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Alienta a tu pastor
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Alienta a tu pastor

Hay libros que te enseñan cómo cuidar a tus hijos, a tu esposa, a tu casa o a tu perro. Pareciera que hay un sinfín de libros que te enseñan cómo cuidar de ti mismo. Hay otros para ayudar a los profesores a apoyar a sus alumnos, a los abogados a defender a sus clientes o a pastores a cuidar de los miembros de sus iglesias. Sin embargo, ¿dónde encontramos un libro que nos enseñe a cuidar de aquellos que nos cuidan a nosotros? Cómo ayudar a tu madre para que te instruya a ser piadoso. Seis pasos para que tu médico sea feliz. Cómo cuidar a tu profesor. Cómo amar a tu abogado. No estoy seguro de que podríamos beneficiarnos de todos estos títulos; sin embargo, un libro que no puedo encontrar, pero estoy convencido de que sería muy útil, es sobre cómo alentar a tu pastor.

Remunera a tus pastores

Quizás no podemos encontrar este libro porque nunca se ha escrito. No obstante, valdría la pena escribirlo y, para nosotros, valdría la pena leerlo. Después de todo, la Escritura nos recuerda que debemos honrar a los ancianos que gobiernan bien, pero especialmente a «los que trabajan en la predicación y la enseñanza» (1Ti 5:17). Esta honra puede adoptar diversas formas: respeto, aliento, afecto y obediencia (2Co 6:11-13). Pablo continúa diciendo que la honra incluye el cuidado económico de los predicadores y maestros. El pastor que provee alimento espiritual debe ser tratado al menos tan bien como el buey que trilla el grano. En la medida en que podamos, debemos asegurarnos de que los pastores estén bien provistos (1Ti 5:18). Es necesario remunerar a los pastores con un salario digno, pero sospecho que Pablo desearía que honráramos a nuestros pastores con más que un salario. Deberíamos querer aliviarlos de su trabajo. No es difícil darles una semana extra de vacaciones o un par de semanas de permiso para estudiar, que no es lo mismo que tomar vacaciones. Si incluso eso significa estirar el presupuesto, permitirles a nuestros pastores que intercambien púlpito con otros pastores por una media docena de semanas les puede dar tiempo extra para ponerse al día con trabajo o para orar y leer en beneficio de sus propias almas.

Ora por tus pastores

Una forma aún mejor de alentar a tus pastores es orar por ellos. Si pensamos por tan solo un momento en todo lo que los pastores son llamados a hacer, veremos cuánto necesitan de nuestras oraciones. Aun cuando nos saltemos los cinco vicios que Pablo dice que un pastor debe evitar, estos se hacen evidentes al considerar los siete rasgos de personalidad que deben manifestar (Tit 1:7-9b). Considera la hospitalidad, la necesidad de darse a sí mismo por las necesidades de los demás y no porque les convenga. O considera lo que necesita para «ser un amante de lo bueno», sin intentar ver cuán cerca puede estar del pecado sin pecar, sino cuán cerca puede llegar al cielo sin morir. Los pastores necesitan de nuestras oraciones para seguir viviendo de esta manera. Sin embargo, eso es solo el comienzo. Los pastores también deben ejercer dominio propio y ser justos, sin dejarse influir injustamente por grandes grupos o por personalidades dominantes (¿tiene tu iglesia algunos de ellos?). Él debe ser santo. Sin santidad personal, todo lo demás es una farsa. Y, no obstante, es tan fácil para tu pastor preocuparse más por los deberes que todos ven y descuidar los que solo su Señor ve. Ora por ellos en este sentido. Finalmente, tu pastor debe dedicarse al mensaje fidedigno que se le ha enseñado. La iglesia necesita hombres que amen el Evangelio del Dios Trino. Hay un aspecto teológico en la labor de los ancianos. Hay personas piadosas que aún ignoran mucho sobre el mensaje de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamentos. No deberían ser pastores hasta que no hayan crecido en su conocimiento de la verdad, y luego se aferren a ella. Dije «finalmente» aunque, por supuesto, solo hemos mirado brevemente a una o dos líneas en el Nuevo Testamento y hay muchísimo más. Si él ha de ser un pastor bajo el Príncipe de los Pastores (Sal 23 y 1P 5) y un interno bajo el gran Médico (Mr 2:17), tu pastor deberá estar frecuentemente en tus oraciones. Si él ha de vivir la máxima de Juan el Bautista —es necesario que Cristo crezca, y que él disminuya— entonces, tu pastor necesitará tus oraciones (Jn 3:30). Si él ha de realizar sus buenas obras no para tu alabanza pasajera, sino para nuestro Padre celestial, entonces tú sabes por experiencia propia lo mucho que necesitará de tus oraciones (Mt 6:1, 4, 6, 18).

CONCLUSIÓN

Aparte de remunerarlos y de orar por ellos, también podemos alentar a nuestros pastores sometiéndonos al mensaje que nos traen como embajadores de Cristo. Ciertamente, si Dios los llama a «predica[r] la palabra» (2Ti 4:2), entonces Él nos llama a nosotros a escucharla. Si Él los llama a ser líderes, entonces debemos ir donde sea que la Palabra de Dios nos lleve. Como un predicador invitado preguntó una vez a una congregación, hablando de sus pastores: «¿les rogarán misericordia mas ustedes la rechazarán? ¿Les ofrecerán gracia mas ustedes se resistirán? ¿Les abrirán la puerta de la vida mas se la cerrarán a ustedes mismos?» O, para parafrasear su pregunta más importante: «¿les implorará Cristo a través de ellos y ustedes lo rechazarán?»[1]. Sométete al ministerio de tu pastor. No hay nada que le pueda dar más aliento.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. Traducción: Marcela Basualto

[1] Reynolds, Edwards. The Pastoral Office [El oficio pastoral], (Londres, 1663), pp 46-47. Traducción propia.

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Las parejas casadas no deben obedecer a sus padres
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Las parejas casadas no deben obedecer a sus padres

Dejar a los padres

No hay duda de que las parejas a veces se sienten abarrotadas, en primer lugar, por sus familias de origen. Puede que recuerdes que Efesios 5 termina con un epílogo que mira hacia el futuro: Pablo nos recuerda que las personas casadas están formando una familia. Algo nuevo es creado porque un esposo y una esposa ahora están unidos. Esto es emocionante para la pareja, pero muchas veces es desafiante para las familias, por lo que los predicadores le dicen a los padres en la boda que nadie está perdiendo nada; un lado está ganando un yerno y el otro una nuera. Sin embargo, hay un sentido muy real en el que los hijos se están separando de padre, madre y hermanos. El honor, el amor y la amistad continúan, pero una nueva alineación de afectos y respeto es creada y confirmada. Al decir este tipo de cosas, Efesios 5 está claramente haciendo eco de Génesis 2, porque cuando la Biblia resume por primera vez lo que significa que un hombre y una mujer estén juntos, menciona que «dejará a su padre y a su madre», menciona convertirse en una sola carne. En la antigua versión de la Biblia King James, estas dos actividades se resumen como «dejar y aferrarse». Esto no es verdad para todo el mundo, pero muchas parejas encuentran fácil la parte de unirse el uno al otro, pero más complicada la parte de dejar a los padres y familia. Cómo se verá ese «unirse», por supuesto, dependerá de la cultura de cada uno. En algunas culturas, donde la familia extendida vive en el mismo lugar, «dejar» significa mudarse a un cuarto propio. Nos atrevemos a decir que este nivel de «dejar» no es óptimo en el matrimonio, incluso si a veces es necesario. Pero sea como sea la forma que tome «dejar», las personas experimentan la dificultad de «dejar» a nivel personal. Si estás acostumbrado a pasar mucho tiempo visitando a tus padres o si tal vez estabas viviendo con ellos, entonces no verlos regularmente puede crear un vacío en tu vida. Esto es especialmente cierto cuando un cónyuge ha estado particularmente cerca de uno de los padres. Sin embargo, si un esposo debe ser hombre de una sola mujer, es difícil ver cómo podría pasar habitualmente una hora al día al teléfono con su madre. Un punto paralelo puede hacerse para una esposa y sus padres. A veces los padres visitan a sus hijos casados para ir juntos de vacaciones, tal vez ofreciéndose a ayudar con la planificación o los costos. A menudo nos hemos ido de vacaciones con nuestros padres, pero hacemos una pausa para preguntar si estamos facilitando el «dejar y unirse». Si tú eres un padre cristiano de hijos casados, querrás pensar bien lo que puedes hacer para facilitar tu deber de dejarlo para unirse a otro y no presionarlos a pasar tiempo contigo cuando puede ser mejor para ellos dedicar ese tiempo para estar solos. Esto es gracia en acción para nuestros padres. Para algunos hijos es difícil dejar. Es, por lo menos, igual de difícil para los padres y, a menudo, durante un periodo de tiempo más largo. A las parejas cristianas casadas les debe importar esto, porque queremos hacer que el deber de nuestros padres de dejarnos sea lo más fácil posible. Por supuesto, les explicaremos que es posible que sea necesario modificar el tiempo de viaje y el tiempo al teléfono. Pero probablemente querremos decir más. Podemos reconocer que este nuevo matrimonio puede dejar espacios vacíos en otras vidas. Podemos reconocer un sentido de pérdida o soledad. Y hasta podemos hablar de Agustín de Hipona o Jonathan Edwards. Si hay algo que Agustín le ha enseñado a la iglesia es que cada pérdida y cada experiencia de soledad contiene su propia lección: las relaciones humanas en esta vida no pueden satisfacer el anhelo de relación que tenemos dentro de cada uno de nosotros. Hay cosas en esta tierra que quedan quebradas para hacernos anhelar lo que no es. Necesitamos predicarnos esto los unos a los otros. Edwards nos ayuda en esto también. Cerca del final de su libro, Charity and its fruits [La caridad y sus frutos], tiene un capítulo titulado: «El cielo, un mundo de amor». Edwards señala que hay un solo lugar en el que el amor no se enfrenta a ninguna limitación. Cuando vayamos a estar con el Señor, el amor no va a ser obstaculizado por la distancia, por la falta de tiempo juntos, por la desigual retribución del amor dado a otros, por la diferencia de posesiones, por las circunstancias que diluyen el amor ni por las relaciones discrepantes. Hay un gozo que no se experimenta en los matrimonios en el estado de gracia y que sí se será experimentado por las personas en el estado de gloria. Hasta ahora solo hemos mencionado el desafío de los hijos adultos que dejan a sus padres. Existe también una dificultad que surge cuando los padres nos dejan. Incluso si tú y tu cónyuge piensan que han encontrado la fórmula correcta para relacionarse con los padres, es posible que la fórmula deba ser ajustada cuando pierdan a uno de los padres, y el padre sobreviviente se sienta de pronto un poco dependiente o en realidad se convierta en alguien a su cargo. Una vez más, en medio de la compasión y el amor, los esposos y las esposas deben recordar que no pueden llenar el vacío dejado por el cónyuge ausente de sus padres.

Honrar a los padres

Un texto en la Escritura que informa nuestras relaciones con la familia es el mandato de Génesis 2 de «dejar y unirse». Hay un segundo deber bíblico que nos ayuda a navegar e incluso a equilibrar estas relaciones de padres e hijos. Es el mandamiento de honrar a nuestros padres (Dt 5:16; Ef 6:1). Por más extraño que parezca, las parejas casadas no deben obedecer a sus padres (Éx 20:12). Eso sería no dejar padre y madre. Para una pareja casada, simplemente obedecer a sus padres sería pasar por alto el hecho de que se hace algo nuevo en el matrimonio, incluyendo una nueva cabeza de familia. Dicho esto, el respeto debe continuar. Honrar a los padres no es solo para los niños; es para los adultos también. Entonces, ¿recuerdas el respeto que mostraste cuando salías o estabas cortejando a alguien? ¿Esas conversaciones en las que querías caerle bien a tus posibles suegros? ¿Todo ese buen comportamiento que mostrabas debido a que querías que tu posible cónyuge pensara que también respetabas a sus padres? Eso no debe apagarse porque es demasiado inconveniente mantenerlo o porque el acuerdo de matrimonio ya está sellado. Cualquiera que sea la combinación de motivaciones para ese estallido de buen comportamiento que a menudo caracteriza las relaciones familiares durante un compromiso, todo tiende en la dirección correcta, incluso si es necesario recalibrar las motivaciones de la acción. Por supuesto, una pareja casada puede hacer las cosas de manera diferente en su matrimonio a como lo hicieron sus padres en el suyo. Sí, no podemos escapar del hecho de que, en algunos aspectos, estamos hechos a la imagen de nuestros padres. Sin embargo, aunque consciente o inconscientemente seguimos a nuestros padres en algunas áreas, habrá lugares en los que elijamos otro camino. Tus padres nunca hablaron sobre finanzas; tú sí lo haces. Tus padres siempre compraron cosas costosas asumiendo que durarían; tú no lo haces. Tus padres metieron demasiados niños en un auto demasiado pequeño para un viaje demasiado largo y lo llamaron vacaciones; tú planeas quedarte en casa y leer un libro. Podemos hacer las cosas de manera diferente, pero aún debemos honrar a nuestros padres en la manera en que nos relacionamos con ellos. Incluso los temas significativos deben ser discutidos con respeto, incluso si —especialmente si— sabemos que no estaremos de acuerdo. Una vez más, la manera en que se verá ese honor variará en los detalles, pero las generalidades se mantendrán iguales. Levantaremos sus nombres en público, protegiendo su reputación lo mejor que podamos. Dejaremos nuestros trapos sucios en casa. Mientras que sea correcto y seguro, lo que sucede en la familia se queda en la familia. Consideraremos seriamente sus consejos, incluso si decidimos no seguirlos. Perseveraremos en la comunicación con ellos y trataremos de asumir lo mejor de sus motivaciones, incluso en las relaciones difíciles, porque Dios en su providencia nos puso en la vida el uno del otro. Nuevamente, la medida en la que esto puede ser posible dependerá en cierta medida de la historia familiar. Si un padre fue abusivo, tú harás más para proteger que para comunicar. Si hay quiebras en serie o adicciones al juego en la familia, es posible que tú no desees consultar a un determinado padre para que te dé asesoramiento financiero. Es porque es nuestro deseo honrar a los padres que intentamos orar de una manera enfocada en los días previos a su visita. Es porque los honramos que tratamos temas directamente en lugar de usar a un cónyuge de mensajero. Y esperamos lo mismo de nuestros padres. La manera en que tratamos a nuestros padres a lo largo de nuestro matrimonio, desde las preguntas complicadas en nuestros primeros días hasta nuestro cuidado hacia el final de sus días, es una parte clave de nuestro testimonio cristiano. Ayudarnos mutuamente para amar y para honrar a nuestros padres, ayudarnos mutuamente a través de un reflexivo «dejar y unirse», en lugar de desahogarse o quejarse, es parte de lo que implica un matrimonio piadoso. Y si esto no ha sido parte de nuestro modelo, si no hemos ayudado a nuestro cónyuge o hijos a honrar a nuestros padres, podemos arrepentirnos y comenzar de nuevo o podemos confesar nuestros pecados y honrar su memoria de mejor manera. ¿Necesitamos agregar que gran parte de esto se aplica igualmente a las familias mixtas? Puede que necesitemos ayudar a nuestro esposo o esposa a superar los desafíos de ser un padrastro o una madrastra. Puede que necesitemos ayudar a un cónyuge para que ayude a los niños a honrar a un padre biológico que ahora es el ex-cónyuge de tu cónyuge. Estas son dinámicas complejas, aún más complicadas por ex-suegros, etc. Sin embargo, si por la gracia de Dios nos respetamos y amamos mutuamente, podremos ayudar a nuestro cónyuge en su esfuerzo de respetar y amar a su familia.

Este artículo es una adaptación de Gospel-Shaped Marriage: Grace for Sinners to Love Like Saints [Matrimonio modelado por el Evangelio: Gracia para pecadores que aman como santos] por Chad Van Dixhoorn and Emily Van Dixhoorn.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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De qué manera un marido muestra honor a su esposa como «vaso más frágil»
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De qué manera un marido muestra honor a su esposa como «vaso más frágil»

Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas (1 Pedro 3:7).

La fragilidad en el mundo actual

Vivimos en una época donde no se sabe realmente cómo lidiar con la fragilidad. Este es un mundo muy competitivo. ¿Qué tiempo tenemos realmente para aquellos que son frágiles? Debido a que pensamos que solo sobreviven los más aptos, algunas personas tratan de enterrar su propia fragilidad escondiendo o negando sus limitaciones o flaquezas. Vemos esto en los matrimonios disfuncionales. Otras personas tratan de defender a los frágiles negando la realidad; ocultan los hechos y nos aseguran que las mujeres y los hombres son iguales en todas sus fortalezas. Vemos esto en las guerras de género de nuestra cultura. Algunos entre nosotros esconden o niegan la fragilidad. Otros se aprovechan de ella. Lamentablemente, todos hemos visto a hombres que intimidan, humillan, descuidan, controlan y critican a sus esposas por lo que ellos ven como fragilidad. Pedro llama a los maridos en particular a honrar a sus esposas en su fragilidad. Entonces, permítenos comentar cuál podría ser esa fragilidad, cómo debe un marido tratar a su esposa y por qué.

¿Qué se entiende por «vaso más frágil»?

Los eruditos ofrecen más de una opción de lo que podría ser esta fragilidad en 1 Pedro 3:7. Una perspectiva estudia la palabra que usa Pedro cuando se refiere a «la mujer», que plausiblemente se traduce como «la que es femenina». Según esta perspectiva, la femenino es un vaso más frágil porque muestra una gama más amplia de emociones y pierde constantemente en los combates de pulsos. Un marido no debe aprovecharse de las características femeninas de ella, sobre todo en lo que se refiere a su enfoque profesional de los problemas o a su poder físico. Alternativamente, Pedro puede tener en mente una percepción de fragilidad que surge de la posición de la esposa como alguien que no es la autoridad superior en el hogar. Ella es más frágil porque él es la cabeza y ella no. Por supuesto, cualquiera sea la definición de fragilidad que usemos, no estamos negando que las mujeres tienen muchas fortalezas importantes y diferentes en las que los hombres tienen profundas debilidades. Tampoco debemos pasar por alto la realidad de que las mujeres son llamadas a tener una gran fortaleza de carácter en los versículos anteriores. Y hablar de la fuerza comparativa de una mujer no se refiere para nada a su resistencia física. Para elegir solo el ejemplo más obvio, las mujeres soportan un dolor en el parto que hace que un hombre se estremezca incluso de contemplarlo. Dar a luz sigue siendo el patrón de oro de la fortaleza humana, tal como el amor humano. Y, sin embargo, hagamos nuestro el mensaje de la Escritura aquí: una esposa tiene fragilidades particulares y, con el tiempo, hasta el marido más duro se dará cuenta de ello. Cuando lo haga, debe apreciarla por todo lo que es y no despreciarla por lo que no es. Sea cual sea la definición precisa de fragilidad, la responsabilidad del marido es clara. Los maridos deben apreciar, atesorar y valorar a sus esposas, no solo porque son personas, sino porque son mujeres. Y hay un aspecto público al honrar, pues es muy importante la forma en que ella es presentada y expuesta ante los demás. Un amigo nuestro llevó este hecho sobre la vida hogareña a su lugar de trabajo y les dejó claro a sus colegas varones que no habría comentarios negativos sobre sus esposas. Insistió en que honraran a sus esposas o no hablaran de ellas en absoluto. Una mujer es un regalo maravilloso para un hombre. Esto es obvio para aquellos que tienen ojos para ver y, sin embargo, a un marido a veces le puede resultar difícil valorar a su esposa como mujer si ella lo retrasa, procesa los problemas de manera diferente u ofrece perspectivas distintas. Entonces, ¿a qué se sienten tentados a hacer los hombres? Se sienten tentados a presionar, menospreciar, ignorar. Sienten la tentación de deshonrar a sus esposas, aprovechándose de que son vasos más frágiles o simplemente diferentes. Considera con qué frecuencia los hombres critican porque creen que podrían haber hecho las cosas mejor que sus esposas. La verdad, dice Chad, es que los hombres a menudo nos equivocamos y lo arruinamos por completo. Sin embargo, incluso si tenemos la razón, nos estamos comportando mal. En otros lugares, los hombres están llamados a amar a sus esposas. Aquí se les dice a los hombres que realmente las honren. Pedro cierra deliberadamente las vías de escape habituales de los hombres al llamarlos a una vida honrosa.

¿Cómo honra un marido a su esposa?

Entonces, ¿cómo debe un marido lidiar con cualquier fragilidad que perciba en su esposa? Lo primero que Pedro pide a los hombres es que vivan con sus esposas «con entendimiento» o «de manera comprensiva» (1P 3:7). Esto podría significar que él debe vivir con un entendimiento de todo lo que Dios lo llama a ser y hacer; en este contexto, estaría llamado a comprender, entre otras cosas, lo que Dios exige de él con respecto a su esposa. Alternativamente, Pedro podría querer decir que un marido debe vivir comprendiendo a su esposa en particular; los maridos deben vivir con verdadera consideración, una vida considerada que se caracterice por el conocimiento. De cualquier manera, con el propósito de honrarla mejor y hacer sus tareas más fáciles, un esposo debe conocer las fortalezas y debilidades de su esposa, sus gustos y aversiones, sus miedos e inseguridades. La información privilegiada que posee sobre las responsabilidades que Dios le ha dado y el conocimiento que tiene de su esposa no debe usarse contra ella, sino a favor de ella. Aunque los maridos a veces lo olvidan, vivir con una mujer no es como compartir la habitación con un hombre. Es necesario un esfuerzo mínimo para que los hombres se entiendan entre sí. Televisión más comida ofrecen una fórmula bastante predecible para la felicidad masculina. La experiencia nos dice a la mayoría de nosotros que es posible vivir con un compañero de cuarto durante mucho tiempo y adquirir muy poca sabiduría sobre las relaciones, en parte porque los amigos pueden ser reemplazados de maneras que las esposas no pueden. Vivir con una esposa requiere una verdadera reflexión, parte de la cual proviene solo de la capacitación mientras ya estás en el trabajo. Muchos de los que han tratado de comprender a sus esposas pueden testificar que la curva de aprendizaje es empinada, casi vertical y sin mesetas. Comprender el otro sexo es complicado y requiere un trabajo concienzudo. No ayuda el hecho de que tanto hombres como mujeres piensen que sus necesidades son bastante obvias y que sus comunicaciones suelen ser claras. No obstante, el principal reto no está solo en las vías de comunicación de un matrimonio, sino en el tipo de contenido, o la falta del mismo, que se comunica. En un subconjunto de las veces que Chad peca contra Emily, él tiene la sensación de que el problema es mucho más grande de lo que él se da cuenta. En algunas de estas ocasiones ha tenido que decir: «Emily, estoy seguro de que esto debería ser obvio, y lamento tener que preguntar, pero estoy tan perdido que no estoy seguro de lo que debo decir ahora. Dime lo que debo decir, no para que pueda evitar pensar por mí mismo, sino para que pueda aprender a entenderte y lo que debería estar viendo en esta situación». Afortunadamente, ella está bondadosamente comprometida a hacer que su trabajo como marido sea más fácil. Ella ve que este tipo de intercambio es una victoria en el matrimonio, que es mucho mejor que intercambiar comentarios defensivos o evaluaciones ofensivas, algo que también hacemos a veces. Pedro llama a los maridos a vivir con sus esposas de manera comprensiva. Esto está estrechamente ligado a su segundo comentario en el versículo 7: él debe vivir con ella de tal manera que la honre. Un hombre honra a su esposa respetándola, escuchándola, manteniendo su autoridad ante los demás en el hogar, protegiéndola de cualquier daño, defendiendo su buen nombre, apoyándola económicamente y poniendo en ella la debida confianza. Un hombre honra a su esposa cuando valora su consejo y busca su corrección. Tal vez haya mejores maneras de comunicar la idea del honor, pero la verdadera sorpresa es que los maridos están llamados a honrar a sus parejas en todo. Pedro resumió anteriormente el deber de los ciudadanos cristianos diciéndoles que honren al emperador. Aquí resume el deber de los esposos cristianos diciéndoles que honren a sus esposas. Ahora bien, seguramente hay una diferencia en la forma en que un hombre honra al emperador y la forma en que un hombre honra a su esposa. Sin embargo, hay un sentido en el que un hombre debe desplegar la alfombra roja para la mujer en su vida. Si el hogar de un hombre es su castillo, su esposa debería ser su reina. La palabra elegida por Pedro: «honor», difícilmente podría haber sido más elevada, lo cual es bueno recordar después de lo que dijo en los versículos 1 al 6. Si alguien se queja de que, en su llamado como esposa, se la reduce a sierva en los versículos 1 al 6, también debe quejarse de que se la eleva a princesa en el versículo 7. La Escritura no está privilegiando a una parte del matrimonio sobre la otra. Chad no siempre entendió este énfasis en el honor, y fue solo al escribir el borrador final de Gospel-Shaped Marriage [Matrimonio moldeado por el Evangelio] que admitió ante Emily que acudió a dos amigos distintos para quejarse de ella, una, en el primer año de su matrimonio y, otra, cinco años después. Estos hombres demostraron ser verdaderos amigos para ambos. Ellos dijeron que no. Dispuestos a avergonzar a Chad, lo detuvieron con firmeza, le explicaron que no iban a escucharlo desahogarse sobre Emily y le dieron las razones. Uno de estos hermanos estaba casado, el otro no, pero ambos entendieron más claramente que en aquel momento el llamado de Chad era defender y honrar a su maravillosa, aunque imperfecta, esposa.

Este artículo es una adaptación de Gospel-Shaped Marriage: Grace for Sinners to Love Like Saints [Matrimonio moldeado por el Evangelio: gracia para que pecadores amen como santos], de Chad Van Dixhoorn y Emily Van Dixhoorn.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Un análisis de costo-beneficio del uso de credos y confesiones en tu iglesia
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Un análisis de costo-beneficio del uso de credos y confesiones en tu iglesia

Credos, confesiones y la Biblia

Una de las grandes características de la Reforma Protestante que no discutimos muy a menudo es la creación de confesiones reformadas. Ninguna confesión protestante existía al comienzo de los 1500. Ya para el final del siglo xiv, se imprimieron alrededor de 90 confesiones y catecismos reformados (sin incluir los luteranos). La confesión que usa mi iglesia, de hecho, fue escrita al final de la larga Reforma: en 1647. Esto sólo ilustra que hubo un periodo de 150 años en los que la creación de credos era la tendencia.  Este hecho es, indirectamente, una amenaza para mi profesión. Cada Día de la Reforma, recuerdo lo que todos dentro del gremio de la historia de la iglesia saben. Nadie realmente quiere historiadores de la iglesia. Así como el único propósito de los historiadores de la Iglesia Católica es levantarse una vez al año y hablar en contra de clavar cosas en las puertas de la iglesia, el único propósito real de los historiadores de la iglesia protestante es hablar sobre las Cinco Solas en las celebraciones del Día de la Reforma. No obstante, este es el problema: ni los reformadores tenían una breve lista de doctrinas claramente presentadas en cinco puntos. Por muy inconveniente que pueda ser, nuestros antepasados no redujeron la Reforma a un puñado de ideas. Al contrario, escribieron confesiones; muchas y la mayoría de ellas muy largas. Probablemente, es aquí, mientras todavía estamos en la puerta de este ensayo, y no aún en la casa, que debo hablar sobre el término «confesión» en sí mismo, puesto que es un poco vago. Usamos la palabra «confesión» cuando admitimos que podríamos haberlo hecho mejor o cuando nos hacemos cargo de aquello que en realidad hemos hecho mal. Aquí estoy pensando en la confesión como profesar. Estoy escribiendo sobre una fe cristiana que afirma una lealtad a Cristo, pero que también afirma un cuerpo de verdades que amamos y enseñamos debido a Cristo. Se hizo este tipo de confesión en la iglesia primitiva, donde los cristianos compusieron afirmaciones de fe breves y concisas que llegaron a llamarse confesiones. En el tiempo de la Reforma Protestante de los 1500 se había aprendido tanto —y había tantas doctrinas en disputa entre los reformadores y Roma— que la categoría de credo necesitaba ser suplementada por listas más largas de doctrinas que los cristianos confesaban. Los credos seguían utilizándose, más a menudo en la adoración, pero ahora las confesiones debían ser escritas para explicar lo que creían los luteranos y los cristianos reformados. Estas confesiones explicaban cuidadosamente qué doctrinas tenían en común con la vieja fe de Roma y en qué aspectos los reformadores se vieron obligados a estar en desacuerdo con Roma en la recuperación de las enseñanzas de la iglesia primitiva y más básicamente, de la Biblia. Asimismo, explican dónde los reformadores estaban en desacuerdo los unos con los otros.

Los costos

Sin embargo, aun cuando podemos entender cómo estas confesiones se crearon, el título del artículo promete responder por qué alguien debería molestarse con las confesiones hoy. ¿Acaso no hay tantas razones en contra como a favor de ellas? En primer lugar, existe una preocupación por la Escritura. Muchos cristianos, reconocen el valor de la Palabra de Dios, dicen desde el corazón: «¡no quiero más credo que a Cristo ni más confesión que la Escritura!». Esta convicción tiene que ver con la idea de que un credo o confesión está en tensión con la autoridad de la Palabra de Dios. Entendiblemente, ellos no quieren acercarse a tal tensión. En segundo lugar, existen personas que sienten que podría ser más directo usar sólo la Biblia. Tienen una preferencia práctica para decirle a las personas que su iglesia simplemente cree y enseña la Biblia. Tercero, la mayoría de las confesiones dicen mucho. ¿Todo es importante para la iglesia actual? Un cuarto costo percibido, y en la otra cara de la misma moneda, es que una confesión podría causar desunión. Puesto que nadie está de acuerdo con todo, quizás menos es más. ¿Por qué no sólo ceñirse a un par de puntos básicos, un par de Solas quizás?

Los beneficios

Este ensayo se titula: «Un análisis de costo-beneficio del uso de credos y confesiones en tu iglesia». Esto es porque, a primera vista, hay costos aparentes al tener confesiones. Pero también hay beneficios. Lo primero que debemos notar es que la idea de credo o confesión comenzó desde el principio para el pueblo de Dios. Sin duda, la Biblia misma nos enseña que las afirmaciones breves de doctrinas clave han estado con nosotros desde el comienzo. Frecuentemente, se enfocan en Dios y en el camino de la salvación. Es lo que los lectores del Antiguo Testamento encontraron en el clímax de los libros de Moisés: «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es» (Dt 6:4). Es lo que los lectores del Nuevo Testamento escucharon a Pablo decirles a los corintios mientras resumía su propia enseñanza: «porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce» (1Co 15:3-5). Aunque el contenido de los credos y confesiones debe ser examinado a la luz de la Escritura, el impulso y el concepto de los credos y las confesiones, de hecho, es bíblico. Dado que resumen lo que la Biblia dice, no sólo no están en tensión con la Biblia, sino que son un apoyo a aquellos que quieren entender y promover la enseñanza bíblica.  En segundo lugar, creo que es importante destacar que las confesiones son honestas. El deseo de establecer la verdad abiertamente es un instinto cristiano básico. La honestidad es el impulso original detrás de casi cada afirmación de fe, porque las iglesias honestas anuncian lo que creen y (en los mejores credos y confesiones) incluso un par de cosas en las que no creen. El hecho es que la afirmación de que sólo creemos en la Biblia no es tan sencilla como parece. Cerca de donde crecí, teníamos unos vecinos maravillosos que pertenecían a una iglesia a la que no le gustaban los credos. No obstante, a medida que fui bendecido con la oportunidad de conocerlos mejor, descubrí que creían cosas muy concretas sobre la vida y la fe cristiana sólo que no estaban escritas. Después de pasar mucho tiempo con mis vecinos, llegué a pensar que la confesión impresa era más razonable, más directa e incluso más honesta. En tercer lugar, las confesiones también son útiles para promover la verdad. De verdad entiendo que las confesiones tienden a discutir temas que las personas hoy a menudo no consideran importantes. Entiendo que sean largas, pero pienso que debemos pensar seriamente sobre el momento cultural que estamos viviendo y sobre los supuestos que tenemos sobre la doctrina. A pesar de las tendencias predominantes, parece posible que sería mejor servir a las congregaciones y sus líderes con declaraciones más completas de fe. Entre los beneficios que podríamos mencionar en conjunción con declaraciones más completas de fe, existe el beneficio de las «citas eclesiales»: las iglesias que están buscando un pastor o un anciano podrán decir qué quieren ellos que él crea y los pastores o ancianos que están buscando una iglesia pueden señalar lo que están deseosos de enseñar. Buscar la luz y la verdad en este tipo de momentos importantes es crucial, y las confesiones pueden ayudar a reducir las sorpresas. Imagina un comité de búsqueda equipado con una confesión: «esta es una declaración de fe. Expresa lo que como iglesia pensamos que enseña la Biblia sobre estas doctrinas. ¿Podrías leer esto, pensar y orar por eso, y decirnos si tú también crees estas cosas? Y si no, ¿con qué no estás de acuerdo y por qué?». Las confesiones no sólo promueven la verdad. Apropiadamente entendidas y usadas, los mejores resúmenes doctrinales también promueven la unidad de la iglesia —el cual es mi cuarto punto—. Nos ayudan a identificar, a través de un conjunto común de prioridades y enseñanzas, lo que tenemos en común con otros cristianos. Y muy relacionado, estos resúmenes también tienen el potencial de crear paz en la iglesia, puesto que las personas que van a la iglesia fácilmente podrán ver lo que enseña y podrán compararla con la Escritura, la cual es la única base sobre la cual se debe construir la enseñanza cristiana. La verdad es que incluso con la Biblia como el estándar y fuente principal de nuestra teología, los cristianos y las iglesias se unen alrededor de comprensiones bíblicas particulares que en efecto llegan a ser estándares subordinados y secundarios. Para muchos cristianos, ese estándar secundario está incorporado, literalmente, en la enseñanza de una persona influyente. Cuando yo era pastor en Inglaterra, una querida señora se acercaba ocasionalmente a mí después de un sermón y comenzaba a refutarme: «pero el doctor dice…». Su estándar, uno bastante decente, era Martin Lloyd-Jones. Para otros es Tim Keller, Nancy Guthrie, John Piper o quizás su pastor local. Se puede argumentar de forma plausible que una confesión —escrita como el juicio comunitario de un cuerpo de teólogos-pastores maduros— sea lo mejor para fomentar la verdadera unidad en la iglesia de Cristo en el tiempo y alrededor del mundo, mejor por lejos que el desarrollo (¡y a veces vasto!) de corpus de libros, sermones y publicaciones de una sola figura contemporánea o histórica, sin importar cuán útiles puedan ser estos hermanos. Hace no mucho tiempo, un amigo me preguntó qué diría si tuviera treinta segundos con alguien en un ascensor y tuviera que explicarle por qué creo que las confesiones cristianas son tan importantes. Por supuesto, esto ocurre todo el tiempo y, como puedes ver, sé lo que diría: (1) están enraizadas en la Escritura, (2) son honestas, (3) promueven la unidad de la iglesia y (4) fomentan la verdad. Si mi compañero de conversación fuera hacia el décimo piso, agregaría una quinta razón: una buena confesión es una gran herramienta de enseñanza. No obstante, eso tendrá que esperar para otro momento.

Chad Van Dixhoorn es editor de Creeds, Confessions, and Catechisms: A Reader's Edition [Credos, confesiones y catecismos: edición de lectura].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.