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Photo of Cuatro cosas que debes recordar cuando hables de tu iglesia
Cuatro cosas que debes recordar cuando hables de tu iglesia
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Cuatro cosas que debes recordar cuando hables de tu iglesia

Las ovejas muerden.  Esa es una desafortunada lección que aprendí como subpastor. Cuando los pastores desean guiar a su congregación a pastos más verdes, a veces las ovejas se defienden. Las ovejas también se descarrían. Cuando los pastores desean ver a su congregación crecer en santidad, a veces las ovejas aparentemente se desvían en una dirección contraria. Estas tendencias desaniman, si es que no hieren, a muchos pastores y son tema de mucha conversación. Nunca falta que cuando estoy en un evento para pastores, durante las conversaciones paralelas o en las sesiones de grupos pequeños, los hermanos comienzan a hablar de ovejas que muerden o se descarrían. A veces, la conversación se mantiene inocente, pero en otras ocasiones, se torna en una queja sarcástica. Estas cosas no deberían ser así (Stg 3:1-12). La Escritura enumera a los chismosos y a los calumniadores como el tipo de persona que Dios ha entregado a una mente depravada (Ro 1:28-30), aquellos que están «hablando cosas que no son dignas» (1Ti 5:13). Todas las ovejas de Cristo deben quitarse esta parte de su vieja naturaleza; en especial, los pastores que están en el cargo para ser imitados (Heb 13:7; 1P 5:3). Pero refrenar la lengua es difícil cuando las ovejas te desaniman. ¿Cómo pueden los pastores luchar para desechar el chisme y revestirse de Cristo, aun cuando las ovejas de Cristo provocan que se pregunten: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes y he de soportarlos?» (Lc 9:41).

1. Recuerda con quién estás hablando

La capacidad de pedirle consejo o ánimo a un pastor digno de confianza durante pruebas de diversa índole es una bendición. Los consejeros sabios son oro (Pr 11:14, 15:22, 20:18, 24:6), especialmente aquellos que han caminado en tus zapatos como pastor. Sin embargo, una cosa es compartir tus luchas humildemente, dolido y necesitado, deseando oración y sabiendo que ninguna tentación ha sobrevenido a tus ovejas que no sea común para ti (1Co 10:13). Pero otra cosa es quejarse como si no hubieras firmado para morir por esa oveja. Si tienes una queja, Aquel con quien fuiste creado para tener comunión quiere que le lleves el tema a Él (p. ej.: Sal 55). Si hablas con pastores de otras iglesias sobre tu congregación, estás detallando las mordeduras y las andanzas de quienes ellos no conocen y quizás nunca conozcan. Puesto que estos hermanos no son Dios, a menos que hagas un seguimiento con ellos, no escucharán cómo las mismas ovejas volvieron gloriosamente y comenzaron a seguir tu voz. Nunca sabrán si ese miembro de la iglesia se arrepintió. Sólo se quedarán con la impresión negativa que les diste de tu iglesia. Hablar con los pastores de esta manera también les modela cómo quejarse de su iglesia. Ellos tienen luchas similares. A ellos también les gustaría cambiar el letrero en el frente de su iglesia y volver a pintar el edificio. También tienen ovejas que los están mordiendo y que se descarrían hacia el pecado, y ellos se animarán a chismear sobre las ovejas a sus espaldas también. Después de todo, eres un ejemplo andante. Así que recuerda con quién estás hablando.

2. Recuerda de quién estás hablando

Estás hablando de la novia de un Hombre. Cuando comencé a decirles a mis amigos lo «bobo» que actúan las personas de mi iglesia, me pregunté a mí mismo: «¿hablaría de la esposa de mi hermano de esta manera, especialmente con él en la sala?». Muchos se estremecen al pensar que hablarían de la esposa de su mejor amigo como alguien «boba», «estúpida» o «ignorante». La iglesia es la novia del Hijo del Hombre (2Co 11:2). Cuando nos juntamos a chismear sobre nuestras iglesias, estamos chismeando sobre la esposa de un Hombre (mientras Él está en la sala). Por respeto a Él y por la dignidad de su novia a quien Él ha limpiado (Ef 5:25-27), no debemos hablar de la manera en que lo hacemos. Esto aplica tanto si hablas de las ovejas de tu iglesia local como de «la iglesia» en tu país o alrededor del mundo.

3. Recuerda el final de la historia

Sé que estás desanimado por las ovejas que te muerden. Sé que te desanima cuando las personas no pueden ver los mismos fines que tú ves. Pero recuerda que el desánimo no es el fin de la historia. Tus ovejas podrían regresar; podrían dejar de morder. Si el Espíritu Santo mora dentro de ellas, lo harán. Finalmente, tu rebaño (por muy terco que sea) seguirá. Podrías no ser a quien sigan y su seguimiento podría no verse lindo hasta que estén cara a cara con Jesús. No obstante, al final, tendrás motivos de gran aliento. En tu lecho de muerte, ¿te arrepentirás de la manera en que hablaste sobre tu congregación? En la gloria, cuando veas a la oveja más terca adorando en el trono, ¿te arrepentirás de tus palabras?

4. Recuerda cómo el Señor habla de su pueblo

Somos subpastores del Príncipe de los pastores. Nosotros mismos somos ovejas en su rebaño. Lo mordemos y nos descarriamos en pecado. ¿Cómo nos ve el Señor? ¿Puedes imaginar al Príncipe de los pastores usando el mismo lenguaje para describir a sus ovejas? Cuando nos descarriamos, nuestro Pastor nos guía a casa. Cuando mordemos, nuestro Pastor aboga a nuestro favor. Cuando somos atacados, el Príncipe de los pastores nos defiende. Nuestro Pastor se refiere a nosotros como santos. Cuando estamos en pecado, Él está dispuesto a decirnos verdades duras (y recordarnos las verdades hermosas que no han cambiado por nuestro comportamiento). Cuando el Señor acusa a Israel: «tú eres una ramera con muchos amantes» (Jer 3:1), aún Él los afirma en el mismo libro: «Con amor eterno te he amado» (Jer 31:3). Incluso en los momentos en que abandonamos el Evangelio, Dios nos llama necios por eso y en la misma carta reafirma que somos hijos y herederos (Gá 3:1, 4:5-7). Las verdaderas ovejas siempre son pecadoras y santas, en guerra con Satanás y en paz con Dios. Quejarnos de un santo que está sentado en los lugares celestiales con Cristo (Ef 2:6) y que se verá como Jesús en cualquier momento es ser un poco miope (2Co 3:18). Si vas a hablar de tus ovejas, recuerda contar la historia completa. Después de todo, así es como el Señor habla de nosotros y, como subpastores, siempre debemos parecernos a nuestro Príncipe de pastores.
Este recurso fu publicado originalmente en 9Marks.