volver
Photo of Carta abierta a los solteros en el Día de San Valentín
Carta abierta a los solteros en el Día de San Valentín
Photo of Carta abierta a los solteros en el Día de San Valentín

Carta abierta a los solteros en el Día de San Valentín


Este artículo forma parte de la serie Carta abierta publicada originalmente en Crossway.
Querido hombre y mujer soltera: Parece que las decoraciones navideñas ni siquiera están completamente empacadas antes de que todas las tiendas de tarjetas y de regalos se transformen en un mar rojo, recordándonos que el 14 de febrero es el Día de San Valentín y que tú (valiente hombre o mujer) no debes olvidar a esa persona especial en tu vida. A pesar de todas sus tarjetas brillantes, cajas de bombones en forma de corazón y arreglos florales de rosas rojas, el Día de San Valentín nos enfrenta a cada uno de nosotros con una pregunta básica que llega al núcleo de nuestra existencia como seres humanos: «¿Alguien en este enorme e impersonal universo en realidad me ama?». Sacude nuestra alma y penetra el centro de nuestro ser porque es una pregunta válida, es una pregunta crítica y es una pregunta profundamente humana. Toca un nervio dentro de nosotros porque en lo profundo como seres humanos sabemos que fuimos hechos para más que nosotros mismos y que nunca estaremos satisfechos solos por nosotros mismos. En el ápice del relato de la creación, la Escritura afirma que no es bueno que el ser humano esté solo (Gn 2:18). La pregunta existencial que enfrentamos cada día de nuestras vidas, pero en especial en el Día de San Valentín, es esta: «¿existe alguien que realmente me ama tal como soy? No por lo que podría ser, puedo ser o debería ser, sino simplemente por lo que soy (con algunas imperfecciones, algunos hábitos que no me importa reconocer y uno o dos —o quizás diez o doce— otros defectos que vienen a mi mente). ¿Quién me ama tal y como Dios me creó, sin ninguna condición?».  Nuestro mundo nos da, como solteros, una respuesta a esta pregunta existencial: «tú, hombre o mujer, ¡más vale que hagas algo! Necesitas dar lo mejor de ti y mostrar quién eres. Necesitas encontrar a ese alguien especial que estará ahí para ti, que te cuidará y te amará incondicionalmente. Necesitas arreglarte el cabello (o conseguir una peluca, caballeros), actualizar tu clóset, adoptar un par de nuevos pasatiempos y, en general, sólo mostrar quién eres a la vista pública en el mundo real para hacer que algo ocurra». Y hoy en día este proceso se facilita aún más inmediatamente a través de una multitud de plataformas de redes sociales en línea y sitios web de citas para ayudarnos a encontrar a esa persona especial de manera cada vez más eficiente. Por tanto, si alguien aún está soltero (todavía está «solo» según el estándar de la sociedad) sólo él o ella es culpable de eso. Y fracasar en tomar acción significa que corres el fatal riesgo de atravesar la vida solo, e incluso llegar a las puertas de la muerte dolorosamente solo. No obstante, la Escritura nos da otra respuesta: «eres completamente valorado y atesorado así como eres porque el Ser que dirige este inmenso universo es, de hecho, un Ser personal y te ama plena y completamente. No está condicionado a tus fabulosos talentos, a tu gran cuerpo o a tu cuenta bancaria. No, Él te ama tal como te creó y te invita a una relación consigo mismo por toda la eternidad. Dios no sólo te ama, sino que voluntariamente escogió pagar el precio final de llevarte a una relación con Él así como eres: con tus imperfecciones, malos hábitos e inclinación a ciertos pecados. Esta verdad no es un pensamiento tardío o un efecto secundario de dirigir un universo ajetreado y complicado. Tu salvación está al centro del mismo plan de Dios dentro de toda la historia del orden creado». «Sí», dices, «por supuesto, Dios me ama. Lo entiendo. Sin embargo, Dios no entiende simplemente cómo es ser yo y pasar la vida como un adulto soltero. Él no se identifica con una vida sin una experiencia significativa y físicamente íntima con alguien del sexo opuesto». ¿O sí? Quizás el amor de Dios es un amor que conoce completamente lo que estamos experimentando porque Dios mismo vino a la tierra y vivió una vida en ella como un hombre soltero sin esposa ni hijos físicos: probablemente una vida carente de cualquier encuentro romántico, ya que los afectos de Jesús estaban enfocados en toda la humanidad y su necesidad de una relación con Él y su Padre. No obstante, Jesús fue verdaderamente humano, Él sí experimentó momentos de soledad. Él luchó con el diablo solo en el desierto (Mt 4:1-11). Como un adulto soltero no tenía lugar dónde recostar su cabeza (Mt 8:20), Él comprendió profundamente las realidades de experimentar la vida como un adulto soltero carente de tener a ese «alguien especial» para volver a casa cada noche. Sin embargo, Jesús no vivió su vida «solo» al aislarse a sí mismo del resto. Él se conectaba constantemente con la comunidad, ya fueran los tres, los doce, los setenta o con la multitud de discípulos. Jesús estaba conectado no sólo a su propia familia física, sino que también a la familia de Pedro, así como también a su familia espiritual de los doce apóstoles en la que se involucró. La realidad de la encarnación testifica varios aspectos importantes del amor de Dios. Primero, Dios, por medio de la experiencia terrenal de Jesús, conoce profundamente lo que significa atravesar la vida humana como una persona soltera sin experimentar el amor de un cónyuge o de la intimidad física profunda. No obstante, la Escritura afirma que Jesús fue completamente humano en todos los aspectos necesarios (Heb 2:17). Ni Jesús ni ningún otro ser humano que atraviese la vida sin el afecto de un cónyuge es menos que completamente humano. La Escritura afirma que en Cristo, todos somos seres humanos completos (Col 1:28), con o sin ese alguien especial. La encarnación también nos recuerda que el amor de un ser humano no es la fuente suprema del amor totalmente satisfactorio que anhelamos; al contrario, sirve como señal hacia el amor supremo que todo lo satisface que sólo se encuentra en Dios. El amor de un marido por su esposa que se describe tan elegantemente en Efesios 5:25:32 es una señal ilustrativa hacia un misterio mayor: el del amor de Cristo por su iglesia. ¡Ese es el amor que satisface realmente a cada uno de nosotros a medida que lo experimentamos juntos en comunidad con Dios y los unos con los otros! Lo más importante que necesitamos hacer este Día de San Valentín es comprometernos a buscar el amor que satisface verdaderamente. Ese es el amor que nos ama incondicionalmente, el amor que satisface completamente cada aspecto de nuestras almas y el amor que está garantizado eternamente y que nunca se puede perder. Ningún ser humano es capaz de proveer ese amor. Se encuentra sólo en el Dios omnipotente que nos invita a una relación eterna con Él por medio del Evangelio. Este es el amor que Dios tanto tuvo por el mundo, por ti y por mí, que envió a su Hijo engendrado para que, cualquiera de nosotros abrazara su amor y creyera en Él, comparta una eternidad experimentando su amor con Él (Jn 3:16). Es el poder de este amor que se entrega a sí mismo que Pablo describe en Romanos 8 cuando él declara tan valientemente: «Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro 8:38:39). Mi hermano y hermana, ¡anímense! Eres completamente amado este Día de San Valentín por el Único que también te conoce completamente y te recibe así como eres. Y esa es una relación de amor que nunca te dejará ni te desamparará, puesto que es una relación de amor por toda la eternidad. En su amor, Barry 

Barry Danylak es el autor de Redeeming Singleness: How the Storyline of Scripture Affirms the Single Life [Redimamos la soltería: cómo la trama de la Escritura afirma la vida de soltería].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.