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Ajith Fernando es el director del área de enseñanza de Youth for Christ en Sri Lanka. Sirvió como director nacional del ministerio por 35 años. Es autor de dieciocho libros, entre los que encontramos Discipling in a Multicultural World [Discipulando en un mundo multicultural]. Vive en Colombo, Sri Lanka, con su esposa. Tienen dos hijos adultos y cuatro nietos.

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La pestilencia podría acercarse a ti

Como la mayoría de los países del mundo, Sri Lanka está pasando por un periodo de gran confusión y temor. Nuestra mortalidad no ha sido alta, pero el número de infectados por el coronavirus está aumentando diariamente. Mucho distritos del país (como Colombo, donde yo vivo) tienen toques de queda indefinidos de 24 horas. Camiones traen provisiones a los barrios. Uno de los desafíos más grandes que estamos enfrentando ahora es obtener provisiones y ayudar a las personas en pobreza que no tienen fuentes de ingreso, pues viven de un salario diario y no tienen ahorros ni cuentas corrientes. Algunos cristianos han realizado esfuerzos valerosos y otros obtienen salvoconductos para distribuir provisiones a los necesitados. Aun en los momentos más oscuros, emergen héroes.

«A ti no se te acercará»

Durante las últimas semanas, ha habido cierta discusión entre los cristianos respecto a si somos inmunes a la infección debido a la promesa de la protección de Dios. Algunos citan el Salmo 91 como garantía de que estaremos libres del coronavirus. Las promesas en este salmo son asombrosas. En él se mencionan «pestilencia» y «plaga» específicamente:
  • Verso 3: «Porque Él te libra [...] de la pestilencia mortal».
  • Verso 7: «Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, ti no se acercará».
  • Verso 10: «No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada».
  • Verso 14: «Porque en mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre».
En la Biblia tenemos promesas, principios y mandamientos, que pueden ser divididos en tres categorías. En la primera están aquellos que son verdad para todas las personas, todo el tiempo en todas las situaciones, como por ejemplo, la prohibición de la idolatría. En la segunda vemos aquellas que son verdad para momentos particulares y algunas situaciones. En la tercera encontramos algunas declaraciones generales que tienen excepciones por una regla mayor. Por ejemplo, los mandamientos generales a obedecer a los padres «en todo» (Col 3:20) y a estar sujetos a los oficiales gubernamentales (Ro 13:1-2) tienen excepciones claras en la Biblia (Lc 14:26; Hch 4:19-20). A veces necesitamos desobedecer a las autoridades si queremos obedecer a Dios. De igual manera, la Biblia es clara respecto a que Dios sí nos cuida y nos protege, como dice el Salmo 91. Él puede intervenir milagrosamente y lo hace para liberarnos en este mundo. Sin duda, Él le ordena a sus ángeles que nos guarden (Sal 91:11). Eso siempre es verdad. Él puede evitar, en cualquier momento, que nuestro pie tropiece con una piedra (Sal 91:12) y muchos testificarán de cómo Dios ha hecho eso. No obstante, eso no siempre ocurre, como testifica el noble ejército de mártires. Los mártires, sin embargo, sabían que Dios estaba con ellos y que estaba abriendo la puerta, por medio de su muerte, hacia la mayor libertad posible: entrar a la presencia de Dios.

Libertad a través del martirio

El Salmo 91 nos enseña que Dios nos cuida. Ese es un principio absoluto. Otros pasajes de la Biblia nos enseñan que la manera en que Dios nos cuida no es de la misma manera en la que lo hace en el Salmo 91. Dios aplica esta promesa de diferentes maneras, pero es siempre verdad. A través de ella, Dios continuará bendiciendo y liberando a su pueblo. Cuando Jim Elliot, Nate Saint y sus colegas fueron asesinados por la tribu Huaorani en Ecuador, vieron ángeles cantando canciones sobre ellos. Eso no evitó que los Huaorani los mataran. Más tarde, la esposa de Elliot, Elizabeth, y la hermana de Saint, Rachel, fueron como misioneras a esas mismas personas. Las personas de la tribu estaban asombradas al escucharlas cantar las mismas canciones que los ángeles habían cantado. Toda la tribu llegó a Cristo. Y se convirtieron en evangelistas que llevaron el Evangelio a las tribus vecinas. Los ángeles hicieron algo más grande que prevenir el martirio de esos cinco misioneros; ellos abrieron la puerta para que cientos de personas recibieran la salvación y para que millones de personas fueran influencidas al volver a contar la historia.

Sometida a frustración

Un tercio completo de los salmos son lamentos escritos por personas justas que sufrían lo que el mundo considera desgracias, donde Dios parecía haberlos abandonado. Actualmente, estoy leyendo el libro de Job para mis devocionales. El plan de Dios era glorificar su Nombre al permitir que Job pasara por experiencias muy distantes a lo que dice el Salmo 91 (algunos pensarían que no concuerdan). Los amigos de Job citaron principios bíblicos sobre cómo Dios cuida a los justos (discursos en la tradición del Salmo 91) y se demostró que estaban equivocados e incluso que estaban siendo crueles. No fueron sabios para aplicar esos principios al sufrimiento que Job estaba experimentando. En Romanos 8 dice que toda la creación está sometida a frustración (Ro 8:20). Hay enfermedad, desilusión, dolor y muerte. Esa frustración aflige incluso a los creyentes: «que tenemos las primicias del Espíritu» (Ro 8:23). Aun cuando hemos probado realmente cómo es el cielo, todavía gemimos con el resto de la creación por ahora (Ro 8:22-23). Cuando Jesús se hizo carne y hueso, Él abrazó toda la frustración que viene con la vida en este mundo. No obstante, Él transformó nuestro mundo precisamente al identificarse con su dolor y su maldición. Podemos tener un impacto profundo en nuestro mundo al identificarnos con su dolor, al igual como lo hizo Jesús. En una misteriosa manera, el sufrimiento ayuda a la iglesia a crecer, como lo demostró la muerte de Esteban en Hechos. Más cerca de casa para mí, cuando el tsunami azotó a Sri Lanka en el 2004, algunos cristianos se salvaron milagrosamente y testificaron de ello para la gloria de Dios. Otros sufrieron, como la iglesia en Mullaitivu, donde muchos de los fieles que fueron a la iglesia esa mañana después de Navidad murieron mientras que los que se quedaron en casa se salvaron. El pastor de esa iglesia perdió a su esposa y, creo, que a su hijo. Sin embargo, él se quedó y sirvió a su pueblo, y ahora sus dos hijas entraron a la universidad (un gran logro en Sri Lanka). Él le dio la gloria a Dios por medio de su sufrimiento.

Promesas mejores que la liberación

Existen realidades más profundas y más importantes, y promesas incluso más asombrosas que la liberación temporal, que nos gobiernan en medio de nuestra frustración y dolor:
  • El Espíritu Santo gime con nosotros mientras nosotros gemimos (Ro 8:26). No solo es aceptable que los cristianos giman; cuando lo hacen, Dios gime con ellos. Y ese verso dice que Él nos ayuda en medio de la debilidad. Experimentamos la cercanía de Dios de una manera profunda.
  • Dios provoca que todo lo que experimentamos coopere para bien (Ro 8:28), haciéndonos más que vencedores en todas las cosas (Ro 8:37). Mientras lloramos y nos identificamos con los cristianos que sufren, no necesitamos tenerles lástima porque sabemos que a partir de ese sufrimiento Dios está obrando algo hermoso.
  • Sí, no somos inmunes a los problemas, pero el amor de Dios es más profundo que todo eso y nada puede separarnos de su amor en Cristo (Ro 8:35, 38-39).
Las personas que saborean la experiencia de amar y de ser amados son personas felices. Entonces, cuando Pablo escribió mientras estaba aislado y confinado en prisión, él se alegraba en el Señor siempre (Fil 4:4) y hemos aprendido a estar contentos cualquiera sea la situación (Fil 4:11). Las personas más felices del mundo no son las que no tienen problemas, sino las que no tienen miedo de los problemas. Como Pablo dijo, nuevamente desde la prisión, la mayor y verdadera riqueza disponible para nosotros es el contentamiento en Cristo (1Ti 6:6). La inhóspita prisión no es un lugar que suponga la bendición de Dios, pero Pablo fue bendecido; ¡él era rico! Pablo no habría leído el Salmo 91 como la promesa de Dios para evitar que fuera a prisión, o incluso la muerte física, sino como la garantía de Dios de hacer más: hacernos eternamente invencibles en Cristo, para que incluso el sufrimiento y la muerte sirvan a nuestro gozo y a la gloria de Dios, mientras Él nos rescata completa, final y decisivamente en Cristo.

La sombra del Todopoderoso

El Salmo 91 inspirará, y ciertamente debe hacerlo, a cristianos a seguir confiando en Dios cuando enfrentemos problemas, como un tsunami, el encarcelamiento o una pandemia mundial. Él es fiel a su promesa de cuidarnos y siempre nos lleva en triunfo (2Co 2:14). Elizabeth Elliot tituló la biografía de su esposo martirizado como La sombra del Todopoderoso, que es una frase del primer verso del Salmo 91. Incluso durante las providencias sorprendentes de Dios, que traen sufrimiento e incertidumbre, la verdad del Salmo 91:4-6 permanece:
Con sus plumas te cubre, Y bajo sus alas hallas refugio; Escudo y baluarte es su fidelidad. No temerás el terror de la noche, Ni la flecha que vuela de día, Ni la pestilencia que anda en tinieblas.
En medio de toda la confusión de este tiempo, saboreemos la riqueza de la seguridad y del contentamiento eterno que tenemos en Cristo.
Ajith Fernando © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Querido pastor: puedes servir tanto a tu ministerio como a tus hijos
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Querido pastor: puedes servir tanto a tu ministerio como a tus hijos


Este artículo es parte de la serie Querido pastor publicada originalmente en Crossway.


Nuestros hijos no recibieron el llamado al ministerio

Fui un expositor, y mi esposa también estuvo presente, en el primer campamento de jóvenes en el que participó mi hija. Ella nos dio estrictas instrucciones de no hablarle durante el campamento. Nosotros mantuvimos nuestro lado del acuerdo, pero ella por momentos se escabulló en nuestro cuarto para hablar con nosotros. Nos dimos cuenta de que nuestra hija no quería la presión de ser conocida como la hija del predicador. Nuestros hijos no respondieron al llamado al ministerio. Nuestras esposas sí lo hicieron cuando vinieron con nosotros al ministerio.

Sin embargo, sabemos con certeza que el llamado al discipulado cristiano viene de Dios a nuestros hijos. Por lo tanto, aunque nunca le dijimos a nuestros hijos que hicieran algo o no hicieran algo porque eran hijos de líderes cristianos, les dijimos que estábamos insistiendo en algo porque era lo mejor para ellos, porque somos cristianos.

No obstante, hay otras presiones únicas por ser hijos de personas en el ministerio. Nuestros hijos esperan de nosotros que los cuidemos, pero nuestra vocación es cuidar de otros. Es esencial convencerlos de que ellos son una prioridad en nuestras vidas. Esto me lleva a afirmar que nuestra cruz es una vida balanceada. No es fácil estar totalmente comprometido con las personas a las que servimos y con nuestras familias al mismo tiempo. Pero el esfuerzo de hacer ambas cosas (la vida balanceada) es nuestra cruz.

Mis hijos a veces hacían pedidos que eran difíciles de cumplir, como ir a buscarlos a medianoche de una fiesta cuando yo estaba extremadamente ocupado y necesitando dormir, o jugar cricket con mi hijo cuando estaba cansado y sin ánimo de jugar. Aprendí a responder a dichos pedidos como si fuera un privilegio gozoso en lugar de una carga. Fue costoso, pero para un cristiano el costo del discipulado es normal y no es un gran tema. El gozo de mostrar nuestra amorosa preocupación a nuestros hijos es un gran tema. Esperemos que nuestros hijos, cuando sepan que alegremente pagamos el precio de cuidarlos, no sientan resentimiento cuando cuidemos a otras personas. Esperemos que ellos tampoco se aprovechen de nuestra amabilidad.

Déjame contarte una historia que inventé al fusionar algunas de mis propias experiencias. El hijo de un pastor está corriendo en una competencia de pista regional clave de atletismo y ha llegado a la final. La carrera es a las cuatro de la tarde del sábado. Sin embargo, el pastor tiene una reunión a la que no puede faltar en la iglesia a las dos. Él explica la situación a su hijo y le dice que va a intentar estar ahí para la final, pero no puede estar seguro. Él llama a todos los miembros del comité el viernes, les cuenta de su situación y les pide que lleguen a tiempo a la reunión. Los llama una vez más el sábado por la mañana. 

Comienzan la reunión puntualmente y terminan a las tres y media. El padre se apresura al estadio donde se realiza el encuentro. Estaciona el auto, corre hacia la pista y llega justo antes de que su hijo empiece a correr. Mientras corre, el hijo escucha la voz de su padre gritándole: «¡vamos, hijo!» Impulsado por las palabras de su padre, avanza con una explosión de velocidad y gana la carrera.

El padre alcanza a su hijo para felicitarlo. El hijo nota que su padre jadea más que él y le pregunta: «yo soy el que corrió la carrera, ¿por qué estás jadeando?». El padre responde: «tenía que estar aquí a tiempo para tu carrera, así que corrí». Ese hijo probablemente no se va a enojar por el ministerio de su padre. Sabe que aunque su padre se preocupa por los demás, está dispuesto a pagar el precio de cuidar de él.

No obstante, a veces no podemos estar con nuestros hijos en momentos importantes de sus vidas. Este fue uno de los aspectos más difíciles de mi llamado a un ministerio itinerante. Sin decir algo como: «¿no te das cuenta de que debo hacer mi ministerio?». Aprendí a explicar mi incapacidad de estar presente como algo que me entristecía mucho. Entonces, pudimos compartir el dolor juntos sin echarles la culpa a nuestros hijos por no entender el llamado que Dios nos había dado.

La graduación universitaria de mi hija fue un gran evento en nuestra familia. Ella se graduó con honores, ¡mucho mejor que su padre! Esto fue un gran gozo para mí. Pero no pude estar presente en el evento porque estaba en Inglaterra. La fecha de graduación fue anunciada a último momento después de haber organizado este viaje. En esos días, no teníamos medios de comunicación como Zoom, Skype y WhatsApp, pero le envié varios mensajes expresando mi pena por no estar ahí y mi enorme deleite por lo que ella había logrado. Todavía recuerdo el mensaje que ella me envió. Espero que el dolor que ella sintió por mi ausencia se haya reducido por haber expresado mi tristeza.

Mi esposa y yo estamos convencidos de que, aunque nuestros hijos no tienen un llamado al ministerio, tenían el derecho de vivir en un hogar feliz. Hicimos todo lo posible para asegurarnos de que nuestro hogar fuera un lugar feliz. Cuando Sri Lanka sufrió la violenta revolución en 1988-1989, la vida era muy complicada y un poco peligrosa. Las escuelas estuvieron cerradas por meses. Muchos abandonaron el país diciendo que se iban por el bien de sus hijos. Yo recién volvía de un tiempo sabático de 6 meses en el seminario teológico Gordon-Conwell en Estados Unidos. Había sido muy feliz ahí haciendo cosas que amo hacer, como estudiar, escribir y enseñar. En medio de los problemas, en 1989, Gordon-Conwell escribió para ofrecerme lo que parecía el trabajo de mis sueños, en cuanto a lo que yo amaba hacer. No obstante, mi esposa y yo estábamos convencidos de que nuestro llamado era un ministerio de por vida en Sri Lanka, así que rechacé la invitación.

Sin embargo, necesitábamos que valiera la pena para nuestros hijos quedarnos en Sri Lanka. Después de todo, éramos nosotros y no ellos los que respondíamos al llamado a Sri Lanka. Cuando mi esposa y yo hablamos de esto, decidimos que la mejor bendición que podíamos dejarles a nuestros hijos era un hogar feliz. Independientemente de lo que experimentaran afuera, ellos debían saber que venían a un hogar cálido, seguro y feliz. 

Conozco algunos hogares disfuncionales de trabajadores cristianos de los cuales han salido maravillosos cristianos. También conozco hijos rebeldes que han salido de hogares cristianos sanos y amorosos. Independientemente de cómo sea el trasfondo familiar de un niño, finalmente es la recepción o el rechazo de la gracia lo que influencia el camino futuro que tomará el niño. Sin embargo, nosotros que estamos en el ministerio podemos hacer todo lo posible para dar a nuestros hijos un destello de la belleza de un hogar con una atmósfera marcada por el gozo del Señor. Hay un poder inquietantemente atractivo en el gozo del Señor, un poder que podría atraerlos de regreso a Cristo cuando luchan contra la tentación de rebelarse.

Ajith Fernando es el autor de The Family Life of a Christian Leader [La vida familiar de un líder cristiano].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Tres medios que Dios usa para cambiarnos (y tres maneras en que cambiamos)
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Tres medios que Dios usa para cambiarnos (y tres maneras en que cambiamos)

La necesidad de cambio

Cuando Pablo describió el cambio que toma lugar en la salvación, dijo: «de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas» (2Co 5:17). Pero él sabía que después de la salvación todos los cristianos tienen muchos pensamientos y actos a los que aún tienen que renunciar y muchos que deben adoptar. Necesita haber un cambio enorme de pensamiento en muchas áreas. Jesús enfrentó el mismo desafío con sus discípulos. A. B. Bruce dice de los discípulos: «en el momento de su llamamiento eran sumamente ignorantes, estrechos de miras, supersticiosos, llenos de prejuicios, ideas erróneas y animosidades judías[efn_note]Bruce, A. B. (2024). El entrenamiento de los doce (San Antonio, Texas: Editorial Doulos), p. 25.[/efn_note]». Estas ideas erróneas no los abandonaron de una vez. Pedro, por ejemplo, después de la ascensión de Jesús al cielo, tuvo que ser sacudido —por medio de una visión y unas experiencias que le acompañaron— para darse cuenta de que los gentiles también podían ser salvos. El método utilizado por Jesús para cambiar la manera de pensar de los discípulos es instructiva para nosotros. El antropólogo cristiano, Paul Hiebert explica que «la visión bíblica de la transformación» incluye «tanto un punto como un proceso; esta transformación tiene comienzos simples (una persona puede convertirse desde donde quiera que se encuentre), pero consecuencias radicales y de por vida». Hiebert continúa: «no es simplemente un asentimiento mental a un conjunto de creencias metafísicas, tampoco es sólo un sentimiento positivo hacia Dios. Al contrario, involucra entrar a una vida de discipulado y obediencia en cada área de nuestro ser y a lo largo de la historia completa de nuestras vidas[efn_note]Hiebert, Paul G. (2008). Transforming Worldviews: An Anthropological Understanding of How People Change [Cosmovisiones transformadoras: una comprensión antropológica sobre cómo cambian las personas] (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008), pp. 312-314. [N. del T.: traducción propia].[/efn_note]». Algunas creencias básicas tienen que cambiar. La mayoría de las personas que viene a Cristo, ya sea que tenga trasfondos cristianos o no, previamente dependía de sus buenas obras para justificarse a sí mismo. Pueden tomar algún tiempo para comprender la enseñanza cristiana de la salvación por gracia mediada a través de la obra de Cristo. Algunas prácticas arraigadas también tienen que cambiar. Muchas personas vienen a Dios porque lo ven como una respuesta a sus problemas. Aun cuando podrían haber entendido que venir a Cristo incluye un cambio de vida, podrían no darse cuenta de cuán dramático necesita ser ese cambio. Los cristianos occidentales encuentran que la solidaridad y el compromiso comunitario del cristianismo chocan con el individualismo con el que han crecido. En países no occidentales, algunos podrían considerar incorrecto rehusarse a mentir o a vengarse en situaciones donde el honor de la familia está en juego. Alrededor de todo el mundo, los prejuicios raciales y de clase son comunes entre las personas que afirman tener una experiencia de haber nacido de nuevo, incluso muchos años después de su nuevo nacimiento espiritual. En Efesios 4, Pablo les dice a los cristianos efesios que deben quitarse las cosas que caracterizaban su vida anterior y vestirse de las cosas que caracterizan la vida cristiana. Entre las cosas que deben sacarse está su «manera de vivir» y sus «deseos» (4:22). Y deben «v[estirse] del nuevo hombre, el cual [...] ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad» (4:24). Este cambio integral no toma lugar automáticamente justo después de la conversión. Si no abordamos estas áreas en las vidas de las personas, podrían haber consecuencias desastrosas. La historia está cargada de ejemplos vergonzosos de cristianos «nacidos de nuevo» que se han comportado de manera corrupta al estar en una posición de poder o han actuado desde un prejuicio racial, de casta o de clase. Semejantes áreas de impiedad deben abordarse temprano en la vida de un nuevo creyente.

Tres agentes de cambio

Existen tres agentes primarios en la formación del carácter o en la santificación de un cristiano. Dentro de estas tres categorías vienen muchos otros medios que Dios usa para cambiar a los cristianos.

1. La Palabra de Dios

El primer agente es la Escritura, como se muestra en las afirmaciones de Jesús: «santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad» (Jn 17:17) y «ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado» (Jn 15:3). A medida que leemos las instrucciones de la Biblia, somos instados a obedecerlas, y al decidir hacerlo, con la ayuda de Dios, crecemos en santidad. Ser expuestos a la Escritura también nos expone a la naturaleza de Dios. Cuando pasamos tiempo con Dios en oración y en la Palabra, su naturaleza nos permea, provocando que cambiemos sin siquiera darnos cuenta. Cuando conocí a mi esposa y su familia, usaban algunas expresiones que yo encontraba extrañas. Me reía cuando las escuchaba. Después de un par de años, me escuché a mí mismo usando las mismas expresiones. Ocurrió inconscientemente. Pablo dijo: «pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2Co 3:18).

2. La obra del Espíritu

El versículo recién citado presenta la segunda fuente de formación del carácter: la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. El carácter cristiano se describe como «el fruto del Espíritu» (Gá 5:22-23). Pedro habla de «la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo» (1P 1:2). Y Pablo declara: «si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán» (Ro 8:13). A veces se le atribuye esta obra de santificación simplemente a Dios. Pablo les dijo a los Tesalonicenses: «y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1Ts 5:23). La vida de santidad podría involucrar grandes avances a través de las poderosas obras del Espíritu Santo en lo que podrían denominarse experiencias de crisis. La experiencia de los apóstoles en Pentecostés es un ejemplo. Muchos cristianos dan testimonio de un nuevo nivel de santidad siguiendo un acto específico de fe, rendición o rededicación. Sin embargo, el cambio por lo general se produce como un proceso. A Martín Lutero se le atribuye haber descrito el crecimiento de un cristiano después de la conversión de esta manera: una persona empeora rápidamente de salud debido a una enfermedad y los doctores no conocen su causa. Luego los doctores diagnostican correctamente la enfermedad y prescriben el medicamento adecuado. Él no se cura del todo inmediatamente desde que comienza a tomar la medicina, pero desde ese punto hacia adelante, mejora hasta que está completamente sanado. De la misma manera, después de que experimentamos la conversión, hay un giro decisivo en nuestras vidas, después del cual el movimiento se dirige hacia la santidad en lugar de hacia el pecado y la muerte.

3. La comunidad de creyentes 

El tercer agente en la formación de carácter es la comunidad con otros cristianos. Pablo dice: «huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro» (2Ti 2:22). El escritor de Hebreos dijo: «consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras» (Heb 10:24). La huida del mal y la búsqueda de la santidad ocurren con la ayuda de otros cristianos. Bajo la categoría de comunidad, también podemos incluir a los discipuladores y a los grupos de discipulado a los cuales pertenecen los cristianos. Es en comunidad con ellos donde se llevan a cabo algunos de los cambios más marcados. En los capítulos que siguen, veremos cómo Dios usa medios como la oración, la adoración, la conversación, la enseñanza en comunidad, junto con la comprensión y la afirmación de los amigos, para ayudar a los cristianos a crecer y a experimentar la sanidad de las heridas.

Tres tipos de transformación

Hiebert habla de tres tipos de transformación que se llevan a cabo cuando una persona se convierte. 

1. Transformación cognitiva

En primer lugar, está la transformación cognitiva, donde el sistema de creencia de una persona cambia. Se deben entender ciertos hechos sobre el Evangelio a fin de ejercer la fe salvífica y de continuar viviendo la vida cristiana. Debemos creer estos hechos si vamos a abrirnos a recibir la salvación de Dios y a crecer. La predicación y la enseñanza de la Palabra, y el estudio bíblico personal y grupal están dentro de los medios usados en este tipo de transformación.

2. Transformación afectiva

En segundo lugar, está la transformación afectiva, donde experimentamos a Dios personalmente. Él habla personal y específicamente a nuestra situación, Él nos guía y nos confronta de maneras claramente reconocibles, nos asegura nuestra salvación por medio de experiencias que afirman nuestra identidad en Cristo e interviene en nuestras vidas y en las vidas de las personas que nos rodean de maneras milagrosas. Cambiamos a medida que aprendemos sobre Dios por medio de estas experiencias y experimentamos nuevas profundidades de amor, gozo, paz y libertad de la culpa.

3. Transformación evaluativa

En tercer lugar, está la transformación evaluativa, donde evaluamos las creencias y prácticas de la cultura prevaleciente. Las que están de acuerdo con el Evangelio (como honrar a los padres) se conservan con un sabor cristiano, y las que contradicen al Evangelio (como la indulgencia sexual, el prejuicio y la deshonestidad) son rechazadas. Sería bueno para los cristianos discutir estos factores culturales y ver cómo cuadran con la enseñanza bíblica. Cuando mis hijos eran pequeños, a veces veíamos televisión juntos y discutíamos lo que veíamos en los programas y en los comerciales desde una perspectiva cristiana. Entonces, nuestras mentes creen la verdad de Dios; nuestros corazones experimentan el amor y el poder de Dios; y nuestras voluntades obedecen los caminos de Dios. Es triste que iglesias individuales normalmente se especialicen en uno de estos tres tipos de transformación y no le den suficiente énfasis a los otros dos. ¡Cuán saludable es una iglesia que demuestra el compromiso de Dios de impactar a los creyentes por completo!

Este artículo es una adaptación del libro Discipling in a Multicultural World, escrito por Ajith Fernando.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.