Hace muchos años, un amigo me contó que estaba luchando con leer la Biblia. Él sabía que debía leerla, pero no tenía el deseo de hacerlo. Él prefería leer las noticias, revisar los resultados de los deportes o buscar los precios de las acciones. Por lo tanto, ¿qué puede hacer?
Muchos piensan que la solución se encuentra en intentarlo con más esfuerzo: comprometiéndose a leerla a una hora determinada cada día o pidiendo rendición de cuentas. Estas cosas pueden ayudar, pero en sí mismas, no son la principal manera en que Dios quiere motivarnos. Santiago 2:17 dice: «…La fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta». Por tanto, en cualquier momento en que tengas escasez de buenas obras, como la lectura de la Biblia, el problema no se encuentra principalmente en la pereza o en la falta de disciplina; mi problema es la falta de fe. No estoy confiando en lo que Dios ha prometido respecto a su Palabra.
Así que le di a mi amigo una lista de lo que Dios promete hacer por nosotros por medio de la Escritura. Lo animé a orar por estas promesas un par de minutos cada día, pidiéndole a Dios que use estas promesas para fortalecer su fe y cambiar su corazón. Él dijo que lo haría.
Un par de semanas después, le pregunté cómo iba. «Increíble», me dijo. Me contó que al meditar en estas promesas, ahora él quería leer la Palabra de Dios, deseaba leer la Palabra de Dios y buscaba tiempo extra para leer la Palabra de Dios. Eso es lo que Dios hizo por mi amigo y eso es lo que Dios hará por nosotros, si aprendemos, recordamos y confiamos en lo que él ha prometido.
Cuatro grandes promesas
Si alguna vez has luchado con leer más la Biblia, toma un tiempo a solas con Dios al comienzo de este año. Pídele que fortalezca tu fe en lo que dice sobre su Palabra y, luego, piensa y ora por promesas como estas.
1. La Palabra de Dios avivará tu alma
«La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma» (Sal 19:7).
La obra de Dios que aviva el corazón fluye a través del conducto de su Palabra. Por lo tanto, no importa cuán poco espiritual te sientas, cuando leas la Palabra de Dios en oración, con el tiempo experimentarás a Dios cambiando tu corazón. Cuando tu corazón se sienta apagado y la lectura bíblica parezca aburrida, recuerda que su Palabra revive el alma.
2. La Palabra de Dios alumbrará tu camino
«Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino» (Sal 119:105).
Debido al pecado y a las mentiras de Satanás, nuestro camino es oscuro. No podemos ver las peligrosas curvas, los empinados precipicios ni las fosas de arenas movedizas. Sin embargo, Dios promete que leer su Palabra es como una linterna brillante en un camino oscuro. Su voz nos muestra las cosas que no podemos ver y nos lleva por el camino que debemos andar. Cuando el futuro no es claro y no sabes cuál es el siguiente paso que dar, recuerda que su Palabra alumbra nuestros caminos.
3. La Palabra de Dios te liberará del pecado
«Entonces Jesús decía a los Judíos que habían creído en Él: “Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Jn 8:31-32).
Nuestros pecados son como cadenas individuales cerradas con llave que nos envuelven. En nuestras propias fuerzas, somos incapaces contra ellas. No obstante, Jesús promete que si permanecemos en su Palabra, orando con ella y meditando en ella, las cerraduras se abrirán de golpe y las cadenas caerán. Cuando vuelves a caer en el viejo patrón de pecado o descubres un gran pecado que estaba escondido en tu corazón, recuerda que su Palabra puede hacerte libre.
4. La Palabra de Dios fortalecerá tu fe
«Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo» (Ro 10:17).
Demasiado a menudo, nuestra fe se siente como una rueda desinflada, pero Dios promete usar su Palabra para llenarnos de fe. Esto significa que leer la Palabra de Dios es como ponerle una bomba al neumático e inflarlo con aire. No estará desinflado por mucho tiempo. Cuando tu relación con Dios se siente desinflada o lejana, recuerda que su Palabra fortalece y alimenta nuestra fe.
Cómo comenzar
Ora por estas promesas (y por docenas de otras). Pídele a Dios que te ayude a ver su verdad, a creer su verdad y a sentir su verdad. Él cambiará tu corazón para que leer su Palabra ya no sea algo que tengas que hacer, sino que quieras hacer.
Una vez que hayas anclado tu corazón a las promesas de Dios, puedes considerar estas simples sugerencias para ayudarte a leer más la Biblia.
1. Escoge un momento estratégico: Hay sabiduría al comenzar el día en la Palabra de Dios, así puedes enfrentar el día con vida, luz, poder y fe.
2. Escoge un lugar tranquilo y que no tenga distracciones.
3. Usa una versión más literal de la Biblia como la versión de La Biblia de las Américas o la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy.
4. Usa un plan de lectura bíblica que te diga qué leer cada día y te lleve a leer la Biblia completa sistemáticamente.
5. Empieza a pedirle a Dios que incline tu corazón hacia su Palabra (Sal 119:36) y que abra tus ojos para ver su gloria (Sal 119:18).
6. Espera que Dios te muestre su gloria, te convenza de pecado, te enseñe su verdad, te satisfaga con su presencia, te llene de adoración, te llame a la obediencia, te dé certeza de su amor.
7. Cuando finalices tu lectura del día, agradécele a Dios por lo que te dio por medio de su Palabra y piensa en compartir lo que recibiste con alguien más.
Obtén todo lo que puedas
Quizás ya estés leyendo la Palabra de Dios constantemente. Sin embargo, puedes recibir aún más de la Palabra de Dios al pasar aún más tiempo en ella. El rey David dijo esto sobre las palabras de Dios: «Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal» (Sal 19:10).
Mucho oro fino podría valer millones de dólares y la miel satisface deliciosamente. ¿Te imaginas tener un libro que, mientras más lo lees, recibes más oro y más miel? Piensa en ello: cada diez minutos extra de lectura vale más de lo que el dinero puede comprar y sabe más dulce que los postres más finos. ¡Qué libro tan asombroso! Querrás leerlo tantas veces como puedas.
Sin embargo, la Biblia es incluso mejor que ese libro, porque mientras más lees la Biblia, más obtienes de Dios mismo (y Dios es infinitamente más valioso que el oro y satisface muchísimo más que la miel).
Por tanto, piensa en cómo invertiste el tiempo el año que pasó. ¿Existen cambios de agenda que puedas hacer, o pérdidas de tiempo que puedes evitar, para que puedas leer más la Palabra de Dios? No te engañes. La Palabra de Dios da más valor que el oro o que Amazon y trae más satisfacción que la miel o cualquiera sean tus anhelos. Obtén lo que más puedas este año.