Nota del editor: este artículo forma parte de la serie «Cómo ayudar a tu iglesia local», publicada originalmente en Desiring God.
¿Cuántas personas conoces que se han ido de la iglesia por malas razones?
La música no era de su tipo. Los sermones no eran lo suficientemente cortos ni atractivos. El programa de niños carecía del entretenimiento que las otras iglesias sí tienen. La iglesia era un poco demasiado grande (para aquellos que estaban buscando más atención) o un poco demasiado pequeña (para aquellos que querían menos). En resumen, la iglesia no era todo lo que yo quería, así que me cambié. Con seguridad, puedes llamarnos la generación de los «que se van», por lo que no es una sorpresa que veamos esos mismos impulsos en nuestras bancas.
Muchos han escuchado las malas razones y han apuntado a este comercialismo matutino dominical. Algunos han dicho (y puedes encontrar bastantes de estos sermones en línea): «no vengas a adorar para recibir, sino que para dar». La exhortación acierta en algo, pero falla horriblemente en otro. La alteridad es, por supuesto, vital para cualquier vida saludable de adoración y para cualquier familia saludable de fe. De todas las personas del mundo, los cristianos deben considerar a otros como más importantes que ellos mismos y considerar sus intereses y necesidades antes que las nuestras. Tristemente, ese tipo de alteridad hacia Dios es escasa en algunas iglesias.
Dicho esto (y esto es lo que los consejos bien intencionados no captan bien), el primer y más grande asunto de la adoración comunitaria siempre será sobre lo que recibimos, no lo que damos.
Ven a quedar satisfecho en Dios
Mientras te diriges a adorar nuevamente este domingo, es profundamente saludable recordar que Dios no necesita nada de ti y que tú aún necesitas absolutamente todo de Él.
El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas (Hechos 17:24-25).
Si quieres orientarte a ti mismo sobre quién está realmente obteniendo y dando cuando nuestra iglesia se reúne, recuerda que Dios te da cada una de las miles de inhalaciones que tomarás esa mañana.
Aun cuando se trata de las necesidades de los demás, Dios no te necesita para que las satisfagas. Él puede alimentar a cinco mil con unos pocos panes y un par de peces. Él no está buscando ayuda; Él está buscando adoración (Jn 4:23). Hechos 17 continúa: «[este Dios] hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la superficie de la tierra, habiendo determinado sus tiempos y las fronteras de los lugares donde viven, para que buscaran a Dios» (Hch 17:26-27, [énfasis del autor]). Vivimos para buscar, encontrar y tener a Dios, el único que puede satisfacer todas nuestras partes vacías y doloridas.
Y, en la sabiduría y amor de Dios, las personas en nuestras iglesias que vienen ante todo para recibir de Dios consistentemente tendrán más que dar a los demás. Aquellos que proveen más ayuda, irónicamente, serán los que sabrán que su Dios soberano y satisfactorio no los necesita.
Cómo ayudar a tu iglesia local
Este mes, nuestro equipo de profesores está abordando el tema «Cómo ayudar a tu iglesia local». Este artículo podría parecer un lugar extraño en el cual comenzar, pero es fundamental para la manera en que pensamos sobre la adoración comunitaria. Fuimos hechos para conocer, disfrutar y reflejar la gloria de Dios. Eso puede ocurrir ciertamente cuando cantamos un himno juntos o servimos en el cuidado de niños o llevamos una comida a una familia que está sufriendo, pero no ocurre a menos que esos sean actos de adoración y no mero servicio u obligación. La ayuda cristiana procede de un tipo determinado de corazón. Eso significa que el primer paso a fin de ser útil para tu iglesia es ser lo más feliz posible en Dios.
Este tema fue inspirado por uno de nuestros once valores centrales como ministerio: «ama a tu iglesia local».
Jesús vino a la tierra para ganar para sí una novia, redimir para sí un cuerpo, rescatar para sí una nación santa, levantar para sí un templo santo y construir para sí una iglesia. Jesús ama a su iglesia universal, cada iglesia local fiel y cada miembro individual de su verdadera iglesia. Él determinó que «la infinita sabiduría de Dios puede ser dada a conocer ahora por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Ef 3:10). Por lo tanto, nosotros también amamos a la iglesia. Apuntamos a buscar estrategias de ministerio que animen, equipen, apoyen y fortalezcan a las iglesias locales. Nosotros no apoyamos ningún intento de reemplazar el involucramiento personal en la vida de las iglesias locales fieles con contenido o comunicación en línea.
Mientras nos derramamos para ayudar a millones de personas a glorificar a Dios al estar satisfechos en Él, nunca queremos subestimar o pretender reemplazar a la iglesia local. No, queremos explícitamente fortalecer y servir a las iglesias locales. Y por lo tanto, dedicaremos nuestro tema este mes a todas las maneras en que podemos bendecir y edificar a la novia de Cristo.
Mientras nuestro equipo oraba sobre lo que podríamos decir, pensamos en una docena de maneras de ayudar a la iglesia y luego redujimos la lista a sólo siete, que aparecerán a lo largo del mes. Además de nuestros profesores de Desiring God, hemos invitado a Matt Smethurst (pastor a cargo de River City Baptist Church), Sam Emadi (pastor a cargo de Hunsinger Lane Baptist Church) y Seth Porch (uno de nuestros editores) para ayudarnos a nosotros a ayudarte a ti a ayudar a tu iglesia.
La oración para el domingo en la mañana
No obstante, de nuevo, no vamos a comenzar con lo que das porque, como cristianos, venimos a la adoración comunitaria a recibir más de Dios. Si quieres un texto para orar antes de que te subas al auto el domingo en la mañana, podrías dejar que los primeros versículos de Isaías 55 te guíen en adoración:
Todos los sedientos, vengan a las aguas;
Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman.
Vengan, compren vino y leche
Sin dinero y sin costo alguno (Isaías 55:1).
Espiritualmente hablando, estos somos ante Dios lejos de Cristo. No estamos un poco cortos de dinero; estamos en la bancarrota; no tenemos dinero. En realidad, estamos peor que quebrados; estamos muertos en nuestras transgresiones y pecados (Ef 2:1). Y aun así Dios nos invita (sin vida, sin dinero y culpables) a su mesa. Y fíjate que Él no sólo pone la mesa con lo que necesitamos (agua y pan), sino que vierte vino y leche para que disfrutemos, lo cual nos dice que el Dios que salva es un Dios que satisface.
¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
Y su salario en lo que no sacia?
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia.
Inclinen su oído y vengan a Mí,
Escuchen y vivirá su alma (Isaías 55:2-3).
Vengan a comer. Vengan a saciar su sed. Vengan a llenar su corazón hasta rebosar, emocionado y satisfecho. «Vengan a Mí». Antes de ir a la iglesia con sus manos, vayan con sus oídos listos para escuchar al Dios todopoderoso del universo infundir vida, dirección y gozo a sus almas necesitadas.
El primer asunto de la adoración
Lo que dijo George Müller (1805-1898) sobre la comunión diaria con Cristo es una maravillosa bandera para colgar en las reuniones de nuestras iglesias:
Según mi juicio, el punto más importante que atender es este: sobre todas las cosas busquen que sus almas estén felices en el Señor. Otras cosas podrían apremiarles, la obra del Señor incluso podría tener reclamaciones urgentes por su atención, pero repito deliberadamente, ¡es de suprema y primordial importancia que busquen todas las cosas arriba para que sus almas estén verdaderamente felices en Dios mismo! Día tras día busquen hacer este asunto el más importante de sus vidas1.
Si quieres ser más útil para tu iglesia local (y realmente espero que así sea), busca primero tener tu alma feliz en Dios. Ven a adorar para recibir y recibir y recibirlo a Él, y Él te mostrará cómo ayudar y dar a los demás.