Hannah Ploegstra y su esposo, John, son fundadores de learnChrist, un ministerio que entrega recursos para la memorización y el estudio de la Escritura. Las canciones de la Biblia que Hannah y John grabaron para memorizarla se pueden escuchar y descargar gratis desde el blog de Hannah (www.hannahploegstra.com). En learnChrist, Hannah escribe un programa de discipulado, dirige el coro bíblico SHEMA y anima a las madres en su discipulado en casa.


Siete metas a cumplir antes de que mis hijos se vayan de casa
¿Qué están aprendiendo tus niños? ¿Saben atar sus zapatos? ¿Leer? ¿Hacer un presupuesto? ¿Conducir un automóvil? Eso es bueno, pero no es suficiente. Tales habilidades, aunque sean esenciales, sólo los ayudarán hasta cierto punto, pero no les servirán para enfrentar las pruebas de la vida y las preguntas que dichas pruebas les plantearán. Aquí encontrarás siete habilidades que nuestros hijos necesitarán para salir de la futilidad sin sentido de vivir simplemente para hoy (Ec 3:21-22; 1Co 15:32) y participar en la obra del Señor, que nunca es en vano (1Co 15:58).
Lista de deberes para padres:1. Fomentar su dependencia en la Biblia
La Biblia no es un libro para los domingos; es la voz de Dios para cada día, hora y minuto de nuestras vidas. Es nuestro pan (Dt 8:3); nuestra fuente de vida (Jn 6:68-69). ¿Por qué, entonces, insistimos en que nuestros hijos dominen la historia, las ciencias, la literatura y las matemáticas, pero dejamos su manejo de la Escritura en manos del azar? Sin convertir la Biblia en una materia académica, debemos ayudar a nuestros niños a desarrollar tanto las habilidades para usarla como una dependencia constante en ella.
2. Desarrollar el hábito de la oración
¿Oras sin cesar (Ef 6:18; 1Ts 5:16-18) —en el automóvil, en la mesa, durante las crisis, en momentos de celebración, cuando el automóvil no arranca o has perdido tu billetera, o aun cuando hablas por teléfono—? Inclinarnos persistentemente ante Dios en oración ayuda a nuestros hijos a recordar que Él siempre está presente, todo el tiempo, involucrado íntimamente en todo lo que hacemos. Este hábito y esta conciencia mantendrán sus almas frescas y limpias, y les dará un «sistema interno de eliminación de basura» a medida que enfrenten diversos momentos difíciles como adultos.
3. Ayudarlos a aprender a usar su poder
A medida que nuestros hijos crecen, se hacen más fuertes en diferentes formas: física, intelectual, social, musical, atlética y creativamente. Ellos empezarán a descubrir los singulares recursos con los que Dios los ha dotado naturalmente —recursos que Él invierte en ellos con un propósito (Lc 12:48b)—. Sin embargo, demasiados chicos crecen pensando que Él les ha dado el poder y la riqueza que tienen para sacar beneficios personales. Si no les enseñamos a usar el poder que tienen invirtiéndolo más allá de sí mismos, se desperdiciará. Ayudemos a nuestros hijos a no hacer un mal uso de sí mismos y démosles una visión de cómo Dios los ha equipado especialmente para satisfacer las necesidades de su alrededor.
4. Entrenarlos para someterse
El pecado brota de la creencia de que merecemos más, de que tenemos derechos que deben ser reconocidos por el resto y de que nuestra opinión debe ser tomada en cuenta y priorizada. Desde que nuestros hijos dan sus primeros pasos, necesitan entender el mundo en los términos del Evangelio —de cómo Cristo se sometió a Dios para nuestro bien—. Una forma de lograrlo es entrenándolos para someterse, sujetarse a otros, ceder, y guardar silencio —todo en reverencia a Cristo (Ef 5:21)—.
5. Prepararlos para el sufrimiento
Nuestros hijos necesitan saber qué pensar y qué hacer cuando el mundo se vuelve contra ellos —y deben esperar que eso suceda (1P 4:12-14; 1Jn 3:13)—. Necesitan aceptar la abnegación, el temor al rechazo, las amenazas del peligro y la oposición. Podemos entrenarlos para esto compartiendo con ellos las claras advertencias que la Escritura nos hace sobre la persecución, no quejándonos cuando las cosas se ponen difíciles y practicando la abnegación aun en tiempos de prosperidad.
6. Enseñarles a amarse mutuamente
El amor mutuo de los discípulos de Cristo es evangelístico (Jn 13:35), afirma el Evangelio (Jn 13:12-17) y edifica la fe (Jn 15:14-17). El amor es el «mandamiento nuevo» (Jn 13:34; 1Jn 2:7-8) y la ley de Cristo (Ro 13:8-10; Gá 5:14; 6:2). Nuestros hijos necesitan saber que el objetivo de la Biblia, del Evangelio y de la obra de Dios en el mundo es restaurar el amor y sus frutos: el orden, la unidad, la armonía y la paz. No les enseñes la verdad de la Biblia sin entrenarlos para el amor, que es el resultado de la verdad.
7. Dar y recibir gracia
Nuestros hijos necesitan saber que, en todas estas cosas, tropezarán y caerán, que otros pecarán contra ellos también y que las habilidades enumeradas arriba los equiparán para lidiar incluso con eso. Sus incapacidades los llevarán de vuelta a la Escritura y les forzarán a arrodillarse para orar. Esa humildad los fortalecerá para la sumisión y el sufrimiento. Con el tiempo, las pruebas y los fracasos reiterados reducirán la definición que tengan del éxito a un único punto: amar a los demás con gracia y generosidad tal como Dios los ha amado. Necesitamos preparar a nuestros hijos hoy para una vida de insuficiencias con el fin de que adquieran el hábito de confiar solo en la perfección de Cristo para obtener salvación, gozo y vida.
Quiero que mis hijos sepan que el desarrollo de estas capacidades encabeza mi lista de deberes. Da lo mismo el desorden en el cuarto de baño si no son capaces de amarse entre ellos. ¿A quién le importan las matemáticas si no saben someterse a la autoridad? ¿De qué les sirve un doctorado si no pueden encontrar a Cristo en la Escritura? La meta no es su cumpleaños número dieciocho, ni su graduación universitaria y ni siquiera su primer empleo; quiero dirigirlos al día en que se encontrarán con Jesús.Reproducido de GoThereFor.com publicado por Matthias Media. Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.


Tres diferencias importantes entre la adulación y el aliento
1. La adulación está motivado por el egoísmo; el aliento es humilde
Por definición, la adulación tiene un motivo oculto. «Adular», según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa: «Hacer o decir con intención, a veces inmoderadamente, lo que se cree que puede agradar a otro». Alguien que adula quiere comprar algo usando dinero falso en forma de zalamerías (Ro 16:18). A veces los clientes que pagan con cumplidos solo quieren admiración recíproca; otras, las apuestas son mayores y van tras dinero, sexo, poder o cualquier otra comodidad de servicio propio. Sin embargo, cualquiera sea el caso, aprendemos a usar la moneda de la adulación desde pequeños. La adulación es el truco más antiguo en el libro, un uso incorrecto descarado de poder (Pr 29:5). Por otro lado, el aliento está motivado por la humildad. Mi propia definición, en proceso, para humildad (un rasgo notoriamente difícil de definir) es «el deseo más sincero y el esfuerzo más intencional de fortalecer a otra persona». La humildad real es tan inconsciente que no encuentra razón para sonrojarse o para frenarse para decirle algo bueno a otra persona en su cara. A veces, la razón por la que no podemos animar a otra persona es que, en la profundidad de nuestro ser, tenemos envidia o miedo de que esa persona se enorgullezca de sí misma. Sin embargo, el aliento, que es humilde, desea fortalecer (y eso es completamente opuesto a enorgullecer). El aliento, más que usar el poder incorrectamente, lo entrega por el bien de empoderar a alguien más (1Ts 2:5-8).2. La adulación no es sincera; el aliento es veraz
Mientras que los niños pequeños pueden ser maestros Jedi en cumplidos, también su incapacidad de hacerlo puede ser reconfortante (piensa en el cuento El traje nuevo del emperador). El joven amigo de Job, Eliú, después de esperar y esperar a que uno de los tipos mayores apareciera para dar una buena explicación del sufrimiento de Job, finalmente explotó con el aliento que Job necesitaba: Dios está en control y él es justo (Job 37:23). Eliú era incapaz de dar cumplidos: Que no haga yo acepción de persona, ni use lisonja con nadie. Porque no sé lisonjear, de otra manera mi Hacedor me llevaría pronto (Job 32:21-22). Él no le daba palmaditas en la espalda a Job con cumplidos vanos («eres un buen tipo, Job») ni le hacía promesas vacías («todo va a funcionar»). Él simplemente no cortó camino en toda patética filosofía y dijo la verdad pura y clara. Y luego (humildemente) dio un paso atrás para dejar que Dios demuestre quién es él. Cuando alguien a quien amas está sufriendo, no los halagues con alabanzas vacías y con un orgullo centrado en el hombre; al contrario, tranquilízalos al verter sobre ellos el aceite de la verdad (Sal 141:5; Pr 28:23). Es posible que no los conmueva como una dulce y bella tarjeta, pero les dará valentía.3. La adulación construye orgullo; el aliento construye fortaleza
A menudo la adulación comienza con la frase: «eres tan…». De acuerdo, eso no define automáticamente una afirmación como una adulación, pero cuando lo que sigue es un jarabe espeso de elogio sin sentido, es un indicador bastante bueno. Puesto que quien adula tiene motivos de autoservicio, tiene sentido que apelen al egoísmo en sus intentos por obtener lo que quieren. Orgullo es el segundo nombre de la adulación. Sin embargo, una alternativa bíblica apropiada para la adulación no es abstenerse de decir algo que afirme a otra persona. El pueblo de Dios no debe ser mezquino en su admiración, respeto, aprecio y gratitud mutuos. Al contrario, debemos ser extremadamente alentadores. Y el aliento bíblico no comienza ni termina con meras abstracciones doctrinales sobre los atributos de Dios. Necesitamos aprender a liberar nuestras lenguas para ser directamente personales en momentos cuando alguien se está desanimando en la labor que Dios les ha dado. Ya sea que ese trabajo sea el ministerio profesional o la crianza; perseverar en la fe o resistir las tentaciones de un pecado agobiante, a menudo además de necesitar la verdad del Evangelio de la Biblia, las almas débiles necesitan escuchar algo más de primera fuente. Necesitan a alguien que comparta la vida con ellos (no un libro, no un blog, no un podcast, sino una persona) para decirles algo real y verdadero e históricamente innegable sobre la obra de Dios en sus propias vidas. Pablo nunca se limitó para dar elogios concretos. Él notó la «obra de fe, [el] trabajo de amor y la firmeza de [la] esperanza» de los Tesalonicenses y los elogió por ser «un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y Acaya», incluso afirmó que su excelente ejemplo había alcanzado los oídos de prácticamente todas las iglesias (1Ts 1:3, 7, 8). ¿Conocer su fama los haría más importantes? Pablo se arriesgó a elogiarlos, sabiendo que la disminución de su valentía era un riesgo aún mayor si no les decía nada. Pablo sabía que sus elogios no los enorgullecerían; él sabía que era sustancial y que los llenaría de fortaleza para continuar. En Corinto estaba haciendo lo mismo, quizás incluso con más afecto: «tengo mucho orgullo de ustedes» (2Co 7:4). Él entra en detalles, primero diciendo una verdad objetiva (2Co 7:10) y luego describiendo completamente cómo ve que la verdad se materializa en colores vivos entre ellos (2Co 7:11). Él usa adjetivos ricos para describirlos: son fervientes, inocentes, reconfortantes y obedientes, y Pablo no tiene reparos en alardear sobre ellos con otros, porque él sabe que lo bueno que él ve en ellos es la obra misma de Dios (2Co 7:14, 16). La adulación enorgullece, pero el ánimo inyecta de energía. La diferencia entre ellas tiene todo que ver con la calidad de lo que hay dentro tanto de quien habla como de quien escucha. La adulación está llena de nada; el aliento está lleno de músculo. El aliento es grasa buena que calma y fortalece; la adulación es grasa mala que obstruye las arterias espirituales. En el análisis final, la adulación es algo que Dios prohíbe mientras que el aliento es algo que él ordena: una capacidad que todos podemos pulir y aumentar por el bien de terminar la carrera juntos.Reproducido de GoThereFor, publicado por Matthias Media. Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda


Regresemos la Navidad a Cristo
- La expectación por el día de Navidad durante la época navideña nos enseña a esperar con ansias su venida y a centrarnos en ella, lo que dará inicio al tiempo más feliz de todos.
- El árbol en el living nos recuerda la nueva creación y el imperecedero árbol de la vida que estará entre nosotros, gratis para que lo disfrutemos.
- Los regalos nos recuerdan que el dominio de Cristo sobre todas las cosas traerá placer, satisfacción y deleite eternos. Cada día, cada momento, cada experiencia en su nuevo mundo será un regalo, emocionante, nuevo y lleno de alegría y amor.
- Las luces de Navidad que hacen que las calles y las casas brillen nos recuerdan que su luz estará en todas partes (su preciosa luz).
- La abundancia de canciones, de comunidad y de celebración me recuerdan la alegría constante que compartiremos juntos.
Reproducido de GoThereFor.com, publicado por Matthias Media (www.matthiasmedia.com). Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.

