Cada uno de mis abortos espontáneos me destrozó. Por separado, cada uno me produjo pena, dolor, duelo y preguntas. Oh, demasiadas preguntas. Sin embargo, hubo uno de ellos dentro del grupo por el cual estoy agradecida. Agradecida porque cambió mi fe y me reveló el amor apasionado y persistente de Dios por mí.
Recuerdo haber ido a la cita para la ecografía inquieta, temerosa de permitir incluso una pizca de esperanza, pero incapaz de desvanecerla completamente. ¡Quizás esta vez sí! ¡Tal vez finalmente esté embarazada! Cuando el técnico me dijo tímidamente que no había latidos, miré al cielo atónita porque esto había ocurrido nuevamente. Mientras me vestía en silencio, mi impacto se desvaneció en enojo y mis pensamientos se volcaron a Dios. «¿¡Cómo puedes permitir que esto ocurra otra vez!? ¿Me amas siquiera? ¿¡Acaso te importa!?».
Rápidamente, yo misma respondí esa pregunta: «No, no te importa».
DE PRONTO, SENTÍ QUE DIOS ERA INSEGURO, ATERRADOR E IMPREDECIBLE; YA NO ERA CONFIABLE. MENTALMENTE, HUÍ DE ÉL, CERRANDO MI CORAZÓN AL ÚNICO QUE YO SENTÍ QUE HABÍA PROVOCADO TANTO DOLOR.
El aborto espontáneo me abatió. Sentí como si hubiera caído a un hoyo sin poder salir. Todo a mi alrededor era oscuridad, lodo y dolor. Y lo peor de todo, me sentí completamente sola. Por semanas, deambulé diciéndoles a todos que Dios era simplemente vil. ¿Qué otra cosa podía concluir después de tantos abortos espontáneos?
Sabía que no podía continuar viviendo de esta manera, y en lo profundo sabía que mi definición de Dios estaba distorsionada, o al menos que la Biblia no lo describe de esa manera. Entonces, fue ahí que me volqué a la Biblia.
Necesitaba recordar que Dios me amaba, que su amor por mí es tan apasionado, tan absorbente, que murió para acercarme a Él. Necesitaba saber que Él se deleita en mí, que Él verdaderamente se deleita en lo que ha creado. Necesitaba saber que Él no estaba en mi contra.
En mi desesperación, fui a Cantar de los Cantares. Este libro, que históricamente se ha leído como un libro sobre el amor de Dios hacia su pueblo, usa hermosamente la metáfora del Antiguo Testamento de la novia y el novio para describir nuestra relación única con Él. El libro cuenta la historia de un novio que sigue buscando y amando a su novia a pesar de su temor, de su huida y de su duda. Él la busca una y otra vez, a pesar de sus fallas.
A lo largo de este libro, Dios revela su incomparable amor por mí. Mientras leía un verso cada mañana, me daba cuenta de que en el fondo creía que Dios era mezquino (dándome cosas de mala gana o cuando demostraba ser digna). En el fondo, Él nunca fue verdaderamente seguro o confiable. Sin embargo, este libro me mostró el abundante, desbordante y extravagante amor que tiene por sus hijos. En Cantar de los Cantares encontré el loco amor de Dios por nosotros. Se sentía tan extraño leer estos versos que hablaban de su deleite en mí; de cómo Él me disfrutaba. Extraño, especialmente a la luz de los abortos espontáneos, pues se sentía que eran exactamente lo opuesto al amor.
Pero descubrir este amor redefinió mi experiencia con el aborto espontáneo. Había definido a Dios según mis circunstancias, en lugar de definir mis circunstancias por medio de mi experiencia y conocimiento de Dios. Dios debía convertirse en el filtro por el cual veía al mundo y a mis abortos.
Cuando fui cimentada en el conocimiento de que Dios estuvo por mí, que me amó con fervor, ya no vi más mis abortos espontáneos como una señal de que no se preocupaba por mí. Él se convirtió en mi refugio, mi lugar seguro donde esconderme cuando un aborto espontáneo volvió a ocurrir. Y cuando ocurrió, me afligí y sentí el mismo sufrimiento. En lugar de huir de Él, me aferré a cómo Dios se define a sí mismo en la Escritura y descubrí que no estaba quebrada, que nunca estaba sola.