartieron una comunión incluso más dulce. La diferencia de nuestras edades es de casi cincuenta años, pero había una unidad perfecta y simple. Éramos solo hermanas en Cristo reunidas alrededor de una mesa, amigas reunidas por el vínculo de Cristo. Mientras medito en noches como esa, me doy cuenta de algo: era un destello del cielo. Ahí había diversas cristianas separadas por la edad pero gozosamente unidas en comunidad. Realmente, así es la amistad intergeneracional: un bocado del cielo. ¿Por qué no querríamos perseguir eso aquí en la tierra?Jaquelle Crowe © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
Cómo lidiar con la incertidumbre hoy
«Por que yo, el Señor, no cambio» (Mal 3:6). «Desde la antigüedad Tú [Señor] fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, pero Tú permaneces. Todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los cambiarás, y serán cambiados. Pero Tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin» (Sal 102:25-27). «Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place» (Sal 115:3).El coronavirus no se le escabulló a Dios. A Él no le sorprende ni le asusta. Así como tampoco le sorprendió ni le asustó cualquier plaga, pandemia, guerra o atrocidad del pasado. Y nunca ha hecho que sea imposible para los cristianos ser fieles en medio de cada una de esas cosas. En medio de la incertidumbre de la gripe española (cuando aproximadamente un cuarto del mundo se infectó con esta enfermedad y murieron a causa de ella unas 17 a 100 millones de personas) los cristianos permanecieron fieles. En medio de la incertidumbre de la Primera y la Segunda Guerra Mundial (cuando todo el mundo miraba cómo sus hijos, esposos y padres se marchaban para ir a pelear y decenas de millones murieron) los cristianos permanecieron fieles. En medio de la incertidumbre de la peste negra (cuando Europa, Asia y África del siglo XIV vieron morir a cincuenta millones de personas por la plaga bubónica) los cristianos aún permanecieron fieles. No somos los primeros cristianos en lidiar con una incertidumbre mundial; ni seremos los últimos. No pensemos que no podemos lidiar con esto con fidelidad. Podemos. Es terriblemente difícil, sí. Sin embargo, ¡qué momento es este para que la iglesia brille como luz del mundo! En medio de esta incertidumbre, oremos más que nunca. Leamos la Palabra de Dios más que nunca. Comuniquémonos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo más que nunca. Arrepintámonos más que nunca. Animemos a otros más que nunca. Recordémonos a nosotros mismos la fidelidad de Dios a lo largo de la historia más que nunca. En medio de esta incertidumbre, necesitamos esperanza; y la tenemos en nuestro buen y soberano Dios. Muchísimas personas a nuestro alrededor no tienen esta esperanza. Pero tenemos la oportunidad en este momento de la historia para apuntar a esa esperanza por medio de nuestras vidas. Amigos, no lo desperdiciemos.
Este artículo fue publicado originalmente en Jaquelle Crowe.
Doce maneras en que los adolescentes pueden encontrar alegría ahora mismo
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Jaquelle Crowe.
Mi amiga, la perfeccionista
El perfeccionista no tiene tiempo para la gracia. En el camino del perfeccionismo se encuentran relaciones estropeadas que experimentan la ira orgullosa en los momentos cuando el perfeccionismo falla.No obstante, debes saber hoy que también existe libertad de las presiones de las cadenas del perfeccionismo. Esa libertad viene en humildad, sumisión y arrepentimiento, un reconocimiento activo de la autodependencia y el orgullo, y una confesión del temor al hombre por sobre la exaltación de Dios. Aún más, viene por medio de una búsqueda de bondad y adoración del único Ser perfecto. DiMarco nuevamente escribe:
La bondad lleva consigo una comprensión sobria de quiénes somos, quebrantados y frágiles, caídos y perversos. Está de acuerdo con Dios y puede declarar que solo Cristo es perfecto. No exige, en orgullo, más de sí misma, como si fuera mejor que otros, sino que, al contrario, está de acuerdo con Dios con que somos pecadores salvados por gracia e incapaces de hacernos perfectos nosotros mismos, no importa con cuánto esfuerzo trabajemos.Hay perdón y liberación para el perfeccionista hoy. Para mi amiga, hay libertad.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Jaquelle Crowe.
Bienvenidos a la cultura de la juventud
La cabeza canosa es corona de gloria, y se encuentra en el camino de la justicia (Pr 16:31).Eso no significa que no haya personas jóvenes que sean sabias y maduras más allá de su edad o personas más viejas que carezcan de madurez. Sin embargo, sí quiere decir que con más años viene más sabiduría. ¡Debemos alabar eso! Debemos regocijarnos con la edad y celebrar los cumpleaños que marcan más madurez. No obstante, recientemente, he descubierto que este peculiar tema cultural no solo está «allá afuera» en el mundo; al contrario, se ha filtrado a la iglesia. ¡Combatamos esto firmemente! La edad no es una maldición. La Escritura nos muestra que con ella viene sabiduría y abundante bendición. Este extraño tema cultural ha tenido un enorme impacto en cómo nosotros (incluso como cristianos) vemos la edad. Rechacemos esta falsa trampa de que la juventud es el ideal y que envejecer es una maldición. Rechacemos la devaluación de la edad. Abracemos las ideas presentadas en la Escritura que dicen que con la edad vienen bendiciones y madurez, y que nosotros que aún somos jóvenes busquemos a quienes son más viejos que nosotros y aprendamos de la sabiduría que ellos tienen.
Este recurso fue publicado originalmente en el blog de Jaquelle Crow.
Por qué necesitas la Palabra de Dios en tus peores días
Este recurso fue publicado en el blog de Jaquelle Crowe.
Siete oraciones para estudiantes en el regreso a clases
Ese momento del año
Es la temporada de volver a la escuela y eso es extraño para mí. Este es solo mi segundo año de no volver a la escuela, y se siente extraño. Mi corazón y mente están sincronizados con el calendario escolar. Como estudiante, septiembre[1] parecía más el comienzo del año que enero. Es una nueva temporada: nuevas clases, nuevos profesores, nuevas mochilas, nuevos libros, nuevo horario. Los días más largos y más relajados del verano se transforman en días más cortos y más intensos de otoño. Cuando era estudiante, el final del verano se trataba completamente de preparativos: alistar mis libros, mis materiales y mi calendario, preparándome para el nuevo año. Sin embargo, solo fue en los últimos años que me di cuenta de que había algo más que los estudiantes deben preparar a medida que se acercan a un nuevo año escolar: sus corazones. Ellos necesitan recalibrarlos y afinarlos a la frecuencia de la fidelidad enfocada. Y la manera en que ellos hacen eso es por medio de la oración. La oración intencional. Por lo tanto, estudiantes (y aquellos que tienen o sirven a estudiantes), estas son siete cosas específicas por las cuales orar a medida que regresan a la escuela.1. Ora por gratitud
La educación es un profundo privilegio. Cerca de setenta millones de jóvenes no tienen acceso a ella, así que si tú la tienes, eso es un regalo providencial de un Dios benevolente. ¿Te das cuenta? Ora para que Dios te haga agradecido por ella, para que Él te despierte a las ricas bendiciones que Él te ha conferido. Ora con agradecimiento por las oportunidades y privilegios que Él te ha dado y ora para que no seas inconsciente o te endurezcas por ellas.2 .Ora por humildad
Me avergüenza admitir que, como estudiante, hubo momentos en los que era la sabelotodo. Era una chica que pensaba que tenía todas las respuestas, aquella que era un par intelectual de sus profesores. Lo que regularmente carecía (y necesitaba profundamente) era humildad. Estudiantes, no cometan los mismos errores que yo. Ora para que Dios quiebre cualquier orgullo que haya en tu corazón y te dé la voluntad de someterte y crecer este año. Ora por un espíritu enseñable. Ora por protección contra la autojusticia, la autocompasión y la arrogancia, y por empatía y compasión.3. Ora por oportunidades para ser un testigo
Ya sea que vayas a una escuela pública, privada o cristiana; ya sea que asistas a la universidad o al instituto; o incluso si te educan en casa, pídele a Dios que te dé oportunidades para compartir el Evangelio y ser un testigo. Ora por audacia y claridad; ora por fidelidad; ora para que Dios ponga personas en tu vida y te dé la valentía para alcanzarlos con el mensaje de esperanza al que tú te aferras.4. Ora por oportunidades para servir
Ora para que Dios te haga un estudiante sacrificial que es profundamente consciente de cómo puede servir a quienes lo rodean. Ora para que Él te dé oportunidades para servir a tus profesores, a tus compañeros, a tu familia, a tus amigos y a cualquiera con quien te encuentres (oportunidades para consolar a los dolidos, dar palabras de vida, animar, ayudar, sanar, amar) y luego aprovecha esas oportunidades cuando aparezcan.5. Ora por diligencia
Ora para que Dios te haga un estudiante dedicado y comprometido este año. Pero no ores por elogios, premios, logros o calificaciones; al contrario, ora por diligencia. Ora para que puedas recordar que estás trabajando para Dios, no para el hombre (Col 3:23), y para que puedas priorizar la fidelidad por sobre el favor.6. Ora por las personas a tu alrededor
Ora por tus profesores, consejeros y entrenadores, que Dios les dé sabiduría, fortaleza y gracia. Ora por tus compañeros, que Dios prepare sus corazones, que Él salve a los no salvos y que ellos puedan encontrar gozo este año. Ora por tus amigos, que estén motivados, que sean fieles y diligentes. Ora por quienes trabajan en tu escuela, que Dios les dé paciencia, deleite y ánimo. Ora por tu familia, que Dios les dé paz en esta nueva temporada, sabiduría en la vida diaria y contentamiento en la rutina.7. Ora por gozo
Ora para que encuentres felicidad en Cristo este año. Ora para que tu vida no sea marcada por el desánimo, la frustración y el enojo, sino que por la paz y la satisfacción. Ora por confianza y seguridad en tu identidad en Cristo y pide un deseo mayor para servirlo y agradarlo. Ora por gozo este año. Puedes orar con confianza, porque sabemos que Dios escucha las oraciones de su pueblo. «El Señor está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan en verdad» (Sal 145:18). Estudiantes, invoquen al Señor este año para pedir ayuda, esperanza, fe y gozo, y vean cómo Él responde sus oraciones.Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] N. del T.: el año escolar en el hemisferio norte comienza en septiembre a diferencia del año escolar en el hemisferio sur que comienza aproximadamente en marzo.
Siete consejos para ayudar a los adolescentes a compartir el Evangelio
Este artículo forma parte de la serie Siete consejos publicada originalmente en Crossway.