1. «Forzar» un tema fuera del texto
Probablemente, este uno de los errores más comunes que los principiantes cometen cuando aprenden a predicar expositivamente. En lugar de hacer que su sermón fluya desde la idea principal y la lógica del pasaje, encuentran uno de sus puntos interesantes y «fuerzan» al sermón para que se trate de eso. Su sermón se vuelve más temático que expositivo (y aunque da la sensación de que la predicación es del pasaje, pueden predicar un sermón casi idéntico al de muchos otros pasajes que también tratan el tema).
2. El caballito de batalla
Todos tenemos caballitos de batalla que nos gusta usar constantemente. Los predicadores principiantes tienden a hacer más esto y no lo esconden bien, a veces porque no comprendieron bien el pasaje en el proceso de exégesis y porque tienen poca experiencia en la vida y en el ministerio. Por lo tanto, si tu caballito de batalla es «los cinco puntos del calvinismo», «cómo atacar herejías» o «La confesión Westminster», si no está absolutamente relacionado al contenido o a la aplicación de tu sermón, deja ese caballo en el establo.
3. Las ilustraciones consentidas
Las ilustraciones son grandiosas; las ilustraciones vívidas e interesantes son aún mejores. Sin embargo, no son así cuando toman un cuarto del sermón o tienen tantas vueltas y giros interesantes que la relación entre la ilustración y el punto que se está ilustrando pende de un hilo muy, muy, muy fino. Ten ilustraciones interesantes y extiéndete en algunas de ellas de vez en cuando, pero, por favor, no las consientas. Asegúrate de que tus ilustraciones sirvan al sermón y no al revés.
4. Decir demasiado
Los predicadores principiantes a menudo olvidan que menos es más, especialmente en las introducciones y en las conclusiones. No deben ser largas ni interminables. A veces una introducción corta y contundente es suficiente para que tu audiencia te preste atención y tus conclusiones no necesitan reiterar todos los puntos nuevamente. Tan solo concluye y termina memorablemente. Eso es suficiente.
A veces los principiantes dicen demasiado porque aún están aprendiendo a dejar gran parte de lo que leyeron en el estudio. ¿Has escuchado hablar del principio del iceberg? Solo el 10 % necesita estar sobre el agua; el otro 90 %, permanece debajo.
Y una última nota: los predicadores principiantes casi nunca deben predicar más de 30 minutos.
5. Decir muy poco
Claramente esto es el problema opuesto al que se acaba de exponer en el punto anterior, pero no están relacionados entre sí.
A veces, con el fin de acomodar largas ilustraciones o detalles técnicos que son como comentarios bíblicos sin resumir, no hay tiempo para llevar a la audiencia a profundizar en otras áreas.
En ocasiones, los principiantes dicen muy poco cuando mencionan rápidamente conceptos e ideas que realmente requieren más explicación. No lances frases como «todo esto apunta a Jesús» sin ir más allá. Dinos cómo apunta a Jesús. Es probable que allí se encuentre un punto glorioso sobre el Evangelio del que debes decir más.
La otra razón por la que los principiantes podrían decir muy poco tiene que ver con la falta de experiencia pastoral y/o ministerial. Eso se puede mejorar al pasar tiempo sirviendo y enseñando a personas lejos del púlpito.
6. Las aplicaciones superficiales
Este punto está relacionado con el anterior. Una falta de experiencia tanto en la vida como en el ministerio inevitablemente llevará a aplicaciones que no darán en el blanco. De nuevo, esto mejorará con el tiempo y con la experiencia. Mientras tanto, los principiantes necesitan ser conscientes de que su tendencia es irse hacia aplicaciones superficiales y que por lo tanto deberán esforzarse por dar las aplicaciones que el mismo pasaje entrega. Si tienen dudas, junten a un grupo de líderes de la congregación como un grupo de consulta y evalúen sus aplicaciones con ellos.
7. Hablar como escriben
Escribimos de manera diferente a la que hablamos. La mayoría de los principiantes usan apuntes completos, por lo que necesitan resumir, volver a resumir y volver a resumir nuevamente con el fin de sustituir las partes que suenan mucho como escritura y no como discurso.
Puedes obtener más ayuda en Internet, pero para empezar:
- Evita construcciones verbales pasivas (en vez de decir «el hombre fue sanado por Jesús», mejor di, «Jesús sanó al hombre»).
- No utilices palabras como «por lo tanto», «sin embargo», «además», etc. En lugar de ellas intenta usar «así», «pero» y «lo otro es…».
- Corta las oraciones complejas y largas y hazlas más cortas y más simples.
- Usa pausas, repeticiones y reformulaciones (cosas que no tienes que hacer en lo escrito porque son una pérdida de espacio). Cuando estés hablando, úsalas libremente para ayudar a establecer tu punto más clara y más memorablemente.
- Aprende a escribir en jerga coloquial, con contracciones (q’, xq’, c/) e incluso cosas gramaticalmente incorrectas que sueles usar en el discurso hablado, aquellas que usaste en ensayos y por las que perdiste puntos.
8. Demasiado esfuerzo por imitar el estilo de otra persona
Lo entiendo, estás comenzando y aún no tienes tu propio estilo. Es inevitable copiar a aquellos que escuchas (en especial si escuchas muchos podcast). Sin embargo, intenta no imitar conscientemente el estilo de alguien. Esto no se trata de derechos de autor, sino que tiene que ver con que los tipos famosos a los que escuchas son generalmente muy únicos. Si intentas hacerlo igual que ellos, es muy probable que no funcione.
Deja que Francis Chan, David Platt y Tim Keller hagan lo suyo. Tú mantén tu cabeza abajo y esfuérzate para mejorar siendo tú mismo.
9. Las idiosincrasias resaltadas
Es interesante que el lado B de desarrollar tu propio estilo es que se resaltarán las partes inútiles de lo que te hacen ser «tú».
¿Es tu sentido del humor muy vergonzoso? ¿Te gusta usar vocabulario profundo o poético en tu discurso diario? ¿Te gusta dar charlas a tu grupo de amigos, incluso si ese grupo es de solo dos personas? ¿Gesticulas mucho incluso cuando le hablas a tu perro?
Todas estas cosas probablemente van a resaltar en la predicación de los principiantes y generalmente ellos ni siquiera lo noten, pero otros sí.
10. Falta de un buen método de preparación
Finalmente, muchos de los errores que se mencionaron previamente pueden abordarse si tan solo los principiantes recordaran que son principiantes. Esto significa que necesitas aprender un método, practicar un par de cientos de veces hasta que le des al clavo, y luego de eso podrás ser un poco más libre en tu estilo. Muchos principiantes no quieren invertir de esta manera, y eso los perjudica.
Aprende métodos de preparación de los grandes maestros de la predicación. El método que yo elegí es el de John Chapman, de Setting Hearts On Fire [Encendiendo los corazones]. No es el único que existe que sea bueno; cualquier método que escojas, apréndelo bien.
Cuando hayas dominado completamente el método, antes de que te des cuenta, ya no estarás cometiendo los mismos errores de principiante. Sin embargo, solo recuerda, como dijo una vez celebremente Chapman, «los primeros cincuenta años son los más difíciles», así que hermanos y hermanas sigan perseverando. ¡Soli Deo gloria!