Charles Spurgeon dijo que las voces de la niñez resonaban a través de la vida de tal forma que «lo primero que se aprende es lo último que se olvida». Las lecciones que aprendemos en nuestros primeros años tienden a permanecer fijas hasta el final. Esto es tremendamente beneficioso cuando las lecciones han sido sanas, pero terriblemente perjudicial cuando no lo han sido. Una lección dañina que los hombres a menudo aprenden al principio de sus vidas es que deben sospechar de las relaciones con otros hombres.
Desde nuestros primeros días, se nos enseña que la amistad solo puede ser cercana hasta que esa cercanía amenace con «descubrirnos». Cuando una amistad parece demasiado amistosa, podríamos ser llamados «¡mariquitas!» en el mejor de los casos o «¡maricón!» en el peor. Se espera que juguemos de manera brusca y juegos de lucha juntos, que compitamos y nos riamos el uno del otro. Sin embargo, debemos ser cautelosos con la cercanía o con la dependencia relacional, porque otros chicos están observando con sospecha y juicio. No queremos que nos vean como necesitados y emocionales. Los padres podrían estar observando, preguntándose si la intimidad relacional podría augurar debilidad, femineidad o incluso un deseo sexual. Los hombres deben ser fuertes, independientes y autosuficientes. Podemos tener amigos, compadres, pero no debemos amarnos unos a otros.
En esta serie de artículos para hombres, hemos estado mirando varios temas relacionados con la masculinidad piadosa. Al usar la gran metáfora de que la vida es como una carrera, hemos visto que los hombres que corren su carrera victoriosamente se someten a una serie de disciplinas importantes. Hemos visto que algunas de ellas están relacionadas a la fe y otras a la vida. En los últimos cinco artículos, nos centraremos en las relaciones, las que incluyen la relación con tu esposa, con tus hijos y con tu iglesia local. Pero primero, consideraremos a tus amigos. Si vas a correr para ganar, debes fomentar tus amistades.
El Libro de la amistad
La Biblia tiene mucho que decir sobre la amistad. Incluso podemos argumentar que la amistad es uno de los temas clave de la Biblia: ¡la Biblia es el Libro de la amistad!
Dios existe desde la eternidad en la amistad de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, donde han disfrutado mutuamente de una relación perfecta e inquebrantable. Dios creó a los seres humanos para que entraran en esa amistad ya existente, para disfrutar lo que Dios ya disfrutaba en sí mismo. El Creador invitó a la criatura a participar en algo que sobrepasa lo maravilloso. Trágicamente, nos rebelamos contra Dios y, por nuestra traición, rompimos esa amistad. Nos alejamos y nos contentamos con existir por nuestra cuenta, separados de Dios.
Sin embargo, Dios es un buen amigo (el tipo de amigo que inicia la reconciliación aun cuando Él es la parte inocente). Para hacer esto, Él envió a su Hijo, Jesús, al mundo para ser amigo de los pecadores, para vencer al pecado que los separaba y para traerlos de vuelta a una relación con el Padre. Y ahora, al poner nuestra fe en Jesucristo, somos restaurados a lo que una vez disfrutamos. Aunque ahora no podemos ver a Dios cara a cara, esperamos con una entusiasta expectación el día en que Cristo regrese y restaure toda la intimidad que una vez experimentamos. Estaremos con Dios para siempre, seremos sus amigos por siempre.
La amistad que experimentamos con Dios proporciona el modelo para las amistades que podemos y debemos experimentar con otros seres humanos. La intimidad que Dios nos llama a disfrutar con otros no se basa meramente en intereses comunes o experiencias compartidas. Mira más allá del género, del color o de cualquier otra división fácil. Es una amistad verdaderamente espiritual en la que estamos unidos por Dios, en Dios y para Dios. Puesto que es una amistad espiritual, existirá más allá de esta tierra y más allá de la tumba. Permanecerá para siempre.
El hombre de amistad
La amistad es un gran regalo de Dios. La amistad espiritual, la amistad compartida en Cristo, es un regalo aún mayor. La amistad espiritual con otros hombres piadosos es uno de los privilegios más grandes y de las mayores alegrías de la vida. ¿Tienes un amigo cercano? ¿Eres un amigo cercano de otro hombre?
Necesitas amigos por tu bienestar. En los últimos años, los comentaristas bíblicos han mirado con sospecha la relación de David y Jonatán. Algunos han leído el lamento de David por la muerte de Jonatán y los han imaginado como una pareja gay secreta: «Estoy afligido por ti, Jonatán, hermano mío; tú me has sido muy estimado. Tu amor fue para mí más maravilloso que el amor de las mujeres» (2S 1:26). No obstante, David no está llorando por un amante con quien compartió su cama, sino por un amigo con quien compartió su vida. «En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para tiempo de angustia» (Pr 17:17). En la confusión de la traición constante, de los múltiples matrimonios y de la huida por su vida, David siempre pudo contar con su amigo Jonatán. La suya fue el tipo de amistad más verdadera y profunda que resistió toda adversidad. ¿Quién te ama en todo tiempo y está a tu lado durante las dificultades?
También necesitas amistades espirituales por el bien de tu alma. Eres una persona pecadora que puede aferrarse fuertemente a su depravación. Eres una persona con una vista débil que generalmente no puede verse por sí mismo tal como es. Eres una persona egoísta que a veces lucha con vivir para alguien o algo que no seas tú mismo. Necesitas amigos que te ayuden, que te sirvan, que te fortalezcan, que te equipen. Necesitas amigos para atenuar tu debilidad, para desafiarte en tu pecado, para consolarte en tus tristezas, para hablar verdad a tus tragedias. «El hierro con hierro se afila» —dice Salomón— «y un hombre aguza a otro» (Pr 27:17). ¿Quién te afila? ¿Quién es aguzado por ti?
Ciertamente, las amistades son un gran regalo de un gran Dios. El teólogo Hugh Black dice:
Los amigos deben escogerse con un principio de selección más alto que el del mundo. Deben elegirse por su carácter, su bondad, su verdad y su fiabilidad; porque solidarizan con nosotros en nuestros mejores pensamientos y en nuestras más santas aspiraciones, porque tienen a la comunidad en mente en las cosas del alma. Todas las otras conexiones son fugaces e imperfectas[1].
¡Hazlo ahora!
Después de haber visto la belleza y la necesidad de las amistades, consideremos algunas formas de aplicar esto de manera práctica en nuestras vidas.
Examina tus amistades
No todas las amistades son positivas porque no todas las amistades son verdaderamente espirituales. El viejo y sabio Salomón elogia a los buenos amigos y advierte sobre los amigos necios cuando dice: «Él que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño» (Pr 13:20). Esto no significa que no podamos disfrutar de amistades con no cristianos. Sin embargo, muchos hombres cristianos pasan todo su tiempo con quienes no conocen a Cristo y le roban a sus almas los beneficios de una amistad espiritual. Examina tus amistades para asegurar que tienes amigos que son sabios y que no pasas una cantidad de tiempo desmedido con necios. Aunque podrías influenciarlos para bien, es igual de probable que ellos te influencien para mal.
Ora por amistades
Pídele a Dios que te dé amistades. Esta es una petición buena y noble para hacerle a un Dios que es tu amigo.
Busca un amigo
El principal factor que nos aleja de la amistad es nuestro orgullo. Nos avergüenza iniciar amistades, tememos vernos desesperados o patéticos cuando le pedimos a otro hombre que nos dé un poco de su tiempo. No seas bobo. No te niegues algo tan bueno simplemente porque eres demasiado orgulloso para buscarlo. Muchos hombres están igual que tú (desesperados por un amigo, pero son demasiado orgullosos para preguntar). Ármate de valor y anda a buscar un amigo.
Sé un buen amigo
Una amistad, como cualquier otra relación, requiere esfuerzo (un esfuerzo que normalmente se mide en tiempo). Las amistades prosperan cuando se les da suficiente tiempo y se marchitan cuando no se les da. Considera oportunidades para pasar tiempo cara a cara (sentarse juntos a tomar un café u otra bebida) y para pasar tiempo lado a lado (trabajar juntos en un proyecto o disfrutar un pasatiempo o actividad juntos). Tu relación crecerá de maneras diferentes en cada contexto.
Corre para ganar
De todos los regalos que Dios da, pocos son tan preciados como la amistad, un compromiso perdurable y sacrificial con otra persona. Sin embargo, de todos los regalos que Dios les da a los hombres, pocos son más probables de ser subestimados que este. Aun así, la Biblia nos asegura: «El hombre de muchos amigos se arruina, pero hay amigo más unido que un hermano» (Pr 18:24). Encuentra a ese hombre en alguien y sé ese hombre para él. Si vas a correr para ganar, necesitas fomentar tus amistades.
Este recurso fue publicado originalmente en Tim Challies.
[1] N. del T: traducción propia.