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Diez preguntas para hacerte al comienzo de un nuevo año
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Diez preguntas para hacerte al comienzo de un nuevo año

Incluso los más fieles a Dios necesitan ocasionalmente una pausa para pensar respecto a la dirección de sus vidas. Es tan fácil avanzar haciendo malabares de una ajetreada semana a otra sin siquiera detenerse a reflexionar respecto hacia dónde vamos y hacia dónde deberíamos ir. Una vez, cuando el pueblo de Dios descuidó su relación con Él, el Señor los reprendió por medio del profeta Hageo: «¡Consideren bien sus caminos!» (Hag 1:5). Él los animó a reflexionar sobre algunas de las cosas que les estaban ocurriendo a ellos y a evaluar su descuidada espiritualidad a la luz de lo que Dios les había dicho.

Diez preguntas

El comienzo de un nuevo año es un tiempo ideal para detenerse, mirar y ver hacia dónde vamos. Un gran momento para que consideremos bien nuestros caminos. Para ese fin, a continuación expongo algunas preguntas para hacernos con mucha oración en la presencia de Dios.
1. ¿Qué puedes hacer este año para aumentar tu deleite en Dios?
Nuestro deleite en Dios viene primeramente a través de los medios de gracia que Él nos ha dado. Él ha prometido bendecirnos más directa y consistentemente a través de medios como su Palabra, la oración y la iglesia. Una sugerencia específica que les daría sería que incluyan algo de meditación en la Escritura junto con su lectura diaria. Es mejor leer menos (si es necesario) y, sin embargo, como resultado de la meditación, recordar algo, que leer más y no recordar nada.
2. ¿Hay alguna oración imposible que puedas hacer?
Existen más de una docena de declaraciones que dicen «pero Dios» en la Escritura, como en Romanos 5:8, que dice: «Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros». Situaciones que son humanamente imposibles fueron transformadas con un «pero Dios» (Ef 2:1-7). ¿Cuál sería una oración para orar el año que viene que pueda ser considerada como un «pero Dios»?
3. ¿Qué es lo más importante que puedes hacer para mejorar tu vida familiar?
Si tu familia no practica la adoración familiar, comenzar ahí es la única y mejor recomendación que podría hacerte. Solo diez minutos al día, simplemente leyendo la Biblia, orando y cantando juntos (un evento que no requiere preparación) es todo lo que se necesita. Mi pequeño libro titulado Adoración en familia puede darte más información.
4. ¿En qué disciplina espiritual quieres progresar más este año?
¿Será una disciplina espiritual personal (esto es, una que practiques solo) o una disciplina espiritual interpersonal (una que practiques con otros creyentes)? Una vez que decidas, determina el próximo paso a seguir y cuándo lo darás.
5. ¿Cuál es la única y principal cosa que te hace perder más el tiempo en tu vida y cómo puedes redimir ese tiempo?
¿Las redes sociales? ¿La televisión? ¿Los deportes? ¿Los pasatiempos? Es fácil que cualquiera de estos (o algo más) tome gran parte de nuestros corazones y tiempo. ¿Es necesario el arrepentimiento? Intentar parar, en sí, probablemente no es la respuesta. Reemplazar aquella cosa activamente con algo mejor nos ayuda a «aprovecha[r] bien el tiempo, porque los días son malos» (Ef 5:16).
6. ¿Qué es lo nuevo y más útil que podrías hacer para fortalecer tu iglesia?
Aunque a menudo enfatizamos el hecho de que los creyentes individuales son el cuerpo de Cristo (1Co 6:15), el Nuevo Testamento en realidad dice esto una vez y siete veces que la iglesia es el cuerpo de Cristo (Ef 5:23). No debemos permitir que nuestro frecuente énfasis en nuestra relación personal con Cristo minimice la importancia de nuestro servicio a Jesús por medio de su cuerpo. ¿Cómo tu iglesia puede ser más fuerte este año gracias a ti? ¿Sirviendo? ¿Dando? ¿Orando?
7. ¿Por la salvación de quién orarás más fervientemente este año?
Orar frecuente y fervientemente por la salvación de alguien nos hace más sensibles a las oportunidades para compartir el Evangelio con esa persona. ¿Te comprometerás a orar por la salvación de al menos una persona cada día de este nuevo año?
8. ¿Qué es lo más importante que, por la gracia de Dios, intentarás hacer para que este año sea diferente del anterior?
Obviamente, la soberanía de Dios gobierna sobre todas las cosas y no existe nada que podamos hacer acerca de mucho de lo que Él trae a nuestras vidas. Por otro lado, bajo su soberanía, Él nos da una medida de responsabilidad sobre muchas áreas de la vida. ¿En cuál de estas áreas te gustaría ver más un cambio respecto al año pasado? Podrías descubrir que la respuesta a esta pregunta se encuentra en una de sus respuestas dadas a las preguntas anteriores. ¿A cuál de ellas sientes que el Espíritu Santo está llevando tu atención con mayor urgencia?
9. ¿Qué podrías hacer para mejorar tu vida de oración este año?
Para muchos, podría ser tan simple como asignar un tiempo exclusivamente para la oración en lugar de simplemente orar «sobre la marcha». Para otros, podría ser aprender la simple práctica bíblica de orar la Biblia.
10. ¿Qué cosa puedes planificar hacer este año que será sumamente importante en diez años? ¿En la eternidad?
Fechas tope de corto plazo tienden a dominar nuestra atención. El ajetreo y la fatiga a menudo limitan nuestra visión a solo lograr pasar el día. Sin embargo, no permitas que la tiranía de lo urgente te distraiga de ocuparte de aquello que estás descuidando que podría tener un enorme impacto a largo plazo en tu alma, en tu familia y en tu iglesia.

Considera tu nuevo año

El valor de muchas de estas preguntas no está en su profundidad, sino en el simple hecho de que enfocan un problema o compromiso. Por ejemplo, el simple hecho de proponerse como meta alentar a una persona en particular este año es más probable que te ayude a recordar alentar a esa persona que si no lo hubieras establecido como meta. Si encontraste útiles estas preguntas, quizás podrías escribirlas en algún lado: en tu teléfono, en tu computador, en tu calendario o donde sea que pongas tus recordatorios, así puedes revisarlas frecuentemente. Espero que este artículo te ayude a considerar bien tus caminos, para planificar y poner metas y vivir este nuevo año con diligencia bíblica, recordando el principio de que «los proyectos del diligente ciertamente son ventaja» (Pr 21:5). Pero en todas las cosas, asimismo, recordemos nuestra dependencia en el Rey que dijo: «separados de Mí nada pueden hacer» (Jn 15:5).
Donald Whitney © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Diez preguntas (más) para un nuevo año

Hace dos años, escribí en «Diez preguntas para hacerte al comienzo de un nuevo año» que el cierre de un año y el comienzo de uno nuevo es un tiempo ideal para «considerar bien sus caminos» (Hag 1:5). En otras palabras, muchos encuentran que es una época apropiada para revisar nuestro caminar con Jesús y para reconsiderar nuestras prioridades. Con ese fin, sugiero diez preguntas más.

1. ¿Cuál es la decisión más importante que debes tomar?

Si bien algunos de nosotros ya tenemos grandes decisiones que se avecinan, muchos no las tienen. Por supuesto, incluso en un año «normal», suelen surgir decisiones importantes. Sin embargo, ¿cuál es la decisión que puede que no estés obligado a tomar, pero que sería sabio tomar? Tal vez se relacione con tu vida espiritual o tu vida familiar; tal vez es una que impactará la eternidad de alguien. La decisión puede considerar una de las preguntas a continuación, entonces puede que encuentres útil regresar a esta pregunta cuando termines las demás.

2. ¿Cómo puedes simplificar tu vida?

La mayoría de las personas que conozco se sienten abrumadas. Puede que estés pensando: «toda mi vida necesita ser simplificada!», y puede que tengas razón. No obstante, también puede ser abrumador pensar en simplificar todo, y eso probablemente resulte en no simplificar nada. Para adaptar el viejo dicho: el viaje de mil millas para simplificar tu vida comienza con un paso. Identifica el área en la que simplificar podría tener el mayor efecto, y luego determina un paso que puedas tomar en esa dirección. Lucha contra la inercia con un cambio práctico y simplificador.

3. ¿Cuál es la necesidad más importante que sientes el peso de cumplir?

La necesidad puede estar relacionada con el ministerio o con una persona en tu iglesia, tu vecindario o tu ciudad, o incluso con algo a mayor escala, como ayuda ante un desastre natural, la injusticia, el hambre mundial o misiones globales. No puedes satisfacer cada necesidad que ves, pero ¿qué paso podrías tomar?

4. ¿Qué hábito te gustaría más establecer?

Tal vez esta pregunta suena como una anticuada resolución de Año Nuevo. Sin embargo, el hecho es que cada uno de nosotros puede casi inmediatamente identificar una práctica regular que, si se arraigara en nuestras rutinas, sería de bendición para nosotros y para otros, y le daría gloria a Dios. Quizás sería sumar alguna disciplina espiritual sencilla. Tal vez el Espíritu Santo te está impulsando a comenzar un nuevo hábito en una de las áreas habituales de consideración, como el ejercicio, la dieta o el sueño. O podría ser algo como una nueva rutina en las tareas del hogar, en el matrimonio o en la vida familiar, o en el uso de tecnología. De la manera que sea, ora, haz un plan y ¡comienza!

5. ¿A quién quieres animar más?

Escoge una persona —un miembro de tu familia o de tu iglesia, un amigo, un vecino o un colega— que se ha sentido abrumado por las circunstancias o las cargas. Resuelve decirle una palabra de ánimo a esa persona cada vez que la veas.

6. ¿Cuál es tu objetivo financiero más importante y cuál es el paso más importante para lograrlo?

Los objetivos para la mayordomía financiera suelen estar relacionados con dar al Reino de Dios, reducir la deuda, ahorrar para obtener algo especial o generar un nuevo ingreso. Sin embargo, quizás necesitas desarrollar un mejor fundamento bíblico para administrar tu dinero. Considera leer un libro del tema, pedir consejo de un amigo cristiano sabio o hablar con un profesional. Decide qué poner primero en tu lista y haz un avance que sea medible.

7. ¿Cuál es el mejor paso que puedes dar para mejorar tu vida laboral?

La Biblia anima no solo a trabajar, sino a trabajar bien. Proverbios 22:29 dice: «¿Has visto un hombre diestro en su trabajo? Estará delante de los reyes; no estará delante de hombres sin importancia». Es común caer en las rutinas y los plazos de nuestro trabajo, y desarrollar una mentalidad de simplemente: «ir a trabajar y hacer mi trabajo».  ¿Cómo puedes convertirte en alguien más «diestro en su trabajo» este año? Determina mejorar una habilidad relacionada con el trabajo y agrega valor a tu labor.

8. ¿De qué manera puedes bendecir a tu pastor (o a otro que te ministra)?

Como alguien con veinticuatro años de ministerio pastoral a tiempo completo o parcial y veintiocho años de experiencia en formación de ministros, puedo atestiguar que la mayoría de los pastores reciben quejas y críticas cada semana. A menudo, son aguijoneados varias veces por semana. Este año determina convertirte en el tipo de miembro de la iglesia que anima a aquellos que Dios usa para ministrarte. Sé específico acerca de algún comentario perspicaz que hicieron que fue útil para ti. Diles que su fidelidad en el ministerio es un estímulo continuo en tu propio caminar con Jesús.

9. ¿Qué paso que puedes dar para enriquecer el legado espiritual de tu familia?

El paso más importante que puedes dar es proveer un ejemplo de carácter cristiano consistente en tu vida personal y compromiso con tu cuerpo de Cristo local. Quieres que tus hijos y nietos te vean mantener tu vida devocional en casa y servir en tu iglesia. Así que tal vez el enriquecimiento de tu legado espiritual comienza con un paso práctico en una de estas esferas. Más allá de esto, quizás ninguna otra cosa tenga un mayor impacto en la futura vida espiritual de tu familia que comprometerte con una práctica de culto familiar sencilla, pero regular. También puedes considerar otras ideas para llevar a tus hijos y nietos a Cristo. Por ejemplo, podrías enviarles correos electrónicos de contenido espiritual. Podrías escribirles una nota o una carta a mano, que posiblemente guardarán, ya que rara vez reciben algo escrito a mano. Podrías llevar un diario en el que registres tu camino espiritual, oraciones por ellos u otras reflexiones en su beneficio. O podrías utilizar una Biblia diferente cada año en tu lectura devocional e incluir tus reflexiones, así como notas para un hijo o nieto, y luego regalárselo al final del año. Yo grabo un vídeo para mi hija y cada uno de mis nietos en sus cumpleaños, contando algunos de los momentos más destacados de sus vidas y de nuestra familia en el último año, recordándoles mi amor y expresando mis oraciones por ellos. Tengo una carpeta en mi archivador con información importante que mi familia necesitará después de mi muerte, y allí les indico la ubicación de estos vídeos en mi ordenador.

10. ¿Qué libro, además de la Biblia, te apetece más leer?

¿Las crecientes presiones de tu vida han desplazado los beneficios y placeres de la lectura? Este año, ¿podrías elegir un libro que sabes que realmente te resultará útil y leer solo una página por día? Leer una página al día equivaldría a leer dos libros completos. Puede que no parezca mucho, pero es mucho mejor que no leer nada. Además, según algunos datos, esto te ubicaría por encima de la mitad de la población estadounidense en cuanto al número de libros leídos cada año.

Sal al encuentro del año

Si estas preguntas te han parecido estimulantes, quizá quieras imprimirlas o copiarlas en un diario para reflexionar sobre ellas con más detenimiento y oración. Considera la posibilidad de incorporarlas a tu devocional de hoy o de mañana, o de reservar unos minutos para reflexionar sobre ellas con un bolígrafo y una taza de café. Si no somos intencionales, podemos darnos cuenta de que pasamos más tiempo pensando en nuestra lista de Navidad que en todo el año de nuestras vidas que nos espera.
Donald Whitney © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. 
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Trece horas al día
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Trece horas al día

¿Jonathan Edwards descuidó a su familia? ¿Qué provocaría una pregunta como esta? ¿Existe evidencia conocida o recientemente descubierta de que el pastor Jonathan Edwards (1703-1758) —un líder del Primer Gran Despertar y considerado el teólogo más grande de Estados Unidos— descuidó a su familia? ¿Hay razones para creer que él tuvo un matrimonio conflictivo con Sarah? ¿Sus hijos se desviaron del camino? No. Al contrario, es probable que la única razón por la que alguien plantearía esa pregunta viene de un corto pero famoso comentario de Samuel Hopkins (1721-1823), el primer biógrafo de Edwards.

Detrás de la puerta del estudio

Hopkins, que más tarde se convertiría en un teólogo influyente por méritos propios, una vez vivió en casa de los Edwards por seis meses para observar y aprender del famoso ministro. En The Life and Character of the Late Reverend Mr. Jonathan Edwards (1764) [La vida y el carácter del fallecido Rv. Jonathan Edwards], Hopkins escribió que «pasaba comúnmente trece horas cada día en su estudio»[efn_note]N. del T: todas las citas de esta obra serán traducción propia, pues el libro no está disponible en español.[/efn_note]. Hopkins continúa inmediatamente después de dar esa observación sin siquiera una palabra sobre cómo Edwards pasó ese tiempo. No es difícil adivinar los contornos generales de esas trece horas, dadas las propensiones de Edwards y los manuscritos de sermones y publicaciones existentes. Aun así, en ninguna parte leemos sobre un horario de rutina o detalles específicos que describan las actividades de Edwards detrás de la puerta de su estudio. Eso es todo. Cuando las personas leen las nueve palabras de Hopkins a través de los lentes de la vida moderna y luego calculan el tiempo para dormir, comer y otros asuntos, algunos concluyen que Edwards debió haber descuidado a su familia. Quienes están familiarizados con Edwards también recuerdan su visita diaria de casi 6 km y medio a caballo a las colinas occidentales Sawtooth de Northampton, donde desmontaba para meditar y orar mientras caminaba, así como también ejercitaba su hábito de cortar leña. En resumen, incluso los hinchas más leales a Edwards tienden a preguntarse si (como muchos pastores lo han hecho) sacrificó a su familia en el altar del ministerio. El título del revelador libro de Elisabeth Dodds sobre la «unión poco común» entre Jonathan y Sarah,  Marriage to a Difficult Man [Casada con un hombre difícil][efn_note]N. del T: todas las citas de esta obra serán traducción propia, pues el libro no está disponible en español.[/efn_note], no ayuda a disipar esas suposiciones, al menos para aquellos que saben del libro, pero no lo han leído. Sin embargo, como veremos, en lugar de ello, Dodds echa luz reafirmante sobre la vida de Edwards en casa.

Su pequeña iglesia

Los lectores de los sermones de Edwards sobre el tema de la vida familiar los encontrarán bíblicamente ortodoxos. No es sorprendente que, desde una perspectiva contemporánea, las instrucciones de Edwards sobre el gobierno de la casa puedan parecer un poco estrictas. Sin embargo, estaban en armonía tanto con la guía parental cristiana de su tiempo como con el espíritu de la enseñanza bíblica sobre la familia. Su analogía favorita de la familia fue que era como «una pequeña iglesia». Él usó la imagen en uno de sus primeros sermones publicados (1723) y de nuevo en su «sermón de despedida» a la iglesia de Northampton 27 años después, diciendo: «una familia cristiana debe ser como una pequeña iglesia, consagrada a Cristo y completamente influenciada y gobernada por sus reglas»[efn_note]N. del T: traducción propia.[/efn_note]. Así como una iglesia debe caracterizarse por el amor, la centralidad en Cristo y el orden bíblico, así, Edwards dijo, debe ser también el hogar. En su sermón de 1739: «La importancia del avivamiento en las cabezas de hogar», Edwards advirtió de la «gran ofensa» a Dios «si las cabezas de las familias son enemigos de Dios o están fríos y adormecidos en la religión». Él defendía la práctica de la adoración familiar regular y la responsabilidad de los padres de instruir a sus hijos en los caminos del Señor. Y sin embargo, toda la instrucción, independientemente de cuán fiel sea a la Escritura, «tendrá un pequeño efecto a menos que el ejemplo acompañe las instrucciones». No obstante, Edwards estaba muy consciente de la importancia de ser un ejemplo como Cristo en el hogar. Sin embargo, él también sabía que ninguna cantidad de modelación o enseñanza era suficiente aparte de la obra del Espíritu en los corazones de los hijos. Por lo tanto, él exhortaba a los padres a la «oración fervorosa» por sus hijos: «debes esforzarte por ellos».  Tal vez has escuchado de los pastores hipócritas que fallaron en practicar en privado la ortodoxia que predicaban en público. Edwards, sin embargo, nunca habría sido contado entre ellos, sino que fue famoso por la congruencia general entre su vida y predicación. Así que busquemos en otra parte.

Unión poco común y feliz

¿Por qué Elisabeth Dodds se refería a Edwards como «un hombre difícil»? No era porque fuera un hombre desagradable o distante; al contrario, era porque «rara vez un genio es un esposo fácil»[efn_note]Dodds, Elisabeth (2023). Marriage to a Difficult Man. (Douglasville, GA: G3 Press). p. 31.[/efn_note] De hecho, Dodds argumenta que la devoción y la dependencia de Edwards en Sarah era una de las razones por las que él no habría sido un esposo fácil. Según Dodds, Edwards a menudo invitaba a Sarah a unirse a él en sus paseos vespertinos al bosque. Ahí él vertía los contenidos del estudio del día y de la preparación del sermón para que ella los considerara o le pedía consejo sobre algún problema en la parroquia. Aunque el descanso de sus pesadas tareas domésticas y la oportunidad de estar afuera le daba un poco de refresco físico, Dodds concluyó que a veces Sarah «debía sentirse singularmente cansada» por semejante exigencia mental intensa al final del día. Antes del tercer párrafo de su libro, Dodds dice de Jonathan: «sin duda era un amante tierno y un padre cuyos hijos parecían tenerle genuino cariño». Sin embargo, vivir con un hombre de semejante «carácter enigmático» significó que su matrimonio no era un «idilio radiante»[efn_note]Dodds. (2023). Marriage. p. i.[/efn_note]. Ningún matrimonio lo es, incluso para dos personas tan piadosas y bien emparejadas como los Edwards. Ser esposa de pastor (especialmente la esposa del único pastor en el pueblo) a menudo es difícil. Sarah sabía que era escudriñada cada vez que salía de la casa hasta con lo que vestía, cuánto dinero gastaba y cómo se comportaban sus hijos. Jonathan siempre fue mal remunerado, así que el dinero siempre era escaso, y las presiones económicas aumentaban con el nacimiento de cada uno de sus once hijos. Agrega la crítica que Jonathan recibía (que también era un gran peso sobre Sarah) a los problemas de la iglesia y tendrás la mezcla que pondrían a prueba los lazos de cualquier matrimonio. No obstante, Jonathan y Sarah se amaron hasta el final y disfrutaron de lo que sólo puede considerarse un matrimonio feliz. De hecho, en su lecho de muerte (literalmente en los últimos momentos de su vida) las palabras finales de Edwards incluyeron este mensaje para su esposa con quien estuvo casada por treinta años, que aún no se había ido a Princeton donde Edwards era el nuevo presidente: «denle mi más cariñoso amor a mi amada esposa y díganle que la unión poco común, que por tanto tiempo subsistió entre nosotros, ha sido de tal naturaleza que creo que es espiritual y por lo tanto continuará para siempre». Por cierto, Jonathan le puso Sarah a su primera hija.

Tres comidas al día

Cuando se especifican las cualidades de un anciano, el apóstol Pablo escribió: «que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad» (1Ti 3:4). Edwards cumplía con estas cualidades con honores, puesto que cada uno de sus once hijos terminó bien. Por supuesto, los pastores pueden mantener (y han mantenido) a sus «hijos sujetos» con rigor y con dominio dictatorial, pero Edwards lo hizo «con toda dignidad». Y en cuanto al punto de este artículo, todo buen padre sabe que los hijos descuidados rara vez terminan bien. Abundante evidencia demuestra que Edwards no descuidó a sus hijos en absoluto. Para empezar, «Sarah podía contar con una hora al día cuando Edwards le deba a la familia atención completa»[efn_note]Dodds. (2023). Marriage. p. 49.[/efn_note], escribe Dodds. «Él se aseguraba de apartar una hora al final de cada día para pasar tiempo con sus hijos». ¿Cuántos de los que acusan a Edwards de descuido hacen esto? Hopkins observó y escribió sobre esta hora.  Además, la Jonathan Edwards Encyclopedia reporta que «cuando [los hijos] fueron lo suficientemente mayores, él los llevaba a sus viajes uno a la vez. A menudo le escribía a sus hijos cuando viajaba solo»[efn_note]Stout, Harry (2017). The Jonathan Edwards Encyclopedia (Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company). p. 87. N. del T: traducción propia.[/efn_note]. Adicionalmente, Edwards «tenía la idea, inusual en esos tiempos, de que las chicas al igual que los chicos debían ser educadas. [...] Las chicas, tutoreadas por su padre en casa, aprendieron latín, griego, retórica y caligrafía»[efn_note]Dodds. (2023). Marriage. p. 50.[/efn_note]. No obstante, Edwards puso el mayor énfasis en el compromiso que requería la instrucción espiritual de su familia. En su biografía ganadora de premios, George Marsden escribió que Edwards
comenzaba el día con oraciones privadas seguidas por oraciones familiares, a la luz de las velas en invierno. [...] El cuidado de las almas de sus hijos era, por supuesto, su preocupación preeminente. En los devocionales matutinos, él los interrogaba sobre la Escritura con preguntas apropiadas para sus edades. [...] Cada comida era acompañada por devocionales familiares[efn_note]Marsden, George (2003). Jonathan Edwards: A Life. (Yale University Press). p. 133, 321. N. del T.: traducción propia.[/efn_note].
¡Cada comida! Nota que esto también implica que él comía tres comidas al día cara a cara con su familia. Si no supiéramos nada más de su interacción con sus hijos, lo que sabemos de las reuniones de su «pequeña iglesia» para la adoración familiar varias veces al día demuele cualquier sugerencia de que Edwards descuidó a su familia.

«Trece horas cada día»

Aunque los Edwards vivieron en una casa de dos pisos, de ninguna manera era grande según los estándares de hoy. A menudo ahí vivían alrededor de quince personas. Sólo eso generaba un ruido significativo para interrumpir un estudio en el cual no había música en streaming, máquina de ruido blanco o audífonos canceladores de ruido para aislar a Edwards de las distracciones. Y aunque estaba ahí trece horas al día (¿adónde más iría a hacer su trabajo?), si hubiera sido necesario habría salido para calmar una disputa entre hermanos o para abordar cualquier otro asunto que hubiese requerido su atención. Es más, no se les prohibía a sus hijos entrar al estudio cuando fuera necesario. Después de tener su hora vespertina con sus hijos, Edwards se retiraba a su estudio por otra hora más o menos. A la hora de dormir, Sarah se unía a él y cerraban el día orando juntos. Entonces, cuando Hopkins escribe que Edwards estaba en su estudio trece horas al día, es incorrecto imaginarlo ahí totalmente solo todo el tiempo (ese también era el lugar donde él aconsejaba a los miembros de la iglesia), completamente desconectado de su familia. De hecho, por todo lo que sabemos, probablemente tenía más contacto e interacción personal con su gran familia de lo que casi cualquier padre lo hace hoy. Finalmente, aunque este artículo se trata específicamente sobre Jonathan, no puedo cerrar sin enfatizar que mucho del carácter y del éxito de los hijos de Edwards es, por supuesto, atribuible al amor, a la crianza y al entrenamiento de la extraordinaria Sarah. Estoy seguro de que Jonathan estaría de acuerdo. Juntos tuvieron realmente una «unión poco común» y de ella resultó una familia poco común.
Donald Whitney © 2023 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.